agosto 30, 2007

CARLOTA JACKISCH ENTREVISTADA POR ROBERTO CACHANOSKY EN EL INFORME

Carlota Jackisch es doctora en ciencias políticas. Ella como Cristina Kirchner leyó a Hegel, por eso Jackisch no es hegueliana, como Cristina Kirchner. En el programa El Informe fue entrevistada por Roberto Cachanosky y habló del rumbo de la política argentna, lo compara con otros regímens y como se degeneraron estos.



http://www.economiaparatodos.com.ar/ver_nota.php?nota=1680

UN CONFLICTO DE PARADIGMAS

Comprender la real naturaleza de una sociedad libre supone preguntarnos dos cuestiones básicas: ¿Qué significa actualmente ser libre, y cuál es el legítimo rol del gobierno en una sociedad libre? Reflexionando sobre estas dos preguntas fundamentales podemos proveer la solución a esta maraña política y económica en la cual se encuentra nuestra nación.


Primero retornemos a los principios básicos. Nuestros Padres Fundadores pusieron en existencia a la más inusual sociedad en la historia. Imagine: Sin impuestos a las ganancias, Seguridad Social, sistemas de salud como Medicare y Medicaid, bienestar, escolaridad obligatoria, leyes contra las drogas, control de armas, papel moneda, restricciones para viajar, o banco central. Ni incluso ningún control migratorio.


Los estadounidenses alguna vez ejercían sus ocupaciones o negocios sin licencias, permisos, o regulaciones. Eran libres de entran en acuerdos de mutuo beneficio con otros sin interferencia del gobierno. Sin impuesto a los ingresos, podían acumular riqueza ilimitadamente y decidir cómo disponerla. Su nivel de vida se elevó, especialmente en comparación con el resto del mundo.


Los estadounidenses viajaban a cualquier parte en el país y a todo el mundo sin la aprobación o supervisión del gobierno. De hecho, no tenían pasaportes.


No participaban de las guerras en Europa o Asia quitando vidas incontables de hombres estadounidenses. Sin servicio militar obligatorio, excepto para la Guerra de Secesión. Sin militarismo ni glorificación del armamento militar. Rechazando grandes ejércitos profesionales, los estadounidenses abrazaron el concepto de ciudadano-soldado: una nación de civiles quienes se entrenaran para pelear y quienes estuvieran preparados para hacerlo si Estados Unidos fuera alguna vez invadido.


Esta inusual forma de vida es lo que los estadounidenses entendieron por la palabra “libertad”. Esta es la libertad que los estadounidenses celebraron cada cuatro de Julio. Esto es lo que alguna vez significó ser estadounidense. Esto es lo que alguna vez significó ser libre.


Qué guió a los estadounidenses a finales del 1700 y a lo largo de la mayoría del 1800 era un principio primordial: la más grande amenaza a sus libertades y bienestar descansaba con su propio gobierno federal. Ellos creían que a más fuerte y más poderoso el gobierno, menor libertad para la gente y una nación débil. A la inversa, la debilidad del gobierno, da la máxima libertad a las personas y hace a una nación fuerte.


Así, ellos usaron la Constitución para dar existencia al más débil y más restringido gobierno nacional en la historia.


¿Cuál fue el resultado de este débil y restringido gobierno con pocos poderes sobre las vidas y fortunas de la ciudadanía? La más poderosa nación económica en la historia ... y la más prospera nación en la historia ... y la más caritativa nación en la historia ... y la más libre nación en la historia.


Aunque hubieron mayores y menores excepciones, ese fue el paradigma de libertad sobre el cual nuestra nación fue fundada y el cual la guió por más de un siglo.


Desafortunadamente, este ya no es el paradigma bajo el cual operan los estadounidenses ahora.


El paradigma actual


Hoy, los estadounidenses padecen bajo un sistema cuyas características son las que nuestros antepasados rechazaron. Los ingresos de la gente son ahora sometidos a ilimitados impuestos, y cuanto más gana la gente más el gobierno les quita.


El principal rol del gobierno federal es ahora cuidar a la gente con el dinero que el gobierno federal recolecta de ellos en impuestos y préstamos que toma de ellos mediante la venta de títulos gubernamentales, los cuales alientan la inflación. Semejantes programas de bienestar como la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, becas educativas, y subsidios a los negocios son ahora una parte establecida de la vida estadounidense.


El gobierno federal tiene el poder de regular el más minúsculo aspecto de las actividades económicas de la gente, incluso extendiéndose a qué crece y consume la gente en su propiedad.


Desde la primera parte del siglo 20, los estadounidenses han sufrido los estragos del irremediable papel moneda además de un banco central que ha, década tras década, gradualmente desvalorizado la moneda, permitiendo a los funcionarios del gobierno confiscar la riqueza y ahorros de la gente a través de la inflación.


Interviniendo en guerras en el extranjero es ahora una aceptada parte de la vida estadounidense, y ha resultado en la muerte o mutilación de cientos de miles de hombres y mujeres estadounidenses. Un enorme ejército permanente se ha convertido en una característica constante de la vida estadounidense — una fuerza imperial que se extiende en todo el mundo, requiriendo las siempre crecientes sumas de impuestos para financiarlo. Mientras el servicio militar ha sido voluntario desde la Guerra de Vietnam, todos saben que la conscripción obligatoria de la ciudadanía es una permanente opción en estado latente.


¿Cuáles son los resultados de este moderno paradigma del estado benefactor, estado guerrero? ¡El más poderoso gobierno en la historia! Un gobierno capaz de proveer bienestar a millones de estadounidenses y extranjeros por igual. Una fuerza militar potencialmente capaz de conquistar cualquier nación en el mundo. Un ejecutivo con el poder de enviar fuerzas militares a la acción a través del mundo con su propia iniciativa. Un gobierno con el poder de encarcelar a cualquiera, donde quiera, por siempre, sin cargos. ¡La “única superpotencia restante” del mundo!


Una débil y atemorizada nación


Sin embargo, ha habido un mayor resultado negativo de todo esto: Como nuestros ancestros sabían que sería el caso, este todo-poderoso gobierno federal ha producido una de las más débiles y temerosas naciones en la historia.


El estado benefactor ha producido una predisposición de casi desesperada dependencia entre los estadounidenses. Sólo pronuncie la frase “derogación de la Seguridad Social” a alguien mayor de 65 y verá exactamente a qué me refiero. Casi todo estadounidense mayor de 65 entrará en un estado de shock nervioso al escuchar la frase. “¿Cómo sobreviviré sin mi Seguro Social?” es cómo responden, ignorando el completamente obvio hecho de que los estadounidenses sobrevivieron — y prosperaron — sin un esquema socialista en los primeros 125 años de la historia de nuestra nación.


Esta predisposición a la dependencia del estado benefactor, sin embargo, no es limitado a las personas mayores. Esta domina las mentes de personas a lo largo de toda la sociedad estadounidense, transcendiendo todas las edades y clases económicas. Sólo use la palabra “derogar” en el contexto de una discusión respecto a Medicare, Medicaid, becas estudiantiles, subsidios de desempleo, control de la comida, viviendas públicas, o negocios subsidiados, y verá a qué me refiero.


A pesar de la devoción a los principios de la libertad en el desarrollo de emprendimientos que ellos ostensiblemente aprendieron en sus escuelas públicas (por ej., gubernamentales), los estadounidenses tienen terror al libre mercado. Sólo sugiérales, por ejemplo, la idea de separar la escuela del estado y entregar la educación completamente al libre mercado y verá a qué me refiero. O pregúnteles cómo se sienten respecto a un libre mercado en el consumo y venta de drogas.


El hecho es que los estadounidenses perdieron la confianza en ellos mismos y en los otros. Perdieron la fe en la libertad y el libre mercado. Y son personas aterrorizadas. Los estadounidenses están aterrorizados de perder su bienestar. Están aterrorizados de perder sus trabajos. Están aterrorizados de los extranjeros, especialmente de inmigrantes quienes pueden dejarlos fuera de competencia o “les quitan sus trabajos”. Están aterrorizados de los “terroristas”, lo cual es porqué los funcionarios federales siempre se salen con esa palabra — “terroristas” — dondequiera que ellos quieren aterrorizar a la gente en un ciego apoyo a cualquier cosa que ellos están haciendo.


De qué no están asustados, desafortunadamente, de su propio gobierno federal — su benefactor, su guardián, su proveedor. El gobierno federal ha asumido el rol de su padre — o incluso su dios. El los cuida y protege de los “chicos malos”. ¡Y dios nos libre de la persona, especialmente un estadounidense, quien se atreva a decir cosas malas sobre su padre federal o dios federal!


Militarismo y “rudeza”


El estado guerrero ha producido una perversa sensación de experimentada rudeza — una en la cual los ciudadanos expresan coraje a través de la conducta de su todo-poderoso gobierno, especialmente sus fuerzas militares. “Tenemos que invadir Irak y atrapar a Saddam — ¡no podemos ser débiles!” es un típico pregonar — uno en el cual “nosotros” es el soldado profesional quien está yendo a pelear y morir a miles de kilómetros de distancia, mientras que la ciudadanía “apoya a las tropas” alentando a generales retirados del ejército que explican por televisión la acción militar de EE.UU. en el extranjero y pegando calcomanías de “apoye a las tropas” en sus autos. Las victorias militares son celebradas por todos y reflejan nuestra rudeza colectiva como nación. El militarismo y los armamentos militares son glorificados. Y todos los que viven cerca de una base militar están aterrados porque puede cerrar.


El paradigma del estado benefactor-estado guerrero ha resultado en el más poderoso gobierno en la historia y posiblemente del todo la más dependiente, aterrorizada nación en la historia.


Irónicamente, todo esto es visto como la nueva “libertad” — la libertad de ser cuidado de y protegido por un todo-poderoso, siempre buen gobierno federal y estar hecho bueno, compasivo, corajudo, y bondadoso a través de la colectiva fuerza del estado benefactor-estado guerrero del gobierno. Sólo seamos testigos de la reacción de la gente hacia la ayuda federal recientemente dada a la víctimas del tsunami: cuanto más dinero los funcionarios estadounidenses entregaron cada día que pasaba en respuesta a la crítica extranjera de “nuestro” ser demasiado mezquino, tanto más el pueblo estadounidense se vio asimismo en una luz positiva. O considere una de las tantas razones para invadir a Irak — para “liberar” al pueblo Iraquí, reflejando nuestra colectiva bondad como estadounidenses. Nosotros somos buenos porque el gobierno es bueno con el dinero que él ha quitado de todos nosotros y proveyó a otros en la forma de estado benefactor o de estado guerrero.


¿Reforma o libertad?


Están aquellos que dicen que el estado benefactor-estado guerrero está aquí para quedarse, al que podemos también resignarnos y aceptarlo, y al que deberíamos simplemente dedicarnos a reformarlo y mejorarlo. Este triste sentimiento de resignación se aplica no sólo al estado benefactor doméstico sino también al estado guerrero extranjero.


