La empresa Shell redujo los precios de los combustibles un 15% después de las multas y ataques contra la empresa. La extorsión, el chantaje, la intimidación la violencia física producen resultados en Argentina y el gobierno usa estas practicas, no diferenciándose de los criminales que el estado debería combatir. En la actualidad el estado se ha convertido en delincuente y criminal.
La violencia ejercida contra Shell ignora los costos en que esta empresa a incurrido para producir los combustibles. Aunque obtengan un beneficio, seguramente no es rentable ese beneficio. No rentable quiere decir que la ganancia no está acorde al monto del capital invertido. Como conseguirá el gobierno nuevas inversiones si lo que ofrece a los potenciales inversores es violencia y arrebato contra sus ganancias. Cualquier persona con sentido común sabe que en circunstancias como la argentina, donde no hay seguridad para la propiedad privada; donde los jueces y el derecho no protegen el trabajo y los productos de él, sino que siempre fallan favor de delincuentes entre los que incluyo a la clase gobernante.
Esta extorsión contra las empresas es la política que adoptó el kirchnerismo desde el principio: dividir la comunidad en dos; poner en un lado a los buenos que son los pobres explotados, y en el otro a los malos que son los empresarios. Es el uso de la intimidación y la violencia este gobierno no tiene rivales en la historia argentina.
Incompatibilidad con la crisis energética.
Si el gobierno fuerza una baja de los precios, va en dirección contraria a la solución de un problema energético. Los combustibles como la energía eléctrica son en este caso la misma cosa.
El problema energético en Argentina es complejo e involucra a todas las formas de energía.
Una baja forzada de los precios, sólo funciona a los fines de computar un precio artificialmente bajo en el índice de precios al consumidor, pero en lo que concierne a las empresas y las inversiones, el precio forzado es un escollo insalvable.
Para aumentar la producción de energía es necesaria la inversión de capital, para que el capital sea atraído a la inversión debe ser rentable, y con impuestos, amenazadas y regulaciones las ganancias menguan o desaparecen con esto desaparece la rentabilidad. En estas condiciones no habrá mucha gente dispuesta a invertir en la producción de energía.
Por el lado de la demanda, el precio forzado a la baja induce a los consumidores a gastar más. Con el precio más bajo, muchos consumidores estarán en condiciones de gastar más combustibles, de darse un paseo, que no podrían hacer cuando el precio es más alto. Pero como se va a solucionar el problema energético de este modo. Después de todo, el problema es un desequilibrio entre la oferte y la demanda, de energía, es decir entre la producción y el consumo. El precio cuando se pacta libremente entre oferentes y demandantes la producción se iguala con el consumo. Forzando un precio a la baja, los consumidores consumirán más toda vía y los productores perderán el estímulo de producir más porque a los precios fijados por una decisión política no obtienen beneficios, y nadie produce nada que no deja beneficios.
Con esta política de intimidación que el gobierno practica constantemente agrava el problema, y un agravamiento del problema se vendrá más tarde o más temprano contra el mismo gobierno. El crecimiento económico no se logrará si no hay energía suficiente para producir. Si no hay más producción habrá más pobreza y más gente sin empleo.
La intimidación contra las empresas, como la orden impartida dada a los porteros de los edificios para que vigilen el consumo de energía de las familias, tiene también otra finalidad: hacerle saber a la gente que son vigilados. Augurios de la instalación de un estado colectivista en Argentina.
1 comentario:
Parece extraído de las páginas de Atlas Shrugged.
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