noviembre 17, 2007

Vientos de cambio en Europa Central


La victoria del partido Plataforma Cívica en las elecciones adelantadas de Polonia hace tres semanas podría marcar el principio del fin para el populismo en Europa Central. Los partidos que gobiernan en Polonia y Eslovaquia llegaron al poder prometiendo acabar con la corrupción, y la oposición húngara, la cual perdió las elecciones de este año por un margen muy pequeño, promete hacer lo mismo. El colapso del partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski muestra que además de más seguridad y sentencias más severas, la lucha contra la corrupción debe incluir la reducción del tamaño y la envergadura del Estado.
Hace dos años, cuando los partidos políticos tales como Ley y Justicia lograron avances a lo largo de Europa Central, muchos comentaristas vieron esto como un rechazo de los partidos liberales y a las reformas que estos habían implementado. Dichas explicaciones ignoraban el resentimiento que la gente en la región le guardaba a las elites políticas corruptas que permanecían en el poder.
La corrupción en Europa Central es abundante. De acuerdo al Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, el cual mide la corrupción en una escala de 0 (más corrupción) al 10 (menos corrupción), Polonia cayó de 4,6 en 1998 a 3,4 en 2005. La República Checa cayó de 4,8 a 4,3, Hungría permaneció en el 5 y Eslovaquia aumentó de 3,9 a 4,3. Aunque los cuatro países mejoraron un poco en sus puntajes de percepción de corrupción para el 2006, estaban muy lejos del promedio de 7,2 de las naciones de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo.
La corrupción en Europa Central persiste principalmente por dos razones. Primero, a pesar de mucha liberalización económica a lo largo de los últimos 17 años, los gobiernos continúan gastando, en promedio, más del 40 por ciento del PIB regional. Sin embargo, a diferencia de Europa Occidental, donde el gasto público también es alto, el escrutinio parlamentario, la independencia judicial y la fortaleza de la sociedad civil en Europa Central siguen siendo relativamente subdesarrollados. Los programas de licitación pública carecen de transparencia y muchas veces son utilizados por funcionarios corruptos como vehículos para amasar fortunas personales.
Segundo, el ambiente de negocios en Europa Central sigue estando excesivamente regulado. El reporte Haciendo Negocios del Banco Mundial, por ejemplo, descubrió que en Eslovaquia, la República Checa, Hungría y Polonia se regula más duramente los negocios que en la mayoría de las economías desarrolladas, incluyendo la mayor parte de los países de la Unión Europea. Los ejércitos burocráticos en Europa Central tienen muchas oportunidades para extraer “mordidas” de las empresas privadas.
Los populistas en la región, incluyendo al partido Ley y Justicia en Polonia y el Smer de Eslovaquia, percibieron el descontento popular con el gasto opulento de las elites gobernantes y su riqueza mal concebida, y ganaron. Pero la corrupción en Europa Central es sistémica—no puede ser erradicada con mejores controles de licitación pública, como se trata de hacer actualmente. En cambio, la corrupción tiene que ser atacada reduciendo el tamaño y la envergadura del Estado y con ello las oportunidades para el auto-enriquecimiento de las elites políticas.
Como Oleh Havrylyshyn, ex viceministro de Finanzas de Ucrania, demuestra en su libro, Caminos divergentes en la transformación post-comunista: ¿Capitalismo para todos o capitalismo para algunos pocos?, los países que implementaron reformas económicas más radicales luego del colapso del comunismo experimentaron menos corrupción que aquellos países que optaron por reformas más graduales. La transición del comunismo al capitalismo fue mancillada por la corrupción, no debido a una liberalización excesiva, sino debido a que hubo muy poca. Tal vez esto explica por qué Estonia, país que es el más libre de todos los países ex comunistas, también tiene el puntaje más alto en el índice de percepción de corrupción.
A manera de contraste, los partidos que gobiernan en Polonia y Eslovaquia pospusieron más reformas económicas, de esta manera asegurando que la corrupción en la región continúe.
Una victoria liberal en Polonia podría señalar el principio del fin del populismo en Europa Central y, esperemos, un retorno a la agenda de reformas dentro de la región. Una vez en el poder, el partido Plataforma Cívica debería lidiar con la fuente de la corrupción en Polonia—un Estado demasiado grande. Lo mismo deberían hacer los reformistas potenciales en la región.
Autor: Marian Tupy

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.

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