Con respecto al estado benefactor, piense sobre cuántas veces ha leido un artículo o un estudio publicado por un grupo de libre-emprendedores que concluye con eso que se ha convertido en una clásica perogrullada: “El sistema necesita reformas”.

Con respecto al estado guerrero, piense sobre cuántos libre-emprendedores propugnan el arremetimiento a la “guerra contra el terrorismo” federal siguiendo a la multitud y la guerra en Irak sin siquiera considerar las consecuencias con respecto a la libertad del pueblo estadounidense.


A fin de conseguir una sociedad libre, es imperativo confrontar dos verdades:


Primero y principal, el paradigma político-económico bajo el cual los estadounidenses viven hoy es opuesto al paradigma político-económico bajo el cual nuestros antepasados vivieron y en el cual nuestra nación fue fundada. Esto es importante porque obviamente los opuestos no pueden ser lo mismo. O nuestros antepasados eran libres o no lo eran, y si ellos eran libres, entonces ¿cómo podemos nosotros — sus sucesores — ser libres cuando vivimos bajo principios opuestos? Las profundas palabras de Goethe vienen a la mente aquí — que nadie es más desesperanzadamente esclavizado que aquellos quienes creen falsamente que son libres.


Segundo, es imposible lograr una sociedad libre simplemente reformando el paradigma del estado benefactor-estado guerrero, aún si las reformas están envasadas en un vocabulario de libre emprendedores. (De nuevo, piense en la observación de Goethe.). Quien se ha resignado a la inevitabilidad del paradigma del estado benefactor-estado guerrero ha renunciado a la búsqueda de una sociedad libre. Por ahí no hay manera de alcanzar la genuina libertad que nuestros antepasados disfrutaron bajo un paradigma en el cual el gobierno federal tiene el omnipotente poder de cobrar impuestos a la gente, regular a la gente, cuidar de la gente, encarcelar a la gente, y enviarlos a la guerra por alguna razón cualquiera.


Una nación que ha abrazado el paradigma del estado benefactor-estado guerrero, no importa cuánto ha reformado o mejorado, será una nación sin libertad de débiles, dependientes, aterradas personas. Como nuestros antepasados muy bien entendieron, la única manera de lograr una sociedad libre y una fuerte nación es refrenar al gobierno federal y debilitarlo.


¿Puede el paradigma de libertad, mercados libres, y gobierno limitado ser restaurado en nuestra tierra? Por supuesto que puede. Después de todo, si cien años después de la fundación de nuestra nación, los estadounidenses pudieron ser persuadidos de adoptar un paradigma de socialismo, intervencionismo, e imperio, entonces ¿por qué no es posible convencer a una masa crítica de estadounidenses que viven hoy a que rechacen ese paradigma y restablecer el paradigma de nuestros antepasados? Las ideas están entre las más poderosos fuerzas en el universo, es por lo cual los gobiernos gastan tanto tiempo, energía, y recursos intentando acallarlas.


Con el fracaso manifiesto de casi todos los aspectos del paradigma estado benefactor-estado guerrero — desde la Seguridad Social a la guerra contra las drogas, desde la “guerra contra el terrorismo” a la guerra en Irak — el tiempo bien podría estar aproximándose cuando los estadounidenses empiecen a preguntarse planteos importantes como los que nuestros Padres Fundadores se hicieron: ¿Qué significa ser libre, y cuál es el legitimo rol del gobierno en una sociedad libre?


Si ese día llega, déjennos tener la esperanza de que los estadounidenses no se conformarán con reformar o mejorar el paradigma vigente de socialismo, intervencionismo, e imperio, sino que en cambio decidirán restablecer el paradigma de libertad, mercados libres, y república sobre el cual nuestra nación fue fundada.

Autor: Jacob Hornberger

Jacob Hornberger es fundador y presidente de The Future of Freedom Foundation.
Este artículo originalmente apareció en la edición Agosto 2005 de Freedom Daily.

CRISTIANISMO Y LIBERALISMO


Autor: Armando Ribas

Pienso que la relación entre el cristianismo y el liberalismo es de la mayor trascendencia en general y en particular para la Argentina. No hay duda de que en este ámbito reinan incomprensiones de vieja data, que reflejan, a mi juicio, confusión profunda respecto a la esencia misma del denominado liberalismo que hoy se lo llama peyorativamente neo-liberalismo. Así, nuestro léxico político plagado de inexactitudes ya que los mismos vocablos implican conceptos diferentes y discutibles se centra en las virtudes de la democracia y el anatema del neo-liberalismo. Esta dicotomía ética es compartida desde el cristianismo, al menos según consta de las declaraciones de múltiples de los obispos, hasta el "socialismo" cuyo origen indubitable, fueran el positivismo y el marxismo que consideran a la religión como la causa fundamental de la alienación del hombre. Ante esto que considero la confusión reinante aun vigente en el mundo de las comunicaciones, me voy a permitir algunas reflexiones que espero contribuyan a una mejor comprensión mutua de las partes involucradas.

Fue hace muy poco que el Papa pidió perdón por los hechos históricos de la Iglesia tales como la Inquisición, las cruzadas y el enfrentamiento con la ciencia (Galileo), etc. Estas palabras del Papa que tienen mi mayor respeto, sin embargo ocultan la verdadera naturaleza del problema. A mi juicio, no se puede culpar a la Iglesia Católica como el origen de tales pecados históricos, sino que ellos reflejaban el sentir y el comportamiento generalizado de ese "Occidente" que hoy pretende igualmente representar desde sus orígenes la ética contemporánea. Debe recordarse que por mucho tiempo la amante de Zeus era conocida como la cristiandad hasta bien entrado el siglo XVI. O sea que si pecadores hubo y no hay dudas de que así fuese, pues la Segunda Guerra Mundial y el holocausto son sus ejemplos más cercanos, no fue por la existencia de la Iglesia. Si de algo puede culparse a esta institución no fue que generara el pecado, sino que no pudo, no supo o no quiso evitarlos y ni siquiera reducirlos Las cruzadas eran luchas entre los propios cristianos, y yo no podría decir que en la disputa entre los iconoclastas y los iconodules que diera por resultado la culminación del denominado cisma de Oriente, aquellos eran mejores ni menos autoritarios que éstos.

Tampoco encuentro en Lutero, ni en Calvino un pensamiento ni un comportamiento más digno y ético. El absolutismo y el fanatismo religioso impregnaba la mente de los hombres, y la lucha por el poder terrenal tenía su campo de batalla en el ámbito celestial; pero fundamentalmente en la naturaleza falible del ser humano por más que hubiera sido creado a imagen y semejanza de Dios. No obstante esa realidad de la naturaleza no se puede desconocer la gran contribución del cristianismo a la civilización al reconocer a la persona individual como el centro mismo de la creación.

Los pecados son de los hombres y el cristianismo lo señala claramente en el Evangelio que dice "el justo peca siete veces". Pero aun más dice "el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra" y sigue diciendo "no juzguéis y no seréis juzgados" y más "se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Lamentablemente esos principios del cristianismo, incluido aquel más importante de "dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" y no podemos olvidar que Jesús también dijo "Mi reino no es de este mundo", fueron olvidados en la simbiosis histórica entre el Estado y la Iglesia y que se expresa en la colusión entre la cruz y la espada para representar en la tierra a quien había dicho que “se debía poner la otra mejilla."

La sabiduría del cristianismo abunda en el mandato de "amar al prójimo como a ti mismo". Ese mandato existe precisamente porque ese amor no existe como una universalidad y por tanto difícilmente puede construirse una sociedad a partir de presuponerlo. En segundo término el prójimo es el cercano por tanto ni siquiera el cristianismo pretende un amor a la humanidad que no forma parte de la naturaleza del hombre donde los sentimientos en muchos casos privan por encima de la voluntad. Y tercero el poner como límite de bien el amor a sí mismo, es la manifestación paladina de la conciencia de que el hombre, por encima de todo se quiere a sí mismo. Es decir, ese no es un mandato, sino un parámetro de la realidad de la naturaleza humana.

Otro aspecto trascendente del cristianismo es el reconocimiento de la propiedad privada tal como se manifiesta en la parábola de los trabajadores que llegados a la hora nona fueron pagos iguales que los primeros. Cuando estos protestaron el Señor (propietario) manifestó yo cumplí con ustedes y les pagué lo convenido por tanto nada pueden quejarse por mis contratos posteriores. Evidentemente aquí no sólo se reconoce el derecho de propiedad, sino la libertad de contratación y el valor conmutativo de los contratos.

Igualmente, en la parábola de los talentos se reconocen la responsabilidad individual por nuestras acciones y los resultados de las mismas. Por último la admonición sobre que "es más difícil que entre un rico en el reino de los cielos que pase un camello por el ojo de una aguja", no tiene otro sentido que el que tiene más posibilidades a su vez tiene más tentaciones para pecar. Pero al mismo tiempo, debe tenerse en cuenta que el mismo concepto de rico debe entenderse como poder en general. Particularmente porque en los tiempos del Evangelio la relación de causalidad era del poder a la riqueza y no viceversa. Así, los reyes eran ricos por reyes y no que eran reyes por ricos. Esto fue otro de los grandes errores de Marx al considerar que el poder político era una superestructura de los intereses económicos. En fin, si la Iglesia ha errado como institución, y no pecado, pues los pecados son personales, fue por no haber quizás logrado que se avanzara en la civilización y en la libertad a partir de los propios valores que ella representaba. Al respecto ya en 1536 el Papa Pablo III designó una comisión para estudiar los abusos en la Iglesia que en marzo de 1537 produjo un informe famoso titulado "Consilium de enmenda ecclesia", cuya conclusión fue: "La causa de todos los problemas yace en los papas mismos que han permitido que sus deseos imperen y han escuchado a falsos consejeros, con el resultado de que se creyeron tan completamente dueños de la Iglesia que tenían el derecho de comprar y vender sus empleos, designaciones y beneficios sin peligro de pecado... De ello se deriva Padre Santo, como de un caballo de Troya han surgido en la Iglesia tantos abusos y tales graves enfermedades que por nuestra culpa el nombre de Cristo ha sido blasfemado entre las naciones".

No fue otro que Erasmo de Rotterdam, quien dijo: “Ningún hombre puede esperar alcanzar el cielo usando la maquinaria de la Iglesia; sin ceremonias, tal vez uno no sería cristiano, pero no lo hacen a Ud. cristiano. La idea fundamental de Erasmo y que a nuestro criterio coincide con el cristianismo o sea los evangelios, es reducir la teología a un mínimo, conciente de las dificultades en las definiciones y fueron éstas las que causaron el cisma de Oriente y la destrucción de Bizancio, que finalmente cayó en manos del Imperio Otomano. Más tarde determinó las guerras religiosas que todavía no han terminado, a pesar de la paz de Westfalia. Así escribió Erasmo: “Ud. no será condenado si no sabe si el Espíritu que procede del Padre y del Hijo tiene uno o dos comienzos, pero no escapará a la condenación si no cultiva las fuentes del espíritu: amor, felicidad, paz, paciencia, bondad, sufrimientos, compasión, fe, modestia, continencia y castidad”. Este pensamiento es perfectamente compatible con el liberalismo en su proyección de separar al Estado de la Iglesia, y permitir la libertad de creencias siempre y cuando no violaran las normas de la convivencia. Lamentablemente en 1546 el Concilio de Trento declaró heréticas las doctrinas de Erasmo y así podría decir que dio lugar a que el Papa considerara finalmente procedente pedir perdón por los errores de la Iglesia.

