octubre 30, 2008

Qué es el Populismo



En el video que se ve en este post, Nicolás Márquez cuenta que es el populismo, porque esa palabra está tan repetida en los actuales tiempos. El autor cuenta también como un demagogo populista necesita hacer una "telenovela" para darle a su régimen una apariencia de legitimidad. Las instituciones políticas no le interesan al demagogo pero este trata de disimularlo con parodias de legitimidad, tal es el caso de los demagogos que gobiernan actualmente muchos países latinoamericanos, que incansablemente repiten términos como: democracia, social, justicia; además del odio que fomenta contra otros paises del mundo, creando fantasmas de supuestos complots o acciones de estados enemigos.

Ahora que estamos próximos a los 25 años del fin de los gobiernos militares, mucha gente celebrará el retorno de la democracia, pero podemos darnos cuenta, al menos yo lo creo asi, que la democracia en Argentina no llegó con las elecciones de 1983. Tenemos elecciones e instituciones, pero es una parodia de democracia y una parodia de república. El nombre más adecuado que se ocurre para nombrar lo que tenemos es "mierdocracia"

El Asalto a Mano Armada de Kirchner



Por Alberto Benegas Lynch (h)


El Gobierno de Cristina Kirchner acaba de asaltar a mano armada a los argentinos: ha confiscado las jubilaciones privadas por un valor de 30.000 millones de dólares e incorporado esos fondos a las arcas estatales.

Es un asalto a mano armada porque el aparato estatal está respaldado por la fuerza de las armas, razón por la que los ciudadanos no pueden resistir tamaño abuso, a menos que recurran al derecho a la legítima defensa, en la tradición de Buchanan-Sidney-Locke, al que recurrió Argentina en 1810 para liberarse del yugo español. Pero, como decía Juan Bautista Alberdi, dejamos de ser colonos de España para serlo de nuestros propios gobiernos.

Este manotazo viene a continuación de otros, como la reiterada confiscación de los depósitos: primero por Menem, luego por De la Rúa y finalmente por Duhalde. Decir "finalmente" es una expresión de deseos, ya que el ataque de los gobiernos a los ciudadanos está a la orden del día. Pero este nuevo manotazo es peor que los anteriores porque antes entregaron a los depositantes confiscados promesas de pago futuro en papeles de la deuda emitidos por los propios asaltantes, como si un ladrón entregara pagarés a sus víctimas.

Esto da por tierra con los últimos vestigios del Estado de Derecho en Argentina. A partir de ahora, cualquier propiedad está en manos de la arbitrariedad del soberano. Así lo anticipaba Alberdi, padre de la Constitución del país, quien en 1854 escribió:

Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia. Después de ser colonos de España lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios; siempre estados fiscales, siempre máquinas serviles de rentas que jamás llegan porque la miseria y el atraso nada pueden redituar.

Lamentablemente, con esto el Gobierno de Cristina Kirchner se inscribe en la línea del socialismo del siglo XXI de sus admirados Chávez, Ortega, Correa y Morales. Una cachetada feroz a la democracia y un paso firme al autoritarismo más cavernario. Nada queda de los principios democráticos tan bien expuestos por tantos autores a través de la historia, desde Cicerón hasta Sartori. Retornamos así a la negación del sistema, ilustrada por las tramposas cuentas sobre votaciones que puso Juan González Calderón en su tratado de Derecho Constitucional: 50% ¬+ 1% = 100%; 50% - 1% = 0%.

Estos acontecimientos brindan la oportunidad de tomar distancia, despejar telarañas mentales, pensar, discutir y escudriñar propuestas fértiles, como las presentadas por autores de la talla de Anthony de Jasay, y no seguir empecinados en utopías, cuyos incentivos naturales conducen sistemáticamente al abuso de poder.


Fuente: AIPE

ALBERTO BENEGAS LYNCH (H), presidente de la Sección de Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.

octubre 29, 2008

La confiscación esta prohibida, por Adrián ventura

El periodista Adrián Ventura, que también es abogado especialista en Derecho Constitucional, explica en este video como la estatización de las A.F.J.P. es inconstitucional, de acuerdo al Art 17 de la CN.
Los fondos aportados por los afiliados a las AFJP, son nominados, es decir que están a nombre del afiliado mismo, y el fondo acumulado forma parte del patrimonio y puede ser transmitido por herencia como cualquier otro bien, de acuerdo a la ley 24.241 que regula el funcionamiento de estos fondos fiduciarios llamados AFJP.
La Contribución Patronal, que es el aporte realizado por parte del empleador, es lo que va al sistema de reparto, y por cuyo aporte el afiliado recibirá la Prestación Básica Universal (PBU), cuando cumpla los requisitos legales para obtener el beneficio jubilatorio, que por ahora son 30 años de aportes y 65 años de edad.
No se dejen convencer por quienes les digan que el estado puede apropiarse de los fondos depositados en las AFJP, porque estos están fuera de la jurisdicción estatal, pertenecen al ámbito privado, son propiedad privada, y el estado antes de apropiarse debe declararlos de utilidad pública e indemnizarlos, conforme a lo que dispone la Constitución Nacional.

octubre 28, 2008

Tormenta Perfecta en la Economía Argentina


Leía un artículo de mi economista preferido, Roberto Cachanosky publicado en el diario La Nación de Buenos Aieres, el 27 de octubre, donde lo titula "Tormenta Perfecta en la Economía Argentina". En ese artículo, Cachanosky explica como es engañoso el método de valuación de reservas del Banco Central, donde el gobierno se vanagloria del monto de dichas reservas sin tener en cuenta los pasivos (deudas y obligaciones varias) del banco.

Como he estudiado ciencias económicas, entiendo la partida doble. En el artículo al que me refiero, se hace cita a Luca Paccioli, que fue quien inventó la partida doble en la contabilidad, y por ella cada vez que se registra un activo (Dinero, Créditos, Bienes de Uso, Inmuebles y Derechos Varios) se debe registrar una partida equivalente en el pasivo (deudas y obligaciones). Es decir, que si las reservas del Banco Central son de 48.000 millones de dólares, pero tiene obligaciones representadas en bondos emitidos por el mismo banco por $ 26.000 millones, entonces las reservas netas son la diferencia de ámbas cifras, es decir $ 22.000 millones de dólares.

Otro grave inconveniente, por el cual el gobierno parece no tener una solución, porque el daño producido por el curso del tiempo ha sido muy grande es la distorsión de precios relativos en el mercado de la energía. Los precios relativos son las relaciones de precios que los bienes tienen entre si, y ese cálculo se determina dividiendo simplemente el precio monetario de ambos productos. Pero los precios relativos son importantes, porque es la información de la que se valen las empresas para tomar decisiones al momento de invertir, determinar que cantidad de bien producir, cómo producir, en que momento producir, y por su puesto al menor costo posible. La distorsión de precios relativos se ha ido agravando cada vez más por el desfasaje que ha producido la inflación sobre los precios de la energía. Recordemos que esos precios están regulados por el gobierno, y que los aumentos que esos precios han tenido respecto a la inflación de los últimos cinco años son muy inferiores a los precios de los demás artículos.

El resultado de esta intervención gubernamental, con fines políticos, pero economicamente desastrozos, es que la inversión en el mercado energético es casi nula, y sin inversión el capital existente se va depreciando y no es reemplazado por otro, por lo que a largo plazo, la industria energética quedará destruída. Sin energía suficiente, la economía en general tiene limitado su crecimiento. No podrán establecerse nuevas industrias, ni instalar nuevas maquinarias si no hay energía para ponerlas en funcionamiento. Hasta ahora, el mercado ha ido tirando con los subsidios pagados por el tesoro público, para paliar los crecientes costos de producción, pero con el agravante de que el festival de subsidios pagados por el estado a tantos sectores, está produciendo un quebranto que terminará llevando al tesoro a un colapso, y cuando llegue ese instante, los precios de los bienes que están regulados por el gobierno explotarán cuando el subsidio ya no pueda ser pagado.


Esta política de regulaciones, subsidios con fines políticos para crear relación de dependencia del subsidiado hacia el gobierno, y despilfarro público con la creencia de que así se reactiva la economía, ha sido una constante a lo largo de la historia argentina, por lo menos desde los años 40. Los resultados están a la vista. Cada diez años hay un colapso económico, con devaluaciones, incautación de depósitos y ahorros de la población, desocupación, cese de pagos de deudas públicas, y en lo político con renuncias de ministros, caídas de gobiernos o rupturas del orden constitucional, y violaciones sistemáticas contra la propiedad privada. Es penoso ver que a tan pocos años del nefasto suceso ocurrido en el 2001, y todas las locuras que vinieron después volvamos a caer en lo mismo.

