“Raskolnikov experimentó súbitamente la sensación de una parálisis general, como ocurre durante esas pesadillas en el que uno se cree perseguido por enemigos y parece que están a punto de alcanzarle, mientras se encuentra como clavado en suelo sin poder moverse ( ... ) Raskolnikov miraba aterrado al cerrojo esperando verlo saltar de un momento a otro (...)salió de la casa, Raskolnikov no tenía su cabeza segura, cuanto más andaba, más se oscurecían sus ideas ...Tenía la sensación de que le iban siguiendo, sin embargo, quedó sorprendido al llegar al malecón y ver tan poca gente , y temiendo que se fijaran en él en un lugar tan solitario , y a pesar de que apenas tenía fuerzas para andar, no dejó de dar un gran rodeo para volver a su casa...” ( Fragmento de “Crimen y castigo” de F . Dostoievsky).
Muchos de los que posen sus ojos sobre estas líneas habrán reconocido en seguida el clásico “Crimen y Castigo”. Para aquellos que no lo hayan hecho aún, sin ánimo de desmenuzar tan extraordinario libro, simplemente diré que se trata de una novela psicológica sobre la generación del sentimiento de culpa en la persona, cuando esta no actúa según unos principios morales. El sentido de culpabilidad parte de la distinción, en sus diferentes grados, de las categorías, bueno- malo, deseable – indeseable, moral- inmoral. Es incuestionable que en occidente la rectitud, la responsabilidad de la actividad moral ha estado (¿esta?) íntimamente unida a la noción de pecado. Y que por tanto se encuentra en las raíces de lo que somos y hemos conseguido (aunque actualmente reneguemos de ello). Tenemos lo que fuimos y tendremos lo que somos. Es decir si occidente es lo que ha llegado a ser, el único lugar donde cabe la defensa de los Derechos Humanos precisamente por su naturaleza o razón de ser, del conjunto de experiencias de los siglos pasados. La pregunta inmediata es ¿qué sucederá (qué tendremos) si se produce un cambio substancial en el presente?... El tiempo, una vez más, dictará sentencia.
Por ello creo (pese a Freud y sus seguidores) que la “ecuación”: Posibilidad de que yo me sienta culpable = Tendencia a la responsabilidad individual. En términos generales no es negativa. Es más, la responsabilidad individual implica, casi siempre, progreso a largo plazo. O dicho de otra forma, no se puede progresar (en casi ningún campo) si no se es responsable de los actos cometidos.
El proceso de globalización que se inició en el último tercio del siglo XX no solo ha tenido efectos positivos como el intercambio de personas, información, capitales y mercancías con el consiguiente incremento de la riqueza. También la globalización ha tenido y tiene un lado oscuro... la cara de la moneda donde han bailado y comido prácticamente todos los partidos europeos y parte del partido Demócrata americano. Y es el hecho de que la globalización ha producido una difuminación del sentimiento individualizado de culpa en la sociedad occidental. Incapacitando de esta forma la voluntad de las personas en la creación de su propio destino. Requiriendo a gritos la ayuda de la administración. Pero a pesar de todo, este desvanecimiento de la noción de bien y mal, no ha producido una mengua de la culpa... solamente la ha transformado, produciéndose una mutación. La ha colectivizado.
De esta forma comprobamos que el principio inspirador de la culpa no es principalmente, hoy en día, la trasgresión de la moral. El principio determinante de esta nueva culpa, son los políticos y sus correas de transmisión mediáticas, que dicen y deciden el ámbito de lo pensable y lo impensable, lo que es cierto y lo que no, lo que tiene sentido y lo que es delirio.
Los gobernantes han pasado a ser chamanes y sacerdotisas que contemplan los augures de su estrategia política . Leen y proyectan la culpa en la masa de personas dependientes e imponen una penitencia o sacrificio (generalmente en forma de impuestos ...que “curiosamente” les mantiene en su poder e influencia) Impuestos y tasas que por supuesto, lavarán la imagen sucia que se nos impone previamente.
Por ello, y como consecuencia lógica de mi argumentación. Nos encontramos con que el movimiento de mayo del 68 ha contribuido a la globalización de forma mucho más determinante que cualquier multinacional, acumulación de capital o el desarrollo de las tecnologías (EL 68 fue el punto de inflexión entre el socialismo real, causante de más de cien millones de muertos y el socialismo progre actual / socialismo-carnaval) puesto que este último nada en ese océano de culpa (con permiso del cambio climático y demás apocalipsis de bolsillo), desarticulando los mecanismos de independencia que están en las raíces de occidente. Me produce cierta gracia, la violencia/ odio de los llamados “movimientos anti-globalización”ya que estos no son más que colectivos penitentes que se flagelan por ese gigantesco sentimiento de culpa global generado. Lo único que hacen es potenciar el proceso, eso si, desde su cara más siniestra.
La solución a todo este panorama se podría resumir en una sola palabra “liberalizar”. Sencilla solución en teoría, pero difícil de llevar a la práctica por esa fuerte pulsión de culpa global. Solamente cuando la persona se encuentra sola en el camino, (sin ningún poder tuitivo que le dirija de la cuna a la tumba) en la consciencia de sus necesidades y sus capacidades, comprende que tiene dos posibilidades: o rebozarse en el fango y tener una existencia vacía o ser moralmente responsable y forjar su propio destino dentro de sus limitaciones, a imagen de su moral y de sus sueños.
Fuente: Diario de América
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