El liberalismo, pues, a nuestro juicio, fue precisamente el intento de evitar los abusos del poder cualquiera que fuese su origen, ya fuere político o eclesiástico, y al mismo tiempo permitir la libertad de conciencia. Así, John Locke en su Carta sobre la Tolerancia, publicada después de la Revolución Gloriosa en Inglaterra en 1688, escribió que toda la Iglesia era ortodoxa con respecto a sí misma. Consecuentemente "El Evangelio frecuentemente declara que los verdaderos discípulos de Cristo deben sufrir persecución, per que la Iglesia de Cristo debe perseguir a otros y forzar a otros mediante el fuego y la espada para que abracen su fe y su doctrina, yo nunca lo encontré en ninguno de los libros del Nuevo Testamento." En otras palabras, el liberalismo, cuyo primer exegeta fue Locke, pretendió, pues, conforme a lo dicho por Jesucristo separar la Iglesia del Estado, pues el gobierno de la sociedad civil estaba instituido tan sólo por cuidar de los intereses civiles tales como la vida, la libertad, la salud y la posesión de las cosas externas. Al mismo tiempo, señala que el cuidado de las almas no le corresponde al gobierno y así escribió: "Toda la vida y el poder de la verdadera religión consisten en la completa persuasión interna de la mente: y la fe no es fe sin creer". Por ello "el cuidado de las almas no puede pertenecerle al gobierno civil, porque su poder consiste solamente en la fuerza externa".

Como vemos, el liberalismo está muy lejos de ser ateo, como se ha pretendido a partir de haber tomado al crimen histórico de la Revolución Francesa de 1789 como su paradigma. La realidad es que ella representó tan sólo el intento de crear una religión seglar que pretendió darle a la razón el lugar de Dios. A través de la historia de sus filósofos, el liberalismo ha mostrado no sólo su respeto por la religión como el ámbito de la conciencia individual, sino su conciencia de la falencia permanente del ser humano en su búsqueda del conocimiento y no la confusión del racionalismo que hay una sinonimia entre razón y verdad.

Fue igualmente la realización de que los gobernantes son igualmente hombres con iguales falencias que sus congéneres, la que determinó la necesidad de la limitación del poder político. En ese sentido igualmente se pronunció Locke y fue éste el criterio con que se constituyeron los Estados Unidos a partir del pensamiento de James Madison quien dijera: "Si los hombres fueran ángeles no haría falta el gobierno y si fueran a ser gobernados por ángeles no se requeriría ningún control sobre ellos". Por la misma razón ya David Hume se había percatado de que la razón lejos de prescribir la moral eran tan sólo el instrumento de las pasiones. Por ello, la estructura de la sociedad debía reconocer éticamente los intereses y sólo la confrontación de las pasiones habría de limitarlos. De ahí surgía la necesidad de la seguridad en la propiedad privada, y a ella se refiere precisamente el concepto mismo de justicia que se diferencia de la moral en que esta es intencional en tanto que la primera es consecuencial. Así, dijo Hume al respecto: “Es sólo como consecuencia del amor a sí mismo y la limitada generosidad de los hombres, conjuntamente con la escasa provisión que la naturaleza hace a sus necesidades, que la justicia deriva su origen... Es evidente que la única causa por la que la gran generosidad del hombre y la perfecta abundancia de todas las cosas destruirían la mera idea de justicia, es porque la haría inútil.”

Como vemos no existe una contradicción entre los principios cristianos y la filosofía liberal, sino que ésta surge únicamente cuando la Iglesia ha pretendido un rol que conforme al Evangelio no le corresponde y que es el de dominar el poder político en una conciencia de absoluto que ignora precisamente las falencias del ser humano reconocidas por el propio Evangelio: “El justo peca siete veces”. En ese sentido, debe destacarse precisamente el gran aporte de León XIII a la comprensión del problema en su encíclica “Rerum Novarum” donde escribió: “Sea pues, el primer principio y como la base de todo que no hay más remedio que acomodarse a la condición humana: que en la sociedad civil ni pueden ser todos iguales, los altos y los bajos...” Y sigue: “...que la verdadera dignidad y excelencia del hombre consiste en las costumbres, es decir en la virtud, que la virtud es patrimonio común a todos los mortales y que igualmente la pueden alcanzar los altos y los bajos, los ricos y los proletarios... que se guarde y se fomente la religión, que florezcan en la vida privada y en la pública costumbres puras; que se mantenga la justicia y no se deje impune al que viole el derecho del otro (el resaltado es propio)... quitar a otro lo que es suyo o en pro de una absurda igualdad apoderarse de la fortuna ajena, lo prohíbe la justicia y lo rechaza la naturaleza misma del bien común: que no se abrume a la propiedad privada con enormes tributos e impuestos...” y con una clarividencia que pareciera hubiese conocido al mundo comunista hizo la siguiente admonición respecto a la abolición de la propiedad privada; ...y fuera de esta injusticia, vese demasiado claro cuál sería en todas las clases el trastorno y perturbación, a que se seguiría una dura y odiosa esclavitud de los ciudadanos. Abriríase la puerta a mutuos odios, murmuraciones y discordias, quitando al ingenio y diligencias de cada uno todo estímulo, secaríanse necesariamente las fuentes mismas de la riqueza, y esa igualdad que en su pensamiento se forjan, no sería, en hecho de verdad, otra cosa que un estado tan triste como innoble de todos los hombres sin distinción alguna. De todo lo cual se ve que aquel dictamen de los socialistas, a saber, que toda propiedad ha de ser común, debe absolutamente rechazarse, porque daña a los mismos a quienes se trata de socorrer; pugna con los derechos naturales de los individuos y perturba los deberes del Estado y la tranquilidad común.”

En ese sentido de reconocimiento de la responsabilidad propia y de los derechos de propiedad León XIII se extiende al decir: “Verdad es que nadie se manda a socorrer a otros con lo que para sí o para los suyos necesita, ni siquiera dar a otros lo que para él debido decoro de su propia persona ha menester, pues nadie está obligado a vivir de un modo que a su estado no convenga. Pero satisfechos la necesidad y el decoro deber nuestro es de lo que sobre, socorrer a los indigentes. Lo que sobre dadlo de limosna. No son estos, salvo casos de necesidad, deberes de justicia, sino de caridad cristiana, a la cual no tiene derecho a contradecir las leyes”. No son palabras muy diferentes de lo que había dicho Adam Smith en su Teoría de los Sentimientos Morales, donde escribió: “La beneficencia es siempre libre, no se puede exigir por la fuerza, y la mera carencia de la misma no expone al castigo”... y continua “El obligar a alguien a hacer por fuerza lo que en gratitud debería hacer, y lo que cualquier espectador imparcial aprobaría que hiciera, sería si fuese posible más inapropiado que su falta por hacerlo”. Esta, lamentablemente, ha sido la tendencia del socialismo que ha pretendido que el hombre ame a la humanidad más que a sí mismo y lo ha colocado como presupuesto del bienestar social, lo que significa como bien observara León XIII, ignorar la naturaleza del hombre.

En un sentido similar se pronunció el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Centesimus annus” revirtiendo la doctrina social a sus orígenes después que, a nuestro juicio, se podían percibir desvíos hacia el fascismo de la “Quadragesimus Annus” y más tarde hacia una competencia con el marxismo en la “Populorum Progressio”. Ésta dio como resultado los documentos de Puebla que derivaran en la Teología de la liberación, hoy afortunadamente descalificada por Juan Pablo II. No voy a insistir en las citas pertinentes de este documento que a nuestro juicio igualmente revaloriza los principios liminares del cristianismo y que como expresara anteriormente constituyen la fuente del liberalismo. Pero no querría terminar este ensayo sin mencionar las palabras de Juan Pablo II, que consideró como una revelación de la conciencia profunda entre el cristianismo y el liberalismo cuando dice: “Por otra parte, el hombre creado para la libertad lleva dentro de sí la herida del pecado original que lo empuja continuamente hacia el mal y hace que necesite redención. Esta doctrina no sólo es parte integrante de la revelación cristiana, sino que tiene también un gran valor hermenéutico en cuanto ayuda a comprender la realidad humana. El hombre tiende hacia el bien, pero es también capaz del mal; puede trascender su interés inmediato y, sin embargo, permanece vinculado a él. El orden social será tanto más sólido cuanto más tenga en cuenta este hecho y no oponga el interés individual al de la sociedad en su conjunto, sino que busque más bien los modos de su fructuosa coordinación. De hecho, donde el interés individual es suprimido violentamente, queda sustituido por un oneroso y opresivo sistema de control burocrático que esteriliza toda iniciativa y creatividad. Cuando los hombres se creen en posesión del secreto de una organización social perfecta que haga imposible el mal, piensan también que pueden usar todos los medios, incluso la violencia o la mentira, para realizarla. La política se convierte entonces en una “religión secular”, que cree ilusoriamente que puede construir el paraíso en este mundo”

agosto 29, 2007

LOS IMPUESTOS Y LA LIBERTAD

La libertad no es compatible con los impuestos. A pesar de la conocida frase de Oliver Wendel Holmes, "los impuestos son los precios que pagamos por la civilización", la realidad es que se trata de una manera muy poco civilizada de obtener fondos.
Piénselo. Usted comienza a trabajar en una empresa donde le dicen que va a ganar tanto, pero el sueldo que recibe es bastante menos de lo que le ofrecieron. ¿Por qué? Porque una buena parte no se lo dan a Usted, que se lo ganó trabajando, sino a otra gente. ¿Por qué? Porque si la empresa no lo hace así es acusada de cometer un delito y llegará la policía.
¿No es eso exactamente lo que sucede cuando la mafia extorsiona a la gente? Sí, incluso si parte de los fondos extorsionados son utilizados en algo que los beneficie, por lo que los extorsionados no protestan. Pero lo inaceptable de la extorsión es la manera de obtener el dinero: a través de la coerción.
A menudo se menciona a Robin Hood para justificar los impuestos. ¿Acaso él no robaba a los ricos para dárselo a los pobres? En realidad Robin Hood hacía todo lo contrario: le robaba a quienes le habían robado a los pobres y le devolvía el dinero a sus verdaderos dueños. En aquellos tiempos, los reyes y sus compinches de la nobleza extorsionaban al pueblo y lo disfrazaban alegando falsamente que todo le pertenece al rey y a sus compinches.
Nuestras guerras de independencia acabaron con esos fraudes, mostrando que los reyes violaban los derechos naturales de la gente. Pero debido a la idea que nuestros derechos tienen que ser defendidos por alguien, los impuestos siguieron existiendo en las nuevas repúblicas.
Originalmente los fondos requeridos por el gobierno eran moderados, pero cuando se trata de entre 25% y 70% de nuestros ingresos se trata de un asalto a mano armada.
Una excusa inaceptable es que los impuestos en otros países son aún más altos, incluyendo casi toda Europa occidental. La realidad es que los impuestos son una extorsión, un método bárbaro y una violenta violación de la libertad humana.

