Se ha podido escribir que la historia es la ciencia de la desgracia de los hombres. Nuestro siglo de violencia (el S. XX) parece confirmar la veracidad de esta frase de una manera contundente, superando al resto de siglos anteriores. Un vistazo retrospectivo impone una conclusión sobrecogedora: fue el siglo de las grandes catástrofes humanas -fue el siglo de dos Guerras Mundiales , el nazismo, sin hablar de tragedias más localizadas en Armenia, Biafra, Ruanda y otros lugares- El imperio Otomano se entregó ciertamente al genocidio de los Armenios y Alemania al de los judíos y gitanos. La Italia de Mussolini asesinó a los etíopes etc. El comunismo se inserta en este tiempo histórico desbordante de tragedias. Es este, el fenómeno trascendental de este breve siglo XX que comienza en 1914 y concluye en Moscú en 1991, se encuentra en el centro mismo del panorama del gran drama del siglo XX.
¿Qué es lo que exactamente designamos bajo la denominación de comunismo? Es necesario introducir aquí una distinción entre la doctrina y la práctica. Como filosofía política, el comunismo existe desde hace milenios ¿Acaso no fue Platón quien en “La República”, estableció la idea de una ciudad ideal donde los hombres no serían corrompidos por el dinero y el poder, donde mandaría la sabiduría, la razón y la justicia? O un pensador y hombre de Estado tan eminente como Sir Tomas Moro, canciller de Inglaterra en 1530 autor de la famosa Utopía ¿acaso no fue otro precursor? La trayectoria utópica da la impresión de ser perfectamente legítima como crítica útil de la sociedad en un sistema en donde existe la libertad de pensamiento y expresión. Sin embargo el comunismo del que hablamos aquí no se sitúa en el cielo de las ideas. Se trata de un comunismo muy real que ha existido en una época muy determinada, en países concretos, encarnadas por dirigentes célebres- Lenin, Stalin, Mao, Ho Chi Minh, Castro etc. Sea cual sea el grado de implicación de la doctrina comunista anterior a 1917en la práctica del comunismo real se puso en funcionamiento una represión sistemática ¿Es inocente sin embargo la ideología? Algunos espíritus apesadumbrados siempre podrán defender que ese comunismo realmente no tenía nada que ver con el comunismo ideal. Sin embargo como escribió Ignacio Silone “verdaderamente las revoluciones como los árboles se reconocen por sus frutos” No careció de razones el que los socialdemócratas rusos, conocidos por el nombre de bolcheviques, decidieran en noviembre de 1917 denominarse comunistas. Tampoco se debió al azar, el que erigieran al pie del Kremlin un monumento a la gloria de los que consideraban sus precursores (T. Moro o Campanella).
Superando los crímenes individuales, los asesinatos puntuales circunstanciales, los regímenes comunistas, a fin de asentarse en el poder erigieron el crimen en masa en un verdadero sistema de gobierno. A los autores de este libro se nos replicará que la mayoría de estos crímenes de este libro correspondían a una legalidad aplicada por instituciones que pertenecían a regímenes en ejercicio reconocidos en el plano internacional. Pero ¿acaso no pasó lo mismo con el nazismo? Los crímenes que exponemos en este libro no se definen de acuerdo a la jurisdicción de los regímenes comunistas, sino con la del Código no escrito de los derechos naturales de la Humanidad.
