julio 31, 2007

Cómo funciona el sistema de pensiones en Chile

Por Roark

La seguridad social está en crisis en todo el mundo, sus altos costos se han convertido en una pesada carga financiera para los contribuyentes. Todos los sistemas están en crisis en el mundo consecuencias del envejecimiento de la población. Algunos países hicieron reformas tempranas como Chile y Argentina. En el primer caso el resultado de las reformas del sistema de pensiones ha sido muy exitoso, han producido una creciente acumulación de ahorro que le han permitido a Chile tener un sostenido crecimiento económico por más de 20 años y han reducido la dependencia de ese país del capital extranjero. En el caso de Argentina el sistema está en problemas por el alto gasto público y el alto endeudamiento; la clase política argentina ha saqueado los ahorros de millones de argentinos para su vejez entre la corrupción y el clientelismo político.
En el video que vemos debajo, José Piñera explica cómo funciona el sistema de Seguridad Social establecido hace 27 años, con un éxito sorprendente y cómo podría funcionar en los Estados Unidos de América o en cualquier país del mundo.

Parte 1



Parte 2



Parte 3



Los video son en total 7 como indican el autor, veremos sólo 3 porque los otros han sido retirados de internet por el autor.
Estos vídeos son de propiedad : Propiedad para Todos

Raúl Castro ante un desafío

Por Roark


Raúl Castro ha dicho “la revolución será eterna”. A un año del traspaso de mando de Fidel Castro a su hermano Raúl, las cosas no han cambiado nada en Cuba, pero Raúl se encuentra en una encrucijada, debe hacer reformas estructurales y a la vez no enfadar a su hermano. Raúl Castro ha reconocido la necesidad de hacer cambios estructurales y de conceptos. La vida es dura en Cuba, el salario no alcanza según lo dicho por una encuestada y publicada hoy en La Nación. Hay también otro dilema para el gobierno cubano, las reformas tan necesarias para el sistema acarrean un sinnúmero de consecuencias indeseables como incrementos en los precios y consecuentemente un aumento de la pobreza, también estas reformas ponen en peligro la estabilidad del régimen.


Las estadísticas macroeconómicas de la economía cubana dan resultados negativos: ha caído el ingreso de divisas por una disminución del turismo, y también hay una disminución en las cosechas de caña de azúcar, la principal fuente de ingresos de Cuba, que no alcanza a cumplir los mínimos estándares. El régimen languidece y necesita reformas urgentes, subsiste gracias al apoyo que recibe de Venezuela quien le vende el petróleo a precios preferenciales, pues si debiera pagar las compras de petróleo a los precios del mercado la economía colapsaría. El régimen se sostiene gracias al apoyo de Hugo Chávez actualmente, pero en realidad la economía cubana siempre a subsistido por el apoyo exterior, antes de Venezuela recibió el apoyo de la Unión Soviética.
El principal escollo para las reformas que Cuba necesita es la inestabilidad de Raúl Castro en el poder. Fidel Castro a un año de su retiro temporal no se ha recuperado lo suficiente para tomar el poder otra vez, y Raúl tendrá que hacer frente a la disyuntiva de un sistema a punto de colapsar y la incapacidad de hacer una reforma que no podrá llevarse a cabo sin la desaparición de Fidel Castro de la escena política. A un año del traspaso del mando, hay una creciente decepción en sectores de la comunidad que esperaban reformas profundas al régimen, sin embargo las reformas no han llegado debido a la inestabilidad política de la isla.

julio 30, 2007

¿Rumbo al próximo default?



Por Roberto Cachanosky



A pesar de que el Gobierno alardea de haber solucionado el default de la deuda pública decretado luego de diciembre de 2001 y de haber cancelado todos los pagos pendientes con el FMI, el festival de bonos emitidos para mantener alto el tipo de cambio es señal de un nuevo conflicto en el horizonte.

La denuncia del presidente Néstor Kirchner de que hay fondos de inversión que pretenden que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) sea mayor para ganar más dinero suena tan traída de los pelos que sólo él y sus seguidores la creen. Claro, la idea fue, como siempre, recurrir al viejo mecanismo de buscar enemigos externos para explicar nuestros males. Sin embargo, es una fórmula tan gastada que ya nadie la cree. ¿Cuánto hará que doña Cristina no pasa por un supermercado para contarle a su marido cuánto aumentaron las cosas? ¿Cuánto hará que don Néstor no le paga una cena afuera a doña Cristina para poder advertir lo que cuesta una comida en un restaurante? ¿O será que los sufridos contribuyentes financiamos los gastos de representación y cuando el matrimonio Kirchner compra algo ni miran lo que les cobran? Ya antes de que el INDEC fuera intervenido, la gente desconfiaba del IPC. Ahora, porque Kirchner denuncie a fondos de inversión como conspiradores contra el “INDEK”, tampoco le tendrá más confianza. En todo caso, más de algún sufrido habitante habrá podido confirmar, gracias a la denuncia presidencial, que los precios están realmente descontrolados. La denuncia de Kirchner dejó en evidencia tres cosas: a) que efectivamente se está defaulteando parte de la deuda, b) que el Gobierno armó una fenomenal especulación financiera y c) que el famoso desendeudamiento tiene la característica de hacer crecer la deuda. Cuando Kirchner pretendió desviar la atención sobre el manoseo al que están sometidos el INDEC y el IPC, lo que hizo fue confirmar esa manipulación, porque nadie va a creer que los empleados del INDEC han estado trabajando para el oro extranjero (para recurrir a las típicas frases vacías de los 70 a las cuales es tan adicto este gobierno) formulando denuncias y haciendo paros. Tampoco la señora que va al supermercado se va a tragar sin más que los precios están estables y que sólo en la imaginación de los especuladores de Wall Street la inflación es mayor al 0,4% mensual que calcula el “INDEK”. En definitiva, mientras se defaultea parte de la deuda pública distorsionando el IPC y se engaña a la población con números irreales, se tiran fuegos artificiales sobre conspiraciones internacionales para tratar de desviar la atención de la gente. Detrás del discurso populista de Kirchner, se observa la fenomenal especulación financiera a la que indujo la actual política económica. Es que con un tipo de cambio que prácticamente no tuvo variaciones durante los últimos 12 meses, los bonos ajustables por CER –aun con el IPC toqueteado– generaron una fenomenal rentabilidad en dólares. Así, la política económica del Gobierno no se ha diferenciado demasiado a la de la “patria financiera” del Proceso o a la del fracasado Plan Primavera de Raúl Alfonsín. Todo se limitó a mantener quieto el tipo de cambio y ofrecer rendimientos altísimos en pesos. Esto llevó a que, de la mano de un gobierno progresista, ingresaran dólares, se vendieran por pesos y con esos pesos se compraran bonos ajustables por CER. El rendimiento en dólares fue tan alto, que la excusa de las hipotecas en EE.UU. sirvió para que se realizaran ganancias. Esto significó vender los bonos y volver a comprar los dólares. El simple dato de que los bonos bajaron y el dólar subió es lo suficientemente categórico como para darse cuenta del arbitraje que se produjo en el mercado gracias a la política progresista y de tipo de cambio competitivo. Para esta política económica tan particular, la fuga de capitales de la semana pasada –que quedó evidenciada en la fuerte suba del call money– fue un alivio, dado que no obligó al Banco Central (BCRA) a emitir para comprar dólares. Una fuga de capitales significaría una mala noticia para cualquier país normal, mientras que para el gobierno argentino… ¡es una buena noticia! Tal lo contradictorio de la política económica actual: el ingreso de capitales es una mala noticia, pero la fuga de capitales sirve para descorchar champaña porque resuelve el problema de sostener el tipo de cambio competitivo. Y ahora pasemos al tercer punto, es decir, el famoso desendeudamiento: la afamada lucha contra la deuda y el horror del endeudamiento de los 90. Cuando Adolfo Rodríguez Saá declaró el default, el stock de deuda pública llegaba a los U$S 144.000 millones. Según la mayoría de los políticos, esa deuda era impagable y había que repudiarla. El mismo Kirchner llegó a decirle a los tenedores de bonos que tenían que aceptar que se habían equivocado al comprar bonos de un país tan endeudado como la Argentina. Bien, luego de haber defaulteado la deuda, de haber hecho una quita del 75% del capital a los tenedores de bonos y de haber pagado todo lo adeudado al Fondo Monetario Internacional (FMI), la política de desendeudamiento del Gobierno ha llevado la deuda a U$S 136.7000 millones al 31 de diciembre de 2006, sin incluir los U$S 25.000 millones que tienen los holdout ni el festival de bonos que hizo el BCRA para “controlar” la orgía de emisión monetaria. Si se sumaran estos dos conceptos, y luego de haber cometido todo tipo de aberraciones jurídicas y económicas, hoy estaríamos peor que en diciembre de 2001. Por otra parte, deber solamente U$S 8.300 millones menos que en diciembre de 2001, cuando se declaró el default, luego de la quita y el pago al FMI, no luce consistente con el tan declamado desendeudamiento. ¿Mejoró tanto la composición de la deuda a pesar de haber crecido? El 53% del stock está en moneda extranjera, básicamente dólares y euros, y el 41,4% en pesos ajustables por CER. Es decir, el 94% de la deuda tiene ajustes que pueden transformarse en impagables, como de hecho está ocurriendo. Por eso, no sería exagerado pensar que vamos rumbo a otro default. Un último dato a tener en cuenta sobre la posibilidad de otro default. Entre el 31 de diciembre de 2005 y el 31 de diciembre de 2006, la deuda pública creció en U$S 7.500 millones. Si el Gobierno tiene superávit fiscal, ¿por qué subió la deuda? Si le ingresa más de lo que gasta, no tiene necesidad de endeudarse. Sin embargo, es obvio que los ajustes de capital son tan grandes que llevan a un aumento del stock de deuda y también es claro que el superávit fiscal es insuficiente para hacer frente a la totalidad de los vencimientos de intereses anuales. ¿Hay, entonces, tanta diferencia en materia de deuda pública con lo que se hacía en los denostados 90? En síntesis, el Gobierno niega la inflación y denuncia a los fondos de inversión de conspirar para que el IPC sea más alto, pero de su política económica ha surgido una nueva timba financiera que preanuncia otro problema de envergadura con la deuda pública.
Fuente: Economía Para Todos (http://www.economiaparatodos.com.ar/)

julio 29, 2007

La frivolidad de Cristina Fernández de Kirchner asombra al 'todo Madrid'