Autor: Tibor R Machan
Tibor R. Machan es un académico investigador de la Hoover Institution, profesor de la Escuela Agyros de Negocios de la Universidad Chapman, y académico asociado del Cato Institute
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE) www.aipenet.net

AMBIENTALISTAS MORTIFEROS

por Walter E. Williams

Walter Williams es profesor de economía en la Universidad George Mason y académico asociado del Cato Institute.
Los ambientalistas, con la ayuda de políticos y funcionarios del gobierno, tienen planes que pueden costar la vida a miles de personas.
Luego del huracán Betsy, que azotó a Nueva Orleáns en 1965, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (U. S. Army Corps of Engineers) propuso se construyeran compuertas en el lago Pontchartrain, similares a las que protegen ciudades de Holanda. Estas se iban a construir en 1977, pero las organizaciones Fondo de Defensa del Ambiente y Salvemos Nuestros Pantanos buscaron una orden judicial para impedirlo.
Según el reciente libro de John Berlau, “Eco-Freaks: Environmentalism Is Hazardous to Your Health” (Estrafalarios del medio ambiente: Ambientalismo es peligroso para su salud), el Fiscal Gerald Gallinghouse declaró en el tribunal que no construir esas compuertas podía causar la muerte de miles de personas en Nueva Orleáns. Pero el juez Charles Schwartz procedió a emitir el interdicto contra la obra, a pesar de las evidencias presentadas de que no se dañaría el ambiente.
Nos dicen que el DDT hace daño a la gente y a los animales. Berlau, investigador del Competitive Enterprise Institute, mantiene que ningún estudio ha comprobado que el DDT sea tóxico para la gente. En una larga investigación, voluntarios ingirieron 32 onzas de DDT durante año y medio y 16 años más tarde no han sufrido efectos adversos a la salud.
A pesar de que se ha comprobado que el DDT, apropiadamente utilizado, no hace daño a las personas ni a los animales, los ambientalistas extremistas siguen luchando para que se mantenga su prohibición. Eso ha costado la enfermedad y muerte por malaria a millones de personas, especialmente en Africa. Después de la Segunda Guerra, el DDT salvó millones y millones de vidas en la India, el sureste asiático y América del Sur. En algunos casos, las muertes por malaria llegaron casi a cero. Desde la prohibición de DDT, se han disparado las muertes por malaria y los enfermos.
Los ambientalistas extremistas ven al DDT de manera diferente. Alexander King, co-fundador del Club de Roma, dijo: “En Guyana, en casi dos años, se había casi eliminado la malaria, pero al mismo tiempo se doblaron los nacimientos. Por lo tanto, mi mayor preocupación con el DDT, en retrospectiva, es que ha aumentado mucho el problema poblacional”. Jeff Hoffman, abogado ambientalista, escribió en grist.org: “la malaria era un control natural de la población y el DDT causó una explosión de la población en algunas partes donde acabó con la malaria. Y una pregunta más fundamental, ¿por qué los seres humanos deben tener prioridad sobre otras formas de vida?... No veo ningún respeto por los mosquitos…”
El libro de Berlau cita muchos otros ejemplos de desprecio por la vida humana de parte de los ambientalistas y explica cómo ellos utilizan a políticos como idiotas manipulables.
En 2001, miles de personas perecieron en el ataque terrorista al World Trade Center. A comienzos de los años 70, cuando se construía el World Trade Center, comenzaba el miedo al asbesto. Los constructores planeaban rociar asbesto, que se adhiere al acero, para retardar el fuego. Pero las autoridades de Nueva York cedieron ante los ambientalistas y prohibieron su uso. Un sustituto menos efectivo contra los incendios fue entonces aplicado.
Después del ataque terrorista, el Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST) confirmó las preocupaciones de otros expertos sobre los sustitutos del asbesto, concluyendo que “aún con el impacto de un avión y la gasolina prendiendo fuegos a varios pisos, lo cual no suele ocurrir en los incendios de edificios, el edificio probablemente no se hubiera derrumbado si no hubiera sido por el revestimiento contra incendios”.
Por las restricciones contra el asbesto, nuestros buques de guerra son más vulnerables, lo cual es una invitación al desastre y la desgracia de la nave espacial Columbia fue el resultado de la insistencia de la EPA en que la NASA no utilizara freón en el material aislante.
El Congreso impone normas de consumo de gasolina a los automóviles, lo cual resulta en vehículos más livianos y más peligrosos. En 2002, la Academia Nacional de Ciencias estimó que tales normas causan 2 mil muertes al año. En 1999, el diario USA Today determinó que desde que esas normas fueron establecidas en los años 70, 46 mil personas murieron en choques que hubieran sobrevivido en vehículos más pesados.
Nada de esto es noticia para los políticos. Es que los extremistas del medio ambiente gozan del oído de los políticos, pero no las víctimas.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
Publico en El Cato Institute www.elcato.org

DISPARATE SIGLO XXI

por Gabriela Calderón

Guayaquil, Ecuador— La semana pasada el presidente Correa por fin nos dio una definición del tan cacareado Socialismo del Siglo XXI (SSXXI): “una derrota social del neoliberalismo”. Añadió que el SSXXI es un proceso en construcción y que se diferencia del socialismo de aquel del siglo XX en que no incita a lucha de clases.
Resulta inconsistente decir que no se busca provocar una lucha de las clases mientras que diariamente se lanzan ataques verbales a distintos sectores de la sociedad ecuatoriana: los pelucones, los banqueros, la prensa corrupta, entre otros. Sin embargo, hablemos de lo que significa el SSXXI según uno de sus principales exponentes:
Llama la atención lo que Dieterich considera la única forma de realizar la transición de una economía capitalista hacia una socialista del siglo XXI: “la sustitución del sistema de precio-mercado por el cálculo en valores, y el intercambio de valores iguales”. Esto significa que un producto o servicio valdrá el tiempo que se requirió para producirlo. Además, dispone que los intercambios solo se realicen por productos o servicios del mismo valor (en tiempo).
Un vaso de agua no vale lo mismo en el desierto que en la ciudad. Las distintas circunstancias pueden afectar hacia arriba o hacia abajo el precio de cualquier producto o servicio y esto se debe a que el valor es subjetivo. También es subjetivo porque cada cosa tiene un valor distinto para cada persona por razones que no necesariamente son objetivas. Dieterich descalifica a esta teoría del valor subjetivo simplemente por ser “burguesa”.
En una sociedad libre, las miles de millones de transacciones realizadas por las personas determinan de la manera más democrática posible qué productos o servicios quieren. En el sistema que propone Dieterich, un escocés y su fórmula que determina el valor de una hora de trabajo fijan en gran parte lo que costará cada producto o servicio. Es decir, se ignorarían por completo las preferencias de cada persona. ¿Es eso democratizar los precios de una economía?
Además, si le van a pagar de acuerdo a cuánto se demora en producir su servicio, pues demórese que así se hará rico con el SSXXI.
Mientras que uno de los gobiernos más socialista del siglo XXI intenta realizar estos descabellados experimentos adentro de Venezuela, en el mercado internacional no solo está de acuerdo con el sistema de precios para el intercambio de mercancías como el petróleo, sino que se aprovecha de lo que Marx llamó “precios monopolísticos” (a través de la OPEP).
Si Venezuela es el Norte del SSXXI, mejor vamos al sur, donde está Chile. En el primer quinquenio del gobierno chavista (1999-2004) la pobreza en Venezuela aumentó de 42,8% de la población a 53%, según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela. En 2004 Chávez decidió cambiar la metodología con que se medía la pobreza y, ahora misteriosamente esta muestra un descenso. El estudio independiente del Proyecto Pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello coloca la pobreza por encima del 55% de la población.
Chile, en cambio, entre 1990 y 2006 redujo la pobreza de aproximadamente 40% de su población a menos de 15%. Desde el 2003 solamente, la pobreza extrema se ha reducido por un tercio. Ahí no se habla de burguesía, del imperio, de largas noches neoliberales u otros cucos imaginarios que suelen mencionar los ideólogos de ese disparate del siglo XXI.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 28 de agosto de 2007.

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador).

agosto 28, 2007

QUE CUBA SE ABRA AL MUNDO




Autor: Martín Simonetta

Fuente: Fundación Atlas 1853

El ritmo de la transición cubana hacia un régimen institucionalmente más abierto parece acelerarse. El 31 de julio del 2006, el estado de salud de Fidel Castro y la asunción de su hermano Raúl, como presidente provisional de Cuba, marcó un nuevo paso en este lento pero firme proceso de cambio.

Las últimas décadas han sido testigos de deterioros en dos de los cimientos que dieron origen al régimen castrista y relevancia política a la isla. Por un lado, la desintegración de la Unión Soviética en el marco de un mundo bipolar. Por el otro, el ocaso de Fidel Castro.


90 Millas a la Libertad

Fidel asumió de facto la autoridad de la isla en 1958. En el contexto de aquel mundo bipolar, posterior a la Segunda Guerra Mundial, alineó a su país hacia el lado de la Unión Soviética. En ese juego, el valor de Cuba como socio estratégico y bastión del comunismo en el Caribe, fue clave para los comunistas en el mundo Este/Oeste.

Durante la “guerra fría”, la isla significó un énclave fundamental para la Unión Soviética situado como un estratégico “patio trasero” de los Estados Unidos, a apenas 90 millas . Hacia fines de la década del 90, la crisis financiera soviética puso fin al “rubloducto”, es decir al sistema de financiamiento soviético hacia Cuba que era fundamental para subsistencia de ese modelo.

La caída del comunismo en los países de Europa del Este dejó a Cuba y a Corea del Norte como “eslabones perdidos” en el mundo. Como un extemporáneos dinosaurios sobreviviendo en el lago Ness.

En el nuevo contexto, la Cuba de Castro debió hacer involuntarias modificaciones y permitir el ingreso del virus de la Libertad. La necesidad obligó al gobierno cubano a transar con el supuesto el enemigo: el capitalismo. Debió alimentarse del flujo de fondos generado por el turismo (según cifras extra-oficiales representa ¾ de los ingresos fiscales) y también, de forma limitada, abrirse a la inversión, predominantemente europea.

Los ciudadanos cubanos, a pesar de los altos riesgos de violar las prohibiciones, desarrollaron pequeños negocios, muchos de ellos orientados hacia el turista, en el marco de los mínimos márgenes de acción existentes. En el contexto más hostil, la informalidad fue, una vez más, una forma de Libertad conquistada por los ciudadanos sobrepasando a un gobierno “todo-poderoso”.