octubre 23, 2008

El Estafador Serial Estafa Otra Vez



El gobierno argentino haciendo gala de lo que ha hecho desde hace ocho décadas está planeando una estafa más, la estafa más grande quizá de la historia argentina y el perjudicado será esta vez el propio pueblo argentino. A lo largo de la historia, los quebrantos del tesoro público se han repetido cada diez años, pero en los últimos años con la voracidad fiscal creciente y descontrolada los ciclos se han hecho más cortos y las estafas más frecuentes. El estado nacional argentino tal como existe en la actualidad no sirve para nada. Se ha convertido en un estafador serial, contra sus ciudadanos y contra el mundo entero; se ha convertido en un monstruo corruptor protector de vagos, delincuentes, y un verdadero peligro para la libertad y seguridad de los ciudadanos. Entre una banda de criminales y el estado argentino no existe diferencia hoy en día. Todo vestigio de legalidad e institucionalidad ha desaparecido, no existe división de poderes; y el ejecutivo tiene sometidos sobornados y amenazados al legislativo y judicial, considerándolos dependencias bajo su poder. Cualquier barrabasada o capricho del gobierno y sus secuaces se convierte en ley. El derecho y las instituciones son hoy en día un juguete al cual el gobierno lo manipula como quiera. Por todo esto, considero que el estado argentino debería desaparecer como estado nacional, merece la pena de muerte como entidad política para evitar que la pudrición que emana de él, se expanda perjudicando a más gente, dentro y fuera de Argentina. Y las restantes naciones del mundo deberían dejar de considerarla una comunidad organizada, completamente fuera de la ley, expulsarla de todos los organismos internacionales y no reconocerle soberanía alguna. La ley 24.241 de creación de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones aprobada en el año 1994, fue consecuencia del desastre económico de 1989-90, cuando el estado argentino no podía con las innumerables obligaciones que debía atender. Las AFJP fueron creadas con el fin de crear un mercado de capitales de origen nacional que no existía en aquella época y que independizara al país del capital extranjero. Era además una fuente de capital de bajo costo, para las empresas y sus planes de inversión, pues la ley 24.241 establecía que los fondos de los afiliados eran un fideicomiso inembargable cuyos fondos debían ser invertidos en títulos, acciones o depósitos a interés a plazo fijo, que produzcan un renta que aumentare el fondo de capitalización de cada afiliado con la acumulación de las rentas obtenidas. Pero la incontenible corrupción parasitaria e improductiva que ha cooptado las instituciones políticas, siempre hambrienta de dinero para pagar su improductiva vida, ha decidido echarle mano a los fondos para costear sus deudas, por segunda vez y esta de manera total y definitiva. De acuerdo a la ley, y lo que el público entendió en los primeros días, porque trabajé en una AFJP, recibí capacitación acerca de la materia y conozco el procedimiento establecido por la ley de creación de estas administradoras, era que el aporte con el que se engrosaba el fondo era propiedad privada de los mismos afiliados al sistema de capitalización, por lo tanto, la estatización de los fondos es ilegal e inconstitucional por tratarse de una confiscación de bienes prohibida por la Constitución Nacional. Para esto, la ley establecía que el fondo fiduciario administrado por la AFJP, formaba un patrimonio independiente de ella. El estado, por su parte recibía por otro lado la Contribución Patronal, cuyo producto iba a las arcas del Sistema de Reparto, y por el cual el afiliado a la AFJP tenía derecho a percibir su Prestación Básica Universal PBU, cuando cumpliese los requisitos legales para jubilarse común a cualquier ciudadanos: 65 años de edad y 30 años de aportes. De modo, que el afiliado a la AFJP recibiría en su jubilación la PBU pagada por el estado y la cuota parte correspondiente al fondo acumulado en la AFJP. Es absolutamente falso que el sistema de capitalización haya sido un fracaso. El valor de las cuotas partes ha bajado por el cese de pagos de la deuda pública decretada en el año 2002, cuyos títulos de deuda fueron adquiridos por las administradoras de fondos de jubilaciones por mandamiento legal, y después de adquirir esos bonos el estado argentino decretó el cese de pago de deuda pública y el precio de los bonos quedó reducido a nada. La estafa entonces no fue cometida por las administradoras sin por el estado argentino. Los argumentos expuestos por sindicatos partidarios del estado prebendario y paternalista, y todos los defensores del sistema de reparto, son falsos cuando quieren hacer creer a la población, de que el sistema es un fracaso en Chile donde sabemos que no es así, mientras defienden el sistema estatal en Europa y Estados Unidos, que está produciendo déficit incontrolables que pondrán a los estados nacionales en bancarrota en poco tiempo más. El argumento del gobierno de que desea proteger los derechos de los futuros jubilados no son creíbles para nada, tratándose de un estafador serial, con abundantes antecedentes de estafas y fraudes legales. El objeto de la estatización no es proteger derechos de jubilados sino como dije, pagar el clientelismo corrupto y parasitario que es el cáncer del pueblo argentino y también del mundo.



Aquí vemos en el video mostrado en este post, donde el ex presidente Juan D. Perón dice que los sistemas estatales de jubilaciones son malos sistemas, y dice más, que los préstamos forzados que el estado hizo anteriormente contra fondos mutuales fueron una “estafa” ordenada por ley. Los peronistas defensores del estado se sorprenderán que su líder pensara en esta materia como un liberal para su segura decepción.

octubre 21, 2008

Hal Turner muestra el Amero



Hal Turner dice que la deuda pública de los Estados Unidos, valuada en 10,27 billones de dólares (10.27 trillones) según la forma de llamarlo en el inglés estadounidense provocará la desaparición del dólar como moneda, porque no habrá en poco tiempo, partida suficiente en el presupuesto para cancelar el costo financiero de esa deuda. El dólar perdería totalmente el valor y el estado crearía algo que el llama “Fuerza Mayor”, que en términos equivalentes sería como el “Default” argentino. Esa deuda pública es producto del déficit fiscal acumulado durante el tiempo.

En el video, muestra una moneda llamada Amero, una nueva unidad monetaria que sería el reemplazante del dólar.

Las afirmaciones de Hal Turner que en parte parecen creíbles, parecen también exageradas por otra, porque la deuda pública de los Estados Unidos comparadas con su PBI valuado en 15.2 billones por año (15.2 trillion dolars) equivale al 67 % del PIB, que es un porcentaje significativamente menor al endeudamiento público de otros países. En Europa el índice de endeudamiento está alrededor de 100% del PIB, en Argentina en algo más de 50%, pero con una economía muy inestable.

El déficit fiscal de los Estados Unidos, de acuerdo a los datos del ejercicio cerrado el 30 de septiembre lo estiman en 414.000 millones de dólares (2.7% del PIB), también equivalentemente menor al déficit del año 1984 de 181.000 millones sobre un PIB de aquella época valuado en 3.6 billones de dólares., es decir (5% del PIB). Pero si es cierto lo que dice este periodista acerca de que el déficit es un lastre que provocará un colapso económico en el largo plazo, y es imperioso hacer algo desde la comunidad. El gobierno debe tener un límite. No se le debe otorgar un cheque en blanco para que gaste lo que quiera. Ese límite debe ponérselo la misma comunidad, antes que la propiedad privada y la libertad queden secuestradas por la ambición sin límites del gobierno.

Estados Unidos más que cualquier otra nación, está a tiempo de cambiar la tendencia.

octubre 20, 2008

Sudando Petróleo



Hugo Chávez, que tanto ha fanfarroneado con su revolución socialista con la que acabaría con el capitalismo, está en problemas. Probablemente el capitalismo acabe con la revolución socialista y quizá acabe muy pronto. Resulta que la revolución bolivariana consiste en repartir ganancias fáciles obtenidas de las ventas de un producto que no requiere esfuerzo intelectual para producirlo, pero no en crear riqueza., y a U$S 70 por barril las ganancias se esfuman. El costo de producción por barril asciende a U$S 55. El precio de venta promedio por barril vendido en los últimos 6 meses ha sido de U$S 103.

Asi son las revoluciones socialistas. La Unión Soviética cayó porque la población se cansó de tantos años de mentiras de los revolucionarios, que buscaban la dominación por medio de un aparato militar tan formidable como costoso e improductivo. La Revolución cubana, en sus cincuenta años no ha producido ningún milagro económico. La población cubana vive hoy peor que sus vecinos centroamericanos, y en un gran parte del territorio no tienen energía eléctrica, agua potable, transportes y comunicaciones adecuadas para un buen nivel de vida. Cuba en cincuenta años, ha subsistido primeramente por la ayuda económica que recibió de la ex U.R.S.S. y ahora de la ayuda que recibe de Venezuela, y paradójicamente de la explotación de sus trabajadores que trabajan para empresas extranjeras establecidas en Cuba, pero quedándose con el 90% de los salarios que les corresponden. La explotación del hombre por el hombre es mala en el mundo capitalista, pero en el socialismo cubano no.

Venezuela no es lo mismo que Cuba. Su población tiene un nivl de vida un poco más alto, sin embargo, Venezuela como todos los países de Latinoamérica, tiene una gran porción de su población en situación de pobreza grave y estructural. El auge del mercado petrolero en los últimos años ha sido una magnífica oportunidad para que ese país pueda conseguir un desarrollo perdurable, sin embargo, ha sido una desgracia en vez de una bendición, en lugar de emplear las ganancias extraordinarias para invertirlas en el desarrollo económico, ha sido utilizado de la peor manera: sostener una clase parasitaria y corrupta, para el pago de sobornos e intervención ilegal en otras naciones, para financiar bandas terroristas, para fomentar el negocio de la droga. Venezuela no produce casi nada excepto petróleo. Su economía es tan poco diversa que es vulnerable a cualquier crisis que se pueda producir, además el enemigo fabricado por Chávez, los Estados Unidos de América es su principal cliente, quien paga el mejor precio por barril y que además es el único que tiene la tecnología y capacidad necesaria para refinar el petróleo producido por Venezuela. Cuando los Estados Unidos tengan un resfrío, Venezuela tendrá neumonia.

La revolución socialista de Hugo Chávez, depende del precio del petróleo crudo en el mundo capitalista, no del precio del mundo socialista que le paga Cuba. Para triunfar, la revolución socialista necesita de la buena salud del capitalismo yanqui, y ahora estamos en una época de gripe en la economía de Estados Unidos, y el contagio a la región se expande por doquier.

