"I do solemnly swear (or affirm) that I will faithfully execute the Office of President of the United States, and will to the best of my Ability, preserve, protect and defend the Constitution of the United States."
Estas serán las palabras que deberá pronunciar Barak Hussein Obama, hoy cuando sean las 12:00 en punto en el Distrito Federal de Columbia, sede de la Capital de los Estados Unidos de América. Esta breve frase es el requisito obligatorio que la Constitución de esa nación dispone para ser puesto en las funciones ejecutivas que le corresponden como Presidente, y ese juramento debe ser tomado por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia ante la presencia de los miembros de ambas cámaras del Congreso.
Toda asunción de un presidente aumenta las expectativas de la gente en cualquier país del mundo, especial cuando la persona elegida para el cargo tiene algún carisma especial que lo hace distinguir de cualquier otra persona. Esa es la característica que tantas expectativas ha producido Barak Obama: provenir de una clase social que hasta no hace muchos años quien pertenecía a ella parecía ser alguien que no tendría ninguna posibilidad de progresar en su vida. Fuera de los Estados Unidos, las expectativas son más grandes y van a desear incluso convertir a los Estados Unidos en una nación tercermundista. Nadie lo dice expresamente, pero se deduce que desean eso. En el fondo de esos deseos, quieren la destrucción de país.
Sin embargo los Estados Unidos de América han sido una sociedad que ha evolucionado constantemente. No han ido de fracaso en fracaso o han vivido décadas o siglos incluso sin progresar un ápice. El mundo debe aprender de ellos. Los Estados Unidos son una celebración de la vida, un ejemplo de la superación personal, y un ejemplo de civilización. Casi todo lo que hoy en día se ha inventado en el mundo, casi todo lo que los individuos usan para mejorar sus vidas, ha sido inventado en los Estados Unidos. La libertad humana es lo que ha permitido ese formidable desarrollo.
Los Estados Unidos comenzaron con los inmigrantes que huían de la miseria, del abuso del poder de los reyes y sobre todo de gente que huía por persecuciones religiosas y del abuso de poder ejercido por los miembros del clero. No obstante que padecieron dichos males después en su mismo territorio, no renunciaron a la búsqueda de libertad que los primeros colonos buscaban ansiosamente desde un principio. Vencieron la inquisición en su propia tierra, y vencieron el poder absoluto de la corona británica. Se organizaron primero como Confederación apenas un año después de conseguir la independencia de Gran Bretaña y doce años más tarde emprendieron esa gran empresa que es hoy en la actualidad Los Estados Unidos de América, cuando el 17 de septiembre de 1787 la Convención Constituyente que por mandato del Segundo Congreso Continental sancionaba un documento que le daba nacimiento a un nuevo estado: “The Constitution of the United States of America”.
Vencieron poco a poco la miseria en que vivía casi toda la población. Extendieron la ley a lo largo de los territorios inhóspitos y crearon todas las condiciones necesarias para que el progreso se instale en esa tierra y produzca un constante mejoramiento de las condiciones de la vida humana.
Los Estados Unidos son una nación exitosa, no hay duda. Han sabido construir un imperio en base al progreso, al avance tecnológico, y a la extensión de la ley y la libertad, en vez de hacerlo como lo hicieron otros imperios antes en la historia: por la dominación y el uso de la fuerza armada.
El mundo ha abierto muchas expectativas respecto de Barak Obama, muchas más incluso que las que tiene dentro de los Estados Unidos. El mundo quiere que los Estados Unidos renuncien a sus valores que lo han hecho grande como Estado y como Nación y adopte cualquier otro que se parezca más a la de cualquier otro lugar. El imperialismo de que se queja la gente de otros países no es, porque ese país sea un estado invasivo o usurpador, sino que el éxito de esa comunidad que es la de los Estados Unidos dejan como evidencia el fracaso de otros modelos de organización de estados.
En una ocasión tuve una conversación con un hombre que no conocía, en un lugar público y se quejaba de que las computadoras, y los autos eran instrumentos de dominación del “imperialismo yanqui”. Le pregunté porque usaba computadoras y se transportaba en autos, si creía que eran instrumentos de dominación y no obtuve una respuesta satisfactoria sino un insulto. Y así es siempre cada vez que alguien acusa a los estadounidenses de imperialistas.
Horas antes de que Obama sea juramentado como presidente, escuché muchas opiniones de personas que no son habitantes de los Estados Unidos, sino de países latinoamericanos, y pude observar que mucha gente desea para ese país un presidente populista, que le guste transgredir las leyes, que sea un hombre marginal para quien la ley no le interesa, que sea como en Argentina se dice: “nacional y popular”, alguien que ve la forma de sobrevivir en la vida arrebatándole a otro sus pertenencias. Veo una fantasía de la gente que desea que Barak Obama sea un marginal como Hugo Chávez o Evo Morales. Pero no creo que eso sea factible, primero porque Obama pese a ser negro (afroamericano como les llaman ahora), no ha sido una persona que ha vivido al margen de la ley durante su vida. Ha sido una persona esmerada, que ha sido educado por una buena familia, que ha tenido educación universitaria y que ha demostrado haber sido una persona exitosa en su vida. No son los méritos que muestran Hugo Chávez ni Evo Morales, que han llegado a presidente por acciones siempre reñidas con la ley, y en otras claramente fuera de la ley.
No son los ciudadanos de los Estados Unidos como los ciudadanos de otros países, especialmente los latinoamericanos, carentes de valores cívicos. Los estadounidenses son expertos en el manejo de los asuntos públicos, han nacido como pueblo de esa forma, han ejercido la democracia y el debate desde que los primeros colonos venían sobre el Mayflower, no han copiado nada, lo han desarrollado todo ellos solos. Han demostrado al mundo más de una vez, que en asuntos públicos no hay ningún país de la tierra que tenga la madurez que ellos tienen.
El populismo no tiene lugar en los Estados Unidos. El populismo es un rasgo de inmadurez cívica que muchas veces se torna en “no civilización”. Esas etapas de inmadurez han quedo atrás, han sido superadas. Y los Estados Unidos pondrán como siempre lo han hecho atención en resolver sus problemas. A ellos nunca les ha interesado mucho el mundo, no hay nada interesante que ver fuera de sus fronteras. Además Estados Unidos ni antes ni ahora han necesitado de la aprobación del mundo para hacer lo que se han propuesto como meta. Lo han hecho solos, por si mismos; no han pedido ayuda, ni aprobación de nadie, porque no la necesitan. Y el cambio de presidente en los Estados Unidos, será un insignificante cambio de nombre en la firma de los documentos públicos. La política no la determina el presidente. En Estados Unidos el presidente no es el mandamás como hay en otros países. El rumbo de la política la determina la misma población de ese país. La constitución y sus instituciones son los medios para determinarlo.
1 comentario:
Excelente blog. Me sumo a sus seguidores.
Saludos!
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