El Muro de la Información

La desconexión del pueblo cubano del mundo exterior era un requisito sine qua non para que el discurso oficial fuera creíble y la represión sistemática justificable. El contacto con ciudadanos extranjeros les hizo a ver a los cubanos que “afuera” no se vivía tan mal, como argumentaba Castro.

La necesidad fiscal llevó a derribar ladrillo a ladrillo el “muro de la información” que separaba al cubano de la realidad. Entre estas barreras que pretendían vender al “paraíso cubano” como cierto, podemos mencionar el acceso de los ciudadanos únicamente a periódicos oficiales –entre ellos, Granma-; la existencia de sólo dos canales de televisión, obviamente oficiales; las interferencias generadas por el gobierno para bloquear las ondas de radio Martí, transmitida desde Miami; el acceso restringido a libros, bibliografía no oficial y a Internet; la prohibición expresa para los cubanos de contactarse con turistas, sólo por mencionar algunas.

El contacto con los turistas extranjeros permitió a los isleños comenzar a tomar conciencia plena de la aterradora brecha de ingresos entre su inhumano nivel de vida y el del resto del mundo, inclusive de otros países latinoamericanos.

Sólo con un muro de información entre los cubanos y el exterior podía ser creíble el amplio listado de logros del régimen que Fidel enunciaba en cada uno de sus numerosos actos públicos masivos a través de interminables discursos, ante una audiencia caracterizada por una generalizada mala nutrición y cuya vida diaria no conoce otros productos como el arroz, el azúcar, los frijoles, el aceite y los huevos, provistos, de tanto en tanto, a través de su libreta de abastecimiento.

Claramente, el efecto no deseado para el gobierno, de esta apertura al turismo ha sido la perforación del muro de información -construido y preservado por décadas- existente entre el pueblo cubano y el mundo exterior. Este desbloqueo ha puesto en evidencia, ante los ojos del pueblo cubano, el abismo existente entre ellos y los extranjeros en términos de nivel de vida, derechos civiles, económicos y políticos.

La sustancial diferencia de poder adquisitivo, la ropa, las cámaras de video, mp3, laptops, el desolador contraste en términos de nutrición y, especialmente, la libertad de entrar y salir de sus respectivos países son, ante los ojos del pueblo cubano, embajadores silenciosos de los valores del mundo occidental que, a todas luces, contradicen abiertamente la imagen vendida por Fidel sobre el "paraíso cubano".

Estamos viviendo tiempos de cambio. En contraste con la imagen de Fidel, nos viene a la mente la imagen del balsero, aquel que arriesgó su vida en busca de Libertad. La riesgosa balsa es una apuesta a todo o nada, es elegir entre la posibilidad de perder la vida ante la opción de tenerla ya perdida. Es el hartazgo y la rebeldía en busca de ejercer el derecho a la felicidad.

En este proceso que está viviendo la isla recordamos las palabras de Juan Pablo II quien –considerado junto con Ronald Reagan y Margaret Thatcher, como padres de la derrota del comunismo en el mundo- durante su visita a la isla: “Que Cuba se abra al mundo. Que el mundo se abra a Cuba”.

El comunismo fracasó, generó más pobreza y muertes en el mundo. Estamos presencia el histórico momento del fin del último bastión latino de esta ideología contraria a la naturaleza del hombre.

agosto 27, 2007

LA CUBA DEL MAÑANA

Ian Vázquez habla del futuro político de Cuba.

agosto 26, 2007

LA BASE DE LA ÉTICA LIBERAL ES MUY SIMPLE

La base de la ética liberal es muy simple: El Axioma de la No Agresión. No agresión, no significa que no podamos defendernos de agresiones o invasiones externas. No agresión significa, no agredir a otra persona o a su propiedad privada sino ha habido un ataque previo. El ilustre filósofo John Locke lo expresó así:


“[…] aquél que, en estado de sociedad [de paz], arrebate la libertad que pertenece a los miembros de dicha sociedad o estado, debe ser tenido por alguien que se propone arrebatarles todo lo demás y así considerárselo en estado de guerra.”
“Porque cuando alguien, haciendo uso de la fuerza, me pone bajo su poder sin tener derecho alguno para hacerlo, sea cual fuere su pretensión, no tengo razón para suponer que quien me arrebata mi libertad, cuando me tenga en su poder, no me quitará todo lo demás. Y, por lo tanto, es legal que yo lo trate como alguien que se ha puesto en estado de guerra conmigo, es decir, matándolo si puedo, pues a ese riesgo se expone con justicia quien introduce el estado de guerra y dentro de él es agresor.”

El acto que no vulnere el axioma de la no agresión, no puede considerarse contra la ética —aunque sí podría ser considerado inmoral. Aquellos que desafían las leyes y se enfrentan al estado y grupos de presión para servir a la sociedad y ganar un beneficio no son miserables, ni delincuentes, ni antisociales; sino héroes de la libertad que actúan bajo su propio riesgo beneficiando a toda la comunidad.

El credo libertario descansa sobre un axioma central: de que ningún hombre o grupo de hombres puede tener el derecho de agredir a la persona o a la propiedad de cualquier otro. Esto puede ser llamado el axioma de la no agresión. Agresión es definida como la iniciación del uso, o la amenaza, de violencia física contra la persona o propiedad de cualquier otro. Agresión es consecuentemente sinónimo de invasión. Si ningún hombre puede agredir a otro; si, en breve, todos tienen el derecho absoluto de ser libres de agresión, entonces esto desde ya implica que el libertario lucha firmemente por las que son generalmente conocidas como "libertades civiles": la libertad de expresión, de publicación, de asamblea, y de participar en tales crímenes sin víctimas como la pornografía, la desviación sexual y la prostitución (las cuales el libertario no considera como crímenes en absoluto, ya que él define a un crimen como la violenta invasión de la persona o propiedad de otro). Además de esto, él considera a la conscripción como esclavitud en una escala masiva. Y ya que la guerra, especialmente la guerra moderna, involucra la masacre en masa de civiles, el libertario considera a tales conflictos como asesinatos en masa y, consecuentemente, totalmente ilegítimos. Todas estas posiciones son ahora consideradas "izquierdistas", en la escala ideológica contemporánea. Por otra parte, ya que el libertario también se opone a la invasión de los derechos de propiedad privada, significa ello también que él, con la misma resolución, se opone a la interferencia gubernamental en derechos de propiedad o en la economía de libre mercado a través de controles, regulaciones, subsidios, o prohibiciones. Pues si cada individuo tiene el derecho a su propia propiedad, sin tener que sufrir una depredación agresiva, entonces él también tiene el derecho de regalar su propiedad (legado y herencia) y de intercambiarla por la propiedad de otros (libre contrato y la economía de libre mercado), sin interferencias. El libertario favorece el derecho a la propiedad privada sin restricciones, y al libre intercambio, por lo tanto, a un sistema de "capitalismo laissez-faire." En la terminología actual, nuevamente, la posición libertaria con respecto a la propiedad y la economía sería llamada "extremadamente derechista." Pero el libertario no ve ninguna inconsistencia en ser izquierdista en algunos temas y "derechista" en otros. Por el contrario, él ve a su propia posición como virtualmente la única consistente, consistente en nombre de la libertad de cada individuo. ¿Por qué cómo puede el izquierdista estar opuesto a la violencia de la guerra y al reclutamiento mientras al mismo tiempo apoya a la violencia de la imposición de impuestos y al control gubernamental? ¿Y cómo puede el derechista pregonar al son de la trompeta, su devoción a la propiedad privada y a la libre empresa mientras al mismo tiempo está favoreciendo a la guerra, al reclutamiento y a la proscripción de actividades y prácticas no invasivas que él considera inmorales? ¿Y cómo puede el derechista favorecer a un libre mercado mientras no ve nada improcedente en los vastos subsidios, distorsiones e ineficiencias improductivas que atañen al complejo militar-industrial?


Traducción: Jorge Valin www.jorgevalin.com

HE AQUI EVITA OTRA VEZ



Eva Duarte de Perón vuelve a salir a escena, aunque no se trata de otra versión del musical de Broadway. La escena es real, es la tarima de la política nacional argentina donde otra mujer, por vía de la cama , entra en las candilejas de la carrera presidencial: Cristina Fernández de Kirchner revive como una grotesca parodia la tragedia de la Argentina, que en su momento protagonizaron Evita e Isabelita de Perón. La mujer del presidente Néstor Kirchner quiere quedarse en la Casa Rosada, pero esta vez con la banda presidencial, y las encuestas dicen que tiene muchas probabilidades de salirse con la suya en las elecciones de octubre. El que este sainete tenga tantas posibilidades de consumarse, luego de más de sesenta años de descalabros políticos en Argentina, dice mucho del grado de ingenuidad e inmadurez de la gente de ese país del Cono Sur que al parecer, ven la política como una mezcla de delirio y estulticia. Alguna vez, la pomposidad de los militares tuvo su contraparte en el febril entusiasmo de los descamisados que llegó hasta unas elecciones en las que --con la consigna de ``Cámpora a la presidencia, Perón al poder''-- se burlaron de la respetabilidad de los comicios y --por primera vez en América Latina-- trajeron del exilio a un dictador decrépito y lo devolvieron al poder como turco en la neblina. Pero Perón no regresó solo, sino que trajo a su mujercita, que era inepta certificada, para que lo suplantara al faltar él, hasta que la estulticia le abrió las puertas al terror y los montoneros se alzaron y los milicos desataron la matanza. A esto siguió el descalabro de las Malvinas (que, por suerte para sus habitantes, no son argentinas); el dúo grotesco entre las borracheras de Galtieri y las demandas de las Madres de la Plaza de Mayo que, a veces, dan deseos de que las hubieran desaparecido también; el regreso a la democracia, gracias a Gran Bretaña y sus cañones, que, tras un hiato de decencia gris, trajo de nuevo al peronismo con las patillas impresentables y el latrocinio de Carlos Menem. Ahora, hemos sido testigos de la ridícula demagogia antinorteamericana de Kirchner (con un discurso político lleno de lugares comunes de la izquierda más trasnochada) que se propone legarle el país a su mujer --porque al parecer se fatigó de gobernar y quiere hacerlo desde la sombra de su alcoba-- y ella se presenta con la crispación que seduce a las masas vociferantes, aduciendo que quiere mandar a la cabeza de una muchedumbre de revoltosos. ¡Pobre Argentina! ¿Será verdad esto que estamos viendo? Este fenómeno se produce --curiosamente-- en el país más adelantado, culto y europeo de América Latina, (o el que al menos por tal se tuvo por bastante más de un siglo) con una capital que aún deslumbra a sus visitantes por su vida civilizada, por su actividad literaria y artística, por sus numerosas y bien nutridas librerías. ¿Cómo puede coexistir con este apego visible a los modales de la cultura, a la disciplina laboral que levantó una gran nación, este burdo intento de remedar esa época que Borges llamó con tanto tino ``tiempos de oprobio y bobería''? Tal vez posea a los argentinos esa pasión desorbitada y pueril que también padecieron los franceses (responsable de tantos cambios en el mundo, entre ellos la invención del totalitarismo), en que los instrumentos y la divulgación de la cultura en lugar de servir para el sostén de un orden, se prestan para fomentar un entusiasmo radical, iluso y ''revolucionario'' que mina las instituciones al tiempo que produce solevantamientos sobre los que suelen trepar los demagogos con sus grotescos ademanes. Cristina Fernández de Kirchner está por salir a escena en el papel de Evita y muchos, para desgracia de Argentina, aplaudirán. Yo sólo espero aún que alguien rechifle.

