por Carlos Alberto Montaner
El viejo dictum afirmaba que los niños venían al mundo con un pan debajo del brazo. Es al revés. Toda criatura que abre los ojos, en cualquier sociedad del planeta, recibe inmediatamente una dotación virtual. Lo espera, potencialmente, cierta cantidad de capital acumulado. ¿A cuánto asciende ese capital?
Naturalmente, depende del país. El Banco Mundial se ha atrevido a cuantificarlo. El trabajo lo ha hecho un equipo de buenos economistas. Han examinado ciento veinte países. Lo denominaron Where is the wealth of Nations? (Dónde está la riqueza de las naciones). Es una investigación que vale la pena leer.
De acuerdo con el estudio —y el planteamiento es muy persuasivo— la riqueza se compone de tres elementos clave: el capital natural (bosques, minerales, acuíferos, tierras fértiles etc.), el capital producido (fábricas, infraestructura industrial y urbana, servicios, máquinas, etc.) y el capital intangible (educación de las personas, calidad de las instituciones, Estado de Derecho, transparencia, estabilidad, creencias y actitudes, etc.). De esos tres factores, el decisivo es el capital intangible: equivale a las cuatro quintas partes del capital total. ¿Por qué? Porque es el que permite la conversión de la riqueza natural en riqueza creada. De nada vale un pozo de petróleo administrado por un grupo de gente incompetente en medio de una sociedad caótica.
Un país potencialmente rico, como Venezuela, con un enorme capital natural, alberga, sin embargo, a una sociedad pobre, porque su capital intangible es mínimo, y ése que tiene se reduce paulatinamente con cada estupidez que cometen sus gobernantes.
La nación que más capital per cápita ha acumulado en el planeta es Suiza: $648.241 dólares. La más pobre es Etiopía, con tan sólo $1.965. A Suiza le siguen Dinamarca ($575.138), Suecia ($513.424), Estados Unidos ($512.612) y Alemania ($496.447). Nueve de las diez naciones más miserables de la tierra son africanas.
La riqueza per cápita acumulada en América Latina es más notable en el cono sur: Argentina ($139.932), Uruguay ($118.463), Brasil ($86.922) y Chile ($77.726). (En Paraguay, sin embargo, se reduce a $35.600). Pero estos países —exceptuado Paraguay— aunque son los más ricos de América Latina, apenas alcanzan a la mitad de lo que vale España per cápita: $261.205.
La franja andina es más pobre: Venezuela $45.196 (tres veces menor que Argentina, dato que hace inexplicable que Chávez haya comprado cinco mil millones de dólares en bonos de deuda argentina para ayudar a su mal administrado vecino), Colombia ($44.660), Perú ($39.046), Ecuador ($33.745) y Bolivia apenas $18.141, el país más pobre de Sudamérica, cifra que pone en duda la afirmación de Evo Morales de que en una década (¿o dijo dos?) su país estaría como Suiza.
Tres países mesoamericanos tienen un nivel de riqueza mayor que la región andina, pero menor que el cono sur: México ($61.872), Costa Rica ($61.611) y Panamá ($57.663). Pero los otros tres países centroamericanos son considerablemente pobres: Guatemala ($30.480), Nicaragua ($13.214) y Honduras ($11.567). En el Caribe, la República Dominicana ($33.410), aunque es una nación con poco capital acumulado per cápita, cuadruplica la riqueza de Haití ($8.235), el país fallido de América Latina, relación que garantiza el constante flujo migratorio ilegal desde el rincón más desdichado de la Isla hacia el más boyante.
En general, cuando se compara el destino económico de los territorios colonizados por los ingleses —olvidándonos de Estados Unidos y Canadá—, con lo acaecido en los de tradición hispana, los resultados económicos británicos son algo mejores. Barbados, con $146.737 de capital acumulado per cápita, supera a la Argentina, la nación más desarrollada de Hispanoamérica, mientras casi todas las islas de cultura inglesa son más ricas que las Antillas de habla española independientes (Cuba y República Dominicana, dado que Puerto Rico está asociado a Estados Unidos). Aunque Cuba no aparece en el estudio, debido a la poca fiabilidad de sus datos estadísticos y el paranoico secretismo de su gobierno, se considera que su capital acumulado hoy debe ser menor que el de República Dominicana y Jamaica ($47.796).
Del estudio del Banco Mundial se derivan, además, algunas lecciones valiosas: el papel del ahorro, de la inversión en educación, la importancia de insertarse en los grandes circuitos comerciales y financieros, y la necesidad insoslayable de fortalecer las instituciones y los derechos de propiedad si queremos avanzar en la dirección del progreso. Nada de lo que dice puede sorprendernos, salvo la manera elegante y bien razonada con que documenta los argumentos y confirma las intuiciones de algunos gigantes como Adam Smith. En 1776 este brillante escocés, observador y moralista, escribió su memorable Indagación sobre la riqueza de las naciones. El Banco Mundial, finalmente, le ha puesto números.
Carlos Alberto Montaner es periodista cubano residenciado en Madrid.
Artículo de Firmas Press
www.firmaspress.com
Artículo de Firmas Press
www.firmaspress.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario