El odio a los Estados Unidos, como a cualquier persona o empresa existosa es fomentado en las universidades de los Estados Unidos, pero sabemos bien que no solamente en Estados Unidos sucede esto, tambíen en las universidades argentinas el odio es fomentado por profesores, por activistas de izquierda, y por también por los medios de prensa que son en su inmensa mayoría de izquierda.
A continuación transcribo un reporte del escritor David Horowitz, que realizó un estudio que expuso ante la legislatura del Estado de Pennsylvania.
Ideólogos en el Atril
Zelnick dijo a los legisladores que como director de dos programas de licenciatura, había observado las clases de más de 100 profesores. Había "visto clases excelentes, indiferentes y mediocres", dijo. Pero en todos esos cursos, agregó, "raramente he escuchado una palabra agradable hacia Estados Unidos, las riquezas de nuestro mercado, las vastas oportunidades económicas y creativas disponibles para gente enérgica y creativa.
David Horowitz
2 de febrero de 2006
Stephen Zelnick es un moderado político que ha dado clase durante 37 años en el departamento de inglés de la Temple University. Ha servido como presidente del claustro de la facultad, como director de los programas de literatura de la universidad y, más recientemente, fue vicepreboste de estudios de licenciatura.
El 10 de enero, Zelnick y yo testificamos ante el Comité de la Cámara sobre Libertad Académica de Pennsylvania, posiblemente el primero de tales comités de la historia de la educación superior de América.
Zelnick dijo a los legisladores que como director de dos programas de licenciatura, había observado las clases de más de 100 profesores. Había "visto clases excelentes, indiferentes y mediocres", dijo. Pero en todos esos cursos, agregó, "raramente he escuchado una palabra agradable hacia Estados Unidos, las riquezas de nuestro mercado, las vastas oportunidades económicas y creativas disponibles para gente enérgica y creativa (es decir, para nuestros estudiantes); hacia la vida familiar, el matrimonio, el amor, o la religión".
No me sorprendió particularmente escuchar eso. Las audiencias en Pennsylvania son una consecuencia directa de la campaña que inicié en septiembre del 2003 con el fin de persuadir a las universidades y centros de adoptar una "Declaración Académica de derechos" para proteger a los estudiantes frente al adoctrinamiento político profesional por parte de sus profesores. Mi declaración reza, por ejemplo, que los estudiantes deben ser expuestos "al espectro de opiniones académicamente significativas", y no alimentados a la fuerza con ortodoxia en materias polémicas.
Comencé la campaña intentando convencer a los miembros de juntas universitarias y administradores directamente de que el derecho de un estudiante a una educación intelectualmente honesta e intelectualmente diversa estaba en peligro a causa de los profesores — particularmente de la izquierda — que estaban decididos a adoctrinar a los estudiantes con sus propias opiniones políticas. Pero recurrí a las legislaturas cuando me topé con escuelas poco dispuestas a escuchar.
Dos años más tarde, más de una docena de legislaturas han considerado la legislación de "libertada académica", incluyendo Florida, Indiana, Maine, Missouri, Tennessee y otros estados. Las universidades de Colorado y Ohio han aprobado nuevas normas de libertad académica (después de que retirásemos la legislación que les habría forzado a hacerlo), y Pennsylvania ha estado celebrando audiencias de libertad académica como resultado de nuestros esfuerzos.
En California, una propuesta para crear una declaración académica de derechos no superó el comité en la legislatura del año pasado, pero se va a reconsiderar en las próximas semanas. A los administradores universitarios les gusta sugerir que perdemos nuestro tiempo intentado solucionar algo que no es problema. En el otoño del 2003 visité a Elizabeth Hoffman, entonces presidente de la Universidad de Colorado, que me dijo, "David, no tenemos ningún problema aquí".
Un año y medio más tarde, uno de los muchos profesores extremistas de su claustro, Ward Churchill, se convirtió en figura de notoriedad nacional cuando el público supo que se había referido a las víctimas del 11 de Septiembre como "pequeños Eichmanns", y que había argumentado que los americanos se merecen algo peor.
Como resultado de la protesta pública, Hoffman fue forzada a dimitir. Churchill dimitió como jefe del departamento de estudios étnicos, pero aún está en el claustro. El público americano entiende que una universidad debería ser un mercado de ideas, y que la gente de ambos lados del espectro actuará histéricamente en ocasiones. Pero no serán tan caritativos si creen que las universidades mismas se están haciendo partidistas.
No obstante, la naturaleza parcial de las facultades universitarias ha sido ahora el tema de varios estudios académicos. Un estudio del 2003 del profesor Daniel Klein, de la Universidad de Santa Clara, por ejemplo, concluía que en todo el país, los [profesores] Demócratas superaban a los Republicanos cerca de 30 a 1 en el campo de la antropología, cerca de 28 a 1 en sociología, y cerca de 7 a 1 en ciencias políticas.
Otro estudio, realizado por profesores del Smith College, la Universidad de Toronto y la George Mason University, examinaba los datos de una gran muestra nacional de profesores, y concluía que los profesores de inglés que se identificaban como alineados con la izquierda superaban a sus colegas de alineamiento conservador 30 a 1; los profesores de ciencias políticas en 40 a 1; y los profesores de historia en 8 a 1.
El problema Churchill no es exclusivo de Colorado, sino que refleja la corrupción intelectual a lo ancho del sistema en el mundo académico. Churchill no habría podido ser contratado, ascendido, haber recibido periodo lectivo o ser nombrado presidente de su departamento sin la ayuda de su departamento entero, su decano, la administración de la universidad, y alrededor de una docena de académicos en el campo de los estudios étnicos, todos los cuales habrán tenido que apoyarle a cada paso del proceso.
La Declaración Académica de Derechos es una tentativa modesta de mejorar una situación mala y en deterioro en nuestros campus. Restauraría la idea de diversidad intelectual como valor educativo central. Pondría a los estudiantes al tanto de que deberían recibir más de una versión de temas polémicos, y de que no deben ser intimidados (o calificados) según sus opiniones políticas.
Los detractores de la Declaración Académica de Derechos — incluyendo las organizaciones radicalizadas que representan hoy a la profesión académica, como la Asociación Americana de Profesores Universitarios, la Asociación Histórica Americana, la Asociación de Lengua Moderna y la Federación Americana de Profesores — han intentado bloquear su progreso emprendiendo una campaña de grotesca mal interpretación y falsedad, acusándome de intentar poner al gobierno al mando de los planes de estudios universitarios y de intentar hacer que se despida a profesores de izquierdas.
Argumentan que nuestra campaña exigiría a las universidades enseñar posiciones minoritarias tales como el revisionismo del Holocausto o el diseño inteligente. Estas afirmaciones son patentemente falsas. Cualquiera que lo desee puede leer la Declaración de Derechos Académicos (que está colgada en http://www.studentsforacademicfreedom.org). No hay una sola oración en ella que verifique sus acusaciones.
La creación del comité de Pennsylvania fue el trabajo del ex Marine y Representante Republicano Gibson C. Armstrong. En el verano del 2004, Armstrong fue contactado por una electora llamada Jennie Mae Brown, una estudiante del campus de York en la Penn State que se quejó de un profesor de físicas que, declaró al New York Times, utilizaba regularmente tiempo de clase para "menospreciar al Presidente Bush y la guerra de Irak". Según el artículo, "como veterana de las Fuerzas Aéreas, Brown dijo pensar que los comentarios del profesor le parecían inapropiados para el aula".
Aunque muchos profesores anteponen el activismo a las clases, y en la práctica son culpables de tales abusos profesionales de sus aulas, estoy convencido de que representan una minoría de la facultad, parte de una subcultura académica que confunde concienciación política con educación. Estoy convencido de que la mayoría de los profesores universitarios de este país son personas de buena voluntad, y la campaña que he iniciado está diseñada para animarles a subir a la palestra en defensa de los valores educativos y la libertad académica en el aula.
DAVID HOROWITZ es un conocido autor norteamericano y activista de los derechos civiles. Fue uno de los fundadores de la Nueva Izquierda en los años 60 y editor de su mayor publicación, Ramparts. En los años 70 creó el Oakland Community Learning Center, un centro escolar urbano para niños con discapacidades gestionado por el Partido Black Panther. En los años 90 crea la Individual Rights Foundation, que lideró la batalla contra los códigos de discurso en los campus universitarios, y forzó a todo el gabinete del presidente de la Universidad de Minnesota a someterse a cinco horas de entrenamiento de la sensibilidad hacia la Primera Enmienda por violar los derechos de libertad de expresión de sus estudiantes, En 1996 fue portavoz de la California Civil Rights Initiative, que prohibió al gobierno la discriminación positiva por motivos de sexo, raza, color, etnia o procedencia. David Horowitz es un opositor abierto a la censura y las preferencias raciales, y un defensor de las minorías y grupos bajo ataque.
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