Por Vicente Echerry
Fuente:
El Nuevo Herald

agosto 25, 2007

ARMANDO RIBAS ENTREVISTADO POR JAIME BAYLY

Parte1


Parte 2


Parte 3


Fuente: Drove

UN POCO DE BUEN CINE: Hoy "EL PADRINO"



Fuente: No cualquiera suma sin restar

LA HIPOCRECIA DE LOS FAMOSOS ECOLOGISTAS


Ser una celebridad por interpretar canciones o actuar frente a pantallas grandes y pequeñas conlleva servidumbres y privilegios. Entre las primeras, la aparente necesidad de sumarse a cierto discurso progresista y ecologista, aunque nunca lo suficiente como para estudiar en serio los problemas implicados. Y entre los privilegios, el poder ganar popularidad con esas imposturas mientras en su comportamiento privado no permiten ninguna de las renuncias que prescriben a los demás.

Son guapos y famosos. Cantan, actúan, ocupan cargos políticos, pero tienen tiempo para mucho más. Para erigirse en reserva moral de esta sociedad injusta, corrompida, abocada al Apocalipsis medioambiental. No tenemos más que acercarnos a la página web de Barbra Streisand, que recoge las recomendaciones de un científico expresadas en el New York Times y que llaman al ejemplo personal, a la renuncia, al ahorro, como forma de contribuir privadamente a moderar la contribución humana al efecto invernadero: cambie su sistema de calefacción por otro más eficiente, no utilice las viejas bombillas para iluminarse, cierre bien puertas y ventanas cuando ponga el aire acondicionado… Todo ello está muy bien y alguna de las recomendaciones tienen todo el sentido. Pero la cuestión cambia radicalmente cuando el comportamiento que observamos es el de la propia Streisand. El pasado mes de julio visitó Gran Bretaña, venciendo una vez más su timidez ante los escenarios, para cantar a sus incondicionales. Pero para desplazarse no eligió un avión de línea, sino que lo hizo en jet privado, tal como recogió el diario Daily Mail. Para acompañar a su voz necesitó 13 camiones de trailer con acompañantes, técnicos y todo tipo de bienes. Si por un lado recomienda en su página no poner el lavaplatos hasta que no esté cargada de vajilla sucia, por otro necesita para el backstage 120 toallas. Mucha agua tendrá que secar.


Di Caprio es ecologista "cuando puede"

Un reciente artículo del periodista Jeff Bercouvici, publicado en la revista Radad, recoge las incoherencia de los "green fakers", de los verdes de mentira. De los famosos que son ecologistas sobre la alfombra roja, pero que dejan de serlo cuando retoman sus privilegiadas vidas. Lo de viajar en jet privado, alejado del entusiasmo del público, no es exclusivo de la diva americana. La pareja de baile ecologista de Al Gore, Leonardo di Caprio, tampoco necesita a las líneas aéreas para desplazarse de ciudad a ciudad. "Yo intento viajar en líneas comerciales siempre que puedo", dice al respecto. Pero le ocurre como a cualquier otra persona, que hay ocasiones en que se ve abocado a viajar sin más compañía que la que él elija.

"No soy perfecta"

El éxito de Al Gore con su docudrama "Una verdad incómoda" (con su uso recreativo de la ciencia), no será ajeno a las artes de la productora Laurie David (cuyo marido fue, a su vez, productor de Seinfeld). Si uno entra en su página web lo primero que verá no es su perfil profesional sino el hecho de que es una "Global Warming Activist", una activista del calentamiento global. Será porque, ella también, prefiere el jet privado para sus desplazamientos a tener que compartir asiento con las personas a las que quiere "concienciar". Cuando se le pregunta por tan violento contraste entre lo que dice y lo que hace, su respuesta es a la vez clara y reveladora: "No soy perfecta. Esto no trata de la perfección. No espero que todos los demás sean perfectos, tampoco. Eso es lo que está dañando al movimiento ecologista: llevar a la gente a estándares (de comportamiento) que no pueden alcanzar". Y ella no quiere dañar al movimiento ecologista. El autor del artículo no ha hecho mención a Sheryl Crow, que gana honradamente mucho dinero convocando a miles de seguidores en sus conciertos, a los que inunda de chorros de voz y de electricidad, pero pide que se imponga un racionamiento en todo el mundo al uso del papel higiénico. Todo, por el medio ambiente.

Viva la energía eólica, lejos de mi vista

Los políticos también tienen tiempo para hacer lo contrario de lo que dicen, y eso que hablar les ocupa, a su vez, una porción importante de sus horas. Jeff Bercouvici pone el ejemplo del joven Robert Kennedy, que debate sus esfuerzos entre las organizaciones ecologistas Waterkeeper Alliance y Natural Resources Defense Council. No hay nada como las energías renovables, claro está, como la eólica. Pero siempre que los molinos de viento queden lejos de su vista. Lejos, muy lejos de su finca en Hyannis Port. O el candidato demócrata a la presidencia John Edwards, aferrado a su discurso demagógico sobre "las dos américas", una rica y otra pobre. También se podría hablar de las dos américas, la que cabe en su casa, la más grande de todo Estados Unidos, y la que se quedaría fuera.

Al Gore

Pero el campeón de todos ellos es, sin duda, Al Gore. Es el profeta del calentamiento global y ha llevado su docudrama por todo el mundo. Lo llamó "Una verdad incómoda". Como si se refiriera a su propia persona. Pues nuestro flamante premio Príncipe de Asturias gasta, en un solo mes, más que la familia estadounidense media en todo un año. Posee una mina de cinc que ensucia como la que más y rechaza, en el Capitolio, asumir él los "mandamientos" sobre el calentamiento global que prescribe para los demás. Para vender el apocalipsis en Canarias, lo ha adelantado a la zona, pero para los presupuestos públicos y privados.
La Tierra agradecerá a la bella Jennifer Aniston que se duche en sólo tres minutos y que, mientras, aproveche para limpiarse los dientes. Pero a lo mejor no es tan importante. Pero acaso más importante que eso sea no caer en determinados excesos.
Autor: José Carlos Rodríguez

HUGO CHAVEZ ASESINO, ENFERMO Y PARANOICO

Francisco Arias Cárdenas es el embajador de Venezuela en la ONU, y fue en un principio partidario de Chávez y estuvo involucrado en el golpe de estado fracasado de 1998, pero ahora no se que pasó. Acusa abiertamente a Hugo Chávez de asesino, enfermo y paranoico en el portal del Diario de América.

EN EL MERCADO LIBRE




"En el mercado libre, todos ganamos según su valor productivo satisfaciendo los deseos del consumidor. Bajo la distribución del estatismo, todos ganamos la cantidad que él puede quitar a los "productores del the a medida de.
Murray N. Rothbard

ARMANDO RIBAS Y EL RELATIVISMO MORAL

Parte 1




Parte 2




Parte 3




Parte 4

agosto 24, 2007

¿ES CRISTINA KIRCHNER ABOGADA?

Hace algún tiempo se está dudando de su profesionalidad en la carrera de abogacía.
Junto a este blog varios sitios de internet, entre los que se enumeran abajo, están peticionando a Cristina F de Kirchner que aclare esta situación, que diga en que universidad estudió Derecho, en que año se graduó, donde está inscripto su titulo y cuál es su matrícula profesional.
Si usted se postula para ejercer el oficio público más importante, debe demostrar que, si está dispuesta a sanear las instituciones, mejor la calidad institucional y luchar contra la corrupción se compadece con los títulos y cualidades que usted dice tener.

*Diario de América

CUANDO LA ECONOMIA DEJA DE SER INDEPENDIENTE Y PASA A SER DOMINADA POR LA POLITICA


Por Antonio Margariti


Cuando la economía deja de ser independiente y es dominada por la política, los consumidores pierden sus derechos y el país, el rumbo.

La presentación de un extraño proyecto de ley (Expdte. parlamentario 1897-D-2007, trámite 100-09/08/2007), por iniciativa de la diputada Mercedes Marcó del Pont, de quien se dice que será la probable ministra de economía de la candidata oficialista a la presidencia, tendiente a crear un “Ente Nacional de Promoción y Control Comercial, Industrial, Agropecuario y Agroalimentador” y designado con las horrendas siglas ENPYCCAA, ha puesto al desnudo las claras intenciones de terminar con todo vestigio de libre empresa en el ámbito de la cadena agroalimentaria.

El organismo resultante de este engendro intervencionista es una suma de facultades omnímodas de las disueltas Juntas Reguladoras de granos y de carnes, del deplorable Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), de la Secretaría de Comercio Interior, de la Dirección de control de precios y de la Comisión Nacional de lucha contra el agio y la especulación, combinadas todas ellas con la absurda e irracional Ley de Abastecimientos de José Ber Gelbard.

Parece extraño que al final de su mandato, el gobierno kirchnerista quisiera implantar un organismo típico de los gobiernos totalitarios.

Pero en la gestión que ahora se termina, existe un hilo conductor compuesto por varias hebras, íntimamente entrelazadas unas con otras.

Algunas de ellas son de naturaleza temperamentalmente coléricas. Las otras tienen un componente sustancialmente oportunista, desprovisto de toda clase de principios, salvo la mezquindad.

Las hebras temperamentales que han sido desplegadas en estos cuatro años son: el resentimiento por supuestos agravios, la agresión a enemigos imaginarios, la falsedad expresada con desparpajo, el desprecio por los buenos modales y el intento de imponer una subordinación servil.

Las hebras tácticas de este mismo hilo conductor, tienen una sustancia diferente y consisten en: el autismo en la gestión de gobierno, la improvisación del día a día y el obsesivo condicionamiento de las decisiones a la próxima contienda electoral.

El resultado de este entramado ha sido la instauración de una economía domesticada por la política. Pero entendiendo por política no a la definición aristotélica de “gobierno de la ciudad para el bien común”, sino la versión canyengue de “modus operandi para trepar y acumular poder en una sola mano”.

Economía dependiente o sometida

Cuando la economía no es independiente de la política, sino que está subordinada a ella, queda encerrada dentro de límites mentales y operativos muy estrechos, condicionados por un afán confiscatorio de índole fiscal.

En este caso, y a pesar de declamarse buenas intenciones, se erige un Estado-gigante, un cuerpo sin alma como el ogro filantrópico de Octavio Paz, caracterizado porque inevitablemente trae aparejado un sistema de recaudación confiscatoria.

El afán de concentrar poder equivale, casi algebraicamente, al propósito de apropiarse de toda renta excedente que aparezca en la sociedad.

