diciembre 03, 2007

Venezuela le dijo ¿Por que no te callas, Hugo?

Foto provista por Fundación Atlas 1853

Venezuela le dijo ¿Por que no te callas? a Hugo Chávez.
Es un gran gran día para la libertad este 2 de diciembre. Parece inadmisible que se discuta si se debe vivir en un estado de libertad o bajo régimen opresivo, como lo dice José Benegas, en su magnífico blog. La libertad no debe discutirse, no es negociable en ninguna circunstancia.
En ocho años, Hugo Chávez a arrasado con todas las instituciones venezolanas. No existe en Venezuela un estado de derecho, sino el poder en estado puro. La libertad, las propiedades y los derechos inalienables no tienen ninguna seguridad bajo el poder de Chávez. Nadie en Venezuela puede tener resguardo sobre su vida, su fortuna y su libertad bajo el imperio de este tirano.
Su pretendido Socialismo Siglo XXI, es una involución; es llevar a la comunidad a un estado más primitivo. No es la construcción de una sociedad nueva y más perfecta, sino la destrucción de la actual. No para el bien de todos, sino para el bien de él y de su camarilla. La única excusa de este referéndum es la legitimación de su inmoralidad y de la usurpación del poder.
Ninguna nación de la tierra ha progresado bajo el imperio de una tiranía. Todas las invenciones que han traído bienestar y mejor calidad de vida para la gente, han provenido de las naciones donde sus habitantes han vivido en libertad, para trabajar, para estudiar, para investigar y donde han estado en resguardo todas sus propiedades producto de su trabajo. Es el hombre libre quien crea cosas buenas que aumentan la calidad de vida de la gente, no los políticos que sustraen inmoralmente la riqueza que no han producido y la distribuyen a su convenciencia.
Cuando el poder político sustrae riqueza bajo alguna coacción legal como un impuesto, no se diferencia de un vulgar ladrón. No hay diferencia alguna entre el arma que te apunta un asaltante, al arma que te apunta un policía del estado.
Los poderes pretendidos por Hugo Chávez son inaceptables. La ambición enfermiza de poder lo lleva a pretender dominar la vida y las mentes de sus gobernados y a extender la tiranía sobre otros pueblos de la tierra. Su pretensión de poder busca apoderarse de la riqueza producida por otros, y de usar esa riqueza para sobornar y extorsionar a otros países de la tierra.
La democracia actual en latinoamérica, tal como se la entiende aquí, se ha convertido en un sistema peligroso para la preservación de la liberatad. La democracia sin libertad no es posible. Democracia y libertad son complementarias. La democracia no tiene sentido si no hay libertad, y la libertad no existe bajo un regímen tiránico.
El sistema político actual en los países latinoamericanos, lleva consigo el gen de su propia destrucción. Con democracias como las de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia o Argentina, se está destruyendo la democracia. Estos sistemas se han convertidos en la tiranías, ya sea la tiranía de un gobernante o la tiranía de la mayoría que arrasa con los derechos de las minorías y desconoce aun los derechos más básicos e inalienables como la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad.
Los libertadores buscaron hace siglos liberarse de la tiranía de los reyes. No se puede volver a un régimen que Simón Bolivar y San Martín, combatieron y por lo que desparramaron tanta sangre para conseguir la independencia de la corona.
Es necesario volver a los principios. Las constituciones han sido creadas para limitar el poder de los funcionarios y no para aumentarlos. Para declarar bajo palabra que funciones pueden desempeñar y cuales no. Para hacerles recordar a los funcionarios cuales son los derechos de los habitantes que no puede desconocer. Los constituyentes de los pueblos de América, plasmaron en documentos constitucionales muchas salvaguardas para limitar el poder político, que pone siempre en peligro la libertad. Esos principios se han olvidado. Es peligroso aceptar el concepto de que el voto legitima todo. El voto es un intrumento para tomar decisiones específicas, pero no es para poner en riesgo nuestra vida, y nuestra libertad. Esto no se debe negociar nunca.
Omar Maldonado

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