¿De qué vamos a hablar? ¿De qué crímenes? El comunismo ha cometido innumerables: primero crímenes contra el espíritu, pero también crímenes contra la cultura universal y contra las culturas nacionales. Stalin hizo demoler centenares de iglesias en Moscú. Ceaucescu destruyó el corazón histórico de Bucarest. Pol pot ordenó desmontar piedra a piedra la catedral de Phnom Pehn Durante la revolución cultural maoísta, los guardias rojos destrozaron tesoros innumerables. Sin embargo por graves que pudieran ser a largo plazo estas destrucciones para las naciones implicadas y para la Humanidad en su totalidad ¿qué peso puede tener frente al asesinato masivo de personas, de hombres de mujeres y de niños?. El asesinato por métodos diversos (fusilamientos, horca, ahogamiento, apaleamiento, gas militar, veneno o accidentes automovilísticos), la destrucción por hambre (hambrunas provocadas y /o no socorridas) y la deportación, o sea la muerte que podía acontecer en el curso de transporte (marchas a pie o en vagones de ganado) trabajos forzados (agotamiento enfermedad, hambre, frío). El caso de los periodos llamados “de guerra civil” es más complejo: no resulta fácil distinguir lo que deriva de la lucha entre el poder y los rebeldes y lo que es matanza de poblaciones civiles
No obstante podemos establecer un primer balance numérico que aún sigue siendo una aproximación mínima y que necesitará largas precisiones (que se harán a lo largo de los siguientes artículos):
-URSS, 20 millones de muertos -China, 65 millones de muertos -Vietnam, 1 millón de muertos -Corea del Norte, 2 millones de muertos -Camboya, 2 millones de muertos -Europa occidental, 1 millón de muertos -América latina, 150 000 muertos -África, 1,7 millones de muertos -Afganistán, 1,5 millones de muertos -Movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder , 10 000 muertos -En total la cifra se acerca a los cien millones de muertos
Este grado de magnitud oculta grandes diferencias entre las distintas situaciones. Resulta indiscutible que en términos relativos “la palma” se la lleva Camboya, donde Pol Pot mató en menos de tres años a la cuarta parte de la población total del país de la forma más atroz. Sin embargo la “experiencia” maoísta sobrecoge por la magnitud de la masa. En cuanto a Rusia, hiela la sangre por su aspecto experimental pero perfectamente reflexionado, “lógico” y político.
En un libro publicado en Berlín en 1924 titulado “El terror rojo en Rusia” el historiador ruso y socialista Serguei Melgunov, citaba a Latzis, uno de los primeros jefes de Cheka (la policía política soviética) que el 1 de noviembre de 1918 proporcionó directrices a sus esbirros “No hacemos la guerra contra las personas en particular. Exterminamos a la burguesía como clase. No busquéis durante la investigación documentos o pruebas sobre lo que el acusado ha cometido, mediante acciones o palabras, contra la autoridad soviética. La primera pregunta que le debéis formular es la de a qué clase pertenece, cuáles son sus orígenes, su educación, su instrucción y su profesión”. De entrada Lenin y sus camaradas se situaron en el marco de una guerra de clases sin compasión en la que el adversario político, ideológico o incluso la población recalcitrante eran considerados –y tratados- como enemigos y debían ser exterminados. Los bolcheviques decidieron eliminar toda resistencia (incluso pasiva) de grupos y colectivos enteros de población
En los años 20 los cosacos fueron eliminados por su condición de tal (genocidio). Los hombres fueron fusilados y las mujeres, los niños y los ancianos fueron deportados. Lenin asimilaba a los cosacos con la Vendée durante la Revolución Francesa. La deskulakización de 1930-1932 fue una reanudación a gran escala de la descosaquización. Por lo que se refiere a la gran hambruna ucraniana de 1932 –1933, vinculada a las resistencias de las poblaciones rurales, provocó en unos meses la muerte de seis millones de personas. Se pone en funcionamiento un instrumento peculiar de los regímenes comunistas, la utilización sistemática del “arma del hambre”. El régimen tiende a controlar la totalidad de alimentos disponibles y, mediante un sistema de racionamiento a veces muy sofisticado, solo la redistribuye en función del mérito o del “demérito” de unos y de otros. Este salto puede llegar a provocar gigantescas hambrunas. Recordemos que en el periodo posterior a 1918, solo los paises comunistas conocieron hambres que llevaron a la muerte (*nota de Juan Trenado, “gracia” me hace al saber esto, que uno de los axiomas sobre el que se asienta el marxismo- teórico- es que el hambre es el elemento de explotación y de alienación del trabajador en el capitalismo)