La fiscalidad expoliadora de un estatismo asfixiante y fastidioso, no sólo obstaculiza el progreso económico ya que dificulta la acumulación de nuevos capitales en manos privadas, sino que provoca una tendencia hacia el inmovilismo, favoreciendo el desarrollo de hábitos prebendarios y corporativistas, propios de una economía servil.

En cambio, la esencia del mercado consiste en que se libera de ese predominio político y no respeta los intereses creados de los amigos del poder, presionando constantemente a empresarios y capitalistas para que ajusten su conducta a la cambiante estructura que la sociedad presenta.

Mientras tanto, en la economía dominada por la política, aquellos que se acercan al poder pueden disfrutar pacífica y cómodamente de los bienes que les legaron sus antecesores o de la riqueza acumulada por las prebendas. Por eso la economía politizada mantiene el statu-quo y se adormece en los brazos de la rutina.

Por otro lado, cuando la economía es independiente de la política, los empresarios no pueden dejar de pensar en servir a los consumidores de la mejor manera posible. Si no lo hacen, su privilegiada posición se tambalea y pueden ser relevados por una fila de recién llegados que le disputarán su posición de poder y lo destronarán.

Es intranscendente que los políticos digan que el mecanismo recaudatorio de una economía subordinada a la política, tiende a conseguir: a) una acumulación de capital en manos de empresarios-compinches, b) que se pretenda lograr la nivelación de la riqueza de los ciudadanos, o c) que meramente se persiga el propósito de recaudar mayores ingresos para el erario público con el fin de construir el socialismo siglo XXI.

Lo único que importa es que las consecuencias de este intervencionismo confiscatorio terminan siendo fatales para el destino del país.

Principalmente porque perjudica a las personas comunes como ahorristas, inversores o consumidores, al impedir a los empresarios más eficientes y laboriosos que amplíen sus operaciones en la medida que atiendan mejor los requerimientos de sus propios clientes ofreciéndoles productos de mayor calidad a precios razonables, dentro de una competencia abierta.

En la economía politizada que se ha ido conformando durante estos cuatro años del gobierno de Néstor Kirchner, no son los consumidores quienes deciden, sino los jerarcas del gobierno. Cuando se les ocurre, impiden las importaciones de productos que la población desea, para proteger a los empresarios cortesanos de la competencia internacional.

Tanto los políticos como esos empresarios prebendarios procuran impedir que la acumulación de riqueza se distribuya entre todas las capas sociales: obreros, empleados, trabajadores independiente, profesionales, pequeños comerciantes e industriales medianos.

Precisamente esa distribución de la propiedad privada es la que confiere a las personas una indudable independencia económica convirtiéndoles en seres libres, permitiéndoles disentir con el poder hegemónico y oponerse a los tiranos, porque tienen capacidad de resistencia.
No hay terceras posiciones que valgan. Sin acumulación privada de capitales en muchas manos no existe sociedad libre sino una sociedad de siervos.

Si FUKUYAMA FUERA ARGENTINO


Por Carlos Mira

Las bases culturales y formativas de la Argentina están bien alejadas de la moralidad y el respecto por la ley. Por el contrario, nuestra identidad se funda en la pasión por el malevaje y el malandrismo.
En el primer número de la revista ADN Cultura, que lanzó recientemente el diario La Nación, apareció un artículo de Francis Fukuyama, el filósofo norteamericano de origen japonés, cuyo título era “El fin de la utopía multicultural”. Allí, Fukuyama ensaya la hipótesis de que la estrategia de integración cultural de minorías que ensayaron Estados Unidos y Europa sobre la base de postular la “igualdad” de todas las culturas y reconocer a los inmigrantes (fundamentalmente, a los musulmanes) el derecho a seguir viviendo según sus propias costumbres, valores y creencias ha sido un grosero error para Occidente porque, desde el punto de vista de la libertad, no todas las culturas son iguales y el esfuerzo contra natura por imponer un multiculturalismo irreal ha puesto en juego los derechos de todos, toda vez que los destinatarios de la mano abierta occidental no la estrecharon fraternalmente, sino que la amputaron, atacando las bases del sistema al cual voluntariamente habían decidido mudarse.

En el artículo, Fukuyama comenta lo que a su juicio conforma las bases constitutivas de los Estados Unidos. Dice así: “Los EE.UU. nacieron de una revolución contra la autoridad estatal, basada en cinco valores fundamentales: igualdad, libertad (o antiestatismo), individualismo, primacía de la voluntad popular y laissez faire. La identidad estadounidense está arraigada en (…) la cultura ‘angloprotestante’ de la cual derivan (…) la ética del trabajo, el asociacionismo voluntario y el moralismo en la política”.

Es decir, según el filósofo, que la moral en la política es un activo en el que el país probablemente más exitoso de la historia humana ha basado su nacimiento. El concepto de lo ético y el sobreentendimiento de “lo que está bien” por sobre la aceptación voluntaria de “lo que está mal” han servido para que los Estados Unidos dejaran atrás la pobreza de sus albores y se dirigieran a conformar la sociedad más afluente, innovadora y creativa del mundo.

Cuando contrastamos eso con la Argentina, no podemos dejar de notar una enorme diferencia. Aquí, el manejo de la cosa pública ha requerido un creciente acercamiento con el “malandrismo” para tener alguna posibilidad de éxito: la gobernabilidad del país ha descansado más de lo necesario en cuán familiarizados están los funcionarios con el esquive de la ley. Ser un “maestro” en el arte de “zafar” se ha convertido en una condición sine qua non para poder aspirar a vivir con algo de éxito en la Argentina, sin que el sector público o el privado tengan diferencias apreciables en este punto.

Las denuncias, sospechas o –directamente– procesos abiertos contra funcionarios, empresarios, dirigentes sociales, del fútbol o de cualquier otra índole son moneda corriente. Políticos que no pueden justificar de ningún modo su status económico, que viajan con valijas llenas de dólares en aviones privados contratados con dinero de la sociedad, que olvidan dineros en bolsas de papel madera en los lavabos de sus baños privados, que catapultan a la riqueza a amigos misteriosos que la oficiaban de chóferes no mucho tiempo atrás, que nombran a ciudadanos extranjeros al frente de la Aduana por la que luego pasan valijas con cuñadas millonarias y que compran los votos del Congreso con tarjetas Banelco son la moneda corriente en la vida pública argentina.

También, empresarios que pasan de la intrascendencia a los millones de la noche a la mañana, entongados con el poder para obtener concesiones monopólicas, restricciones a la competencia y dádivas ilegales de las que el resto de la población sólo aporta los costos.

Este coqueteo con la ilegalidad ha llevado a toda la sociedad a hacer un sinónimo inconsciente entre la moralidad y la tontería. Todo aquel que insinúe un planteo puritano de la cosa pública (y de los negocios privados) es señalado como un “inocente”, destinado al fracaso y al hazmerreír generalizado. Las formas de la camorra y la terminología del cancherismo tumbero reemplazan con éxito a las maneras civilizadas y acordes con una sociedad avanzada.

¿Qué perfil de país podía surgir de estos bosquejos? ¿Qué retoños nacerían de esta proclividad a la inmoralidad? ¿Puede haber sorpresas por esta realidad turbia que asoma a las páginas de los diarios como consuetudinaria cotidianeidad?

Si Fukuyama fuera argentino debería haber utilizado palabras bien distintas para describir las bases formativas de nuestro país. Esa orgullosa pasión por el malevaje, esa ventaja comparativa de lo ilegal ha llevado, incluso, a buena parte de la sociedad –que es noble, que es sana y que repulsa la mentira y la delincuencia– a tener que “adaptarse” para poder sobrevivir. “Adaptarse” significa “hacer la vista gorda” en algunos casos y “transar” en otros. El flujo orillero del orden jurídico todo lo envuelve y todo lo influye, desde cómo se maneja un auto hasta cómo se administra una empresa o se ejerce el gobierno.
Si el país –o al menos una parte de él– aspira a un cambio que redunde en vivir mejor dentro de las fronteras argentinas, habrá que prestar atención a estas formas que han pasado a ser parte de nuestra identidad, que nos definen y que nos han dirigido a vivir en los márgenes exteriores de la ley. Mientras la risa socarrona sea la cómplice respuesta que reservemos para aquellos que hagan de la ley y de la honestidad la norma de sus vidas, seguiremos mezclados entre los marginales de la Tierra.

agosto 23, 2007

EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y EL EFECTO 2000

El tema del calentamiento global nos está llevando al absurdo total. Se ha creado un clima de intolerancia para quien manifieste dudas o esté en desacuerdo sobre este tema, que se está pareciendo a la vieja y nefasta institución de la Inquisición para juzgar las almas de quienes osaban desafiar a la Iglesia.
Steve McIntyre un estadístico matemático que encontró un error estadístico que dice que el año más caluroso del siglo XX fue el de 1934 y no el de 1998, hecha por tierra todos los vaticinios de los activistas del calentamiento global, entre ellos el ex vicepresidente de los Estados Unidos Albert Gore.
Mucho antes el economista austriaco Fiedrich A Von Hayek, dijo: la "ecología va a ser la rueda de auxilio de la izquierda", después de que ésta no tenga respuestas para el problema económico. Sesenta años después, vemos cuán acertado estaba Hayek.
Por su puesto este informe de Steve McIntyre no le ha resultado gratis, su blog ha sido hackeado por activistas de izquierda y dejado fuera del servicio de internet.
Abajo publico un artículo publicado en el sitio web del Instituto Juan De Mariana, escrito por Daniel Rodríguez Herrera

Calentamiento global y efecto 2000
Ya nos hemos olvidado todos, pero lo cierto es que en los últimos años de la década pasada vivimos un capítulo de histeria similar al que padecemos ahora a cuenta del calentamiento global. El mundo se acabará el 1 de enero del 2000, cuando todos los ordenadores fallen porque se creen que estamos en 1900, dijeron entonces. En diez años el calentamiento será irreversible y no podremos hacer nada para detenerlo, dicen hoy Al Gore y sus secuaces.
Entonces se gastó una millonada; cuando no pasó nada se justificó diciendo que había merecido la pena, pero allí donde no se habían hecho grandes esfuerzos suplementarios tampoco tuvieron grandes problemas. Pero el caso es que acabamos de enterarnos de que sí hubo un error debido al efecto 2000 que no se corrigió hasta la semana pasada. Y es gordo.

Uno de los principales registros de temperaturas es el que recopila el Instituto Goddard (GISS) de la NASA. Es la referencia en lo que se refiere a Estados Unidos, que por otra parte es seguramente el país que posee los mejores registros del mundo. Pero por muy buenos que sean, la toma de temperatura en tierra, para series largas, tiene varios problemas imposibles de evitar. El primero son los cambios en el entorno de diversos puntos de recogida de temperaturas. El segundo, que hacer series de temperaturas medias es siempre complicado teniendo sólo algunos puntos de referencia, de modo que se calculan por medio de algoritmos ejecutados por computadores.

