Por Yesenia E. Alvarez Temoche
El reciente atentado contra la libertad de expresión en Venezuela, pone de manifiesto la facilidad con que un gobernante goza de tal poder ante la impotencia de sus ciudadanos.
Conmovidos los latinoamericanos, hemos condenado la trasgresión de la libertad de expresión pero no se ha puesto en discusión la situación que permite que Rctv (Radio Caracas Televisión) y cualquier otro medio de radiodifusión se vean expuestos o sean potenciales víctimas de violaciones como ésta.
Lo ocurrido a Rctv, no es solo el condenable crimen contra la libertad de expresión sino que hay detrás un hecho -visto como absoluto e indiscutible para la mayoría- que merece ser cuestionado; esto es, que la propiedad y administración del espectro electromagnético estén en manos del estado.
A este espectro electromagnético -conjunto de ondas a través del cual se transporta la señal de radio y televisión- los particulares solo pueden acceder a través de licencias de uso, no es posible la propiedad privada dado que justifican que se trata de un bien de “propiedad colectiva”.
En ese sentido, los defensores de atribuirle mayores derechos, prerrogativas y poderes al estado nos explican que un bien como el espectro electromagnético no es de los particulares, ¡Ojo! que tampoco es del estado –agregan-, sino que es de “todos” y como es de “todos” es entonces el mismo estado quien debe tener el poder de administrarlo en su condición de autoridad soberana sobre “todos”. Con esta visión del tema, Hugo Chávez, con total descaro y desparpajo cierra Rctv y alega que “el estado es dueño del espectro radioeléctrico” (www.eltiempo.com.ve)
Y es que en teoría se sostiene que el espectro electromagnético que necesita un canal de televisión para salir al aire, es de propiedad de ese difuso titular “todos”, pero en la realidad resulta ser “propiedad del estado”, que a través de su burocracia estatal decide finalmente a quién y cómo darle la licencia de uso, así como también las razones para quitarla.
Al no existir propiedad privada sobre dicho bien, los concesionarios (no propietarios) se encuentran en una situación de dependencia respecto de quien detenta el poder de dar o quitar las licencias, situación a todas luces vulnerable, dado que no ejercen ningún derecho de propietario y no tendrían cómo defenderlo en caso de discrepancia con el poder político porque en este contexto el estado siempre contará con el poder de reclamar para sí, la propiedad del espectro electromagnético. En estas condiciones y circunstancias, al señor estado, excusas dentro de la ley, seguramente no le faltarán.
Así, la ausencia de propiedad a este nivel propicia por un lado, que los particulares que aspiren a tener o tengan una licencia se rindan a los caprichos y deseos del poder político generando mercantilismo al intercambiar privilegios a partir del uso de dicha licencia; y por otro lado aquéllos que discrepan del gobierno sean intimidados y censurados.
Como podemos apreciar, el ambiente de un medio de comunicación no es muy favorable cuando no se puede ejercer derechos de propietario: o cedes a la presión política y te mantienes, o si te opones te cierran. El resultado: un sector ineficiente, politizado y corrupto, por tanto proclive a mancillar derechos y libertades.
Reconozcámoslo, con una visión del estado dueño de todo lo que supuestamente es de todos, el individuo queda a merced de los caprichos de ese ente omnipotente.
Con un sistema que permite que el estado prohíba el uso de una frecuencia en nombre de conceptos tan contradictorios y debatibles como el fin social, bien común, etc., se está consintiendo más poder para el estado en lugar de limitarlo, se está tolerando y dando paso a futuras opresiones contra la libertad, lo cual deja a los ciudadanos de brazos cruzados cuando los defensores de un totalitario como Chávez argumentan que no se trata de un cierre sino del vencimiento de un licencia.
Las ventajas de contar con derechos de propiedad sobre el espectro electromagnético son demostradas por serios estudios, pero además el sentido común y la historia nos advierte sobre lo peligroso que resulta para la libertad permitir que tal poder recaiga en manos del estado.
Richard Pipes, en sus estudios sobre propiedad y la libertad, nos aconseja que “la propiedad, donde quiera que le sea permitido aparecer, se convierte en el medio más eficaz para limitar el poder del estado”. Una conclusión que no debemos perder de vista, por ello apelo a la coherencia en esta defensa acérrima de la libertad de expresión, que inundará lo medios esta semana, ya que por un lado denunciamos y rechazamos el abuso contra la libertad de expresión pero por otro lado consentimos un sistema que le da poder absoluto al estado de vulnerarla en cualquier momento.
Urge cuestionar la visión de un estado propietario de todo -realidad que hoy parece irrefutable- y que aún a contracorriente propongamos la propiedad privada del espectro electromagnético; porque el futuro de la libertad está amenazado allí donde no existen, ni se garantizan derechos de propiedad.