Fuente: Hispanidad

Un empresario presente en uno de sus actos públicos la califica como “vedette populista”. La primera dama argentina confunde British Telecom con O2. Asegura que la economía argentina marcha bien y que los empresarios pueden invertir sin miedo. Se reúne con el presidente de la CEOE, propietario de Marsans, en vísperas de la Junta de accionistas de Aerolíneas Argentinas
El matrimonio Kirchner-Fernández es lo que los argentinos llaman: “Armémonos y vayan”, es decir, aquellos guerrilleros marxistas que, durante los años setenta del pasado siglo, llamaban a las armas pero que luego veían la revolución desde la grada: nos armábamos todos “nosotros”, pero eran “ellos” los que iban a matar y a morir. También eran conocidos como “los hinchas”, porque aplaudían a los terroristas pero sin mojarse más que “ideológicamente”.
Y esa frivolidad entre teoría y práctica no parece haber desaparecido. Políticos y, sobre todo, empresarios españoles, se han visto no muy gratamente sorprendidos por la actitud de la presidenciable primera dama, senadora Cristina Fernández de Kirchner. Como afirmaba un ejecutivo español presente en los dos actos económicos de la esposa del presidente argentino, estamos ante una “vedette populista” y los empresarios con los que ha contactado Hispanidad repiten, casi unánimes, el mismo adjetivo: “Frívola”.Una frivolidad que se deja ver en los siguientes puntos:
1. Confunde doña Cristina el superávit fiscal o el acuerdo con el FMI sobre refinanciación de la deuda con una economía saneada. Lo cierto es que Argentina crece por encima del 7% pero con una inflación del 12%, más otra inflación oculta muy propia de los populismos. Por poner un ejemplo, un hogar de familia numerosa, 13 personas, puede pagar en Buenos Aires poco más de 20 euros de luz al mes, precisamente en una capital donde el suministro eléctrico es clave para muchos usos domésticos.
Lo mismo pasa con el agua, el gas o cualquier otro servicio básico. Ahora bien, esos precios, artificialmente bajos, ha provocado la desconfianza por parte de las empresas que los prestan, que no pueden actualizar las tarifas, además de algo más grave: la calidad de esos servicios básicos es simplemente desastrosa, porque las empresas no invierten ni en mantenimiento ni en mejoras.
2. El conocimiento del mundo empresarial de la presidenciable argentina es lamentable, Por ejemplo, el pasado martes aludió a los empresarios españoles que habían comprado British Telecom. La verdad es que, como todo el mundo sabe, menos la aspirante a la Casa Rosada, Telefónica ha comprado O2, no la British.
3. Al tiempo que anima a la inversión en la Argentina, Cristina Fernández omite toda alusión a la inseguridad jurídica –lo que más preocupa a las empresas- y a la corrupción judicial, que los Kirchner no han hecho más que aumentar, con nombramientos de elementos peligrosos en el Ministerio de Justicia y en la Corte Suprema. Ni una palabra sobre el cerco oficial a las empresas españolas presentes en el país.
4. Asimismo, omitió cualquier alusión a la inseguridad ciudadana, que durante el periodo Kirchner se ha multiplicado ni a la corrupción, o el desánimo, policial.
5. Otrosí: Sin inmutarse, Cristina Fernández afirma que se han refrendado los derechos y libertades individuales, y en concreto la libertad de prensa, cuando lo cierto es que nunca, ni con De la Rúa, ni Con Menem, ni con Alfonsín, se había dado tamaño control de los medios informativos por parte del Gobierno. En la Argentina de hoy, con alguna excepción heroica, no se puede hablar de prensa libre… gracias al matrimonio Kirchner.
6.Con la censura de cualquier pregunta incómoda, y con la cerrazón informativa que ha decretado la patronal CEOE, nadie ha podido preguntar a Cristian Fernández acerca de la fuga de capitales en la Argentina, práctica habitual en el país, y de la que el propio matrimonio Kirchner, durante sus época de gobernador en el sureño santa Cruz.
7. Con entusiasta… frivolidad, Cristina Fernández tampoco dio respuesta al apoyo que la Casa Rosada presta al populismo de Hugo Chávez. Habla de las “brumas kirchnersianas ya desaparecidas” del horizonte. Y se queda tan ancha.
8. La última muestra de frivolidad de doña Cristina de Kirchner, consiste en defender siempre su posición contraria al aborto, cuando su esposo y su partido han hecho todo lo posible para introducir el aborto en la Argentina por la puerta de atrás.
Este último punto importa poco a los empresarios, pero, en cualquier caso, la estela de frivolidad de esta “vedette populista” ha dejado huella en España. Y eso que todavía no es presidenta.
Por cierto, la patronal española CEOE, realizó un cerrojo informativo sobre la señora Fernández y su presencia en la se d de la patronal, donde fue recibida por su máximo responsable, Gerardo Díaz Ferrán, propietario de Marsans, imputado por delito fiscal, malversación de fondos públicos y falsedad documental en el caso Aerolíneas Argentinas (ARSA). Y es que en CEOE temían cualquier pregunta indiscreta sobre ARSA, en vísperas de la Junta de accionistas de la aerolínea en Buenos Aires, ahora que el Gobierno Kirchner debe decidir si mantiene la impugnación de las cuentas de ARSA.
Pues nada, todo sonrisas entre la senadora y Díaz Ferrán, cuando en su país se publican noticias como ésta, o como ésta. Todo por el pueblo.Y para quien desee saber cómo se interpreta en la Argentina el viaje de doña Cristina ahí tienen otra muestra, publicada en http://www.americanoticias.com/, una crónica que nos lleva, una vez más, al triste concepto de frivolidad. Eso sí, frivolidad populista.
Lo dicho, la reina de la frivolidad pasó por Madrid.

Después de Chávez


por Gustavo Coronel
Es preciso pensar en lo que le espera al país después de la salida de Hugo Chávez. La herencia que este hombre irresponsable e ignorante le dejará al país será trágica, no solo en términos de ruina material sino de ruina espiritual y moral.
Asumamos que Chávez sale en el año 2009 o 2010, debido a la presión popular y al desastre financiero y social que existe ya en el país y que seguirá acentuándose. ¿A qué se enfrentarán quienes deban encargarse, en ese momento, de la administración pública y de guiar a la sociedad venezolana? En primer lugar, se enfrentarán a un Estado colapsado, sin instituciones operativas o autónomas. Se encontrrán con un Estado que había estado manejado durante una década por una pandilla corrupta y genuflexa, con ministerios atestados de burócratas incompetentes y vividores.
Los poderes públicos estarán paralizados, con una Asamblea Nacional inactiva, un Tribunal Supremo y un sistema judicial podridos hasta el tuétano, un Consejo Nacional Electoral con registros electorales contaminados y equipos físicos y humanos controlados por una mafia gobiernera. Se encontrarán con un llamado Poder Moral liderado durante años por los tres mosqueteros de la desverguenza.
La labor de limpieza, de fumigación a fondo que tendrá que llevarse a cabo será monumental y será necesario apelar a la buena voluntad y cooperación de todos los venezolanos honestos para arrancar de raíz la podredumbre que se ha apoderado de todas las instituciones del Estado. Será una labor titánica, llena de peligros y de riesgos de desviaciones y fracasos.
En segundo lugar, encontrarán un país en caos financiero. Bajo Chávez el gobierno ha manejado el erario público de una manera desorganizada, sin transparencia o rendición de cuentas, manteniendo hasta tres presupuestos paralelos controlados por un pequeño grupo cómplice del dictador. A pesar del cuantioso ingreso petroleo la deuda pública venezolana se ha triplicado. Nadie sabe cuanto se gasta y en qué. Las promesas y decisiones más insensatas del dictador eran acatadas sin chistar por los burócratas del sector financiero.
La corrupción en el manejo de los papeles financieros del Estado había sido monumental. El sistema bancario nacional estaba mayoritariamente en manos de banqueros inescrupulosos, cómplices de la dictadura en el gigantesco saqueo de los ingresos petroleros. La labor de auditoría, de revisión y de limpieza del sistema financiero venezolano va a ser igualmente titánica y tendrán que salir a la luz pública los crímenes inmensos cometidos por los chavistas y los oportunistas en perjuicio de la nación.
En tercer lugar, encontrarán una infraestructura en ruinas. Con muy pocas excepciones la infraestructura física que dejará Chávez será la misma que encontró a su llegada pero mucho más deteriorada. Solo Chávez podía tener el descaro de dejar caer un puente por negligencia y, luego, celebrar su reemplazo después de largos meses como una hazaña digna de admiración y de agradecimiento por los venezolanos.
Una infeliz ministra llamada Yubirí diría, el día de esa “magna” inauguración, que “no había límites a lo que los revolucionarios estaban en capacidad de hacer” (y tenía razón, ¡ellos eran capaces de cualquier desastre!). En el siglo XXI Venezuela aún posee una infraestructura que no se ha renovado en años. Quienes asuman el poder tendrán que dedicar grandes esfuerzos a construir carreteras, cloacas, hospitales, viviendas y escuelas.
En cuarto lugar, tendrán que enfrentar a unas empresas y organizaciones del Estado prostituidas e inoperantes, esencialmente el Ejército y Petróleos de Venezuela. El Ejército se encontrará muy reblandecido por la corrupción y la cobardía de muchos oficiales y la pasividad y resignación de las tropas. Petróleos de Venezuela tendrá el doble de empleados que tenía antes de la huelga de 2002 pero esos empleados serán mediocres e ineficientes.
No será posible mejorar estas dos instituciones de la noche a la mañana porque no se trata de cambiar directivas o estados mayores sino de cambiar las células mismas de monstruos inservibles. Probablemente será necesario crear organizaciones nuevas desde los cimientos o nuevas maneras de llevar a cabo la actividad descartando totalmente estos carapachos. Quizás sea deseable eliminar el ejército y abrir la actividad petrolera completamente al sector privado.
En quinto lugar, hallarán un sistema de seguridad y bienestar social perverso, demagógico, el cual ha promovido la naturaleza parasitaria de miles o millones de compatriotas. Las Misiones son limosnas y ni siquiera disfrazadas. No representan la solución estructural y dignificante que se le debe dar a nuestro pueblo.
Obligar a los venezolanos a hacer humillantes colas para tirarles una bolsa de comida o una bequita es una manera cruel de hacerlos vender sus convicciones y sus principios por un mendrugo. Esto tendrá que ser reemplazado por programas bien pensados, planificados, que enseñen a los venezolanos a valerse por si mismos y a liberarse para siempre de los caudillos providenciales.
Más allá de estos inmensos retos que ya son, de por sí, punto menos que imposibles de enfrentar con éxito en el corto plazo, existen dos indispensables tareas que le esperan a quienes tomen las riendas del país. Una es la de crear en millones de venezolanos una nueva actitud ante su papel en la sociedad.
De los 26 millones de habitantes que tiene nuestro país tenemos, quizás, unos 10 millones de ciudadanos y un gentío que suma otros 16 millones. Chávez pasó diez años haciéndole la vida imposible a los diez millones de ciudadanos y consolidando su poder político entre los otros 16 millones a cambio de promesas, limosnas e intimidación.
La labor de formación ciudadana que hay que hacer en Venezuela después de la degradante influencia de Chávez es probablemente la más dificil tarea que enfrentará la Venezuela que sobrevivirá a la dictadura. Si esto no se resuelve el país nunca saldrá adelante, nunca.
La mitad de los venezolanos no se puede echar al hombro a la otra mitad. La mitad de los venezolanos no puede odiar a la otra mitad. De Hugo Chávez estaremos heredando una sociedad inviable que tendremos que hacer viable.
Y faltaría todavía plantearse la última tarea. ¿Qué hacer con los criminales, los ladrones, corruptos y traidores que han manejado nuestro país por diez años? Actualmente se habla mucho de la necesidad de reconciliación y es indudable que tal reconciliación es necesaria. Pero debemos estar claros.
Si bien es cierto que la mitad de los venezolanos debe aprender a confiar en, y compartir el país con la otra mitad, es no menos cierto que no debe haber reconciliación, ni olvido ni perdón para la pandilla que ha arruinado y prostituido al país. Por casi 74 años he vivido en estrecha obediencia de códigos morales y éticos por lo cual he tenido que pagar, con gusto, un alto precio en términos de comodidad, prosperidad material y beneficios personales.
Por lo tanto no puedo aceptar que quienes han violado los principios éticos más elementales, quienes han robado el dinero de todos los venezolanos, quienes han atropellado nuestros derechos humanos, quienes hayan entregado buena parte de nuestros recursos a déspotas extranjeros, vayan a ser objeto de una amnistía general y puedan ir a disfrutar en Cuba, en Portugal, en Disneyworld, en la Costa Azul, de sus dineros mal habidos, dejando de pagar por los desastres que cometieron contra los venezolanos. La corrupción y el atraso que nos acogotan hoy son hijos de la impunidad, de la indiferencia que hemos mostrado los venezolanos en condenar y castigar a los criminales de todas las épocas.
Lo que le espera al país después de Chávez es la continuación de un viacrucis que comenzó hace diez años. Chávez no ha sido solo un mal presidente más sino una tragedia de proporciones gigantescas, peor que el deslave de Vargas en 1999. Si no lo sacamos de cuajo de la escena política y social, su horroroso ejemplo se reproducirá bajo otros nombres y el país irá al foso donde se encuentran los países más atrasados y miserables del planeta.

