por Steve Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
Durante los últimos cinco años, América Latina se ha beneficiado de los altos precios de las materias primas y de la baja en las tasas de interés. Sin embargo, a diferencia de bonanzas anteriores estimuladas por materias primas, esta no ha sido acompañada de irresponsabilidad fiscal. De hecho, la emisión neta de deuda pública se ha reducido dramáticamente, con muchos países volviendo a comprar parte de su deuda pendiente. Algunos también han continuado transitando el camino de las reformas liberales hacia la flexibilidad y la modernización, notablemente Colombia, El Salvador, Guatemala y Perú.
Pero no todos los políticos de esta región creen en los mercados libres. Algunos han retrocedido en el tiempo. El Presidente venezolano Hugo Chávez es el líder de los reformadores negativos. Siguiendo su mal ejemplo están Ecuador, Argentina y Bolivia. Chávez llegó al poder en febrero de 1999. Él considera a Cuba, la prisión al aire libre más grande en las Américas, un modelo a seguir. El enemigo de su revolución es el mercado.
De acuerdo al estudio Haciendo Negocios 2008 recientemente publicado por el Banco Mundial, Venezuela empató con Zimbabwe este año como el campeón en reprimir la libertad económica. En términos de medidas objetivas respecto a la facilidad de hacer negocios, Venezuela cayó de la posición 163 a la 172 de entre 178 países observados. Actualmente los precios altos del petróleo están encubriendo los pecados económicos de Venezuela. ¿Qué pasará cuando los precios del petróleo aterricen? No esperen que ningún florecimiento de empresas amortigüe el golpe en Caracas.
Los precios del petróleo han aumentado por casi un factor de ocho desde que Chávez llegó al poder y ahora el petróleo constituye 90% de las exportaciones venezolanas. A pesar de eso, el desempeño económico de la Venezuela de Hugo Chávez ha sido anémico; su Producto Interno Bruto per cápita ha crecido un promedio del 2% anual. La inflación ha tenido un promedio anual del 34%, la más alta en América Latina.
Cuando Chávez asumió el control del bolívar, la moneda de Venezuela, tenía un tipo de cambio de 577 bolívares por dólar. En febrero del 2003 el bolívar se ancló al dólar en 1.600 bolívares. En un intento desesperado por detener la fuga de capitales, Chávez también instauró control de capitales.
Esta medida parece que no redujo el deseo de los venezolanos de deshacerse de sus bolívares lo más rápido posible. El tipo de cambio oficial ahora es 2.150 bolívares por dólar. Pero en el mercado negro el bolívar vale 64% menos, 6.000 bolívares por dólar. Chávez planea comenzar el nuevo año eliminándole tres ceros a la moneda y emitiendo un “bolívar fuerte” con un tipo de cambio de 2,15 por dólar. Este cambio cosmético nada hará por mejorar la situación.
Ecuador ha sido el país que más recientemente se ha dejado llevar por la Revolución Bolivariana de Chávez. Rafael Correa, un economista de profesión, llegó al poder el 15 de enero. Al igual que Chávez, es muy popular y astuto como un zorro.
Desde su llegada a la presidencia Correa ha sido despiadadamente eficiente. Ha acorralado por completo al Congreso y forzado un referendo popular que aprobó el establecimiento de una Asamblea Constituyente para reescribir la constitución ecuatoriana. La nueva constitución será la número veinte desde que Ecuador ganó su independencia en 1830.
Eso es 10 veces más que la cantidad de constituciones que Estados Unidos ha tenido, si se cuenta a los Artículos de la Confederación (1777-89) como una constitución. El objetivo de Correa es concentrar poder en la rama ejecutiva, como Chávez lo ha hecho en Venezuela, para poder erosionar más efectivamente la economía de libre mercado. Pero Correa no va a esperar a que la Asamblea Constituyente cambie las reglas. Ya ha dado señales preocupantes con la nacionalización de facto de las ganancias extraordinarias del petróleo aumentando la participación del Estado en ellas del 50% al 99%.
Sin embargo, un gran detalle diferencia a Ecuador de Venezuela. Luego de una larga historia de dinero malo, Ecuador abandonó el sucre en el 2000 y lo reemplazó con el dólar estadounidense. Desde ese entonces la tasa de crecimiento del PIB per cápita promedio ha sido del 4,4% y la inflación estimada está alrededor del 2,1% anual. No es sorpresa que la dolarización tenga el apoyo del 82% de los ecuatorianos.
Para lograr una Revolución Bolivariana en Ecuador, Correa debe o acabar con la dolarización o sabotearla. Dado el respaldo popular que esta tiene, Correa no va a atacar a la dolarización directamente. Pero ha comenzado a sabotearla proponiendo un impuesto del 1% a todos los flujos de capitales que entran y salen del país. Este tipo de control de capitales es estrictamente inconsistente con un sistema dolarizado. También es una señal muy preocupante que indica que Correa buscará sabotear la dolarización, la cual es una parte esencial de la economía ecuatoriana.
Cuando la bonanza de las exportaciones de materias primas se acabe, los agujeros negros de América Latina recibirán duros golpes. La próxima ronda de revoluciones y constituciones no será nada bonito.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Forbes (EE.UU.) en noviembre de 2007.
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