El matón que gobierna Bolivia las tiene dificil. Por ahora las inundaciones le han permitido un respiro y la calma politica ha regresado, pero el 4 de mayo los departamentos que reclaman autonomía realizarán sus plebiscitos. Morales sabe que perderá porque tiene todos los pronósticos en contra, y deberá tragar su propio veneno.
Este es un artículo publicado por Cayetano LLobet en Latin Liber
¿Y cuando bajen las aguas en Bolivia?
El Presidente está asustado. Y el susto, una lengua fácil y alguna dosis de ignorancia son una combinación ideal para obligarnos a escuchar operías. Porque nadie, a estas alturas, podrá poner en duda que la historia de sus compañeros pidiéndole armas era una opería. Y eso de que había leído por ahí que Santa Cruz quiere ser Kosovo, ¿no es un solemne disparate?
El Presidente está asustado... ¡y tiene razón! En unas semanas, cuando bajen las aguas, cuando el gobierno ya no pueda seguir haciendo campaña publicitaria basada en el desastre, cuando se vayan los helicópteros de ayuda, cuando se acaben las reuniones de emergencia, cuando reaparezca la política -hoy oculta por las aguas-, ¿qué van a hacer? Para comenzar, se les viene ese fatídico, terrible, enloquecedor, 4 de Mayo. No tengo la menor de las dudas -¡y el gobierno tampoco!- de que una enorme mayoría cruceña va a aprobar sus estatutos autonómicos. Y ahí, en ese instante, se le termina el discurso de la “oligarquía minoritaria”, de “las cinco familias”, de “unos cuantos que quieren tumbar al indio”. Se termina el cuento de unos cuantos conspiradores y aparece una mayoría, predecesora de otras mayorías... ¡jodido para el gobierno!
Su entrañable amigo, Marco Aurelio García, el “Monje Negro”, vocero de Lula, ya no podrá seguir hablando de la “oposición parasitaria”. La oposición había sido la región más dinámica de la economía nacional... ¡jodido para Lula!
¡Y no puede hacer nada! Don Álvaro, aplicado como siempre, está intentando el juego congresal: hay que llevar las cosas al Congreso, para que salgan de las regiones. Obviamente, cuenta con más de un senador de supuesta oposición -¡Podemos tenía que ser!- que no quiere que la política se vaya de La Paz. Cuenta con la posibilidad de seguir apostando a una aceptación implícita de la “Constitución de La Glorieta”. Hay que hacer lo que sea para evitar el 4 de Mayo.
Pero, cuando bajen las aguas, el referéndum será un hecho. Han llamado a las Fuerzas Armadas, a sus movimientos sociales, a los que piden armas, a la quema de ánforas, al bloqueo, al cerco y a la intimidación; a los “ponchos rojos” -¡los que salieron corriendo de Sucre!-, han movido a su empleado de la Corte Nacional Electoral -¡se ganó el cargo a golpes de periodismo adulador!-, y quieren alegar la ilegalidad de la consulta.
Ahora, recién ahora, caen en cuenta de que no pueden apelar a las reglas del juego que ellos rompieron. Cuando el gobierno decidió romper las normas, saltarse el criterio de los dos tercios, liquidar el Tribunal Constitucional, encuartelar la Constituyente, cuando decidió matarse de risa de las resoluciones de la Corte Superior de Chuquisaca, dio la consigna de la piedra libre. Tendrán que reconocer, por lo menos, que a ningún gobierno le han salido tantos tiros por la culata. ¡Y es que improvisan de modo grosero! Cuando el Presidente habla del llamado a las armas que le hacen sus compañeros, ¡es obvio que el llamado vale para todos! Sólo pasaron unas horitas para que le digan que había metido la pata.
El gobierno está asustado... ¡y tiene razón! Porque, cuando bajen las aguas, va a tener que escoger entre la aceptación de las regiones autónomas o la confrontación directa. Y está asustado, porque sabe que no tiene la fuerza suficiente para esa confrontación. Paradójicamente, el desastre le dio tregua y respiro, le dio un poco de aliento. Está asustado, porque... ¿cuando bajen las aguas?
Marta Valdés, tras la neblina del puente
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