Continuidad conyugal o permanencia de las reglas


Por Antonio Margariti


El respeto y profundización del modelo que postula Cristina Fernández de Kirchner no implica una defensa del marco institucional, sino de una determinada política económica que favorece a unos pocos elegidos a dedo.
En un acto reservado estrictamente para funcionarios que gozan con fruición del poder y las remuneraciones del Estado, la precandidata presidencial por el partido gobernante hizo tres curiosas afirmaciones que parecen relacionarse con su reciente profesión de fe hegeliana. Desde su atril, Cristina Fernández de Kirchner:1º. Dijo que iba a institucionalizar un curioso proyecto económico, designado ahora como “modelo de acumulación y de inclusión social”.2º. Señaló que la elección presidencial no puede ser más una ruleta rusa, para lo cual se inaugurará un nuevo estilo definido como “la profundización del cambio”, que consiste en no cambiar a quienes ejercen el poder para asegurar la continuidad del cambio.3º. Finalmente, invocó la historia reciente para afirmar que la experiencia trágica de la Argentina indica que “la vida se arregla o desarregla desde la economía”. La influencia de Hegel Estos tres enfoques llaman la atención porque parecen seguir las líneas directrices de la dialéctica hegeliana que, en resumidas cuentas, postula la ley de la unidad de los opuestos (por la que se llega a creer que las cosas contrarias, en realidad, son idénticas), la ley de transformación de la cantidad en calidad (por la cual se presume que los procesos evolutivos nos conducirán ciegamente a un cambio de estructuras) y la ley de negación de la negación (por la que se piensa que cualquier afirmación generará su propia antítesis y, luego, se llegará misteriosamente a una etapa superadora que las incluirá a ambas). Cuando alguien, desde el sentido común, quiere comprender la interacción de estas tres leyes dialécticas, queda perplejo y confundido. Lo mismo sucedía con quienes asistían a las conferencias magistrales de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, en las universidades de Jena, Heidelberg y Berlín. Sus clases rebosaban de público, desde estudiantes hasta artesanos y magistrados, que acudían a escuchar monólogos susurrantes y se dejaban encandilar con una verborrea que hacía gala de explicarlo todo de forma absoluta y que parecía conducirles al paraíso del conocimiento, aun cuando fuese incomprensible. Hegel era un asiduo bebedor de cerveza y envolvía los discursos y sus obras con un vaho tan espeso que parecían delirios de borracho, con inconmensurables cascadas de conceptos a los que después de expresados había que buscarles sentido. El fervor de la novedad y el impulso al idealismo forjaron una fructífera escuela que se dividió en dos bandos –la derecha y la izquierda hegeliana– con notables herederos. Entre sus vástagos se destacaron Carlos Marx, fervoroso admirador de su dialéctica, así como Soren Kierkegaard, antihegeliano convencido que definía al hombre como ser único e irreductible. Los ejes de pensamiento La más importante directriz del pensamiento oficial es la afirmación de que nuestro país no soporta más la ruleta rusa. Cuando una nueva figura llega a la presidencia, se piensa que la historia comienza con él y cambia la economía de punta a punta. Para evitarlo, proponen algo insólito: la profundización del cambio a través de la continuidad conyugal que nos evitaría jugar a todo o nada. Luego, ofrecen la institucionalización del “modelo de acumulación y de inclusión social”, lo cual se asemeja a la advertencia de que ese modelo será impuesto por leyes de orden público, similares a las de la convertibilidad o, quizás, ideando nuevas funciones estatales a cargo de alguna secretaría de Estado encargada de vigilar la ortodoxia del modelo. De nuevo, como en las clases de Hegel, las palabras forman frases incomprensibles. ¿Qué es el “modelo de acumulación”? Ciertamente, no se refiere a problemas irresueltos, ni a la crisis energética que perturbará el crecimiento económico, tampoco a la inflación provocada por la incesante emisión de moneda para mantener el dólar alto, ni a la violencia callejera que impide a la gente ejercer sus derechos, ni mucho menos a la delincuencia protegida por insensatos magistrados. Que se sepa, en la jerga sociológica utilizada por el Gobierno, acumulación significaría juntar y amontonar riqueza, es decir, creación de nuevo capital. Pero, entonces, ¿cómo se hace compatible ello con una política económica deliberadamente orientada a consumir capital y estimular una demanda desenfrenada para que los índices brinden una alta tasa de crecimiento? ¿En qué quedamos? ¿A partir de ahora vamos a acumular o vamos a consumir? Porque acumular significa abstenerse de consumir, mientras que consumir implica gastar lo que se había acumulado. Esta primera parte del modelo requiere, pues, una mayor precisión, debido a que –aunque suene bien– esconde un formidable galimatías. Por otro lado, corresponde saber en manos de quién se hará la acumulación. ¿Están pensando en una genuina distribución de la propiedad privada en todas las capas sociales o en una concentración de los medios de producción con aquellos neoindustriales patagónicos que forman la nueva burguesía? Además, el campo, la cadena agroindustrial, los supermercados y los pequeños comercios de barrio... ¿quedarán condenados a cumplir la función subsidiaria de suministrar alimentos y ropa baratos para que una industria súper protegida pueda contratar trabajadores a bajo costo con el fin de asegurarse condiciones competitivas en el comercio internacional? La segunda parte de la dialéctica del modelo anunciado también merece aclaraciones, porque habla de la inclusión social. ¿La inclusión social será la extensión del clientelismo a la clase media y a los empresarios independientes? ¿Deberán ellos rogar para ser favorecidos con la calidez de la mirada oficial y quedar calificados como miembros del club del progreso? Como la inclusión social significa vincular personas poniéndolas en condiciones de participar en una tarea de cooperación voluntaria, cabe preguntarse: ¿quiénes serán incluidos socialmente? ¿Todos o sólo los que acepten someterse resignadamente? Tal como puede apreciarse, es evidente que el anuncio oficial ha confundido la continuidad de personajes con la continuidad de las reglas de juego de la economía. Permanencia de las reglas de juego A todas luces, es evidente que el país necesita continuidad o permanencia. Pero no de personajes, sino de reglas de juego, porque su persistencia permite planear el futuro de cada uno y desarrollar un proyecto de vida individual que se contrapone con el proyecto hegemónico de quien ostente el poder. Las ideas contenidas en las reglas de juego pueden ser buenas o malas. En el primer caso, nos conducirán al éxito y, en el segundo, al más apabullante fracaso. El mundo ha comprobado hasta el hartazgo que sólo la continuidad de las buenas reglas es lo que conduce a que una sociedad se perfeccione, consiga progresar económicamente y alcance el desarrollo cultural. No es necesario reinventar reglas para garantizar la continuidad. Han sido descubiertas y expuestas por distintas escuelas económicas en los últimos años: la teoría de la elección pública (public choice), la teoría de los derechos de propiedad (property rights), la escuela de economía constitucional, la escuela de Friburgo (ordo) y la escuela austriaca de economía. Los países que adoptaron sus principios están gozando de una situación envidiable. Las reglas son principios básicos que inspiran confianza para la convivencia pacífica y permiten la colaboración espontánea y el desarrollo sostenido. No son complejas, aunque requieren de una voluntad política para ponerlas en práctica. Son las siguientes:a. Moneda estable para que los gobernantes no engañen a sus pueblos manipulando el signo monetario. Es decir, que la moneda sirva para hacer el cálculo económico, realizar transacciones sin inflación y acumular reservas con la seguridad de no ser estafados por futuras devaluaciones.b. Mercados abiertos para que los gobernantes no interfieran en las decisiones de los ciudadanos, se abstengan de prohibir importaciones o exportaciones y renuncien a establecer aranceles prohibitivos, permitir monopolios, limitar la oferta local, condicionar inversiones privadas, trabar la iniciación de emprendimientos y poner obstáculos para que cualquiera pueda competir con otro.c. Propiedad privada para que los gobernantes no afecten la propiedad privada con excesivos impuestos y permitan que las personas humildes puedan acumular ahorros, ascender socialmente y convertirse en propietarios.d. Libertad de contratación para que los gobernantes no impidan el libre acuerdo entre empresarios y trabajadores en el seno de cada empresa, sin que se vean obligados a cumplir acuerdos palaciegos realizados entre poderosos oligarcas sindicales y empresarios que en realidad sólo buscan que el Estado les garantice una renta por encima de lo que proporcionaría una sana competencia. e. Responsabilidad individual para que cada uno sea responsable de las consecuencias de sus actos, sin que algunos tengan que hacerse cargo del incumplimiento de obligaciones ajenas, tanto en el ámbito tributario como laboral y de la seguridad social. f. Sistema de precios libres para que pueda funcionar con libertad un sistema de transmisión de información que señale la escasez o abundancia de bienes y detecte oportunidades sin fraudes, ni controles, privilegios ni predominios de sindicatos o grupos empresarios. Confundir la continuidad con el continuismo de los que mandan, sin darnos cuenta de que necesitamos urgentemente una permanencia de reglas aptas para vivir y crecer en paz, libertad y equidad, sería otro fatal error en el que corremos el riesgo de incurrir en la próxima contienda electoral.
Antonio Margariti es economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de Rosario.

