enero 11, 2009

La evasión impositiva y la curva de Laffer

Arthur Laffer


Casi todos los días escuchamos a un funcionario público hablar acerca de la evasión fiscal y de lo están haciendo o piensan hacer para evitarla. Pero durante años, muchos funcionarios han aplicado diversas medidas para combatir la evasión fiscal sin éxito alguno. El problema de la evasión fiscal en Argentina que ningún funcionario admite jamás es que la presión fiscal es excesiva, imposible de cumplir por el contribuyente. Según el Banco Mundial, la carga impositiva promedio de cada argentino es de 112.9% es decir que supera el monto total de su propio ingreso.

Tal es el caso de millones de personas en Argentina que están en esa situación, son personas expulsadas por el sistema tributario. No se trata de personas “no incluidas” en el sistema o "no regularizadas", se trata de gente que no puede regularizarse, porque la rentabilidad de su pequeño negocio de subsistencia no lo permite. La carga tributaria sobre ellos es imposible de pagar. No se trata sólo de una tentación de evadir impuestos sino en la mayor parte de los casos de una necesidad imperiosa. Por lo tanto exigirles el pago de tributos es obligarlos a cerrar sus negocios, dejarlos en un estado más miserable del que están, y pasar a depender de un subsidio pagado por el gobierno, subsidio que el mismo no podrá afrontar debido a la gran cantidad de personas en esa situación. El sistema fiscal argentino por lo tanto es "exclusivo", expulsa gente en lugar de incluirla.

La pretensión del director de A.F.I.P., de acordar con los propietarios de Pymes de incluir a la gente que quede sin sus negocios no ayuda en nada, pues la carga fiscal argentina es imposible incluso para las pequeñas y medianas empresas, especialmente las cargas previsionales. Para las Pymes con baja tasa de inversión, que ni siquiera pueden tener acceso a créditos bancarios para invertir en bienes de capital por no tener alta rentabilidad y ser de alto riesgo, afrontar una carga impositiva y previsional mayor todavía no sería factible. Solamente una empresa con alta tasa de capital invertido en relación al personal empleado y con alta rentabilidad del mismo puede soportar la presión impositiva en Argentina.

Para equilibrar el presupuesto público, ya no se trata de incrementar los impuestos, o de incrementar la cantidad de contribuyentes, sino de otra cosa que la clase política no quiere admitir: bajar el gasto público. Por la vía del aumento de la carga tributaria no se va a conseguir nada, tampoco estableciendo un aparato perseguidor y represivo contra los evasores. La única manera posible de incluir al mayor número de personas en el sistema es haciendo un código impositivo realista, adecuado a la situación económica de cada ciudadano. Y claro también, mantener un gasto público moderado, solamente en las funciones que el estado únicamente puede cumplir, y ajustándose a los presupuestos establecidos.


Quién es Arthur Laffer y la curva que lleva su nombre.

En el año 1975, un desconocido economista hasta entonces, llamado Arthur Laffer, quien dictaba cátedras en la Universidad de Stanford en California, hizo realidad el sueño de cualquier economista: trazar una curva que lleve su nombre. Era una curva tan simple que casi podía ser entendida por cualquier persona, y esa curva explicaba que cuando un impuesto es muy alto, el contribuyente se ve tentado a evadirlo o incluso obligado por las circunstancias a evadirlo para poder sobrevivir y salvar su ingreso. Arthur Laffer se desempeñó como consejero del presidente Ronald Reagan y es consejero actual del Congreso de los Estados Unidos. La Curva de Laffer fue cuestionada por muchos economistas porque carecía de rigor matemático y porque no tenía en cuenta las diferentes clases de impuestos en los diferentes paises y épocas, pero lo que importaba era que tenía un valor pedagógico muy alto, y la rebelión fiscal de los años 80 en los Estados Unidos, tuvo un formidable argumento. Con Arthur Laffer, la rebelión fiscal en el mundo capitalista se hizo respetable.

Según Laffer:Los altos impuestos generan empresarios mutantes, verdaderos malabaristas sin tiempo para planificar una empresa mejor en un mundo cada vez más competitivo. Los impuestos actúan como “desestabilizadores automáticos” “un aumento de impuestos, produce un descenso de la renta disponible y, por tanto, de la producción, por lo que se produce una disminución de la base imponible sobre la que se aplica el impuesto”. “Por el contrario, es posible que una disminución en el tipo impositivo provoque aumento de las rentas, del consumo, de la producción y, finalmente, una mayor recaudación. En éste segundo caso, los impuestos actuarán como estabilizadores automáticos” Afirma que: "una carga impositiva excesiva alienta el ocio, la evasión, el fraude y la actuación empresaria a través de paraísos fiscales". "Cuando la carga impositiva es alta, la mente del empresario o comerciante debe buscar formas de salidas de esa trampa que es alta carga tributaria, en un principio intenta cumplir, luego se endeuda con el fisco y finalmente capitula y apela a una frase “el que paga todos los impuestos quiebra”.

