octubre 03, 2007

Falsa constitución socialista


Autor Domingo Fontiveros

La constitución socialista que se quiere aprobar en la Venezuela de Hugo Chávez liquida a la democracia basada en el voto, que es la única posible. La sigue llamando democracia, pero cualquier democracia que no esté basada en el voto no es democracia.

Al fin, el régimen de Hugo Chávez ha comenzado a mostrar el “bojote” de lo que entiende por socialismo. No hay nada que sorprenda a quienes hemos escrito sobre el tema. La novedad consiste en hacer explícitos los puntos centrales del proyecto de dominación que Chávez ha llamado en forma manipuladora reforma constitucional. El proyecto es la implantación de una democracia socialista (art. 158), una economía socialista (art. 112) y un estado socialista (art. 318), que no caben en la constitución vigente.

Soberanía sin elecciones. La democracia socialista ha quedado definida en forma concreta y terrible al expresar que la soberanía, depositada en el pueblo, se ejerce a través del poder popular, el cual no nace del sufragio ni de elección alguna. Este es uno de los meollos antidemocráticos del proyecto. Si no hay elecciones para el ejercicio de la soberanía, no puede haber democracia real. En la expresión "democracia socialista" evidentemente sobra la palabra democracia, y lo que queda como residuo es el innombrado comunismo. En el contexto de esta concepción, la reelección indefinida del presidente se convierte en carta blanca para una potestad vitalicia sin apelación al voto popular.

Economía sin libertad. La economía socialista está a su vez fundamentada en la eliminación de los principios de libertad de trabajo y de empresa, y de uno de los atributos esenciales de la propiedad privada que es la capacidad de disposición, sin la cual no se puede vender, hipotecar o heredar. Tampoco el alquiler cabe cuando queda limitada al uso y consumo, y la propiedad sobre las cosechas queda evidentemente en entredicho, así como el ingreso por intereses, y hasta el proceso de acumulación de capital o inversión. Incluso queda por carambola eliminado el mercado como mecanismo para la transacción libre de derechos de propiedad.

Programáticamente, además, se dan los lineamientos para la construcción de "empresas" socialistas en un marco que adelanta la progresiva ocupación previa y expropiación o compra de las empresas privadas, y de expansión de empresas propiedad directa o indirecta del Estado.

El gobierno real pasa a ser un nuevo gobierno paralelo. El estado socialista está definido a lo largo del entramado de casi todos los 33 artículos. Allí se descubren al menos cinco dimensiones. Una es el gobierno paralelo y centralizado conformado en lo geográfico por territorios, provincias, distritos y ciudades federales, engalanadas con regiones especiales militares, dirigidos por autoridades civiles y militares designadas desde la presidencia. Otra es que la Administración pública queda subordinada como instrumento del poder a los gobernantes y no al servicio de los ciudadanos, y en paralelo se monta la administración "informal" de las misiones, dirigidas y financiadas, seguro con preferencia, desde la cúpula del poder. Una tercera es la definición ideológica de la fuerza armada y su comando directo por el presidente, a nivel de cuerpos, componentes y unidades, y en toda la escalera de promociones. Otra es la capacidad para celebrar tratados internacionales y ser ratificados por parte del jefe de estado, sin pasar por el poder legislativo. Una quinta es el dominio directo sobre las reservas internacionales y la moneda nacional.

La constitución socialista que se quiere aprobar en la Venezuela de Hugo Chávez liquida a la democracia basada en el voto, que es la única posible. La sigue llamando democracia, pero cualquier democracia que no esté basada en el voto no es democracia. Sella la sentencia de muerte del aparato productivo privado, basado en la eficiencia y la competitividad, y lo sustituye por un aparato productivo burocrático que no va a tener ni eficiencia ni competencia (la cual está prácticamente prohibida), lo que significará menos producción (escasez en otras palabras) y precios más altos en los mercados alternos (los que aparecen por efecto de la escasez). Aunque lo llama un nuevo modelo productivo, es un viejo modelo, a la cubana, y altamente improductivo.

Sin libertad no hay Constitución. Sin democracia tampoco. Ni siquiera una Constituyente puede liquidar la libertad y la democracia, ni la propiedad privada como derecho humano ni las elecciones como esencia del ejercicio de la soberanía popular.

Fuente: Diario de América
http://diariodeamerica.com

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