Persuación vs coerción


Por Gabriela Calderón
Fuente: Fundación Libertad - Panama


“Jamás podremos estar seguros de que la opinión que intentamos ahogar sea falsa, y estándolo, ahogarla no dejaría de ser un mal”. John Stuart Mill,

“Jamás podremos estar seguros de que la opinión que intentamos ahogar sea falsa, y estándolo, ahogarla no dejaría de ser un mal”. John Stuart Mill, 1859.
Washington (AIPE)- El presidente Correa dice ser un fiel creyente en la libertad de expresión. Seguramente por eso cuando el Diario La Hora lo acusó de algo que él considera falso, su primera reacción fue demandar una disculpa y amenazar con tomar acción legal en contra de ese periódico. Dice creer en la democracia, pero para tomar esa acción legal decidió invocar una ley creada durante la dictadura militar. Luego, por si le quedaba alguna duda a alguien de que el mandatario cree en la libertad de prensa, ordenó que se retirara de un foro de prensa al Sr. Palacio de El Universo y al Sr. Jijón de la televisora Ecuavisa lo insultó solapadamente: no salió de su boca, pero hizo que los estudiantes en la audiencia vocalizaran el vulgar insulto. ¿Ya se confundió?
En los últimos meses, muchos han acusado al gobierno ecuatoriano de tendencia autoritaria. En lugar de responder a las críticas, el gobierno parece querer validar esas acusaciones. Algo similar ocurrió en Egipto a principios de este año cuando el joven Kareem acusó en su blog de dictador al presidente Mubarak. Acto seguido, Mubarak enjuició a Kareem por “insultar al presidente” y las autoridades lo condenaron a un año en la cárcel por ese “delito”. ¿Acaso no se dan cuenta Mubarak y Correa que con sus actos están meramente validando las acusaciones de sus críticos? ¿No sería mejor tratar de persuadirlos en lugar de encarcelarlos o demandarlos?
En una sociedad libre, la balanza siempre debe favorecer a la libertad. Ante la duda, siempre es mejor dejar libre a un culpable que encarcelar a un inocente. De igual manera, ante la duda, siempre es mejor permitir una opinión falsa que correr el riesgo de reprimir una verdadera. Como decía J.S. Mill, nunca podríamos tener 100% la certeza de que una opinión es falsa. Ante ese dilema, ¿cuál debería ser la reacción del gobierno que preside una sociedad libre? ¿Se debería castigar o “ahogar” la opinión de La Hora a pesar de que no hay manera de comprobar sin margen de error que era falsa? Mill diría que no.
El presidente debe reconsiderar su relación con los medios. Reaccionar con intentos de silenciar a los que antes expresaron su discrepancia con la opinión suya solo lo hace quedar como intolerante, aunque seguramente no pretende dar la razón a sus críticos con sus actos.
Si el gobierno ecuatoriano cree en la libertad de expresión, debería utilizarla para persuadir al pueblo de su visión. No coartarla para silenciar a quienes discrepan, aun cuando ellos se valgan de mentiras o malos modos. Como primer mandatario debe tener la humildad de reconocer que a él le corresponde persuadir y desmentir, no amenazar. Al final del día, los argumentos sólidos tienen más peso que un puño.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez acaba de clausurar a una de las voces de oposición que quedaban en la sociedad venezolana, RCTV. En una carta dirigida a Chávez, el director general de RCTV, Marcel Granier, dijo “Un buen estadista sabe que la verdadera fuerza no reside en aplastar al adversario, ni en ocultar las verdades o silenciar a los críticos. La verdadera fuerza descansa en la conciliación, en el pluralismo y la tolerancia”.

La autora es editora de ElCato.org (www.elcato.org), Cato Institute.
Fuente: www.aipenet.com

El Estado soy yo


Por Eudoro Glindo Anze




Las amenazas del presidente de Bolivia Evo Morales contra sus críticos en los medios de comunicación, así como la decisión del gobierno venezolano de suspender la licencia de transmisión de RCTV son acontecimientos que obligan a revisar experiencias de otros pueblos, en otros tiempos y latitudes.
Corresponde recordar que en 1919 Benito Mussolini fundó en Milán los Fascios de combate, de donde viene la palabra “fascismo”. Los fascistas lograron la aprobación de la polémica ley electoral de 1923 en Italia, con la que Mussolini accedió al poder con el 64,9% de los votos, luego de una campaña electoral marcada por una estridente retórica de descrédito de sus adversarios y la ejecución de actos de intimidación contra aquellos rivales que no lograron desprestigiar. La violencia fascista continuó hasta que el líder socialista Giacomo Matteotti fue secuestrado y asesinado en 1924, ante el horror de los adversarios de Mussolini. En su impotencia, los diputados de la oposición abandonaron sus escaños, dejando a partir de entonces el campo libre al fascismo.
En un escenario parecido, el 31 de julio de 1932, el empobrecido pueblo alemán, que soportaba grandes miserias provocadas por el desempleo y la anarquía reinante, votó en números arrolladores por Adolfo Hitler. La mayoría de los alemanes festejaron y la opinión pública internacional celebró la toma rápida y total de los poderes por el nazismo. Nadie imaginó los horrores que comenzaban aquel día.
Así como Mussolini se hizo llamar “Il Duce” (el guía), Hitler tradujo el término al alemán, “Der Führer”.
Las corrientes populistas iberoamericanas de la actualidad guardan similitudes con la Alemania nazi y la Italia fascista de la primera mitad del siglo XX, desde el sistemático descrédito de los regímenes anteriores, la organización de grupos de choque como los guardias bolivarianos, las asociaciones “de los sin tierra” o “policías sindicales cocaleras”, matizado todo por una retórica racista y la militarización “revolucionaria” de la población, como lo hicieran el socialismo fascista de Mussolini y el nacional socialismo de Hitler.
Estas tendencias son peligrosas porque, a través de las mociones de control numérico y manoseo electoral, se avanza inexorablemente hacía el culto a la personalidad del “líder supremo”, quien con poderes absolutos es el “nuevo” caudillo de los gobiernos que dominan en la región.
La clausura de RCTV es otra evidencia probatoria que los acólitos del populismo latinoamericano han adoptado los métodos del nazi-fascismo. Su anunciado propósito de establecer el modelo que llaman “socialismo del siglo XXI”, para perpetuarse en el poder, es otro síntoma de sus devaneos totalitarios. Para evitar confusiones sobre la utilización de términos, recordemos que las siguientes son características clásicas de un régimen nazi-fascista: La centralización de autoridad en la figura de un caudillo supremo El caudillo y su entorno imponen rigurosos controles socio-económicos.
-Mantienen organizaciones de naturaleza beligerante, tanto en el frente interno como el externo.
-Aplican métodos de descalificación, censura y terror.
-El régimen reprime toda oposición.
-Entonan discursos racistas.
-Cultivan mitos para inducir el fervor popular.
-Coartan la libertad de expresión.
-Consideran la información como arma de dominación.
-Repiten como Goebbels, el ministro de propaganda nazi: “Miente, miente, que algo queda…”

El autor es analista y político boliviano.

¿Porqué somos pobres?