Jesus Huerta de Soto habla acerca de la Crisis Financiera Actual

El Dr. Jesús Huerta de Soto, Catedrático en Ciencias Económicas de la Universidad Rey Juan Carlos de España, explica como se origina la crisis financiera actual en los Estados Unidos y en casi todo el mundo occidental. Hace una breve reseña histórica de como ha evolucionado el dinero desde 1844, cuando en Inglaterra una ley fijó requisitos de liquidez de 100 % para los billetes emitidos pero no para los depósitos, explica como es la creación moderna de dinero por medio de los bancos comerciales, lo que se conoce como "dinero bancario", es decir, aquel dinero que no está representado en billetes y monedas, sino que son solamente registros contables.

octubre 13, 2008

La Filosofía de la Inutilidad



A menudo se acusa a las empresas o al Capitalismo de explotar al individuo, sin embargo son las empresas del mundo capitalista las que inventan cosas para satisfacer necesidades que los individuos compran y usan sin coacción alguna. No hay que confundir coacción con persuasión, lo que hace la propaganda es persuadir no coaccionar.

No estoy de acuerdo en que haya necesidades creadas o inducidas, me parece que es inexacto llamarlo así. Las necesidades existen, sólo que los consumidores están en un estado de subconciencia acerca de esa necesidad, y la propaganda despierta la conciencia en los consumidores de esa necesidad insatisfecha. Una vez que una necesidad es satisfecha, aparece otra, pues las necesidades son infinitas y recurrentes, y están ligadas a todos los seres vivos.

Las empresas realizan estudios de mercado, esos estudios se basan en determinar qué necesidades están insatisfechas entre los individuos de una comunidad, y el comerciante o fabricante proceden a proveer un producto o servicio para satisfacer esa necesidad.

Ahora bien, vender es lo natural. Es más, aunque no se trate de cosas puramente comerciales, cada individuo trata de vender su imagen a los demás, como parecer: honestos, lindos, inteligentes, humanitarios, competentes, etc. Una propaganda está persuadiendo al individuo a comprar el producto, pero no lo está obligando. Si el individuo compra y luego se arrepiente es su problema, es una cuestión de índole personal. Lo que la propaganda busca es vender: Ud. tiene una necesidad, nosotros tenemos los medios para satisfacerla, pero Usted elige comprar.

Acusar a las empresas por la publicidad que hacen de sus productos es una insensatez. El problema lo tiene el comprador que no usa razonamiento como defensa de una invasión exterior, si considera que una propaganda es una agresión. Al acusar a un vendedor o una multinacional estamos enfocando mal el problema. No se debe regular o prohibir la propaganda, sino que cada individuo en particular debe dejar de consumirla. No mirar la propaganda basta y sobra. Si cree que se usan a los niños como medio para extorsionar a los adultos a consumir, puede pensar estrategias para evadirse de la extorsión, tal como esa mujer en el video indica, que deben responderles los padres a sus hijos.

Ahora que sabemos como es el problema debemos actuar en consecuencia. Es una cuestión de elección personal. La mente es nuestra arma de defensa.

El Cambio en la Política


La palabra cambio se pronuncia constantemente en todas las campañas electorales, tanto aquí en Argentina como en cualquier lugar. En los Estados Unidos, los candidatos presidenciales siempre han usado este término. Bill Clinton, en su campaña electoral de 1992, usó el término “cambio” hasta el hartazgo para desbancar del puesto al ex presidente George H. Bush, lo consiguió, pero en el ejercicio de su administración, Clinton no cambió nada, pretendió seguir con el statu quo: más regulación, más seguridad social, más intromisión del gobierno en la vida de los individuos. Fue, en 1994, cuando se produjo la primera renovación del Congreso, que una mayoría republicana triunfante en esa elección, le obligó a Clinton a modificar su política; precisamente de un congreso que era mayoritariamente conservador.

Más abajo, transcribo el artículo escrito por Thomas Sowell, profesor del Instituto Hoover, hace unos días atrás, hablando sobre el uso abusivo de la palabra “cambio” por parte del candidato demócrata Barak Obama, y de la retórica de Franklin Delano Roosevel, quien con sus keynesianas de despilfarro público demoró la recuperación de la economía después de la crisis de 1930.



EL CAMBIO EN POLITICA

La retórica política de Roosevelt era buenísima. Para aquellos que la admiran, como parece que hacen muchos partidarios de Barack Obama, Roosevelt era lo máximo. Para los que se guían por los resultados reales, el Gobierno de Roosevelt fue pésimo.

Thomas Sowell

Uno de los pocos clichés políticos que tienen sentido es el que dice: "En política, todo puede cambiar de la noche a la mañana".

Hace menos de un año, la gran pregunta era si Rudolph Giuliani podría ganarle a Hillary Clinton en las presidenciales de este año. Hace menos de dos meses, Barack Obama le llevaba una gran ventaja a John McCain en las encuestas.
Hace menos de una semana los enterados decían que Mitt Romney sería la opción de McCain para vicepresidente.

No nos hace falta Barack Obama para crear el "cambio". Las cosas cambian en la política, en la economía y en otras áreas de la sociedad norteamericana sin que un Mesías político nos conduzca a la tierra prometida. ¿Quién habría pensado que el gran discurso de Obama en la convención demócrata decepcionaría las expectativas puestas en él, mientras que McCain encandilaría a su audiencia cuando anunció a la gobernadora Sarah Palin como su candidata a la vicepresidencia? Algunos se sorprendieron al ver que había elegido a una mujer. Lo más asombroso es que se trata de una republicana que sabe hablar. ¿Cuántas ha visto usted?

A pesar del incesantemente repetido mantra del "cambio", la política de Barack Obama es tan vieja como el New Deal y en economía está aún más anticuada. La declaración del senador Obama de que "nuestra economía está en un estado de agitación" es la típica mercancía ofrecida por la izquierda y los medios de comunicación, que se mueren por usar la palabra "recesión".

La ralentización de la economía no sólo no ha llegado a la recesión. Los datos más recientes muestran que está creciendo a un ritmo del 3%, un nivel por el que muchas economías europeas darían la vida a pesar de que algunos nos exhortan constantemente a imitar a esos países, cuyos resultados no son tan buenos como los nuestros.

El "cambio" de Barack Obama es el reciclaje del tipo de política y retórica del New Deal, que alargó la Gran Depresión de los años 30 haciéndola durar mucho más que cualquier otra recesión, previa o posterior. Es el mismo tipo de política progresista que llevó a una inflación de dos dígitos, a tipos de interés de dos dígitos y a un creciente desempleo durante la administración Carter. Este es el "regreso al futuro" que desean.

No se confunda, la retórica política de Franklin Delano Roosevelt era buenísima. Para aquellos que la admiran, como parece que hacen muchos partidarios de Barack Obama, Roosevelt era lo máximo. Para los que se guían por los resultados reales, el Gobierno de Roosevelt fue pésimo.

Aunque la Gran Depresión de los años 30 comenzó durante la presidencia de Herbert Hoover, el desempleo en el último año de su presidencia no fue tan alto como el nivel que alcanzó durante cada uno de los primeros 5 años de Roosevelt. Durante los 8 años de los 2 primeros mandatos presidenciales de Roosevelt, sólo hubo 2 en los que el desempleo fuese menor que con Herbert Hoover, y no por mucho. Algunos dicen que la Segunda Guerra Mundial sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión. Lo que la guerra hizo fue poner punto final al New Deal, ya que la supervivencia de la nación se convirtió en la mayor prioridad y reemplazó la retórica antiempresarial y de lucha de clases de Roosevelt.

La retórica del senador Obama es el mismo discurso antiempresarial y de lucha de clases que políticamente funcionó tan bien para Roosevelt en los años 30. Pero cuando de las amenazas a la seguridad nacional norteamericana se trata, el candidato sigue un camino opuesto al de Roosevelt. En muchas ocasiones, el senador Obama ha intentado lidiar con las amenazas a la seguridad nacional mediante la retórica. Intentó restarle importancia a la amenaza de un Irán nuclear porque Irán es una "nación pequeña" (a pesar que es mayor que Japón, país que lanzó un ataque devastador contra Estados Unidos en Pearl Harbor).

Roosevelt tuvo la sensatez de comenzar a exigir una mayor preparación militar en 1940, más de un año antes de que Estados Unidos se viera atacado. Y afirmó: "Si usted espera hasta poder mirar al enemigo a los ojos, nunca se enterará de qué le golpeó".

Recortar el presupuesto militar y llevar los problemas de política exterior a la ONU es la versión del "cambio" de Obama, y es el cambio en que no nos atrevemos a creer.

Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor. Es especialista del Instituto Hoover.

octubre 09, 2008

El capitalismo es aún el único proyecto común de la humanidad.



La explosión de la burbuja en Wall Street se produce en un mundo sin opciones reales. Vuelve a estar de moda criticar al mercado en oposición al Estado tanto en nombre de la eficiencia como de la moral. ¡Craso error! Precisamente si hay algo que muestra la fortaleza del liberalismo ha sido su reacción frente a esta crisis. Las enormes diferencias con 1929.

Por Pablo M. Leclercq *
Fuente:
Diario La Prensa

Diversos hechos de los últimos días han actualizado un ya viejo deporte de nuestra cultura occidental: poner al capitalismo en la picota. El rescate de la Fed y del secretario del Tesoro ha sido vista por mucha gente, incluso por legisladores republicanos, como una medida intervencionista típica del más crudo socialismo estatista, antítesis del capitalismo. Sin embargo esto no es nuevo en el sistema capitalista, sino que está en su misma esencia afrontar sus crisis con las herramientas técnicas y académicas disponibles o las que resulten de la innovación superadora de la crisis.


LA GRAN DEPRESION

El primer gran desafío serio el capitalismo lo tuvo con la gran crisis del 30. De ella emergió Keynes, con su gigantesca Teoría General...... en la que estableció las primeras bases de las políticas anticíclicas.

