octubre 03, 2007

Radiografía del régimen de Chávez y su contagio


La razón de que a este personaje llamado Hugo Chávez se le ignore o se le perdone a nivel internacional, está en sintonía con el antiamericanismo mundial para el que Bush es como el diablo, pero al que estos tiparracos sólo generan gracia y simpatía como el anciano Castro.

Autor: Juan Antonio Alonso

No hay día que el pupilo más aventajado de Castro no nos ofrezca una dosis de cómo implantar una dictadura poco a poco. Sin embargo, los medios de comunicación sólo han puesto el grito en el cielo cuando se ha tocado a sus colegas de allende el Océano como cuando se cargó a RCTV.
Pero poco más ha alertado a la opinión mundial que no esté interesada en otra cosa que las guerras de los americanos. Ejemplo de ello es la escasez de alimentos básicos que empieza a notar la población, promovida por esas medidas populistas-socialistas de regular los precios: primera consecuencia de economía básica, escasez de productos. Segunda consecuencia: el denigrante racionamiento. Pero poco se dice de esto, y es que a la hora de molestar a los americanos todo vale, aunque sea por medio de personajes que a nadie le gustaría tener cerca.

La lista de fechorías es interminable: compra de armamento a Rusia al por mayor; patrocinador de los terroristas más poderosos de América Latina con infraestructura suficiente como la que Hezbolá tiene en Líbano, las FARC; amigo de lo peor del mundo, como Irán o Bielorrusia; provocaciones a terceros países, lo que nos da una idea del sentido de Estado de este personaje y el sentido que da a la diplomacia; nacionalizaciones, expropiaciones, y colectivizaciones; artimañas para perpetuarse en el poder; clientelismo y corrupción; persecución de la oposición y creación de pistoleros callejeros en sucias labores (como las SA nazis), y un largo etcétera.
La razón de que a este personaje se le ignore o se le perdone, está en sintonía con el antiamericanismo mundial para el que Bush es como el diablo, pero al que estos tiparracos sólo generan gracia y simpatía como el anciano Castro.

La dictadura de Kim Jong Il dentro de poco estará cerca de contar con más acompañantes en la labor liberticida sin despreciar al indigenista Evo Morales.

Día sí y otro también, las bravuconadas de Chávez hacia Estados Unidos se han convertido en la tónica diaria, pues nada mejor para una dictadura que disponer de un chivo expiatorio al que culpar de todas las desgracias. Lástima que América Latina todavía no haya aprendido que las recetas del socialismo son nocivas y liberticidas por completo, como nos muestra el excelente libro “Manual del perfecto idiota latinoamericano”. Muestra de ello es la preocupante corriente populista-socialista que ha llevado a Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, el sandinista Daniel Ortega en Nicaragua, a generar una especie de renacimiento del socialismo de corte nacionalista con ingentes cantidades de eso que se llama populismo, que no es otra cosa que una dictadura plebiscitaria donde se vota, pero que no tiene ningún resorte de Derecho. Una tiranía de la mayoría que no porque venga salida de las urnas es menos perjudicial, como fue aquel experimento y germen del socialismo que fue la Revolución Francesa.

