Mas que ver el antiamericanismo europeo exclusivamente en clave de la habitual disputa política, vamos a profundizar en las diferencias culturales profundamente arraigadas. Según “Imágenes de un mundo cambiante”, un estudio dirigido por el Proyecto de Posturas Mundiales Asentadas, los americanos y los europeos occidentales defienden muy distintas posturas filosóficas, especialmente considerando los asuntos relacionados con la responsabilidad individual y el papel del estado.
Requeridos para valorar la afirmación “El éxito en la vida está prácticamente determinado por fuerzas que están fuera de nuestro control”, el 32 % de los americanos votaron afirmativamente, a diferencia del 48 por ciento en Inglaterra, el 54 % en Francia, el 66 % en Italia y el 68 % en Alemania. Sólo un tercio o menos de los americanos ven sus vidas marcadas por fuerzas ajenas, lo que implica que la mayoría ve el mundo en clave de responsabilidad individual. Mientras tanto, los europeos reducen al mínimo la responsabilidad individual y atribuyen mucha más importancia a fuerzas externas. Mientras que los europeos tienden hacia una visión del mundo determinista, los americanos apuntan hacia la libertad individual.
La encuesta valoró también cómo la opinión pública se posiciona entre dos valores contrarios: el valor de la libertad de los individuos para luchar por sus intereses sin las interferencias del estado por un lado, y el valor de la garantía del estado para que nadie pase necesidad, por el otro. El 58 % de los americanos, una mayoría significativa, elige ser libre de las interferencias del estado como el valor más importante. Este resultado indica un gran contraste con Europa, donde la libertad consigue un porcentaje de apoyo mucho más bajo: sólo el 39 % en Alemania, el 36 % en Francia, el 33 % en Inglaterra y sólo 24 % en Italia. Mientras que los americanos están predispuestos a entender sus vidas en clave de responsabilidad individual y rechazar la excesiva regulación del estado, los europeos, por lo general, toman la actitud opuesta: ven sus vidas en clave de servicios sociales a gran escala y esperan que el estado les proteja de las necesidades, incluso al coste de restringir su libertad. No asombra que las políticas internas actuales en la mayoría de los países europeos estén involucradas en la difícil tarea de reformar los firmemente arraigados sistemas de estado de bienestar.
Lógicamentelas diferencias culturales entre los americanos y los europeos tiene significativas repercusiones en la política exterior. El punto de vista americano de responsabilidad individual sustenta una insistencia en la soberanía nacional. En contraposición con los europeos, especialmente los franceses y los alemanes, que tienden a apoyar limitaciones al poder de los países. La lección que ellos sacaron de las dos guerras mundiales es que deberían ser colocados límites a los países para prevenir que luchen por intereses egoístas. Como consecuencia, los países europeos están cediendo gradualmente elementos de su soberanía al superestado de la Unión Europea. A diferencia de los Estados Unidos que han demostrado repetidamente su reticencia a ceder tal autoridad a organismos internacionales.
Esta es la base cultural para el debate sobre multilateralismo y unilateralismo. En la práctica, la diferencia es, casi absoluta. Aunque los políticos europeos insisten en la cooperación internacional, como de costumbre siguen persiguiendo intereses nacionales. Mientras los dirigentes americanos insisten en el derecho a actuar con independencia, han suplicado repetidamente a las Naciones Unidas por su apoyo. No obstante, las significativas diferencias en la cosmovisión entre los americanos y los europeos es probable que cause rupturas mucho más profundas que las que han tenido lugar habitualmente, como por ejemplo Irak y Kyoto.
Differences in American and European Worldviews
by Russell A. Berman
January 3, 2004
Rather than viewing European anti-Americanism solely in terms of current policy disputes, we must look at our deep-seated cultural differences. According to Views of a Changing World, a study conducted by the Pew Global Attitudes Project, Americans and West Europeans advocate very distinct philosophical stances, especially regarding matters of individual responsibility and the role of the state.
Asked to evaluate the statement "Success in life is pretty much determined by forces outside our control," 32 percent of the Americans polled agreed, in contrast to 48 percent in England, 54 percent in France, 66 percent in Italy, and 68 percent in Germany. Less than a third of Americans view their lives as defined by external forces, implying that the majority see the world in terms of individual responsibility. Meanwhile, Europeans minimize individual responsibility and attribute much greater importance to outside forces. Whereas Europeans tend toward a deterministic worldview, Americans focus on individual freedom.
The survey also measured how public opinion chooses between two competing values: the value of the freedom of individuals to pursue goals without state interference and the value of a state guarantee that no one be in need. Fifty-eight percent of Americans, a significant majority, chose freedom from state interference as the most important goal. This result stands in stark contrast to Europe, where freedom earns support at dramatically lower rates: only 39 percent in Germany, 36 percent in France, 33 percent in England, and a paltry 24 percent in Italy. Whereas Americans are predisposed to understand their lives in terms of individual responsibility and reject greater state regulation, Europeans, by and large, take the opposite position: They view their lives in terms of larger social forces and expect the state to protect them from need—even at the price of a restriction of their freedom. No wonder current domestic politics in most European countries involves the difficult task of reforming firmly entrenched welfare-state systems.
Not surprisingly, the cultural difference between Americans and Europeans has significant foreign policy ramifications. The American worldview of individual responsibility underpins an insistence on national sovereignty. In contrast, Europeans—especially the French and the Germans—tend to support restraints on the power of individual states. The lesson they take away from the two world wars is that curbs should be placed on individual states to prevent them from pursuing selfish interests. As a result, European states are gradually ceding elements of their sovereignty to the superstate of the European Union. In contrast, the United States has repeatedly demonstrated its reluctance to cede such authority to international bodies.
This is the cultural basis for the debate over multilateralism and unilateralism. In practice, the difference is, of course, hardly absolute. Although European politicians insist on international cooperation, they typically continue to pursue national interests. Whereas the American leadership insists on the right to act independently, it has appealed repeatedly to the United Nations for support. Nonetheless, the significant differences in American and European worldviews are likely to cause political rifts long after the current battles, such as Iraq and Kyoto, have faded.
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