Por Porfirio Cristaldo Ayala

Fuente: AIPE NET



Paraguay lo tiene todo. Un clima benigno y grandes planicies de tierras fértiles surcadas por numerosos ríos. Es uno de los mayores productores de carne y soja del mundo. El río Paraná, uno de los más caudalosos del mundo, lo separa del Brasil y la Argentina, países con los que comparte las gigantescas hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá. Es el mayor exportador de energía eléctrica del continente. Tiene una población homogénea, joven y sin arraigados conflictos sociales, raciales ni religiosos. ¿Por qué somos pobres? Se han ensayado distintas respuestas, pero yo siempre apunto al estatismo vigente.
Es bueno insistir porque muchos todavía creen que el atraso se debe a deficiencias en salud y educación. Los niños en algunas zonas reciben clases en ayunas y bajo los árboles ¿Cómo puede avanzar un pueblo enfermo e ignorante? Para avanzar, se piensa, es preciso mejorar esencialmente la salud y educación. Parece razonable, pero no lo es. El pensamiento tiende a confundir causa con efecto. La educación y salud no traen el progreso; son el progreso mismo. Cuando los pueblos progresan, los salarios suben y mejoran la salud y educación. Pretender sacar a un país del estancamiento económico mejorando la salud y educación es poner el carro por delante del caballo. Hay países, como Cuba, donde la salud y la educación son relativamente buenas, pero siguen sumidos en la miseria.
En el mismo error caen quienes creen que si se construyen obras de infraestructuras, como carreteras, puentes, puertos, plantas de energía, industrias, la gente saldrá de la pobreza y el país se modernizará. Pero las buenas autopistas y servicios de agua, luz y teléfonos son parte del progreso, no sus causas. A medida que progresan los países, se modernizan la infraestructura y los servicios públicos. Es por ello que en 50 años la ayuda del Banco Mundial, FMI, BID para construir servicios básicos y modernizar las naciones no ha logrado promover el desarrollo en ninguna parte. Por el contrario, esos mismos organismos han creado una desvergonzada dependencia en muchos países. Alimentaron con pescado a la gente en lugar de enseñarle a pescar.
Pero la ayuda externa ha sido también nefasta por otras razones. Los países pobres son pobres porque no han saneado sus economías y a sus aparatos estatales, reformas a las que se resisten con fanatismo las clientelas políticas, los empresarios “amigos” del régimen y otros grupos de presión beneficiarios del botín estatal. Recién cuando los países “tocan fondo,” se suele generar el consenso popular necesario para recortar el gasto público, privatizar y desregular la economía, bajar los impuestos, eliminar subsidios y proteccionismo y abrir sus mercados. Pero mientras los gobernantes dispongan de ayuda externa y créditos blandos continuarán enjuagando el déficit y postergando indefinidamente las reformas.
Somos pobres por el estatismo predominante. Está comprobado que el sistema económico determina el desarrollo de una nación. El siglo XX fue un gran experimento de esta teoría del desarrollo. Países como Alemania occidental y Alemania del Este, Corea del Sur y Corea del Norte, Taiwán y China, con la misma población, idioma, raza, cultura, tecnología, religión, educación y salud, separados únicamente por sus diferentes sistemas, unos capitalistas y otros socialistas, obtuvieron resultados opuestos. Los socialistas se empobrecieron, mientras los capitalistas florecieron. En el mundo actual, los países más capitalistas son los más prósperos y los más estatistas son los más pobres. No hay excepción.
Para dejar el estatismo y progresar, es imperioso explicar esta realidad a la gente y sobre todo persuadirla a que vote por los políticos capaces y decididos a liquidar la corrupción y proteger los derechos de propiedad, el Estado de derecho y el mercado libre. Si logramos instaurar el capitalismo democrático, en pocos años, Paraguay será el nuevo “milagro económico” latinoamericano, vendrán inversiones, se crearán numerosas empresas, aumentarán la producción y el empleo, se multiplicará el salario de los trabajadores y nuestros hijos tendrán un futuro brillante.

Los arquitectos de Ayn Rand


Por Antonio Nogueira



El vínculo intelectual entre el liberalismo y los creadores suele ser infrecuente, al menos en Europa. Aún más: si atendemos a las diferentes corrientes liberales, la lista de innovadores adscritos al libertarianismo es probable que sea muy limitada. No obstante, en ocasiones, se atisban fecundas corrientes de admiración entre profesionales respecto de la filosofía preconizada, entre otros pensadores, por Ayn Rand. El arquitecto más veterano de España, Francisco Juan Barba Corsini, es un gratificante ejemplo de ello.
Barba Corsini, todavía en activo a sus noventa años, es renombrado por su Colección Pedrera (1955) que equipó la Casa Milá de Gaudí en Barcelona, el Edificio Mitre (1959), así como la construcción del moderno poblado pesquero de Binibeca en Menorca. Binibeca fue un hito en la edificación popular española, respetuoso del entorno y las tradiciones, lejos de la inacción ecologista y la elefantiasis al estilo marbellí. En una entrevista reciente, el maestro declaraba sin ambages que El Manantial, el film de King Vidor (1949) sobre la novela de Rand, cambió su vida. Ha llegado a decir: "La influencia de la película El manantial, fue indudable. Era un claro ejemplo de lo que es sentir la arquitectura y de la dignidad del arquitecto. Comprendí que hacer arquitectura es estudiar el problema humano, cómo se vive, y pasar horas, días, semanas o meses estudiando, hasta llegar a una buena solución. A partir de aquel momento comprendí que la arquitectura era una cosa sentida, una cosa viva, que había un cambio de tiempo, de materiales, de tecnología y un cambio de arte, y empezó la lucha, por mi parte, a favor de la arquitectura moderna."
Este arquitecto tarraconense rechazó el paradigma neoclásico en la edificación, simpatizó con Alvar Aalto y demás compañeros finlandeses en la búsqueda de materiales puros y simples frente a la penuria de la postguerra; Barba Corsini fue además discípulo de Richard Neutra, un colega vienés célebre por sus viviendas en contra de la ley de la gravedad.
¿Quién era a su vez Richard Neutra? Neutra (1892-1970) emigró a los EEUU más por voluntad de poner en práctica sus deseos libérrimos que por victimismo o necesidad. Con la Lovell Health House (1927), el edificio más vanguardista de Los Ángeles, se adelantó a Gropius y Mies Van der Rohe. Las residencias californianas que erigió se caracterizaban por desposeer paredes; las habitaciones, sostenidas por largas tiras de ventanas, se abrían en todas las direcciones, configurando un mundo casi irreal. Richard Neutra manifestaba gran interés por el clima, la naturaleza y el paisaje y alimentó una teoría de cuño propio denominada Realismo Biológico. Él consideraba que la ciencia, la técnica y la producción industrial no representan algo diferente a lo biológico, sino más bien una extensión de lo natural. Lo verdaderamente bueno no es el progreso en sí, sino lo que conviene a las personas, a las que definía con insistencia como consumidores: ideales que suscribió para siempre Francisco Juan Barba Corsini desde su inconformista juventud.
El singular austriaco asociaba a la arquitectura como tarea ética alejada de la tecnocracia; estimulaba un diseño que favoreciese al mismo tiempo de forma pragmática la utilidad y la belleza, la necesidad y el deseo. Neutra anticipó un derecho controvertido, o mejor dicho, la ausencia del mismo: "Ningún derecho de autor debe ser reclamado para el verdadero progreso y para los medios de uso contemporáneo."
Richard Neutra construyó numerosos edificios públicos, colegios, clínicas e iglesias, al mismo tiempo que sus representativas moradas particulares en California, entre las cuales destacaba la Casa Joseph Von Sternberg (1935), para el gran cineasta, en el Valle de San Fernando y que con posterioridad fue adquirida por Ayn Rand –¡precisamente ella!– y demolida en 1972. Observando la obra gráfica del vienés, y recordando la película ya citada, no es descabellado pensar que los planos que sostenía con pasión Gary Cooper interpretando a Howard Roark, fuesen los mismos o similares que trazaba Neutra, el mentor de Corsini.

julio 27, 2007

Cristina Kirchner en líos de dinero

Si la legislatura de la provincia de Santa Cruz no se ha preocupado por ordenar una investigación sobre el destino de los fondos públicos de la que representa, ni el Congreso de la Nación tampoco se ha preocupado por hacerlo, probablemente alguna información provenga del Congreso de los Estados Unidos.
Un reporte publicado en América Noticias dice que la congresista Ileana Ross Lethinenn del estado de Florida, ha pedido al comité de servicios bancarios de la Cámara de Representantes una investigación judicial sobre lavado de dinero realizadas en bancos de los Estados Unidos. El congresista menciona dos cuentas: una perteneciente al Banco Nacional de Cuba, donde figura Eduardo Caffaro con una cuenta de 350.000.000 de dólares, y otra perteneciente a una financiera llamada "La Lusitana SA" con domicilio en Montevideo, donde firma Cristina Fernández de Kirchner que abrió esa cuenta con un depósito de 250.000.000 de dólares. Eduardo Caffaro, vinculado al Banco Nacional de Cuba tiene también vínculos con la familia Kirchner, desde que Néstor Kirchner era gobernador de Santa Cruz. Este trio desvió 712.000.000 de dólares hacia el banco MA-Bank en las islas Caymán, cuyo principal accionista era Aldo Ducler. Aldo Ducler, dirigió Mercado Abierto en Buenos Aires y fue investigado por la comisión anti-lavado del Congreso argentino y cuya comisión integró Cristina F de Kirchner, pero no para investigar el hecho en si, sino para que la envestigación no dejara en descubierto los destinos de los fondos de Santa Cruz.