Ella partía de la observación del inevitable movimiento oscilatorio de la economía y el capitalismo emergió fortalecido con un nuevo arsenal de instrumentos de política económica y al terminar la guerra con una red de instituciones nacionales e internacionales a partir de los acuerdos de Bretton Woods, del que nacieron el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, demás organismos multilaterales de financiamiento y las Naciones Unidas como sucesora de la Sociedad de las Naciones.

De allí para abajo un frondosísimo organigrama de agencias multilaterales para coordinar tanto las acciones financieras internacionales, ayudando a los países en problemas de pagos, como las tendientes a asegurar la paz y el bienestar de la humanidad.

Fue la tarea mancomunada de grandes estadistas apoyados en las mentes más lúcidas del mundo académico que le dieron al planeta la posibilidad de experimentar, a partir de la posguerra, el salto de crecimiento más alto, sostenido, socialmente más distribuido y geográficamente más extendido de la historia de todos los tiempos.

Las comparaciones de la actual crisis con la del 30 muestran diferencias de contexto político internacional muy diferentes. El socialismo, con su más vigorosa vertiente, el marxismo, se presentaba como una alternativa real al capitalismo como sistema de organización social y económica.

La revolución bolchevique de octubre de 1917, aunque todavía en el quirófano, estaba alumbrando un mundo nuevo que el mundo viejo esperaba ver nacer con ansiedad. Algunos con esperanzas, otros con miedo. Estaba muy patente la impactante profecía de Marx sobre el final del capitalismo que contenía, según él, el germen de su propia destrucción. Para muchos, la profecía ya estaba en marcha.

Frente a esa situación y ante la fragilidad que mostraba el capitalismo frente a la crisis, cuyos fundamentos descansaban en las ideas de la libertad política y económica de los pensadores liberales de los siglos XVIII y XIX que habían arraigado fuertemente en las nacientes clases medias de los países más importantes de la época, nacen las ideas corporativistas que dan lugar a los movimientos fascistas. Pasaban a constituirse en el refugio de las clases medias de Europa y de Argentina, desguarnecidas frente al avance del comunismo, visto por ellas como una fuerte amenaza.

Las ideas de la democracia liberal sustentada en decisiones individuales en los mercados y en el voto, aparecían obsoletas y particularmente débiles frente a la turbulencia de la crisis y al avance de las ideas de la dictadura del proletariado. Era necesario defender la libertad conquistada por las clases medias, amenazada, reforzándola con una representación corporativa, supuestamente más fuerte que la simple representación ciudadana.


Y EN ESO LLEGO PERON

En la Argentina esta situación se evidenció políticamente en la disputa entre Uriburu, corporativista, y Justo, liberal, después del golpe militar del 30. El triunfo de Justo y de la Concordancia, así se llamó el pacto entre conservadores y radicales, permitieron prorrogar 13 años más las ideas del capitalismo, agiornado con los nuevos vientos del mundo post crisis.

La creación del Banco Central, inspirada en figuras como Prebisch y el socialista Pinedo y las Juntas Reguladoras de granos, carnes y otros productos, fueron claras muestras del espíritu abierto y receptivo de las ideas de avanzada con origen en el mundo capitalista renovado del new deal de Roosvelt, espíritu que había hecho de la Argentina una nación de brillo internacional durante más de medio siglo. Esta apertura era compartida tanto por el conservadorismo como por el radicalismo y el socialismo.

Lamentablemente, con el golpe militar de Ramírez en 1943, la gran nación argentina sucumbe tardíamente al corporativismo fascista cuando en Europa ya se vislumbraba su derrota.

Su principal emergente es Perón, creador del populismo nacionalista, clara expresión de un pragmatismo asincrónico con los tiempos del mundo y que hoy, sin el liderazgo de su fundador, subsiste gloriosamente reinante en la Argentina sumida en la decadencia. Para cualquier observador imparcial externo, en esa fecha, 1943, termina la historia del ascenso argentino y se inicia la de su retroceso no concluido aún. En ese período la Argentina es el país que, en términos relativos, más retrocedió en el mundo.


CUSTODIO UNIVERSAL

Pero volviendo al mundo de la crisis del 30, Sólo baste señalar que el capitalismo como tal, era una experiencia que sólo se desarrollaba orgánicamente y en plenitud en América del Norte, siguiéndole desde atrás, Canadá, Argentina y Australia.

Su esencia en América radicaba en un proyecto social integral, mucho más complejo que meramente económico, que iba al hueso de la sociedad, formando parte de su contrato social y de su misma sociología. Europa lo incorporaba a través de sus clases pudientes como fenómeno consecuente y necesario al proceso de industrialización pero disfuncional a su trama social fuertemente jerárquica.

Como fenómeno cultural, el capitalismo era visto en Europa, sobre todo en Alemania, como un producto importado, contrario a la tradición, que despertaba reacciones nacionalistas.

Es recién al terminar la guerra que el capitalismo, el liberalismo o la democracia liberal, tomadas estas tres denominaciones como equivalentes, se introduce en Europa por vía de la ayuda económica americana con su plan Marshall y en lo cultural a través de la sed de libertad que había provocado en las sociedades europeas su dolorosa privación con los regímenes tiránicos experimentados. Podría sostenerse que la guerra despertó en los europeos el riesgo de la pérdida de la libertad y comenzó a aceptar a Estados Unidos como su custodio universal.

Comienza entonces la segunda mitad del siglo XX en un mundo dividido en dos por sendos bloques: el capitalista y el comunista en el marco de Yalta y de la guerra fría.

El mundo capitalista, incluyendo Estados Unidos, Europa y Japón, se globaliza y su espectacular e incuestionable éxito presiona de tal manera con su efecto demostración al mundo comunista que éste, representado por su mayor experimento, la Unión Soviética, implosiona como un castillo de naipes, mientras su otro gran exponente, China, abandona pausada y silenciosamente el maoísmo para lanzarse a la globalización capitalista a una velocidad vertiginosa.


SIN ALTERNATIVAS

La actual crisis se produce entonces en un nuevo mundo sin sistemas alternativos. Sin trasbordos posibles. Los discursos anticapitalistas aparecen como expresiones extemporáneas de líderes políticos irresponsables que se quedaron con el cassete de décadas pasadas prendido y no tienen la menor significación si no fuera porque alientan el terrorismo y amenazan, en un par de casos, con el riesgo nuclear.

El capitalismo se ha transformado entonces en el único proyecto común. Mejorarlo es una tarea de todos. En esto están Lula en Brasil, China y la India, como los nuevos grandes actores del capitalismo global.

Es en este nuevo contexto internacional en el que se desenvuelve esta crisis, bien distinta a la del treinta. En la crisis que comienza en 1928, ni los gobiernos involucrados ni los economistas tenían claro lo que debían hacer. No disponían de la teoría, ni del instrumental técnico ni de las instituciones adecuadas para enfrentarla. Por contraste, en la crisis actual, el gobierno del principal país involucrado, Estados Unidos, reacciona conjuntamente con el Congreso y los dos candidatos a Presidente, con gran decisión y velocidad, asistidos por una red técnica e institucional de gran solvencia.

Precisamente si hay algo que muestra la fortaleza del capitalismo ha sido su reacción frente a esta crisis. Han ido a la raíz del problema con un rescate cuyo costo será solventado con el aporte de los contribuyentes norteamericanos que significará el ajuste fiscal más espectacular de la historia.

Lo más extraordinario no es el ajuste, sino la unanimidad alcanzada por todos los políticos del país para sostener una medida acordada, sin especulaciones sobre sus particulares costos políticos. Esto merecería un comentario aparte, comparando esta conducta con la de nuestros políticos y nuestra clase dirigente en el transcurso de la crisis argentina del 2001, que al eludir en su momento la responsabilidad de un ajuste controlado, el país tuvo que sufrir uno caótico, amplificando los efectos de una crisis que terminó siendo catastrófica.


TRES FACTORES

Cuestiones polémicas como el moral hazard o riesgo moral tratarán de resolverse con un castigo a los ejecutivos responsables, por la vía de la interrupción de los pagos de sus bonos y otros honorarios, sin descartar la vía penal si correspondiere.

Todo este proceso, como así también el manejo de los fondos aplicados al rescate, sería permanentemente monitoreado por una Comisión que se integraría con todos los sectores políticos del Congreso estadounidense. Se iniciará luego, seguramente, una etapa en la que se analizarán las causas de la crisis que, más allá de la discusión sobre si es una crisis de liquidez o de solvencia, lo que queda mucho más claro es que se trata de una crisis de transparencia.

Esto ha sido la consecuencia de, por lo menos, tres factores. El primero, un exceso de liquidez mundial que potenció a los dos factores siguientes. El segundo, la explosión, en los mercados de capitales, de nuevos productos e instrumentos financieros manejados por los bancos de inversión, la securitización de carteras de crédito y su apalancamiento para nuevas inversiones y la hiperactivación de los derivados y de los mercados secundarios en general.

El tercero, el factor tecnológico, sin el cual no hubiera podido darse lo anterior, que ha permitido aumentar la velocidad y simultaneidad de operaciones en pantalla, exponenciando las cantidades de transacciones diarias.

Por otro lado, y a partir de análisis más profundos sobre la visibilidad de los mercados obstaculizada como consecuencia de los factores mencionados, se establecerán nuevas regulaciones y quizás nuevas instituciones de control o la reestructuración de las existentes.

Cabe un último comentario en relación a los mercados. Está de moda entre opinantes con poca o nula formación económica criticar al mercado en oposición al Estado tanto en términos de eficiencia como morales.

El mercado no es más que un mecanismo o herramienta que sirve para arbitrar las transacciones entre las partes en un régimen teórico de competencia perfecta, pleno empleo de la economía y libre movilidad de factores.