Además de la cuestión de la responsabilidad directa de los comunistas en el poder, se plantea la de la complicidad y si son estos igualmente asimilados a los crímenes contra la Humanidad. De los años 20 a los 50 los comunistas de todo el mundo aplaudieron hasta romperse las manos la política de Lenin y de Stalin. En 1969 escribía Conquest “El hecho de que tanta gente “avalara” de manera efectiva la gran purga fue sin duda uno de los factores que la posibilitaron”. Centenares de miles de personas entraron en las filas de la internacional comunista y de las secciones locales del “partido mundial de la revolución”. En los 50 a 70, centenares de miles de personas incensaron al gran timonel de la revolución China y cantaron los méritos de la revolución cultural. En una época aún más cercana fueron numerosos los que se felicitaron porque Pol Pot había tomado el poder. Muchos responderán que no sabían nada.... en muchos casos era cierto, pero en otros muchos fue la consecuencia de una ceguera provocada por una fe militante (a partir de los 50 muchos de estos hechos eran ya de sobra conocidos e indiscutibles). Ahora bien, si muchos de estos turiferarios han abandonado hoy sus ídolos de antaño, lo han hecho de manera silenciosa y discreta ¿Qué debe pensarse de la amoralidad profunda que se da en renunciar a un compromiso público en el secreto de las almas sin extraer ninguna lección de ello? Que cada conciencia responda.
Los métodos represivos puestos en funcionamiento por Lenin y sistematizados por Stalin y sus émulos no solo recuerdan los métodos nazis sino que muy a menudo los precedieron. A este respecto Rudolf Hess, el encargado de crear el campo de Auschwitz señalaba el carácter sistemático copiado de los rusos, por el cual se eliminaban a poblaciones enteras empleándolas a la vez en trabajos forzados. Desde finales de los veinte, la GPU (nueva denominación de la Cheka) inauguró un método de cuotas: cada región, cada distrito debía detener y fusilar o deportar un porcentaje dado de personas que pertenecieran a segmentos sociales enemigos. Estos porcentajes eran definidos por la dirección del partido. La locura planificadora y estadística no solo afectaba a la economía sino que también se apoderó del ámbito del terror (normalmente se superaba estas cuotas –como es comprensible, había que hacer méritos ante el partido-)
¿Qué se sabía de los crímenes del comunismo? ¿Qué se quería saber? ¿Por qué ha sido necesario esperar a finales del S.XX para que este tema acceda a la condición de objeto de estudio científico?¿Por qué no se le ha otorgado la misma atención que a los crímenes Hitlerianos?¿Por qué mientras los nombres de Himmler o Eichman son conocidos mundialmente como símbolos de la barbarie contemporánea , los Dzerzhinsky, Yagoda, o Yezhov son ignorados?. En cuanto a Lenin Ho chi minh o incluso Stalin aún siguen teniendo (aunque parezca mentira) derecho a alguna sorprendente reverencia en Europa y América Latina
Las razones de esta ocultación son múltiples y complejas. En primer lugar ha tenido su papel la voluntad de los verdugos de borrar las huellas de sus crímenes y de justificar lo que no podían ocultar. El informe secreto de Jruschov de 1956 que constituyó el primer reconocimiento de los crímenes por los mismos dirigentes comunistas, es el intento de un verdugo que intenta salvarse el, imputándoselos todos a Stalin- posteriormente continuó con las mismas estructuras, los mismos hombres y las mismas ideas asesinas-.
Cuando no podía ocultar los hechos los verdugos se las ingeniaron para justificar los hechos maquillándolos groseramente. Después de haber reivindicado el terror, lo erigieron en figuras alegóricas de la Revolución así por ejemplo “cuando se corta la madera, saltan astillas” “no se puede hacer una tortilla sin cascar los huevos”, etc.
