Sentido Común: unos temas para meditar
Autor: Manuel F. Ayau
Los préstamos del gobierno para gastos –no así para obras duraderas- constituyen impuestos que pagarán las generaciones futuras. Como no están presentes, no pueden ni consentirlos ni oponerse. Es una medida chueca a la que recurren los gobiernos cuando son impotentes para convencer de pagar más impuestos a los ciudadanos adultos que están vivos. Entonces, los imponen a los que están por nacer o que aún son niños.
El colmo de lo absurdo es pretender fomentar la cultura y mantener impuestos de importación a los libros.
Los ingenuos (y los sacerdotes) creen que “el gobierno”, léase los gobernantes, funcionarios y burócratas, son personas abnegadas, cultas, sacrificados, generosos, y que sacrifican el interés propio al interés general. Para comprobarlo, ¡vaya Ud. a hacer algún trámite!
Lo que hace aceptable y efectiva una ley es su generalidad (es decir, la ausencia de dedicatoria), su respeto al principio de igualdad ante la ley. Las leyes que conceden ventajas o privilegios a unos pocos a expensas de todos los demás causan pobreza a todos con excepción de los beneficiados.
Las leyes con dedicatoria son una transferencia coercitiva y regresiva de riqueza de pobres a ricos. Los muchos pobres pagan la cuenta y los pocos beneficiados hacen fortuna.
El Mundo Occidental se ha alejado cada vez más del factor más importante de su propio desarrollo, desde cuando evolucionaron de la condición feudal de antaño a la época moderna, con el principio del respeto al derecho individual.
Siempre ha existido algún conflicto de corto plazo entre el interés general y el interés individual. Pero a lo largo del tiempo se ha demostrado que el respeto al derecho individual es de prioritario interés general.
Los gobernantes, como no pueden saberlo todo, necesariamente recurren a asesores con conocimientos especiales de los temas que desconocen. Como desconocen el tema, tampoco tienen criterio para evaluar su competencia. ¡Que dilema!
Los políticos europeos creen en la Democracia siempre que sea la democracia “políticamente correcta”. Someten las reformas a sus normas constitucionales a consulta popular, pero solo cuando creen que la gente va a votar “correctamente”. Y si votan “incorrectamente”, lo vuelven a someter a consulta popular cuantas veces sea necesario hasta que la gente vote “correctamente”. De lo contrario las cambios los adoptan “por estatuto” (Portugal).
La inseguridad y el cambio son la madre del progreso. Legislar inmovilidad o rigidez en el mercado laboral impide el progreso, causa pobreza y estancamiento, porque desaparece el principal incentivo para el buen desempeño, cual es, el riesgo de perder el empleo. Si la ley anula el incentivo seguiremos pobres. Si el desempeño brinda la seguridad, nos enriquecemos todos.
El afán de nacionalizar servicios públicos como el teléfono llegó a tal extremo, que antes de la privatización, la ley establecía: “GUATEL es la institución responsable de prestar todos los servicios de telecomunicaciones, tanto nacionales como internacionales. … se entiende por servicio de telecomunicaciones, el prestado a través de los sistemas siguientes: telefónico, telegráfico, telex, gentex, teleproceso, radiodifusión, televisión, facsímil y todos aquellos de la misma naturaleza que en el futuro se desarrollen”. ¡Que visión!
El “mercado” es vilipendiado por ideólogos zurdos que compran su comida en el mercado de alimentos, su ropa en el mercado de ropa, su vivienda en el mercado inmobiliario, su financiamiento en el mercado financiero. Si tanto les disgusta, ¿qué están haciendo allí?
La diferencia de incentivos para ser prudente en los gastos, entre funcionarios públicos o personas particulares es que, en el primer caso, el despilfarro y las pérdidas corren por cuenta ajena y, en el segundo, a sacrificio del patrimonio de quien toma las decisiones.
Manuel F. Ayau
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