Todo distanciamiento de estas condiciones teóricas, a las de la realidad, debe necesariamente ser corregido por regulaciones para restituirlas en lo posible. Es allí donde el Estado debe intervenir y no en fijar o arbitrar en el precio, que es el cierre del proceso de la transacción, reemplazando al mercado en esta función. Atender lo primero es liberalismo, lo segundo es estatismo.

En esas condiciones el mercado es el mecanismo que mejor asigna los recursos de la economía en beneficio de todos los sectores sociales. ƒse es su valor moral y la razón de su éxito en el mundo donde se lo practica. Si los Evo Morales del mundo consideran al capitalismo como su peor enemigo no tienen porqué temerle. Jamás habrá capitalismo allí donde ellos estén como gobernantes.


* Economista de la Fundación Futuro Argentino que dirige el ingeniero Manuel Solanet. El lector podrá encontrar más artículos de interpretación en www.futuroargentino.org



Más allá de la discusión sobre si es una crisis de liquidez o de solvencia, lo que queda mucho más claro es que la actual se trata de una crisis de transparencia.

Aquellos años locos. Operadores de Wall Street concretan sus negocios el 25 de octubre de 1929.

octubre 07, 2008

Anti-Democracia en el pais de Bolivia - Video Traducido en Español

La situación de Bolivia visto desde la televisión de los Estados Unidos.

octubre 06, 2008

Zeitgeist



Video enviado por Deivid

octubre 02, 2008

Chile también en la pendiente del populismo


Chile ha sido la excepción hasta antes de la elección de Michele Bachelet a la presidencia, en la ola populista-socialista que arrasa a casi toda latinoamérica. Desde la época del régimen militar de Augusto Pinochet, el crecimiento económico ha sido la meta principal de esa nación y lo han conseguido. Chile desde principios de los ochenta ha tenido un sostenido crecimiento económico, como resultados de políticas económicas de libre mercado. Incluso Chile es hoy en día la nación primera en número de tratados de libre comercio firmados con otras naciones. Pero en los últimos tres años, la economía de Chile ha sufrido una importante baja en su rendimiento, el brillo de sus indicadores económicos se ha perdido, y la señora Michelle Bachelet, tan encantadora como ineficiente, con sus ilusas políticas populistas, ha sido la principal responsable de la pérdida de ese esplendor que Chile tuvo hasta hace muy poco tiempo.


En el Cato Institute se publicó este informe, que transcribo más abajo, escrito por Axel Kaiser


Protección social en Chile: hacia el mito del estado de bienestar
Axel Kaiser
Fuente: www.elcato.org

De un tiempo a esta parte, intelectuales y políticos cercanos al progresismo han promovido la idea de que Chile debe alejarse del esquema de desarrollo económico anglosajón, para seguir un modelo de bienestar al estilo europeo. El objetivo es la creación de un “estado social de derechos”, tal como lo ha señalado en reiteradas ocasiones la presidenta Bachelet.

El problema de este enfoque pro Estado de bienestar, es que suele caer en una falacia al no detenerse, como cuestión previa, en la reflexión acerca del origen del bienestar. En efecto, pues la generación de riqueza es un paso anterior e ineludible para desarrollar estructuras de bienestar o protección social, tal como lo demuestra el caso de Canadá.

En ese país, entre los años 1947 y 1986 el producto geográfico bruto per cápita aumentó de $7.402 dólares a $19.925 dólares debido, entre otras razones, a la liberalización del comercio. Ello permitió que en ese mismo período los gastos en educación aumentaran, en términos reales, de $147 dólares a $1237 dólares per cápita, es decir, de un 1.99% del PGB a un 6.79% del PGB. Simultáneamente, el gasto en salud se incrementó, en términos reales, de un 0.72% a un 6.18% del PGB. En fin, los beneficios financieros directos por medio de diversos programas sociales aumentaron en prácticamente quince veces en el mismo período.

Como se observa, los canadienses hicieron del crecimiento económico la columna vertebral de su sistema de protección social.

En Chile, los gobiernos de la Concertación han ido peligrosamente en el sentido opuesto. El Estado ha crecido sofocando la economía por medio de nuevos impuestos, regulaciones y controles de diverso tipo. La consecuencia ha sido que el desempeño económico se ha deteriorado considerablemente, comenzando a observarse un cuadro que hace tiempo es una realidad crítica en varios países de Europa, cuyos modelos de seguridad social inspiran el proyecto del gobierno de la Presidenta Bachelet. El demócrata cristiano Baldur Wagner, ex secretario de la Republica Federal Alemana, explica: “La falta de inversiones y el alto desempleo, el déficit presupuestario, un récord histórico de las contribuciones e impuestos y el creciente deterioro de la calidad del medioambiente son los factores que actualmente caracterizan la situación económica en Alemania y en Europa en general” .

Luego, el político alemán sostiene que el camino correcto es precisamente el opuesto al que plantea el gobierno chileno: “Hay que disminuir el tamaño del Estado (......) La expansión de las actividades del Estado en el pasado ha reducido los ingresos de los ciudadanos masivamente, disminuyendo así sus posibilidades de autoabastecerse y debilitando su iniciativa propia”.

La reflexión anterior permite concluir que el modelo de seguridad social que ha venido desarrollando Chile, no cumplirá sus objetivos al atentar directamente en contra del pilar fundamental del bienestar, a saber, la creación de riqueza a través del desarrollo económico. De este modo, el esquema de prestaciones universales impulsado por la coalición gobernante no es viable en el mediano plazo. De hecho, los efectos de la mayor intervención estatal ya comienzan a observarse, siendo su principal síntoma el estancamiento de la economía.

A lo anterior se agrega el hecho de que el Estado chileno requiere de una profunda modernización para administrar con eficiencia los recursos destinados a la protección social. Los cada vez más frecuentes casos de corrupción en los programas sociales y las gigantescas pérdidas de dinero en proyectos como Ferrocarriles del Estado, indican que urge una reforma general del aparato público en orden a lograr una asignación eficiente de los recursos. De no realizarse tal reforma, todo esfuerzo por avanzar hacia una mayor protección social corre el riesgo de verse frustrado.

En suma, el gobierno chileno debiera privilegiar siempre el desarrollo económico como paso previo a una expansión del sistema de protección social y a la vez poner énfasis en la modernización del Estado. Sin ello, el país corre el riesgo de fracasar tanto en lo económico como en lo social.

El sentimiento individualista


Autor: Pierre Lemieux

Conferencia pronunciada en el encuentro del grupo Junto en la sala Niederhoffer & Niederhoffer, Nueva York, el 1 de febrero de 1996.

¿Qué un individuo aceptaría reconocer -- si se le fuera presentada la posibilidad -- un número que el Estado elige para identificarlo? Esto habría de parecerle un desafío a la conciencia de su propia dignidad, la cual no es reducible a un componente numerado de la maquinaria social. No obstante, la mayoría de la gente parece pensar que no hay nada que objetar a esto, bien porque no poseen una conciencia clara de su propia dignidad o bien porque realmente creen que ésta queda reforzada con la identidad que el Estado les ha asignado. Trataré de probar que tal reacción es incoherente con el sentimiento individualista, sentimiento del que depende la supervivencia de la libertad individual.

En el análisis a más bajo nivel, puede entenderse el sentimiento individualista simplemente como la conciencia del individuo de su existencia separada y de la necesidad de preservarla. Aunque esta conciencia proporciona ciertamente una base para el sentimiento individualista, yo lo entenderé como algo más, a saber: esta conciencia incluye un sentimiento de profundo apego hacia la dignidad personal, la independencia y la propia responsabilidad.

Me centraré aquí en el individualismo como sentimiento, no en el individualismo como teoría o como sistema social, aunque estas diferentes categorías pueden reforzarse mutuamente. Pasaré de largo cuestiones filosóficas y psicológicas sobre la relación entre percepciones, sentimientos e ideas, cuál es causa de cual, etc. Me contentaré con asumir que existen ciertas relaciones entre percepciones, sentimientos e ideas, que existen otras relaciones entre éstas y los resultados sociales, y me ceñiré a las siguientes preguntas: ¿necesario tal sentimiento individualista para la existencia de un sistema social basado en la libertad individual? ¿Compatible con la sociedad y el Estado? ¿Por qué ése sentimiento ha descendido aparentemente durante las últimas décadas?


1. Sentimiento individualista e individualismo

El individualismo se refiere a cosas de diferentes categorías: la palabra "individualista" puede calificar un sentimiento, una teoría o un sistema social. Aunque parece seguro suponer que el sentimiento individualista, la teoría del individualismo y la experiencia de vivir en una sociedad basada en tal teoría se refuerzan mutuamente, las relaciones entre esas clases de individualismo no están siempre claras.

Por ejemplo, el sentimiento individualista, tal como lo he definido, no coincide en extensión con el individualismo metodológico. El individualismo metodológico es un enfoque heurístico según el cual sólo podemos comprender los fenómenos sociales partiendo de las percepciones y acciones individuales. Aunque es difícil imaginar a un individualista sentimental que no se adhiera, por pura experiencia, al individualismo metodológico, un individualista metodológico podría estar dispuesto --como recomienda Friedrich Hayek-- a someterse a reglas sociales que ni comprende ni puede justificar racionalmente. Un paso más en esa dirección, y esa postura se vuelve incoherente con el sentimiento individualista. Pues supongamos que el Estado del Bienestar se subsume en esas reglas: nuestro individualista metodológico podría entonces verse obligado a admitir que el sentimiento individualista está equivocado y es socialmente ineficaz.

