La palabra cambio se pronuncia constantemente en todas las campañas electorales, tanto aquí en Argentina como en cualquier lugar. En los Estados Unidos, los candidatos presidenciales siempre han usado este término. Bill Clinton, en su campaña electoral de 1992, usó el término “cambio” hasta el hartazgo para desbancar del puesto al ex presidente George H. Bush, lo consiguió, pero en el ejercicio de su administración, Clinton no cambió nada, pretendió seguir con el statu quo: más regulación, más seguridad social, más intromisión del gobierno en la vida de los individuos. Fue, en 1994, cuando se produjo la primera renovación del Congreso, que una mayoría republicana triunfante en esa elección, le obligó a Clinton a modificar su política; precisamente de un congreso que era mayoritariamente conservador.
Más abajo, transcribo el artículo escrito por Thomas Sowell, profesor del Instituto Hoover, hace unos días atrás, hablando sobre el uso abusivo de la palabra “cambio” por parte del candidato demócrata Barak Obama, y de la retórica de Franklin Delano Roosevel, quien con sus keynesianas de despilfarro público demoró la recuperación de la economía después de la crisis de 1930.
EL CAMBIO EN POLITICA
La retórica política de Roosevelt era buenísima. Para aquellos que la admiran, como parece que hacen muchos partidarios de Barack Obama, Roosevelt era lo máximo. Para los que se guían por los resultados reales, el Gobierno de Roosevelt fue pésimo.
Thomas Sowell
Uno de los pocos clichés políticos que tienen sentido es el que dice: "En política, todo puede cambiar de la noche a la mañana".
Hace menos de un año, la gran pregunta era si Rudolph Giuliani podría ganarle a Hillary Clinton en las presidenciales de este año. Hace menos de dos meses, Barack Obama le llevaba una gran ventaja a John McCain en las encuestas.
Hace menos de una semana los enterados decían que Mitt Romney sería la opción de McCain para vicepresidente.
No nos hace falta Barack Obama para crear el "cambio". Las cosas cambian en la política, en la economía y en otras áreas de la sociedad norteamericana sin que un Mesías político nos conduzca a la tierra prometida. ¿Quién habría pensado que el gran discurso de Obama en la convención demócrata decepcionaría las expectativas puestas en él, mientras que McCain encandilaría a su audiencia cuando anunció a la gobernadora Sarah Palin como su candidata a la vicepresidencia? Algunos se sorprendieron al ver que había elegido a una mujer. Lo más asombroso es que se trata de una republicana que sabe hablar. ¿Cuántas ha visto usted?
A pesar del incesantemente repetido mantra del "cambio", la política de Barack Obama es tan vieja como el New Deal y en economía está aún más anticuada. La declaración del senador Obama de que "nuestra economía está en un estado de agitación" es la típica mercancía ofrecida por la izquierda y los medios de comunicación, que se mueren por usar la palabra "recesión".
La ralentización de la economía no sólo no ha llegado a la recesión. Los datos más recientes muestran que está creciendo a un ritmo del 3%, un nivel por el que muchas economías europeas darían la vida a pesar de que algunos nos exhortan constantemente a imitar a esos países, cuyos resultados no son tan buenos como los nuestros.
El "cambio" de Barack Obama es el reciclaje del tipo de política y retórica del New Deal, que alargó la Gran Depresión de los años 30 haciéndola durar mucho más que cualquier otra recesión, previa o posterior. Es el mismo tipo de política progresista que llevó a una inflación de dos dígitos, a tipos de interés de dos dígitos y a un creciente desempleo durante la administración Carter. Este es el "regreso al futuro" que desean.
No se confunda, la retórica política de Franklin Delano Roosevelt era buenísima. Para aquellos que la admiran, como parece que hacen muchos partidarios de Barack Obama, Roosevelt era lo máximo. Para los que se guían por los resultados reales, el Gobierno de Roosevelt fue pésimo.
Aunque la Gran Depresión de los años 30 comenzó durante la presidencia de Herbert Hoover, el desempleo en el último año de su presidencia no fue tan alto como el nivel que alcanzó durante cada uno de los primeros 5 años de Roosevelt. Durante los 8 años de los 2 primeros mandatos presidenciales de Roosevelt, sólo hubo 2 en los que el desempleo fuese menor que con Herbert Hoover, y no por mucho. Algunos dicen que la Segunda Guerra Mundial sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión. Lo que la guerra hizo fue poner punto final al New Deal, ya que la supervivencia de la nación se convirtió en la mayor prioridad y reemplazó la retórica antiempresarial y de lucha de clases de Roosevelt.
La retórica del senador Obama es el mismo discurso antiempresarial y de lucha de clases que políticamente funcionó tan bien para Roosevelt en los años 30. Pero cuando de las amenazas a la seguridad nacional norteamericana se trata, el candidato sigue un camino opuesto al de Roosevelt. En muchas ocasiones, el senador Obama ha intentado lidiar con las amenazas a la seguridad nacional mediante la retórica. Intentó restarle importancia a la amenaza de un Irán nuclear porque Irán es una "nación pequeña" (a pesar que es mayor que Japón, país que lanzó un ataque devastador contra Estados Unidos en Pearl Harbor).
Roosevelt tuvo la sensatez de comenzar a exigir una mayor preparación militar en 1940, más de un año antes de que Estados Unidos se viera atacado. Y afirmó: "Si usted espera hasta poder mirar al enemigo a los ojos, nunca se enterará de qué le golpeó".
Recortar el presupuesto militar y llevar los problemas de política exterior a la ONU es la versión del "cambio" de Obama, y es el cambio en que no nos atrevemos a creer.
Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor. Es especialista del Instituto Hoover.
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