Perseguir a los evasores como hace y ha hecho siempre el gobierno argentino, convertirá a millones de personas en delincuentes fiscales, por el sólo hecho de estar imposibilitados de pagar. No sería la lucha contra la evasión una política para ayudar a los pobres, sino una política para empobrecerlos más y para crear otros nuevos.

A continuación transcribo un párrafo, publicado en Eumed, donde se explica qué es la "Curva de Laffer", cuales son los efectos producidos por causas de los impuestos, que en la ciencia económica se les llama "Efecto Renta" y "Efecto Sustitución" y un gráfico de la Curva donde se ve como la recaudación fiscal varía según las diferentes tasas de impuestos.


La curva de Laffer y los desestabilizadores automáticos

Cuando el gobierno de un país desea aumentar su capacidad recaudatoria, parece lógico aconsejar que suba los impuestos, bien ampliando el número de ciudadanos que tributan, bien subiendo el tipo impositivo medio, que es el porcentaje a aplicar sobre las rentas que se quiere recaudar. (Otra opción del gobierno sería endeudarse). Sin embargo, hay dos hechos que nos hacen dudar de esa lógica.

A) El primero es la posibilidad de que los impuestos actúen como desestabilizadores automáticos: un aumento de impuestos, produce un descenso de la renta disponible y, por tanto, de la producción, por lo que se produce una disminución de la base imponible sobre la que se aplica el impuesto.

B) Por el contrario, es posible que una disminución en el tipo impositivo provoque aumento de las rentas, del consumo, de la producción y, finalmente, una mayor recaudación. En éste segundo caso, los impuestos actuarán como estabilizadores automáticos.

Se están considerando aquí dos fuerzas que actúan en sentido contrario y que reciben el nombre de efecto renta y efecto sustitución: el efecto renta mide las consecuencias derivadas de la disminución de la capacidad adquisitiva de los contribuyentes; el efecto sustitución mide los cambios en las decisiones que toman productores y consumidores como consecuencia del impuesto.

Estas ideas pueden representarse con la conocida Curva de Laffer, que toma su denominación a partir del economista americano Arthur B. Laffer. La curva relaciona niveles de recaudación con el aumento de impuestos. Si medimos el aumento del impuesto, a través de un tipo representativo t, tendríamos una curva con ésta forma:




Cuando el tipo impositivo es t1, la recaudación, al aplicar ese tipo sobre la renta, será una cantidad positiva mayor que cero (Y1). Si aumentamos el tipo, la recaudación seguirá creciendo, cada vez sin embargo a menor ritmo hasta alcanzar un máximo en Y2, para un tipo t2. A partir de ese punto, cualquier intento del gobierno para elevar el tipo impositivo, se traducirá, paradójicamente, en un descenso de la cantidad recaudada. Nótese que para t3 la recaudación ha caído hasta Y3. Si siguiésemos insistiendo en aumentar el tipo impositivo, llegaría un momento en que la recaudación fuese nula.

Ese comportamiento se debe a que un tipo excesivamente alto propicia el fraude y la evasión fiscal hacia paraísos fiscales. También un tipo impositivo alto puede llevar a los trabajadores a sustituir trabajo por ocio, reduciéndose el bienestar colectivo o social. Por eso, se tributa menos y crece menos la economía. De nuevo aquí actúan el efecto renta y el efecto sustitución: el efecto renta ya que al aumentar el tipo y disminuir la renta de los trabajadores, tendrán que trabajar más para recuperarla y el efecto sustitución sobre los que decidan trabajar menos para no tributar tanto. Para un tipo impositivo muy alto, el efecto sustitución puede superar al efecto renta.

Además, los procesos de inspección para detectar el fraude, suelen ser muy costosos. De ahí que, en los últimos tiempos, muchos sean los países que se plantean reducir impuestos, especialmente los directos ligados a la renta, sobre todo si funcionan los estabilizadores automáticos, lo cual suele suceder en las fases expansivas del ciclo económico. Por eso, la curva de Laffer se ha convertido en una bandera para las corrientes defensoras del liberalismo económico que defienden la disminución de la presión fiscal.


Páginas Interesantes
www.elcato.org, www.atlas.org.ar,
www.hayek.org.ar, www.josebenegas.com, www.libertaddigital.com, www.diariodeamerica.com, http://dontiburcio.blogspot.com, http://liberalesargentinos.blogspot.com, http://alberdianos.blogspot.com, www.liberalismo.org, www.juandemariana.org, http://aplacetoreturn.wordpress.com, http://aesyd.blogspot.com

1 comentario:

Carlos López Díaz dijo...

El gobierno de Aznar en España (1996-2004) fue un ejemplo de libro de texto de aplicación exitosa de la curva de Laffer. Bajó los impuestos y aumentó la recaudación del Estado, después de que los socialistas basaran la campaña electoral en afirmar que "las cuentas no cuadraban" si se bajaban los impuestos.