Es conveniente aclarar que más allá de la retórica marxista, éstos no son países marxistas pues el componente nacional está muy presente. Precisamente eso eran los fascismos, regímenes socialistas con economía centralizada y planificada en parte, pero con un fuerte componente nacional y de culto al líder, haciendo del Estado la religión oficial.Sin embargo, como en todo hay grados, y los regímenes fascistas de Italia y Alemania diferían bastante. En el primero estaríamos hablando de autoritarismo mientras que en el segundo de totalitarismo. Venezuela ya ha alcanzado el primero, que a nadie le quepa la más mínima duda, por sus medidas económicas de nacionalizar (¡hasta los supermercados!), persecución a la clase opositora, amenazas a sus vecinos más o menos cercanos como Colombia, Honduras, y México. Utilización del parlamento en su provecho, etc. El segundo grado se confirmará el día que no quede iniciativa privada alguna, y en el que la presión del Estado sobre el individuo sea máxima. El marxismo propugnaba la extensión del socialismo, pero más allá de la verborrea de estos nuevos caudillos, el socialismo se está extendiendo por América Latina por parcelas, pero sin más ánimo de unión que no sea la de hacer fuerza y piña todos juntos. Ejemplo de ello es la compartida retórica castrista sobre el “imperialismo yanqui”, excusa perfecta para rearmarse so capa de una supuesta invasión estadounidense que hace las delicias de los antiamericanos.Otro de esos síntomas que nos alertan sobre la situación de Venezuela en relación con lo que han sido las dictaduras de todo tipo, sobre todo las socialistas-totalitarias, es la utilización de la economía como un juego de suma cero, algo que está dado y que hay que repartir. Ningún país desarrollado habla en términos de redistribución de la riqueza más allá de épocas electorales, pero cuidando mucho el vocabulario y camuflando esa “redistribución”, con el Estado del bienestar, nocivo pero no letal.

La doctrina de suma cero como guía de cualquier clase de socialismo, de 0 mantequilla y 100 de cañones cobra plena vigencia en Venezuela, y es que ya se sabe que el arma principal del socialismo es el hambre. Ellos entienden la economía como algo redistributivo, pero inclinando todo de un lado de la balanza y sin hacer nada para paliar la pobreza que han creado, y haciendo todo por rearmarse frente a los ciudadanos indefensos y, evidentemente, desarmados.

La mezcla entre socialismo, nacionalismo y populismo parece ser la receta perfecta para el resurgir del socialismo, que puede presentarse de muy diversas formas pero con idénticos resultados. La etiqueta “comunista”, más allá de diferencias nimias ideológicas, cayó en desuso con la disolución soviética y sólo queda Marx como arma dialéctica que gusta mucho al imperante comunismo cultural.

Ninguna dictadura socialista se ha quedado sólo en un golpe de autoridad. El totalitarismo es una vuelta de tuerca más, un mayor grado de coerción del Estado que ahoga por completo al individuo.

La España de Franco era una dictadura autoritaria corporativa-nacional-catolicista. Bastante única en su género pues no era puramente fascista al no tener divinizado al Estado, y que hizo de la religión católica la guía moral de los españoles. Y que por lo tanto el culto al caudillo no era excesivamente fuerte, y la eliminación de la religión –signos de identidad del fascismo- no sólo no fue consumada sino que se convirtió en seña de identidad. Pero la propiedad privada estaba más o menos asegurada, mientras que los regímenes populistas emergentes iberoamericanos parecen ir en la vía de la eliminación de la sacrosanta institución garante de la libertad del ser humano.

Las perniciosas nacionalizaciones, sólo son la punta del iceberg. Las colectivizaciones son su confirmación, y las expropiaciones son el método para ello. Y todas ellas tienen sus desastrosas consecuencias económicas: las primeras destacan por la ineptitud clientelista-burocrática como el caso de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y que tanto aquí como en el caso de la dictadura indigenista-primitivista de Morales con respecto al gas, han eliminado la iniciativa privada de la explotación eficiente de los recursos naturales de los que son ricos y cuyo fin sólo puede ser su exportación; empresas expertas que no “explotan” a nadie ni a nada, y que pueden ayudarlos a salir de la pobreza al integrar toda la iniciativa privada tanto nacional como extranjera en un sistema de intercambios libres con oportunidades de empleo y riqueza para todos.

La colectivización es el camino más corto hacia la pobreza, y la prueba inequívoca del socialismo en mayúsculas. Y el método para ello, las expropiaciones indicativas de la eliminación de la seguridad jurídica, y de la consecuente aniquilación de la libertad humana. El indigenismo de Morales reivindica igualmente la tierra y sus recursos, que sin empresas que los exploten efectivamente no les servirán para nada.