El sentimiento individualista está más estrechamente relacionado con el individualismo político. El individualismo político es la teoría que defiende que --o el sistema social en el que -- el bienestar individual es el fin de la sociedad y del Estado (si éste último fuese necesario). En un sistema político individualista, los individuos son libres de organizar sus vidas de acuerdo a valores no-individualistas (esto es mucho menos cierto, mutatis mutandis, en un sistema socialista); y, dicho sea entre paréntesis, algunos individualistas no tienen la suerte de vivir en sociedades individualistas. Pero es más difícil imaginar a alguien que, creyendo en el individualismo político, no albergue un fuerte sentimiento individualista, pues esto significaría que otorga más valor a las individualidades de otra gente que a la suya propia. De forma similar, un individualista sentimental creerá normalmente en el individualismo político, a no ser que tal vez mantenga la posición "individualista-aristocrática" de que sólo unos pocos elegidos son capaces de cuidar de su propio bienestar; pero incluso entonces podría querer reforzar su postura de modo que, bajo un sistema diferente, no fuese considerado como partidario de ella. En otras palabras: hasta el "individualista aristocrático" se ve inclinado a elegir el individualismo político.

La pregunta acerca de quién ha de evaluar el bienestar individual está relacionada con la existencia de dos clases de individualismo político. Esta bifurcación del individualismo político es la que rompe la relación natural entre la teoría individualista y el sentimiento individualista. Lo que llamaré el "individualismo libertario" permite a cada individuo ser el único juez de su propio bienestar, y es totalmente coherente con el sentimiento individualista. El "individualismo estatista", por otro lado, otorga al Estado un papel en esta evaluación y, por consiguiente, chocará frecuentemente con el sentimiento individualista. Lo estrecho de la relación entre el individualismo político y el sentimiento individualista depende entonces del tipo de teoría de que estemos hablando. En esta ocasión me interesa fundamentalmente el individualismo libertario, el cual está estrechamente relacionado con la concepción moderna de la libertad individual.

Si las teorías, las experiencias y los sentimientos se refuerzan mutuamente, la carencia de una dimensión acabará por amenazar a las demás. Consideremos el sentimiento individualista vis-à-vis el sistema social. Es probable que una sociedad individualista-libertaria no pueda mantenerse a sí misma si no hay en ella muchos individuos que posean el sentimiento individualista. A la inversa, es menos verosímil que el sentimiento individualista actúe en una sociedad colectivizada. O consideremos las relaciones entre el sentimiento individualista y las teorías del individualismo político. Un adepto de la teoría individualista-libertaria está más expuesto a desarrollar el sentimiento individualista, y un individualista sentimental está más expuesto a acercarse a las ideas individualista-libertarias.
Esta última apreciación nos devuelve a la relación entre sentimientos e ideas, entre emociones y razón, la cual habíamos decidido eludir. No obstante, hay algunas razones para creer que no son reinos independientes, al menos porque la gente, por lo general, intenta mantener cierta coherencia entre sus valores y creencias y sus vidas e ideas. Promover el sentimiento individualista es tan útil, y quizás aún más útil, que defender un libre mercado desinstitucionalizado


2. Sentimiento individualista, sociedad y Estado

¿Opone el sentimiento individualista a la sociedad? Algunos autores lo han creído así. Quizá el más representativo de todos ellos sea el sociólogo francés Georges Palante (1862-1925). Lo que Palante llamó "la sensibilité individualiste" era una reacción contra todas las constricciones sociales, constricciones a las que las individualidades vigorosas no pueden someterse. Aunque a menudo se encuentre cercano al individualismo libertario, él mismo no distinguió explícitamente entre sociedad y Estado: "La sociedad --escribió -- es tan tiránica como el Estado, si no más. Esto es porque entre la coerción estatal y la coerción social no hay más que una diferencia de grado."

Al definir el sentimiento individualista en una versión tan fuerte, en oposición tanto a la sociedad como al Estado, se diría que Palante parece negar que el hombre es un animal social. O quizá que aquellos a quienes llama "individualidades superiores" no son tan animales sociales como la gente normal: de ahí su defensa del "individualismo aristocrático". En cualquier caso, tal caracterización deja poco espacio para reglas de conducta que los individuos, e incluso los individualistas, adopten voluntariamente en razón a que las perciben como beneficiosas para sus intereses personales en un medio social. La postura de Palante es que el individuo siempre está oprimido por el grupo, como si la única alternativa fuese o bien la completa autarquía, por un lado, o bien la dominación del grupo, por el otro. Esto ignora la posibilidad de que los individuos participen en las relaciones sociales mediante reglas de tipo individualista que no les exijan ponerse incondicionalmente a merced del grupo. Sabemos, al menos desde la teoría económica, que tales reglas existen, se desarrollan espontáneamente y no son incompatibles con el desarrollo individual. En otras palabras: si el hombre es un animal social con intereses propios, su sentimiento individualista no se opondrá a la sociedad como tal, sino sólo a ciertas clases de sociedad.

Al rechazar tomar parte en ella, un individuo puede abandonar un grupo social o una sociedad en la cual, a su juicio, el coste de la conformidad sea superior al beneficio de la cooperación. Hay sólo dos casos donde esto no es una opción digna de tener en cuenta. El primero se da en el contexto de una sociedad primitiva y aislada donde no hay ningún lugar hacia el cual huir, donde ignorar al grupo significa morir de inanición: la opción de huir está disponible, pero normalmente no se ejercerá porque el coste de la opresión es siempre (o casi siempre) más bajo que los beneficios de la cooperación.

El otro caso es el Estado. Incluso si piensas que los costes que el Estado te impone son mayores que los beneficios que te proporciona, e incluso si pudieras establecer relaciones sociales fuera del Estado, éste no te permitiría hacerlo: uno no puede ignorar al Estado de igual modo que uno no puede abandonar una sociedad primitiva. Pero las restricciones subyacentes son distintas: el Estado te fuerza a comprar su paquete de costes y beneficios incluso si piensas que te las arreglarías mejor fuera de él. Podría ser que la relación coste/beneficio del Estado mínimo sea menor de uno si consideramos a todo el mundo; en cualquier caso, asumamos que esta clase de Estado podría justificarse así. Pero conforme el Estado crezca, llegará un momento en el que uno, dos, diez o cien individuos juzgarán que los costes no merecen la pena. Ya que, a su juicio, podrían establecer relaciones sociales beneficiosas fuera del Estado (o formar otro Estado), estos individuos no son oprimidos por el grupo ni por la sociedad: están tiranizados por el Estado.

Aunque pueden concebirse sociedades sin Estado en las cuales las normas sociales fuesen totalitarias, por lo general sólo el Estado puede imponer un poder grupal ineludible. De cualquier modo, ése es el caso en una sociedad abierta y civilizada. Por ejemplo, lo políticamente correcto, la persecución de los fumadores u otras formas de Puritanismo no podrían enardecer a la sociedad americana como lo hacen ahora si no fuera por el apoyo de las leyes y el poder del Estado. En otras palabras: el Estado es una condición necesaria para el poder grupal en cualquier sociedad civilizada; es más difícil ignorar a una parte del Estado que a una parte de la sociedad. El Estado es el poder más peligroso de la sociedad, lo cual explica porqué el sentimiento individualista es precisamente anti-Estado.

Por supuesto que, en nuestros países, los individuos pueden abandonar un Estado para irse a vivir bajo otro. Pero su Estado original tratará a menudo de dificultar esto, por ejemplo, obligándoles a renunciar a su ciudadanía, es decir, a tomar una decisión irreversible. Además, como no hay un lugar en el mundo donde no haya un Estado, como el mundo entero es un cártel de Estados, uno tiene también que encontrar un Estado que lo acepte. Cada Estado defiende un monopolio territorial, y no permitirá a nadie abandonarlo mientras permanezca en una sociedad civil local. El Estado prohíbe a uno quedarse donde está, en su propia propiedad, aunque rechace los costes y los beneficios del Estado. (Si lo intenta, le trasladarán a otra propiedad llamada "cárcel".) Al legislar que cualquiera que esté fuera del grupo no es --en el mejor de los casos -- más que un turista, el Estado define literalmente al individuo en términos de pertenencia al grupo.

Incluso si el Estado institucionaliza y refuerza de algún modo la identidad de un individuo, el sentimiento individualista chocará con ello tan pronto como su dignidad individual llegue a definirse en términos de acuerdos políticos.
Otro modo de llegar a la misma conclusión acerca del antiestatismo del sentimiento individualista es mediante el concepto de responsabilidad personal, la cual difícilmente puede disociarse de la dignidad individual. La sociedad como tal no disminuye la responsabilidad individual; es más, le otorga nuevas dimensiones. El Estado, por su propia naturaleza, niega cierta responsabilidad individual, como mínimo la responsabilidad de asegurarse la propia protección; naturalmente, el Estado de Bienestar va mucho más allá. Hasta la numeración de los individuos por parte del Estado, junto con otras formas de identidad definida por él, son consecuencia de negar a los individuos su propia responsabilidad para hacerse cargo de su jubilación o para gastarse su propio dinero. En la medida en que la dignidad individual implique la responsabilidad individual, negar la última también supone negar la primera. Consecuentemente, el sentimiento individualista chocará con el Estado, y cuanto más poderoso sea el Estado, más violento será el choque.


3. El descenso del sentimiento individualista

He definido el sentimiento individualista como una preocupación por la propia dignidad personal, la independencia individual y la responsabilidad de uno. Podría caracterizarse el sentimiento individualista de manera diferente, reemplazando por ejemplo la responsabilidad y la independencia individual por una preocupación egoísta y narcisista por el confort material y la seguridad propia (preocupación asociada a la noción de cocooning ). Este sentimiento, que podríamos llamar el "sentimiento narcisista" para distinguirlo del sentimiento individualista, es antisocial pero no necesariamente antiestatal. Está estrechamente relacionado con el tipo de individualismo que Tocqueville temía y que, efectivamente, caracteriza nuestra época. El sentimiento narcisista es al libertarismo estatista lo que el sentimiento individualista es al individualismo libertario.