URL Origen: http://www.americanoticias.com/?action=displayNote&id_noticia=278

julio 26, 2007

La “dura” vida de los corruptos


Por Roberto Cachanosky
Para que el negocio de la corrupción prospere es necesario que exista un sistema político sin controles, escasa o nula transparencia en los actos de gobierno, un alto grado de intervencionismo y un elevado gasto público. Sin embargo, estas condiciones no eliminan el riesgo que toda “inversión” corrupta debe afrontar.
El principio básico para decidir la realización de una inversión consiste en analizar si la TIR (Tasa Interna de Retorno) esperada supera el rendimiento que obtendría el inversionista en la mejor inversión alternativa. Cuando la TIR es mayor a la tasa de interés, se lleva a cabo la inversión. Si la TIR es menor a la tasa de interés, el negocio no se concreta. Y si es igual, el inversionista está en un punto de indiferencia. Ahora bien, la corrupción es un negocio en el cual hay un oferente monopólico y varios demandantes. ¿Quién es el oferente y qué bien puede ofrecer? El oferente monopólico es el funcionario estatal y el bien que puede ofrecer en el mercado es una ganancia extraordinaria a la que podría obtenerse en condiciones de libre competencia. ¿Por qué el oferente es monopólico? Porque el funcionario público es el único que puede firmar una resolución o promulgar un decreto a través de los cuales sea posible transferir indiscriminadamente patrimonios y rentas. Veamos un ejemplo de los miles que puede haber sobre casos de corrupción. Supongamos que el funcionario público está en condiciones de decidir arbitrariamente a quién le otorga la construcción de una determinada obra pública, que, obviamente, se financiará con los recursos de los contribuyentes. En ausencia de corrupción y con fuertes controles republicanos, quien gana la licitación es aquél que ofrece el mejor precio y condiciones para llevar a cabo el trabajo (calidad, tiempo de ejecución, entre otras variables.). Cuando no hay controles republicanos y el funcionario puede decidir en forma arbitraria a quién le otorga el trabajo, la competencia vía licitación deja de tener sentido y empieza a jugar el mercado de la coima. En el caso de ausencia de transparencia republicana, la TIR que pedirá el inversor será mayor a la que solicitaría en el caso de un gobierno sujeto a la ley y con controles republicanos. ¿Por qué? Porque, en primer lugar, tiene que pagarle la coima al funcionario de turno y ése es un costo de producción más que tiene que contemplar y que no debería afrontar en condiciones de transparencia en los actos de gobierno. La segunda razón para que la TIR del negocio corrupto sea más alta tiene que ver con la posibilidad de que se descubra el negociado a través de la justicia o de los medios de comunicación. Si el riesgo de ser descubierto es alto, la TIR a pedir será muy alta también, dado que el “inversor” asume el riesgo de ver cortado su negocio a mitad de camino porque hubo un escándalo público en el medio y la justicia interviene. Puede existir una tercera razón para elevar la TIR, que es la estabilidad en el puesto del funcionario público que coimea para beneficiar a un determinado “inversor”. Si el oferente de corrupción (el funcionario público) puede ser despedido en cualquier momento por un funcionario de más jerarquía o bien, ante la proximidad de elecciones, se sospecha que ese gobierno puede no seguir al frente de la administración, entonces la TIR sube mucho más. ¿Por qué? Porque puede asumir otro funcionario u otro gobierno que denuncie el caso de corrupción y anule la licitación trucha. Con lo cual, el “inversor” no sólo se queda sin el negocio sino que, además, pierde la coima que invirtió para conseguirlo. No es lo mismo pagar una coima en un sistema autoritario muy cerrado, pero estable, como puede ser el castrismo, que pagar una coima en un país con un sistema más abierto, en el cual la volatilidad de los cargos públicos es muy alta por efecto de las elecciones. Podríamos decir que el oferente monopólico de corrupción puede perder ese monopolio en cualquier momento en sistemas políticos no tan cerrados como la Cuba de Fidel Castro. En consecuencia, esa incertidumbre sobre el cumplimiento del “contrato” por parte del funcionario público eleva la TIR que el “inversor” le va a pedir al proyecto. El demandante de corrupción pensará: “dada la inestabilidad de estos funcionarios, tengo que recuperar mi capital antes de que los echen”. Esta situación lleva a un problema de bienestar de la población, porque ésta tendrá que pagar por la obra pública un precio muchísimo más alto que el que pagaría en el caso de transparencia en los actos de gobierno. Veamos otro ejemplo para clarificar los riesgos del demandante de corrupción. Supongamos que un gobierno quiere que el Congreso le apruebe una determinada ley y no consigue los votos necesarios. El Ejecutivo opta, en consecuencia, por comprar a algunos legisladores que están por finalizar su mandato ofreciéndoles cargos futuros en embajadas, empresas públicas u otras oficinas gubernamentales. ¿Cuál es el cálculo que hará el legislador para aceptar el soborno? Estimará cuánto tiempo permanecerá en el poder el Ejecutivo que lo coimea y, si presiente que tiene probabilidades ciertas de ser desalojado del gobierno, pedirá una coima mucho más sustanciosa porque el “pago” puede no producirse si la gente vota a otro partido político. Digamos que el corrupto monopólico pierde credibilidad. Por eso, es fundamental para el oferente monopólico de corrupción dar muestras claras de que no va a perder dicho monopolio, porque en caso de dudas la TIR que pedirá el “inversor” puede tender a infinito y, por lo tanto, al ser impagable, se le acaba el negocio al funcionario público ya que éste puede no concretarse jamás. Para que el negocio de la corrupción prospere debe, entonces, existir un sistema político sin controles, ni transparencia en los actos de gobierno y mucho intervencionismo y gasto público. Cuánto mayores son el intervencionismo y el gasto público, más grande es el negocio de la corrupción, porque hay muchos más recursos para redistribuir arbitrariamente. También es necesario que el gobierno concentre la mayor cantidad de poder. Tiene que disponer de elementos para controlar a la prensa, presionar a los jueces y evitar que la oposición pueda llegar a reemplazarlo. El poder hegemónico hace al negocio de la corrupción debido a que el oferente monopólico tiene que sentirse impune. Es fácil advertir, por lo tanto, que no es nada fácil la vida de los corruptos. Para el oferente monopólico (funcionario público) es muy duro porque tiene que mantenerse en el poder de cualquier manera para poder seguir explotando su negocio y, en caso de perderlo, no ir preso si viene otro gobierno que lo denuncie. Por su parte, para el demandante de corrupción el análisis pasa por determinar con mucha certeza si el monopolista de corrupción seguirá en el cargo. El “inversor” puede llegar a tener tanta o más incertidumbre sobre su negocio que la que tiene un empresario que trabaja bajo las reglas de la libre competencia. Este último no sabe si su producto va a ser beneficiado por el consumidor y asume el riesgo. El primero no tiene que preocuparse por sus competidores ni por el consumidor, pero tiene que preocuparse por hacer “negocios” con alguien fiable y, encima, no terminar preso si es descubierto. “Dura” vida la de los corruptos cuando el poder hegemónico no está consolidado.

Inversión y prosperidad


Por Porfirio Cristaldo Ayala




En la actualidad, los países no necesitan comenzar de cero a ahorrar, desarrollar tecnologías e invertir. Todo lo que precisan es crear las condiciones políticas y jurídicas de un mercado libre que incentive la llegada de capitales extranjeros.
El esfuerzo que realiza una familia durante largos años para alcanzar la prosperidad no es muy diferente al empeño que debe poner un país para crecer y desarrollarse. Los colonos recién establecidos trabajan de sol a sol cultivando, primero con caballos y luego con tractores y maquinarias que le permiten producir mucho más en menor tiempo. Para eso tienen que ahorrar, y se abstienen de consumir. El ahorro para la compra del caballo, el tractor y otros bienes es la inversión. Ni la familia ni el país progresa sin aumentar su capital. Este proceso requería antes el sacrificio de varias generaciones. Hoy puede lograrse en pocos años.

La clave del desarrollo y de la mejora de la calidad de vida es el ahorro. Se ahorra para más tarde invertir y poder consumir más. El ahorro que se invierte en la fabricación o adquisición de bienes de capital –herramientas, instalaciones– aumenta la capacidad de producir más bienes y servicios en menos tiempo; es decir, incrementa la productividad de la mano de obra. En relación con el caballo, el tractor mejora la producción quizás 20 veces, aumentando los ingresos en similar proporción.

Capital y trabajo no son factores opuestos o que estén en pugna permanente como denuncian los socialistas, sino que son factores que se complementan. El capital no es sino “trabajo almacenado” que surge del esfuerzo y del conocimiento humano sobre los recursos naturales. Por ejemplo, el capital invertido en una maquinaria aumenta la productividad del trabajador, lo cual hace posible los aumentos de salarios. El capital no desplaza al trabajador, sino que lo beneficia al darle mayor valor a su aporte.

En la medida que aumenta la tasa de capital, el salario tiende a incrementarse. Lo primero que suelen hacer los inversores es solicitar un crédito para comprar nuevas máquinas e instalaciones. La segunda inversión consiste en contratar el personal necesario para desarrollar sus negocios. La selección de estos empleados aumenta la demanda de trabajadores y tiende a incrementar los salarios medios vigentes en el país. Con cada nueva inversión, los salarios suben en todos los sectores.

En los países ricos y desarrollados, los salarios son mucho más elevados que en los países pobres y subdesarrollados. En estos últimos, los sueldos son más bajos debido a la falta de capital. Pero, a medida que la tasa tiende a subir, con la mayor acumulación de capital, el aumento del salario se limita solo por el incremento de la población y la oferta de trabajadores. Esto se evita incrementando la tasa de capital invertido más rápidamente que el crecimiento de la población.

Ni el gobierno ni los sindicatos pueden incrementar los salarios reales por encima de los valores establecidos por la tasa de capital. La única manera de aumentar los salarios y mejorar la calidad de la vida de la gente es tener más capital y poder disponer libremente del mismo en las decisiones empresariales. Para aumentar el empleo y los salarios es necesario aumentar las inversiones y el ahorro, y para aumentar las inversiones y el ahorro hay que eliminar la inflación, proteger los derechos de propiedad y garantizar la estabilidad política y jurídica.

El aumento del ahorro y las inversiones es un proceso largo y engorroso que a muchos países desarrollados les tomó más de 200 años. ¿En cuántos años lograrían nuestros países aumentar la inversión de capital por habitante a un nivel mínimo, capaz de incrementar radicalmente la productividad del trabajo, mejorar los salarios reales de la gente y sacar a nuestros pueblos del atraso y la miseria? La respuesta es sorprendente: en pocos años.

La explicación de ese milagro alcanzable está en la inversión extranjera. En la actualidad, los países no necesitan comenzar de cero a ahorrar, desarrollar tecnologías e invertir. Todo lo que precisan es crear las condiciones políticas y jurídicas de un mercado libre que incentive la llegada de capitales extranjeros. Los países que siguieron este camino hoy son desarrollados. Algunos lo lograron en 40 años y otros en poco más de una década. Varios países latinoamericanos avanzaban por ese camino, pero fueron desviados por el socialismo y el intervencionismo.
Fuente: AIPE

Porfirio Cristaldo Ayala es corresponsal de la agencia AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_38152.html

Continuidad y república


Por Carlos Mira


El modelo que la candidata presidencial Cristina Fernández de Kirchner asegura va a sostener si resulta electa se basa en la demagogia, el clientelismo y el avasallamiento de los principios republicanos