Sin duda lo peor fue alcanzado por la perversión del lenguaje. Ahora bien, la propaganda comunista es fácil de corregir... pero es difícil restaurar si es que por propia voluntad se ve defectuosamente. Frente a la propaganda comunista, occidente dio muestras de una ceguera excepcional, enredado a la vez por la ingenuidad frente a un sistema particularmente retorcido y criminal
Además de todo esto, la ocultación de la dimensión criminal del comunismo se relaciona con razones más específicas:
1. La primera tiene que ver con la idea misma de revolución y sus símbolos. Todavía hoy -bandera roja, internacional, puño en alto- resurgen en cada movimiento social de envergadura. El Ché Guevara vuelve a ponerse de moda. Se tiene por tanto una verdadera falta de conciencia del significado de símbolos y la historia de estos
2. La segunda razón tiene que ver con la participación en la victoria sobre el nazismo, que permitió a los comunistas enmascarar bajo un patriotismo ardiente sus objetivos finales que tenían como meta la toma del poder. El antifascismo se convirtió en una etiqueta definitiva y le ha sido fácil, en nombre del antifascismo hacer callar a todo aquel que se opusiera a el.
3. La última razón, la más sutil y la más delicada de expresar. El genocidio de los judíos ocupó todo el espacio reservado a la percepción del terror en masa durante el s. XX. Sin lugar a dudas fue horroroso, pero en medio siglo todo el espacio trágico fue ocupado por el drama judío (películas, reportajes, etc.).
El primer gran cambio se da en 1956 con el informe Jrushchov. Su objetivo de fondo, salvarse él. En 1961 propuso erigir un monumento a las victimas de Stalin y la publicación de “un día en la vida de Iván Denissovich” de Aleksandr Solzhenitsyn. En 1964 Jruschov fue brutalmente depuesto de todos sus cargos. El informe de 1956, transformó de golpe la condición de la idea comunista en el universo. Ahora la voz no procede de occidente sino de Moscú. Hubo que esperar hasta 1979 a que el partido comunista de Mao reconociera grandes errores, lo que hasta 1957 eran “grandes” méritos, los vietnamitas no abordan la cuestión y Castro aún hoy, sigue en su paraíso comunista con 11 millones de presos políticos (en la isla) millones de exiliados, y miles de fusilados o encarcelados. Hasta este momento la denuncia de crímenes comunistas solo había procedido de “los enemigos”, los anarquistas o los disidentes trotskistas. La voluntad de testificar a los huidos de las matanzas era grande... sin embargo se les escuchó poco o nada. En los años ochenta la gran obra de A.Solzhenistsyn –Archipielago Gulag y después el “Ciclo de los nudos” de la revolución rusa- provocó un verdadero trauma en la opinión pública. Pese a todo a Solzhenistsyn le fue difícil atravesar la costra de la mentira que invadía a la opinión pública.
A día de hoy no solamente los archivos confirman estos hechos y testimonios, sino que permiten ir mucho más allá. Los archivos internos del sistema de represión de la antigua URSS, de las antiguas democracias populares y de Camboya, arrojan luz sobre una realidad aterradora: el carácter masivo y sistemático del terror
A lo largo de los seis artículos restantes resumiré las 800 hojas del terror correspondientes a los cinco bloques (más las conclusiones) en los que se divide “El libro negro del comunismo”. Este libro es sin lugar a dudas un monumento a la memoria y a la Historia del siglo XX y de sus víctimas:
Bloque I “Un Estado frente a su pueblo. Violencias, terrores y represiones de la URSS”
Bloque II “Revolución mundial, Guerra civil y terror”
Bloque III “La otra Europa Víctima del comunismo”
Bloque IV “Comunismos de Asia: entre la reeducación y la matanza”
Bloque V “El tercer Mundo”
Conclusiones: ¿Por qué?
Fotos del horror comunista
espero ansioso la segunda parte
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