Chávez ha sido un ejemplo de hacerse con el poder de una forma u otra: primero con un fallido golpe de Estado y después con las urnas donde mantenía un discurso diametralmente opuesto al actual. Es por ello que quizás Chávez no sea un megalómano, sino un amante del poder absoluto y perpetuo como nos han indicado las medidas que desde que llegó ha ido implantando y que la más actual, es la reforma constitucional que le permitirá ser re-elegido cuantas veces quiera. Esa re-elección vitalicia cuenta, además de con un sinfín de resortes que el poder le otorga, con el discurso populista-socialista del que América Latina no se ha librado, atribuyendo al capitalismo y a su cabeza más visible, Los Estados Unidos, la culpa de todos los males.

En otras cosas Chávez no es nuevo, como los largos discursos aprendidos del maestro Castro, y de la utilización del terrorismo que el Tiranosaurio de La Habana es un verdadero experto. Ejemplo de ello es la preocupante ubicación de células de Al Qaeda en territorio Venezolano como apunta Humberto Fontova, amén de otras noticias preocupantes que apuntan en la misma dirección.

Para rematar nada mejor que el resurgimiento de un movimiento que carece de sentido una vez terminada la guerra fría, el NOAL o No Alineados, y que sólo sirve de aparato propagandístico más que efectivo, donde Venezuela, Bolivia, Irán, Bielorrusia y regímenes parecidos despotrican contra su gran obsesión y pretexto para perpetuarse en el poder. Y es que parece que cuanto más pobres son los países, más se dejan llevar por las recetas populistas-socialistas contrarias a la prosperidad.

Pero el irresponsable y dudoso movimiento pacifista mundial, léase antiamericano, hace el coro a estos matones y dictadores en potencia; lo que Kruschev acertadamente denominó los “tontos útiles”. Porque si algo tiene el régimen chavista es la incongruencia ideológica: mandar a los trabajadores dedicar parte de la jornada laboral a aprender sobre Marx, a la vez que admirador de Bolívar no deja de ser un contrasentido, que en la Historia también se expresó en lo que esa parte de la izquierda mundial tanto aborrece producto de una hábil maniobra de Stalin: el régimen nazi. Pues para sorpresa de muchos Hitler había leído con agrado al judío Marx que renegó de su condición religiosa-cultural. La mezcla de todo ello es el nacional-socialismo que es lo mismo que está pasando con las dictaduras emergentes de América Latina. Pero no es el único ejemplo de adoctrinamiento pseudo-marxista: recientemente un becario denunció que sus clases de medicina eran un “verdadero lavado de cerebro comunista”.

Los pasos afianzadores del nuevo régimen dictatorial se van consumando con medidas como la de expulsar de Venezuela a aquél que ose hablar mal del régimen. ¡Imagínense la cantidad de expulsiones que tendría que llevar a cabo EE.UU. por todo el que arremetiera contra su presidente, tanto natural como foráneo. Y es que muchas veces las formas dicen bastante de la proyección e idea que los líderes tienen de su país. Chávez no deja de insultar, mientras que Bush advierte el peligro venezolano con serenidad, alejado de cuestiones personales, pero sensible a lo que acontezca con los actores estatales. En esas está Chávez cuando hace referencia sin tacto ni diplomacia alguna con asuntos como Las Malvinas sin dejar de pronunciar ese vocablo imprescindible para ellos que es “imperialismo” a imitación del más puro estilo castrista, como cuando llamó al cardenal hondureño “payaso imperialista”.

Veremos la evolución de éste y otros regímenes cercenadores de libertad en tanto que sigan estos camuflados tiranos mientras la ola antiamericana mundial les aplaude sin preocuparse verdaderamente de lo que significan las drásticas medidas que se están implantando en parte del continente americano.
Fuente: Diario de Amércia http://diariodeamerica.com

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