El lanzamiento de la candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner entregó una interesante cantidad de datos para el análisis político. Por empezar, la estética de la presentación ha sido bien ajena al folclore peronista. Recluidos en un teatro elitista (el Argentino de La Plata), 2.500 jerarcas e invitados especiales fueron los únicos testigos presenciales del discurso de “aceptación” de la propuesta conyugal para la presidencia. Cristina Fernández de Kirchner agradeció a su marido por haberla elegido para sucederla, rememorando el “dedazo” del PRI mexicano cuando los capitostes del partido decidían –entre ellos– al próximo presidente, en una parodia de democracia que duró 70 años. Cristina jugó su papel de “cuadro” formado despaciosa y gradualmente durante años para, ahora, madura y a punto de caramelo, asumir las máximas responsabilidades para las que se ha preparado. La palabra “cuadro” es sintomática porque alude, en su significación original, a la actividad militar, guerrillera revolucionaria o a la estructura secreta de una organización de espionaje. Un “cuadro” es una especie de máquina humana diseñada para una operación específica, para la cual estudia y se entrena hasta perfeccionarse a un nivel en que sus posibilidades de fracaso sean mínimas. La llamativa reiteración de esa palabra para referirse a Cristina habla de que ciertos personajes no pueden sacarse de la cabeza su vocabulario cuasi clandestino y de que insisten en el uso de una terminología de lucha incompatible con la paz que requiere la verdadera democracia. En ese contexto, Cristina se internó en uno de los conceptos más definitorios de las repúblicas civilizadas. Dijo que teníamos que “institucionalizar este modelo, para terminar con las variaciones extremas que los cambios de gobierno han significado en la Argentina. Éste es un punto crucial que, en los términos planteados por la candidata, conlleva una tentación y una trampa. La tentación consiste en creer que Cristina se refiere a aquel tipo de continuidades que caracterizan a las democracias avanzadas, que han sabido identificar un núcleo duro de valores alrededor de los cuales hay un amplio consenso social y político y respecto del cual no pueden esperarse modificaciones. Nos referimos, obviamente, a las libertades individuales, a las garantías del ciudadano, al posicionamiento internacional del país, a la defensa irrestricta de la libertad y a la subordinación de gobernantes y gobernados al Estado de Derecho. Pero Cristina no se refiere a eso. Si leemos bien, ella dice “que debemos institucionalizar este modelo”, como si pretendiera perpetuar el entendimiento circunstancial que ellos tienen de la democracia. Su invitación consiste en propender a que no se modifique, por el efecto del cambio de gobierno, la instrumentación y la forma de entender la vida en la Argentina. Ella quiere convertir en pétrea la herramienta, no el objeto. Y ésa no es el tipo de continuidad que dejan a salvo los países civilizados. Justamente, esas democracias cambian los instrumentos, las maneras y las formas, dándole al ciudadano, al mismo tiempo, la garantía de que su esquema de derechos no se alterará. En ello consiste la trampa: entusiasmar a la gente para que crea que se la invita a inaugurar una era en donde la Argentina quede a salvo de los bandazos, cuando en realidad lo que se quiere es blindar una forma de entender la política y la democracia que, precisamente, impida la expresión de otras formas de entender la vida en el país. Esta invitación, de ser aceptada, nos dirigiría a una hibernación republicana en la que una jerarquía de logia elegiría por nosotros el rumbo, el estilo y las formas que tendría nuestra existencia. La abierta y descarada maximización de esta pretensión la han encarnado, hasta el pasado reciente, las dictaduras del proletariado que nunca pudieron completar su círculo ideal de abolición de las clases para que un teórico “nuevo hombre” brillara sobre el Universo. Su utópico objetivo chocó contra una nomenklatura férrea y asfixiante que ahogó todo resquicio de libertad y que acabó dando lástima, rodeada de miseria y corrupción, tales los casos del bloque comunista liderado por la ex URSS y los actuales de Cuba y Corea del Norte. Las formas suavizadas del mismo objetivo dieron origen a regímenes de escarnio como el del ya referido PRI mexicano, el de Ferdinand Marcos en las Filipinas o el del desaparecido Alfredo Stroessner, en Paraguay. Todos ellos parten de la misma base: un adueñamiento personal del poder para amasar negocios propios y manejar la voluntad popular a través de la demagogia y el clientelismo. Si Cristina, para evitarnos el típico movimiento pendular argentino entre extremos, nos está invitando a eso, desde ya, no gracias. Lo que debemos buscar como Nación es un nuevo acuerdo alrededor del que ya está hecho. Ni siquiera debemos esforzarnos para inventar uno nuevo. La Constitución original de 1853, con su modificación del ’60, es el acuerdo marco al que los argentinos debemos volver para que todo pueda ser adaptado a través de las elecciones y de la alternancia democrática sin que la ciudadanía se vea expuesta a empezar de nuevo cada vez que un nuevo gobierno es electo. Más allá de que en la Argentina cada vez que un determinado esquema político y económico empieza a ser llamado “modelo” es la señal más clara de su decadencia, los argentinos tendríamos que tener todo el derecho del mundo de cambiar –democráticamente– lo que para Cristina Fernández de Kirchner debería ser inmodificable. Y, a su vez, deberíamos contar no sólo con el derecho, sino con el deber de reclamar que jamás se pongan en peligro muchos de los valores que, justamente, la actual administración ha envilecido y hecho peligrar.
Fuente: Economía para Todos http://www.economiaparatodos.com.ar/

julio 24, 2007

La eduación no acaba con la pobreza


Por Carlos Rodriguez Braun


La idea de que si aumenta el gasto en educación aumenta la riqueza puede ser exactamente falsa, en el sentido de que primero debe aumentar la riqueza y después la gente invierte en educación.
Carlos Rodríguez Braun
Leí en un anuncio sobre niños pobres de una ONG: "Tienen derecho a ir al colegio. Colabora con nosotros, porque la educación es la herramienta más poderosa para acabar con la pobreza".
Todo esto es tan políticamente correcto que nadie osaría cuestionar su veracidad. Y sin embargo, como diría el maestro Yoda, dudoso es.
Si la educación acabara con la pobreza, habríamos dado con la piedra filosofal y el bálsamo de Fierabrás. Todo sería enormemente sencillo: habría que quitarle a la gente el dinero y dedicarlo a la educación. Y así se acabaría con la pobreza. Fácil, ¿no?
Pues no. Lo que acaba con la pobreza es el trabajo de los pobres que quieren dejar de serlo, y para potenciar ese trabajo se necesita paz, justicia y libertad, no inversiones forzadas en educación, ni en I+D+i, ni en nada.
La idea de que si aumenta el gasto en educación aumenta la riqueza puede ser exactamente falsa, en el sentido de que primero debe aumentar la riqueza y después la gente invierte en educación. Pero esa prioridad tiene que ver con la libertad, y por eso es detestada por el pensamiento único, que no concibe que los ciudadanos puedan prosperar por su propio esfuerzo, en cuyo caso habría que dejarlos en paz y no fastidiarlos.
Esa noción obligaría a revisar los grandes dogmas de nuestro tiempo, por ejemplo, el "derecho a la educación", que en la práctica significa suprimir la libertad y que el Estado usurpe nuestros bienes y la capacidad de decidir sobre la educación de nuestros hijos.
Nada es perfecto, ni perfectamente malo. En el mensaje de la ONG hay una parte potente y liberal: "Colabora con nosotros". Sólo le falta percibir que colaborar a la fuerza no es colaborar.

Marcel Granier es el gerente de Radio Caracas Televisión, el canal que fue clausurado por Hugo Chávez por serle opositor. Felizmente este canal ha comenzado a transmitir nuevamente por medio de cable, pero el gobierno venezolano se propone ahora intervenir en este segmento para cerrar canales opositores al régimen. Hasta ahora la regulación gubernamental ha sido sólo para los canales abiertos. La libertad de prensa está amenazada. Chávez no tolera las críticas en los medios. Su política está encaminada a aniquilar cualquier vestigio de oposición y de usurpar el poder a perpetuidad.
A continuación en letra cursiva está el texto de la carta que Garnie le envió a Chávez.

Ciudadano
Hugo Rafael Chávez Frías
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Las muestras de fortaleza, dignidad y entereza que han dado los trabajadores de RCTV y sus familias en estos difíciles momentos, solo me llenan de admiración y estima.
Es por ellos y por Venezuela, Ciudadano Presidente, que seguimos firmes en nuestra decisión de hacer que se respete nuestro derecho a seguir operando. En RCTV hay casi 3000 personas que tienen el derecho a seguir trabajando en la misma empresa donde han escogido trabajar durante tantos años. Hay más de 5000 trabajadores indirectos que tienen derecho a continuar en sus trabajos y en sus negocios. Nadie, ni siquiera usted, puede decidir arbitraria e ilegalmente que el producto de su trabajo ahora deba ser sustituido por el producto del trabajo de otros, por mas respetable que sea.
En un país donde cada vez se crea más desempleo, mi compromiso y el de los otros accionistas de RCTV, es luchar para que esta empresa de trabajadores venezolanos siga operando bajo las mismas condiciones que hasta ahora lo ha hecho, pues es la única que asegura la estabilidad de la empresa y, por consiguiente, la de los trabajadores. En esta defensa, lo único que no se negocia es la libertad de expresión. No podemos hacerlo aunque quisiéramos, porque pertenece a los venezolanos y no podemos ponerla en una mesa de discusión.
Afectar ese derecho es inaceptable, como lo es afectar los derechos de los trabajadores. Por eso yo le pido Ciudadano Presidente que recapacite, porque los verdaderos gobernantes ni dejan sin empleo al pueblo al que deben proteger, ni silencian a sus críticos.
Si observamos a nuestro alrededor, a los gobernantes de América Latina, incluso a quienes como usted, siguen una línea política de izquierda –me refiero a los presidentes Lula, Bachelet, Torrijos, Vásquez o Kirchner– todos gobiernan tolerando a sus opositores. A ninguno de ellos se le ha ocurrido cerrar un medio de comunicación porque le de cabida a quienes piensan distinto.
Esa es la verdadera fortaleza de un líder democrático. La de convencer a los ciudadanos con su visión, pero a la vez la de escuchar opiniones diferentes. La de resistir la fiscalización de los gobernados y de los medios. La de respetar la libertad de pensamiento, información y expresión. Ello forma parte esencial de la Democracia.
Lo que Usted pretende en la Venezuela de hoy, en contra del mandato que recibió en las urnas, es algo para lo que no se requiere valor. Pretende una Venezuela en la que nadie opine o exprese una idea distinta al discurso oficial.
Tiene usted ya el control total de la Asamblea Nacional. No contento con ello, logró que ese organismo le otorgara poderes ilimitados para legislar y reformar la Constitución. El Poder Judicial está sometido constantemente a la intimidación y la presión de su Gobierno. Algunos medios, como usted mismo lo ha dicho y lo sabe ya todo el mundo, han modificado su línea editorial para garantizar su supervivencia, “por ahora”.
Hoy se busca el cierre del Canal más antiguo de la televisión venezolana. El Canal que le llega al corazón de todos; un Canal que resume buena parte de la historia de nuestro país y que hace posible que el pueblo le diga lo que sus asesores jamás le dirán.
Yo no sé y me lo he preguntado mucho en estos tiempos, quién le ofreció semejante recomendación política tan desacertada. Esta pretensión de cerrar el Canal de todos los venezolanos para iniciar otro canal oficial más, que repita sin descanso el mensaje del gobierno, lo ha enfrentado a mas del 80% de los venezolanos, a buena parte de los seguidores chavistas, a gremios periodísticos de todo el mundo, a organizaciones de defensa de los derechos humanos reconocidas mundialmente, a organismos multilaterales de diverso tipo, a Congresos de varios países, incluyendo el Senado y la Cámara de Diputados de Chile, a presidentes, a profesores y académicos y, por supuesto, a las más de ocho mil familias que dependen de RCTV. ¿Quien se beneficia con esta decisión, Ciudadano Presidente?
Yo le pido Presidente, que escuche a la gente y que asuma la responsabilidad de gobernar conviviendo con quienes no piensan como usted. Permita que en la Venezuela de hoy existan otras opiniones. Nuestro país es una mezcla de razas, identidades, voces, culturas y nadie puede encerrarlas todas dentro de un modelo único.
Un buen estadista sabe que la verdadera fuerza no reside en aplastar al adversario, ni en ocultar las verdades o silenciar a los críticos. La verdadera fuerza descansa en la conciliación, en el pluralismo y la tolerancia.
Todos sus asesores comunicacionales a pesar de una campaña desmedida, abusiva y violatoria de los derechos humanos, no han podido convencer al pueblo de que esta es una decisión legal. Todo el mundo sabe, puesto que usted lo ha dicho reiteradamente, que es su decisión personal y que se debe a la línea editorial de este canal, por lo tanto es arbitraria e ilegal.
En este tema tiene usted en sus manos una decisión histórica. ¿Es un dirigente de la nueva izquierda latinoamericana o es un populista totalitario más? ¿Es fuerte porque sus convicciones también lo son o es débil y necesita anular a todo el que le lleve la contraria? ¿Gobierna usted Presidente o gobiernan los asesores que ven en la supresión de los contrarios oportunidades de negocios?
Son preguntas que hoy no me hago solamente yo; o los trabajadores del Canal; o los millones de televidentes que quieren a Radio Caracas Televisión. Son preguntas que se hacen muchos en el mundo entero, pero sobre todo los venezolanos. Y son preguntas que merecen una respuesta de su gobernante, si este tiene el coraje de responderlas.
Respetuosamente,
Marcel Granier
Director General RCTV