El reciente atentado contra la libertad de expresión en Venezuela, pone de manifiesto la facilidad con que un gobernante goza de tal poder ante la impotencia de sus ciudadanos.
Conmovidos los latinoamericanos, hemos condenado la trasgresión de la libertad de expresión pero no se ha puesto en discusión la situación que permite que Rctv (Radio Caracas Televisión) y cualquier otro medio de radiodifusión se vean expuestos o sean potenciales víctimas de violaciones como ésta.
Lo ocurrido a Rctv, no es solo el condenable crimen contra la libertad de expresión sino que hay detrás un hecho -visto como absoluto e indiscutible para la mayoría- que merece ser cuestionado; esto es, que la propiedad y administración del espectro electromagnético estén en manos del estado.
A este espectro electromagnético -conjunto de ondas a través del cual se transporta la señal de radio y televisión- los particulares solo pueden acceder a través de licencias de uso, no es posible la propiedad privada dado que justifican que se trata de un bien de “propiedad colectiva”.
En ese sentido, los defensores de atribuirle mayores derechos, prerrogativas y poderes al estado nos explican que un bien como el espectro electromagnético no es de los particulares, ¡Ojo! que tampoco es del estado –agregan-, sino que es de “todos” y como es de “todos” es entonces el mismo estado quien debe tener el poder de administrarlo en su condición de autoridad soberana sobre “todos”. Con esta visión del tema, Hugo Chávez, con total descaro y desparpajo cierra Rctv y alega que “el estado es dueño del espectro radioeléctrico” (www.eltiempo.com.ve)
Y es que en teoría se sostiene que el espectro electromagnético que necesita un canal de televisión para salir al aire, es de propiedad de ese difuso titular “todos”, pero en la realidad resulta ser “propiedad del estado”, que a través de su burocracia estatal decide finalmente a quién y cómo darle la licencia de uso, así como también las razones para quitarla.
Al no existir propiedad privada sobre dicho bien, los concesionarios (no propietarios) se encuentran en una situación de dependencia respecto de quien detenta el poder de dar o quitar las licencias, situación a todas luces vulnerable, dado que no ejercen ningún derecho de propietario y no tendrían cómo defenderlo en caso de discrepancia con el poder político porque en este contexto el estado siempre contará con el poder de reclamar para sí, la propiedad del espectro electromagnético. En estas condiciones y circunstancias, al señor estado, excusas dentro de la ley, seguramente no le faltarán.
Así, la ausencia de propiedad a este nivel propicia por un lado, que los particulares que aspiren a tener o tengan una licencia se rindan a los caprichos y deseos del poder político generando mercantilismo al intercambiar privilegios a partir del uso de dicha licencia; y por otro lado aquéllos que discrepan del gobierno sean intimidados y censurados.
Como podemos apreciar, el ambiente de un medio de comunicación no es muy favorable cuando no se puede ejercer derechos de propietario: o cedes a la presión política y te mantienes, o si te opones te cierran. El resultado: un sector ineficiente, politizado y corrupto, por tanto proclive a mancillar derechos y libertades.
Reconozcámoslo, con una visión del estado dueño de todo lo que supuestamente es de todos, el individuo queda a merced de los caprichos de ese ente omnipotente.
Con un sistema que permite que el estado prohíba el uso de una frecuencia en nombre de conceptos tan contradictorios y debatibles como el fin social, bien común, etc., se está consintiendo más poder para el estado en lugar de limitarlo, se está tolerando y dando paso a futuras opresiones contra la libertad, lo cual deja a los ciudadanos de brazos cruzados cuando los defensores de un totalitario como Chávez argumentan que no se trata de un cierre sino del vencimiento de un licencia.
Las ventajas de contar con derechos de propiedad sobre el espectro electromagnético son demostradas por serios estudios, pero además el sentido común y la historia nos advierte sobre lo peligroso que resulta para la libertad permitir que tal poder recaiga en manos del estado.
Richard Pipes, en sus estudios sobre propiedad y la libertad, nos aconseja que “la propiedad, donde quiera que le sea permitido aparecer, se convierte en el medio más eficaz para limitar el poder del estado”. Una conclusión que no debemos perder de vista, por ello apelo a la coherencia en esta defensa acérrima de la libertad de expresión, que inundará lo medios esta semana, ya que por un lado denunciamos y rechazamos el abuso contra la libertad de expresión pero por otro lado consentimos un sistema que le da poder absoluto al estado de vulnerarla en cualquier momento.
Urge cuestionar la visión de un estado propietario de todo -realidad que hoy parece irrefutable- y que aún a contracorriente propongamos la propiedad privada del espectro electromagnético; porque el futuro de la libertad está amenazado allí donde no existen, ni se garantizan derechos de propiedad.
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