Algunos autores han defendido que el sentimiento narcisista, al situar los logros individuales por encima de los ideales colectivos, en realidad trabaja junto con el sentimiento individualista hacia el individualismo libertario. Esto está lejos de ser obvio. El individualista narcisista no se opone a contar con el Estado y depender de él para su seguridad y confort. Pensará, por ejemplo, que el número de la seguridad social refuerza su identidad narcisista. Como escribe un estudioso de este fenómeno, "el Estado policial no es sólo el efecto de una dinámica autónoma del `monstruo frío', es desado por los individuos aislados y pacíficos", y toda "la sociedad [cae] bajo la tutela del Estado."

Históricamente, la distinción entre individualismo narcisista y el sentimiento individualista es paralela a la existente entre los valores individualistas americanos y europeos, aunque esta distinción requeriría algunas reservas. Pues el sentimiento individualista acompañó la extensión de ideas libertario-individualistas por todo el mundo occidental moderno, pero ciertamente alcanzó su más alta cima en el espíritu y las tradiciones americanas. Benjamin Franklin, a quien estamos conmemorando al celebrar este encuentro Junto, puede ser citado en este punto: "Aquellos que renuncian a la esencial libertad para adquirir una ruin seguridad temporal, no se merecen ni la libertad ni la seguridad."

La diferencia entre el auténtico sentimiento individualista y su versión narcisista puede también ilustrarse con el ideal de Henry David Thoreau de ser un buen vecino y un mal súbdito. Los individualistas narcisistas permutan los adjetivos: no les importa ser malos vecinos y buenos súbditos mientras ello convenga a sus intereses.

Durante el siglo XX, el sentimiento individualista ciertamente ha ido menguando en todas partes, América incluida. Los americanos, que rechazaron tener un DNI, le han dado la bienvenida ahora bajo la forma del número de la seguridad social. Este descenso ha tenido lugar en el mismo momento que el sentimiento narcisista estaba alcanzando su posición dominante; lo cual confirma la incompatibilidad de éste con el sentimiento individualista.

¿Cómo explicar entonces el descenso del sentimiento individualista? Una respuesta lo relaciona con el descenso de la religión. El argumento no estriba sólo en que la tradición judeocristiana proporcionaba una base teórica para la defensa de la propia dignidad de cada persona, sino también en que la moralidad trascendental asociada a la religión es necesaria para el mantenimiento de la libertad y el orden social.

Puede haber algo de cierto en esta hipótesis, pero yo sostendría que se trata, como mucho, de una verdad parcial. No todas las religiones o interpretaciones religiosas son individualistas. Las cazas de brujas de los siglos XVI y XVII no fueron precisamente empresas individualistas. Además, muchas de las iglesias contemporáneas han asumido gran parte del ethos anti-individualista que se nos viene encima. Más aún, ¿el sentimiento individualista de la religión?, ¿podría ser justo a la inversa? (¿en la vida eterna porque creemos en Dios, o es al revés?) Tal vez el racionalismo sea un callejón sin salida, pero también hay algo incómodo en la idea de que la fe ciega sea necesaria para preservar la libertad individual.

Otra explicación, implícita en gran parte del discurso contemporáneo, es que el progreso de la civilización obra de forma natural en detrimento del sentimiento individualista. La civilización --viene a decir este argumento -- implica interdependencia social, relaciones pacíficas y un creciente poder estatal, todo lo cual contradice el sentimiento individualista. He sostenido que el sentimiento individualista no es incompatible con la interdependencia social. Podríamos invocar aquí el argumento de Hayek de que, contrariamente a lo pensaba Mussolini, la libertad individual --y por lo tanto el sentimiento individualista -- es una condición necesaria para la complejidad social, mientras que la intervención del Estado la socava. De manera similar, la historia del siglo XX sugiere que el Estado es mucho más peligroso para la paz que el sentimiento individualista. Este último dificilmente puede oponerse a la civilización cuando ha sido uno de los principios fundamentales de la civilización occidental.

Ahora bien, si contemplamos el descenso del sentimiento individualista como una consecuencia del crecimiento del Estado, todavía tendremos que explicar por qué el primero ha sido incapaz de contrarrestar el último. Para ello disponemos de una interesante teoría sobre cómo el crecimiento autónomo del Estado socava automáticamente el sentimiento individualista: la teoría del Estado como droga adictiva.

Primero debemos admitir que las condiciones y normas sociales influyen en las preferencias individuales. Esto, naturalmente, no es lo mismo que decir que la sociedad determina completamente las preferencias individuales. Pero sí niega la asunción neoclásica de que las preferencias individuales vienen dadas y son inmunes a los fenómenos sociales (como la persuasión o la publicidad). En otras palabras: entre la visión marxista de la completa determinación social y la asunción neoclásica de que las preferencias individuales no cambian, adoptaremos una posición intermedia austríaca en la que las preferencias individuales no vienen dadas pero pueden cambiar en respuesta a influencias externas.

Siguiendo a Michael Taylor, Anthony de Jasay ha desarrollado la teoría del Estado adictivo en su original libro El Estado. La idea es que cuanto más intervenga el Estado para producir bienes públicos o proporcionar asistencia, tanto más indispensable parecerá. Hay muchas razones para esto. La intervención estatal ahogará los esfuerzos voluntarios: por ejemplo, la beneficencia privada (que se vuelve menos urgente cuando el Estado de Bienestar se extiende); o la iniciativa de las compañías de seguros (que se frustra por la seguridad social y los programas sociales). Los individuos se acostumbrarán a contar con la asistencia del Estado y planificarán sus asuntos de acuerdo con esas expectativas de derechos y de ayuda. Y la interferencia del Estado en mecanismos sociales delicados y complejos necesariamente tendrá efectos insospechados, que a su vez exigirán otras intervenciones; como cuando el Estado amablemente ayuda a gente que se ha ido al paro precisamente por causa de la legislación laboral.

En tanto que las preferencias de la gente cambian con la experiencia y los hábitos, la intervención del Estado afectará al sentimiento individualista: la confianza en el Estado sustituirá al amor por la responsabilidad y la independencia individual, y la dignidad individual será contemplada como función de las garantías del Estado. Se genera así un fenómeno recursivo de crecimiento estatal: cuanto más Estado tienes, más quieres. El Estado es adictivo; y, podríamos añadir, de un modo mucho más peligroso que el tabaco, el alcohol o la heroína.

Como el sentimiento individualista es, por diferentes razones, más fuerte en unas personas que en otras, no todos los individuos se volverán igualmente adictos al Estado. Como señala de Jasay, algunos desarrollarán, por el contrario, una reacción alérgica: llegarán a odiar al Estado cada vez más violentamente. Esto explicaría (aunque no necesariamente justificaría) la psicología de, digamos, Randy Weaver o sucesos como el de Oklahoma City: personas de sentimiento individualista que terminan combatiendo o haciendo volar cosas, incluso si hacen volar la cosa equivocada o lo hacen por razones equivocadas.

Me he preguntado a menudo (especialmente cuando era miembro del establishment y gozaba de una buena posición) por qué los individualistas parecen ser con tanta frecuencia gente rara, extraña, singular y excéntrica. Benjamin Constant vivió una vida emocionalmente torturada. Los amigos de Albert Jay Nock comentaban jocosamente que éste vivía en Central Park. Lysander Spooner fue demasiado pobre para poder casarse con la única mujer de su vida. Georges Palante corregía los exámenes de sus alumnos en la compañía de prostitutas, y se suicidó en 1925. Ayn Rand no era exactamente "la chica de al lado". Todos estos individuos, excepto Nock, murieron sin descendencia, una mala forma de transmitir sus genes individualistas, si es que tales cosas existen. En una sociedad estatista, tener alergia al Estado es una bonita minusvalía, que bien merecería incluirse entre las cubiertas por la ley americana de atención al deficiente, si no fuera porque la causa de la alergia es también la causa de la ley. Así que no es necesario que uno sea individualista por ser un excéntrico, sino que la causalidad más bien podría ser de sentido contrario.

A pesar de que para un economista con una formación neoclásica la ideología es bastante más difícil de situar en los procesos sociales que los sentimientos, debo decir una palabra acerca de cómo la ideología igualitarista ha contribuido al fenecimiento del sentimiento individualista. Los igualitarios quieren que los individuos sean igualados en algunos aspectos además de en los derechos formales.

Anthony de Jasay ha demostrado brillantemente cómo la igualdad en algunos aspectos (digamos, "igual paga para igual trabajo") implica una creciente desigualdad en otros aspectos ("a cada uno según sus necesidades", por ejemplo). Pero la igualdad impuesta por el Estado siempre incrementa la igualdad en una dimensión, a saber: la igualdad en la sumisión al Estado. Este ataque frontal al sentimiento individualista ha sido probablemente la principal consecuencia de la ideología igualitaria. Más aun, cuando no hay restricciones para el contenido de la ley, hasta la igualdad ante la ley puede conducir al mismo resultado. En cierto sentido, la ideología igualitaria no ha producido la abolición de la esclavitud, sino su extensión a los hombres libres.