Fuente: AIPENET
http://www.aipenet.com/articulo_semanal.asp?Articulo_Id=2981

julio 22, 2007

El blog cambió de nombre

Mi blog cambió de nombre. Ahora tiene el nombre que había pensado ponerle originalmente. Este nombre está inspirado en la obra literaria de Ayn Rand. Este libro junto a "La Rebelión de Atlas" también de la misma autora han producido un profundo impacto en mi vida. Nunca antes había leído algo más hermoso y ningún libro ha tenido tanta influencia en mi vida y en mi pensamiento. La lectura de estas obras ha marcado una era. Por eso a este blog le he puesto el nombre de la obra de Ayn Rand como un tributo a su persona y a sus obras.

Cómo votan los argentinos

Gabriela Pousá describe el 21 de julio en Economía para Todos cómo votan los argentinos. Describe cómo la economía influye decisivamente en los resultados electorales, mientras otros hechos como: corrupción, respeto a las instituciones no tienen importancia. Enumera como los hechos de corrupción en el gobierno quedan sin esclarecer, donde el sistema judicial está totalmente corrompido y influído por el poder ejecutivo y también donde el congreso ha perdido su papel de investigar e indagar a los funcionarios.


La costumbre nacional de votar pensando en el bolsillo es responsable de nuestra decadencia institucional, económica, política y social. Sólo un cambio de mentalidad permitirá construir un horizonte distinto para las próximas generaciones.
Mucha confusión y pocas ganas de clarificar hay en el escenario político actual. Todo pedido de aclaración a un funcionario es siempre un proceso indefinido donde, al final, termina oscureciéndose aún más lo que se suponía se pretendía aclarar. La bolsa de dinero de la ministra de Economía, Felisa Miceli, hallada en el baño de su despacho; los 306 nombramientos en la Secretaría de Medio Ambiente; los sobreprecios en la obra pública; la manipulación de datos del INDEC, entre otros ejemplos, no admiten explicación racional. Desde luego que muchas cosas en política no resisten la racionalidad. El kirchnerismo, aunque no se comprenda qué ha de modificarse más allá del sexo del candidato, hoy puede agitar las banderas de “profundización del cambio” para vender a la primera dama como aspirante a la presidencia, pero no puede hablar más de nueva política ni mostrar las manos limpias como hacía tiempo atrás. No se trata de levantar el dedo acusador a diestra y siniestra, si bien las percepciones sociales en este aspecto difícilmente se equivoquen y la sociedad, no obstante no sea su deseo, se está dando cuenta de que la transparencia no es tal. De allí a que ese dato gravite a la hora de definir a quién votar es un tema que merece un análisis adicional. ¿Qué vota la gente en la Argentina? Las últimas elecciones demostraron que se ha votado bajo efectos del hartazgo alguna suerte de cambio, algo distinto más allá de los rotulados. Un pueblo bastante ajeno a las ideologías y más entusiasta de que no se metan en su vida votó al margen de partidos y fuerzas políticas. Es posible que no haya pesado definitivamente todavía la distorsión entre la inflación oficial y la inflación real, y que el bolsillo se haya mantenido medianamente al margen de los últimos comicios. Muchos de los que se opusieron a Carlos Rovira en Misiones necesitaban el crédito que éste otorgaba con fines proselitistas. No se negaban a la repartija, pero en el cuarto oscuro primó una noción de extorsión política que imprimió el cambio en la provincia. Aunque no esté claramente definido qué, algo cansó a la ciudadanía. Con todo, también es cierto que la sociedad argentina tiene conductas en extremo efímeras y que tres meses y medio son una eternidad para que todo se dé vuelta o quede como está porque los gremios consigan un 10% más de aumento. Suele decirse, y con pruebas al cántaro, que la gente vota con el bolsillo. No habría mayor objeción a ello si el resto de las variables funcionaran medianamente bien. Es decir, si no estuviéramos ante una crisis institucional mucho más grave que la económica, si bien una deviene de la otra. Si la institucionalidad no estuviera jaqueada, habría claridad conceptual y se comprendería, por ejemplo, que el colapso energético es causa de una dirigencia apática que desdeñó el orden normativo necesario para garantizar la inversión en el sector de manera que oferta y demanda se equilibraran de acuerdo a las leyes del mercado y no al capricho de la Secretaría de Energía o la Secretaría de Comercio. Hay un problema mayor al del índice de inflación oficial y real, porque en definitiva los argentinos no miden el aumento de los precios por el número que le tiran en los medios. Cualquiera sabe si los productos aumentan o no y qué es aquello que en las góndolas brilla por su ausencia, incluso cuando nadie habla de desabastecimiento. Un supermercado chileno posee una variedad de productos un 75% mayor al que detenta uno argentino. Tanto en la oferta política como en la comercial, la Argentina tiene una democracia limitada. Las opciones son cada vez menos y van disminuyendo en todos los órdenes. Hoy, un dato alarmante es el desinterés de los ciudadanos por lo que pasa más allá de su capacidad de consumo. No se puede seguir votando por la coyuntura. Actualmente, las razones por las cuales la gente reacciona y modifica su voto están dadas, por ejemplo, por las restricciones en el suministro de GNC, los cortes de luz, los trenes que no funcionan en tiempo y forma, los piquetes que impiden llegar en hora o los precios que suben indiscriminadamente. Todo lo que altera la calidad de vida y la microeconomía en forma directa y precisa en el día a día define el voto de la ciudadanía. No hay objeción a que suceda de esa manera. Sin embargo, las causas de todo aquello siguen siendo ajenas al pueblo. Es decir, los casos de corrupción severos y las fallas institucionales de envergadura se perpetúan sin que la reacción llegue al hombre medio. Existe apenas un microclima preocupado por lo que hay más allá de lo cotidiano, que entiende que ese “más allá” determinará la calidad de lo que habrá en breve “más acá”. Que los casos Greco o Skanska no sean gravitantes para la mayoría puede entenderse si aceptamos que el ciudadano común tiene demasiado en su mente como para ocuparse de los gasoductos y los negociados. A pesar de ello, no se trata de involucrarse en los temas ni de convertirse en expertos, sino de tomar conciencia de lo que implican los casos de corrupción que azotan al Gobierno. Cuando algo se pudre adentro, antes o después, acarrea consecuencias afuera. La metástasis llega. Si no interesan la bolsa de dinero de la ministra de Hacienda, o los nombramientos en la Secretaría de Medio Ambiente ni los sobreprecios de las obras públicas, debería al menos interesar cómo se quita lo esencial de un pueblo: su identidad, sus tradiciones, su historia. ¿Está bien votar por un Gobierno que permite, quizás, tener un peso más en el bolsillo, pero convierte a los actos patrios en actos políticos? ¿Es lógico apoyar a un Ejecutivo que distorsiona la historia para reabrir heridas y dividir al pueblo? A su vez, hay que entender que la crisis institucional es la madre de la crisis económica. ¿O acaso qué está sucediendo con los precios? La ausencia de seguridad jurídica y de reglas claras provoca un desinterés en la inversión que termina dejando escasa la oferta y vacías las góndolas. Con la demanda intacta, los precios aumentan. Un burdo ejemplo para demostrar que la corrupción debería despertar mayor interés que el que aparentemente despierta. Aquello de “roban, pero hacen” no sirvió nunca. Tampoco fue efectiva la vista gorda que ha hecho muchas veces la ciudadanía de la negligencia de la dirigencia política porque podía veranear 15 días. Si a la hora de votar sólo se mira la billetera y la coyuntura, la Argentina seguirá siendo el barco de la zozobra, a la deriva. Puede que haya forma de costear unas vacaciones de invierno, aunque difícilmente habrá luego forma de garantizar un futuro digno para nuestros hijos o nuestros nietos.






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