Pues bien, Steve McIntyre, el infatigable estadístico responsable de haber echado abajo la infame gráfica del palo de hockey, que mostraba unas temperaturas razonablemente estables durante siglos hasta una subida brutal durante éste, ha encontrado un error en la aplicación encargada de calcular la temperatura media. Un error que, quien lo iba a imaginar, hacía que las temperaturas recientes fueran mayores, exagerando el calentamiento.

Su efecto más significativo es que después de las correcciones pertinentes 1998 deja de ser el año más caluroso en Estados Unidos desde que se registra la temperatura; ahora el cetro le corresponde a 1934, año en el que tengo la impresión de había menos CO2. Será que las depresiones económicas calientan también. Hay quien ha empezado a argumentar que es un error pequeño. Pero todos los años del 2000 al 2005 tenían una temperatura media 0'15 grados superior a la real. El protocolo de Kyoto, ese cuyo cumplimiento nos salvará de la hecatombe, sólo reduciría el calentamiento en 0'07 grados.

Se dan varios hechos adicionales en este caso que resultan más bien graves. El primero es que el GISS está dirigido por James Hansen, el mismo que inició la histeria del calentamiento global en 1988 en una comparecencia en una comisión del Senado dirigida por nada más y nada menos que Al Gore. El segundo, que el instituto dirigido por tan honesto científico no pone a disposición de todo el mundo el software que emplea para calcular la temperatura media; McIntyre ha tenido que hacer ingeniería inversa para averiguar qué error podía tener. Y el tercero es que, estando los datos estadounidenses entre los mejores, ¿cómo no temer los errores que puedan existir en otros países?

Hansen y los suyos, en el mejor de los casos, no revisaron sus algoritmos porque daban los resultados que debían dar para confirmar sus teorías. En el peor, lo sabían perfectamente y por eso los ocultaron; es lo que habría que pensar por defecto de cualquier científico que oculte sus datos o sus métodos. Ninguna de las dos posibilidades resulta demasiado halagüeña para los defensores de la teoría del calentamiento global producido por el hombre. No sólo los modelos no tienen en cuenta muchas cosas, sino que ni siquiera podemos tener confianza en que los datos estén bien.

Por cierto, el blog de McIntyre ha sufrido un ataque de denegación de servicio, según informa Michelle Malkin, y el autor lo ha tenido que sustituir por una página en la que informa del mismo. Cabe imaginar que el culpable del hackeo es alguien para quien el calentamiento es una fe religiosa y no una hipótesis científica. Eso no reduce demasiado el campo de los sospechosos, la verdad.

Fuente: Instituto Juan De Mariana publicado el 23/08/2007

OTRA MIRADA SOBRE LA ECOLOGÍA


De un tiempo a esta parte, la vertiente más popular que pretende encarar los problemas del medio ambiente aparece también como la forma más contundente de estrangular las bases de la sociedad abierta. Paradójicamente, en este caso, para preservar la propiedad del planeta se destruye la propiedad a través de las figuras de la “subjetividad plural” y los “derechos difusos” que permiten demandar frente a cualquier uso considerado indebido de lo que pertenece a otro, alegando la “defensa de la humanidad”. Garret Hardin acuñó la expresión “la tragedia de los comunes” para ilustrar el despilfarro y el uso desaprensivo de lo que es de todos, que, en la práctica, no es de nadie, en contraste con los incentivos de cuidar y mantener lo que es propio cuando se asignan derechos de propiedad.

Con razón se considera al agua indispensable para la vida del ser humano. Somos agua en un setenta por ciento y el planeta está compuesto en sus dos terceras partes por agua, aunque la mayor proporción sea salada y otra se encuentre atrapada por los hielos. F. Segerfeld nos informa de que la precipitación anual sobre tierra firma es de 113.500 kilómetros cúbicos, de los que se evaporan 72.000, lo cual deja un neto de 41.500. Eso significa nada menos que 19.000 litros por día y por persona en el planeta. A pesar de esto, se mueren, literalmente, millones de personas por año debido a la falta de agua o al agua contaminada.

El autor explica que esto se debe a la politización de ese bien tan preciado, situación que no ocurre cuando la recolección, purificación y distribución se encuentra en manos privadas, que si quieren prosperar deben atender los requerimientos del público sin favores ni componendas con el poder gubernamental del momento.

Ejemplifica con los casos de Ruanda, Haití y Camboya, donde las precipitaciones son varias veces mayores que en Australia. En los tres primeros casos hay crisis de agua, mientras que esto no ocurre respecto de Australia, por las razones apuntadas. Por esto es que el premio Nobel de Economía Vernon L. Smith escribe: “El agua se ha convertido en un bien de cantidad y calidad demasiado importante como para dejarlo en manos de las autoridades políticas”. En el mismo sentido, Martin Wolf, editor asociado de Financial Times, apunta: “El agua es demasiado importante para que no esté sujeta al mercado”.

La conservación de especies animales es un caso paradigmático. Las ballenas se extinguen, lo que no sucede con las vacas. Esto no siempre fue así. En la época de la colonia, se aniquilaban las vacas simplemente para usar un trozo de cuero o para comer algo de carne, situación que hizo que muchos mostraran su preocupación por la posible extinción de estos animales, hasta que apareció la revolución tecnológica del momento: la marca y el alambrado permitieron asignar derechos de propiedad y, así, conservar el ganado vacuno.

En Africa, se asignaron derechos de propiedad sobre los elefantes de Zimbabwe, mientras que en Kenya los elefantes son de propiedad común. En el último caso, en sólo once años la población de elefantes se redujo de 167.000 a 16.000, mientras que en el mismo período en Zimbabwe se elevó de 40.000 a 50.000, a pesar de contar con un territorio mucho más desventajoso que el de Kenya. En este país se favorece la posibilidad de que los elefantes sean eliminados en busca de marfil, ya que nadie está interesado en conservar y multiplicar la manada, como sucede en Zimbabwe.

Claro que la institución de la propiedad privada no asegura que serán conservadas todas las especies animales. Por ejemplo, es poco probable que el hombre deje de consumir antibióticos para conservar bacterias, ya que esto pondría en riesgo la supervivencia de la especie humana. Tampoco es probable que se desee conservar cucarachas. En la misma línea argumental, si bien es cierto que las emanaciones de monóxido de carbono deben ser castigadas, puesto que significan la lesión de derechos de terceros, la polución cero es imposible, puesto que requeriría que nos abstuviéramos de respirar, ya que al exhalar estamos contaminando.

En estos momentos se debate acerca del “efecto invernadero” o calentamiento global debido al debilitamiento o perforación de la capa de ozono que envuelve el globo en la estratosfera. Sin embargo, los científicos D. L. Hartmann y D. Doeling sostienen, en un trabajo publicado en el Journal of Geophysical Research, que en muchas extensiones ha habido un engrosamiento de la capa de ozono. Añade que las perforaciones han hecho que al penetrar los rayos ultravioletas y tocar la superficie marina se generara mayor evaporación y, consecuentemente, nubes de altura, lo cual dificulta la entrada de rayos solares y provoca un enfriamiento del planeta.

Por su parte, R. C. Balling señala: “La atmósfera de la Tierra se ha enfriado en 0,13 grados centígrados desde 1979, según las mediciones satelitales. (...) A pesar de que modelos computarizados del efecto invernadero predicen que el calentamiento mayor ocurrirá en la región ártica, del hemisferio norte, los registros de temperatura indican que el Artico se ha enfriado en 0,88 grados centígrados durante los últimos cincuenta años”. El mismo autor enfatiza que, debido a su efecto de enfriamiento, el dióxido de sulfuro provocado por aerosoles más que compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

En este último sentido, y debido a las alarmas del tipo de las expuestas recientemente en nuestro país por Al Gore, es de interés citar una declaración del comité ejecutivo de la Organización Meteorológica Mundial, en Ginebra, que dice: “El estado presente del conocimiento no permite ninguna predicción confiable respecto del futuro de la concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima”. También es importante subrayar que el fitoplancton consume dióxido de carbono en una proporción mayor que todo lo liberado por los combustibles fósiles y que los desajustes cíclicos en la capa de ozono se deben en buena medida a fenómenos meteorológicos, como las erupciones volcánicas.

Por otro lado, en estas situaciones siempre hay equilibrios entre las contrapartes (trade offs) que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, se afirma que los clorofluocarbonos son responsables de la destrucción de las moléculas de la capa de ozono debido a las emisiones que provocan los refrigeradores, equipos de aire acondicionado, combustibles de automotores y ciertos solventes para limpiar circuitos de computadores. El trade off aparece cuando se documentan las intoxicaciones que se producen debido a la deficiente refrigeración y acondicionamiento de la alimentación y cuando se exhiben estadísticas de los aumentos de accidentes viales debido a la fabricación de automotores más livianos.

En cualquier caso, donde se detecta una lesión al derecho debe procederse a la rectificación, pero para cuidar los recursos naturales debe despolitizarse el proceso. Es preciso abstenerse de la actitud arrogante de pretender la manipulación del ecosistema por parte de la burocracia estatal. Hay que permitir que la compleja información dispersa pueda ponerse de relieve a través de los precios. Cuando se conjetura que cierto recurso será más escaso o se atribuye mayor valor para usos alternativos, los precios se elevan, lo cual fuerza a reducir el consumo, al tiempo que se incentiva el desarrollo de variantes sustitutivas y, en su caso, el reciclaje.

La sociedad abierta permite establecer los ritmos óptimos del crecimiento y asignar los recursos de la manera más adecuada a las necesidades presentes y futuras. La intromisión del aparato estatal en la producción a través de ideas como la del llamado “desarrollo sustentable” no hace más que distorsionar el uso y la asignación de recursos. Por ejemplo, la “tragedia de los comunes” irrumpe cuando se mantienen campos de forestación en manos fiscales, lo que incentiva la tala irracional. En ese caso, nadie se ocupa de forestar para que otros saquen buen partido de ello. La presunción de conocimiento ha hecho que ya en la época de la Revolución Industrial se sugiriera el establecimiento político de cuotas para el carbón al efecto de “aprovechar ese recurso no renovable”, que, a poco andar, fue reemplazado por el petróleo. Hoy es frecuente que se señale que existen determinadas reservas para tal cantidad de años, sin percibir que no es posible extrapolar precios a situaciones distintas. El movimiento de precios modifica la duración de las reservas.

T. L. Anderson y D. R. Leal, en su obra Free Market Enviromentalism, escriben: “El mercado libre enfatiza que el crecimiento económico y la calidad del medio ambiente no resultan incompatibles. Los ingresos altos permiten afrontar una mayor calidad del medio ambiente y, además, de los bienes materiales. No es ningún accidente que los países menos progresistas tengan más polución y más riesgos ambientales”.
Autor: Alberto Benegas Lynch (h)
Alberto Benegas Lynch es académico asociado del Cato Institute y Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.
Fuente: Cato Institute www.elcato.org
Este artículo fue publicado originalmente en el diario La Nación de Buenos Aires el 23 de agosto del año de 2007