noviembre 07, 2007

Interrogantes sobre Ecuador


Un artículo de Alberto Benegas Lynch (h) publicado en Libre Mente y Cato Institute
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Gabriela pregunta qué debería hacer la oposición en Ecuador, dado que el gobierno del momento impone un régimen donde la mayoría atropella los derechos de la minoría. No resulta fácil la respuesta puesto que el pluralismo, los disensos y debates en un sistema democrático, precisamente se basan en normas de convivencia civilizada que parten del respeto recíproco en el contexto de marcos institucionales sustentados en el reconocimiento de los derechos individuales de todos.

En esta primera instancia en el que el gobierno anuncia arrasará con todo aquello, debe explicarse la irresponsabilidad y las consecuencias que significa instaurar el sistema de la ruleta rusa: un sistema en el que la mayoría anuncia que atropellará todo lo que se le ponga por delante. Es imperioso que la oposición muestre que no está dispuesta a que la lleven por delante y que resulta invivible el que mayorías circunstanciales aniquilen los derechos de las minorías. Por otro lado, se torna imperioso señalar que las medidas que propone Correa de socialización liquidará también el nivel de vida de las mismas mayorías. A esta altura del siglo XXI y después de caído el muro de la vergüenza, es inconcebible que se insista en un sistema que ha producido miseria y sufrimientos a millones de seres humanos. Además, si Correa es sincero en sus propuestas colectivistas que abiertamente entregue todos sus bienes personales para el usufructo de sus congéneres.

Nivelar para abajo no ayuda a nadie. Claro que como apunta Gabriela, los regimenes anteriores a este han elevado el tamaño del estado, han puesto de manifiesto distintas corrupciones y han trasladado pesadas cargas a los sufridos ecuatorianos. Pero la solución no estriba en acentuar los males sino en revertirlos. Nada mejor que abrir de par en par las puertas a la energía creadora de la libertad en el contexto del respeto recíproco.

La clave se encuentra en la calidad de los centros de enseñanza. Si hubiera un grupo de personas dispuestas a contribuir a que se revierta la situación deberían establecer una institución de excelencia en donde se le de la oportunidad a los ecuatorianos a educarse en los principios de la sociedad abierta. Y donde los que enseñan estén adecuadamente remunerados para hacerse cargo de una tarea de esa envergadura e importancia. No son experimentos nuevos los de establecer una sociedad abierta, todos los países que han prosperado se han basado en el respeto irrestricto a los derechos de otros y los lugares que han demolido el derecho han ahuyentado a todos los que quieren invertir y trabajar pacíficamente sin la tutoría y el consecuente peso de los aparatos políticos.
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Una propuesta para Ecuador.
Tal vez resulte de alguna utilidad la siguiente propuesta para contrarrestar el socialismo que anuncia impondrá el gobierno de Ecuador. Se trata del establecimiento de una institución de postgrado que se ocuparía de ofrecer una Maestría en Administración de Negocios de alta calidad. Esto atraería a egresados universitarios de distintas áreas al efecto de capacitarse en el mundo de las empresas.

La duración habitual de estos tipos de cursos es de cuatro semestres. Cada una de las materias de la carrera debería estar a cargo de los mejores profesionales en cada disciplina, independientemente de sus inclinaciones filosóficas. A su vez, en cada uno de los cuatro semestres se dictaría una asignatura de economía y, en los dos primeros semestres una de derecho y en los dos últimos una de filosofía política. Estas ocho materias constituyen la clave de la institución y deben estar a cargo de profesionales muy bien entrenados en la tradición de la Escuela Austriaca y similares para que el futuro dirigente empresario no solo se encuentre capacitado en sus áreas específicas sino que tenga una idea clara del contexto en el que opera la empresa.

La entidad debería contar con un Director/ra General apoyado por un Director Administrativo y un Director Académico y un reducido Departamento de Investigaciones para hacer de apoyo logístico a las cátedras referidas a las ocho asignaturas clave antes mencionadas. En ninguna de las áreas de esa casa de estudios deberían ponerse de manifiesto expresiones políticas ni coyunturales, solo referidas al ejercicio académico y a los fundamentos en el campo clave aludido y a los métodos de casos para las asignaturas de negocios. Por un lado, este requisito no dispersa energías y permite concentrar los esfuerzos en la comprensión de las ideas compatibles con la sociedad abierta y, por, otro tranquiliza a quienes financiarían la institución.

Los aportes para pagar los sueldos del staff, de los profesores, de los investigadores y el alquiler y mantenimiento del edificio deberían salir de una extensa lista de empresarios que se harían cargo de sumas relativamente reducidas para atender becas. De este modo, las autoridades de la casa podrían seleccionar a través de exámenes de ingreso a las mejores cabezas independientemente de sus respectivos patrimonios.

En la declaración de principios y la misión de esta institución de postgrado debería quedar absolutamente claro que el objetivo consiste en formar empresarios de alto nivel en el contexto de una adecuada comprensión del significado de los mercados libres y la sociedad abierta. Los cupos de admisión deberían ser reducidos para contar con grupos que puedan participar activamente en las clases. Por otra parte, la casa debería designar un Consejo Consultivo integrado con prestigiosos académicos de distintas partes del mundo, eventualmente presidido por un premio Nóbel como Vernon L. Smith o James M. Buchanan.

El que estas líneas escribe fue rector durante veintitrés años de una institución de posgrado en Argentina con características similares a las señaladas y sus cientos de egresados -a pesar de los sucesos que son del domino público en ese país- han contribuido a influir en distintos medios para una mejor comprensión de las ideas liberales que, a su tiempo, rendirán frutos en el primer plano de los acontecimientos. Todo siempre comienza en el nivel de las ideas.

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