4. Una pequeña aplicación: el derecho de poseer y portar armas

El fenecimiento del derecho de poseer y llevar armas (aunque menos pronunciado en los EE.UU.) proporciona un interesante caso para el estudio del sentimiento individualista y su descenso durante nuestro siglo. Contrariamente a lo que piensa mucha gente, éste fue un derecho extensamente reconocido en la Europa del siglo XIX, y de manera muy notable en Inglaterra. Sus dos justificaciones, la autodefensa contra los criminales comunes y la resistencia a la tiranía, eran teóricamente incuestionables y constituían dos consecuencias naturales del sentimiento individualista.

Efectivamente, la dignidad individual requiere el reconocimiento del derecho de poseer y portar armas, como queda ilustrado a contrario por las leyes de los EE.UU. que negaban este derecho a los esclavos. Hay circunstancias en las que es difícil hacer valer la libertad individual sin ellas. "Por mi parte --escribió Henry David Thoreau -- no me gustaría pensar que alguna vez haya de contar con la protección del Estado." O, como el dicho que corría entre los judíos rusos perseguidos por los invasores nazis, "¡arma es un pasaporte para el bosque!" En cuanto a la responsabilidad individual, existe una contradicción insuperable entre, por una parte, la mística del ciudadano soberano y, por la otra, que su amo real no confíe en verlo armado. La coherencia lógica en este esquema de cosas (aunque no los principios libertarios) exigiría, tal como yo lo veo, que cualquier ciudadano que se acerque a las urnas sea cacheado para ver si tiene armas de fuego, pues si no es lo suficientemente responsable para llevar un revólver, ciertamente no es lo suficientemente prudente como para permitírsele votar.

Ahora bien, este tan obvio derecho de poseer y portar armas ha sido más o menos eliminado en la mayoría de los países occidentales, y ha sido restringido en los EE.UU. (severamente en algunos casos). Una razón de estado oficial es que las armas de fuego causan un incremento neto de crímenes, pues son ineficaces para la autodefensa. Tal excusa desafía tan obviamente los hechos que hay que sospechar la existencia de otros motivos. Una segunda razón, implícita pero no oficial, es que ya no necesitamos resistir a la tiranía. Aunque esto contradice la experiencia histórica, probablemente nos estemos acercando a los verdaderos motivos de los abolicionistas y de quienes les apoyan. Me temo que el motivo básico del control estatal de las armas de fuego es dar la puntilla al sentimiento individualista; y que el Estado ha tenido éxito en el control de las armas porque el sentimiento individualista ya estaba empequeñecido en las mentes de la mayoría.

También podemos observar aquí cómo el imperio formal de la ley ha contribuido a socavar el sentimiento individualista y a facilitar el crecimiento del Estado. Una vez que se reconoce como legítima toda ley-igual-para-todos, el prohibir algo a unos individuos que probablemente vayan a utilizar ese algo ilegalmente justifica el regular a todo el mundo. Hay sólo dos vías para escapar de este absurdo: o bien abandonar la idea de igualdad ante la ley, o aceptar que no todas las leyes-iguales-para-todos son legítimas. En tanto que se halle extendido en la sociedad, el sentimiento individualista se dirigirá hacia la segunda alternativa; de otro modo, la minoría de individualistas puede preferir la primera posibilidad a la de una no menos igual-para-todos esclavitud.


Conclusión

He sostenido que la libertad individual no puede sobrevivir si el sentimiento individualista no está extendido entre un gran número de personas. El sentimiento individualista es compatible con la sociedad --al menos con una sociedad abierta -- pero está en fuerte oposición al Estado tal como lo conocemos. Y este sentimiento ha estado descendiendo (al menos en parte) porque los individuos se han vuelto adictos al Estado.

Si esto es cierto, defender la libertad requiere rehabilitar el sentimiento individualista y romper con la adicción al Estado, una exigencia no pequeña: como decirle a un drogadicto que tiene que recuperar su confianza en sí mismo y romper su adicción. ¿Dónde está la gallina y dónde el huevo? Bien pudiera ser que llevar a cabo esa exigencia requiera (aquí o en cualquier otro lugar) otra revolución americana, pero éste es ya otro tema

octubre 01, 2008

Crisis del Estatismo Global


(Por Pierre Lemieux, economista del Departamento de Ciencias de la Administración de la Université du Québec en Outaouais (UQO).

El actual desorden financiero es una “crisis del capitalismo”, dijo un vocero del Partido Laborista Británico, del mismo modo que lo han venido repitiendo por más de una centuria los buenos Marxistas. “Un sistema financiero no regulado es un desastre”, dijo Sheila Rowbotham, profesora de historia de la Universidad de Manchester. Un candidato izquierdista a la alcaidía de Londres agregó: “el Capitalismo tuvo su oportunidad y falló; ahora es el turno del socialismo.”

Me pregunto qué habrán estado fumando.

Hay que recordar que la crisis financiera se inició el año pasado con la caída del mercado americano de hipotecas “subprime”. En esa época, la mitad de las hipotecas residenciales en USA era mantenidas o garantizadas por Fannie Mae y Freddy Mac, dos de las llamadas “empresas fomentadas por el gobierno” (GSE por Government Sponsored Enterprises). Durante el pasado año las dos GSE financiaron cuatro de cada cinco hipotecas. Fannie Mae fue creada a raíz de la Gran Depresión por Franklin D. Roosevelt; Freddy Mac por el Congreso en 1970. Los inversores privados compraron alegremente valores emitido por las dos GSE porque sabían que el gobierno federal nunca dejaría caer a estas compañías, lo que se demostró ser cierto la semana pasada cuando Washington las tomó a su cargo. Antes que la crisis comenzara, el mercado americano de hipotecas era un modelo de socialismo, no igualado en ningún otro país occidental.

El Community Reinvestment Act de 1977, que impide a los prestamistas hipotecarios “discriminar” en contra de solicitantes, no ayudó a tomar sanas decisiones financieras. En cada etapa de una decisión financiera, algún regulador está al acecho.

El sistema financiero americano esta fuertemente regulado. Creada en 1934, la poderosa Securities and Exchange Commission (SEC) impone regulaciones de todo tipo a las transacciones financieras, desde el registro de valores hasta la difusión de información corporativa. La Sarbanes-Oxley Act de 2002 extiende el alcance de la intervención de la SEC. El Departamento de Justicia fiscaliza a los funcionarios de las empresas y los declarados culpables suele soportar largos períodos de prisión. El jueves pasado, el fiscal general de New York, anunció que comenzó “una amplia investigación sobre ventas en descubierto en el mercado financiero”.

Cuando el Secretario del Tesoro Hank Paulson dice “No creo en un capitalismo sin regulación” no está revelando ningún hallazgo. Está reiterando lo que ha sido la política oficial americana del último siglo. Ya sea que el resultado final sea un socialismo financiero con cara de capitalismo humanitario, o un capitalismo de estado con un fuerte sabor socialista, es solo cuestión de elegir entre el vaso medio vacío o medio lleno.

La exportación del intervencionismo americano a otros países ha dado lugar a una especie de estatismo financiero global.

Otra fuente del desorden financiero reinante ha sido el brusco incremento en la oferta monetaria provocado por la banca central americana, el Sistema de Reserva Federal, resultando en una inflación creciente y en artificiales bajas tasas de interés. Por muchos años, economistas de la Escuela Austríaca de Economía (siguiendo al premio Nobel Friederich von Hayek y a Ludwig von Mises) nos advirtieron sobre la amenaza del desastre pendiente si la moneda continua siendo bombeada en la economía para ignorar y/o postergar los necesarios ajustes. En su opinión, este preceder solo provocará empeorar la crisis.

No hay ninguna razón esencial para creer que el estado intervendrá o regulará eficientemente. El estado esta compuesto por hombres (políticos y burócratas) que responden a sus propios incentivos e intereses. Si hay una conveniencia política en expandir las hipotecas y en posponer la crisis para que la afronten otros políticos en el futuro, esa política será implementada.

A pesar de lo anterior, se ha desarrollado una falsa expectativa en la capacidad del estado para garantizar la estabilidad. Algunos inversores llegan a creer que cualquiera sean los errores que cometan, tienen derecho a beneficios, y que las autoridades los garantizarán. El rescate de Bear Stearns, las dos GSEs (Fannie Mae y Freddy Mac) y AIG estimulan esa creencia. Pero si algunos han hecho malas inversiones y son relevados de su responsabilidad por sus propios errores, sólo significa que el costo será transferido a otros, probablemente a través de una crisis aún peor.

Más aun, como muchos comentaristas lo han marcado, el salvataje a las grandes firmas financieras provocará la necesidad de mayores regulaciones. Esta es la vieja historia de que intervenciones políticas del pasado crean justificativos para nuevas intervenciones.

La actual crisis financiera constituye, realmente, una falla del estatismo global. El Socialismo ha fallado una vez más. Probemos el capitalismo.

Fuente: Fundación ATLAS

El Frankestein de la Economía



La torpeza de los bancos centrales esta vez, la Reserva Federal de los Estados Unidos, también conocida como Fed es evidente en el curso de la historia desde que se creó el primer banco central hace más de 95 años. Esta inutilidad es descripa por Marta Colmenares para Diario de América.

Casi que cada vez que la FED interviene para “ayudar” a la economía, a la postre termina pasando todo lo contrario, por eso es que hay ciclos de “Boom” y “Bust”, ciclos en que la economía entra en auge para terminar estrellándose. Pero estos ciclos suelen ser moderados, y de tres a cinco años de duración.

Lo que pasó con este ciclo es que todo el sistema financiero quiso aprovechar el crédito fácil incrementando muchísimo la cantidad de personas, familias y negocios tomando más créditos cuando al mismo tiempo la cantidad de dinero real que fue para esos préstamos era la misma, es decir, las instituciones financieras incrementaron el total del dinero que dieron en préstamo teniendo básicamente la misma cantidad de dinero. Leer más >>>>