Autor: Ricardo Laferriere
Fuente: Notiar
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La frustración del acuerdo que hubiera posibilitado la confluencia de dos liderazgos opositores a fin de construir una alternativa al kirchnerismo tendrá consecuencias.
La primera no demoró mucho: la toma de distancia de Moyano de la candidatura oficialista, reaccionando como saben hacerlo cuando ven alejarse el peligro y renacen las chances de sacar ventaja. De esa clase de actitudes veremos muchas pronto, con la puja por el mantenimiento de privilegios burocráticos y sectoriales dentro del frente gobernante.
El horizonte que se prevé para los próximos meses no es el de un tranquilo devenir hacia el futuro promisorio. Por el contrario, puede avizorarse un escenario de tensiones, acicateadas ante la imperiosa necesidad de volver a cauce las finanzas públicas, destinar recursos –ingentes...- a la solución de la crisis energética, y poner la mirada en la infraestructura pública, que se cae de a pedazos.
Los servicios de la deuda renegociada están ya, además, golpeando al tesoro, que debe conseguir alrededor de Ocho mil millones de dólares para el año próximo, sin que haya hasta ahora un programa financiero viable sobre el que pueda opinar la ciudadanía. Y la inflación crece, achicando los márgenes a la discrecionalidad voluntarista...
Estas demandas limitarán las posibilidades redistributivas de un Estado legitimado en el populismo que no ha dejado norma sin violar, y que ya muestra los niveles masivos de corrupción que lo impregnan, facilitados por la falta de solidez en la oposición, contracara de la impunidad.
Con los antecedentes de los actores hoy oficialistas que muestra la historia argentina de las últimas décadas, sólo quedará rezar para que no comiencen a dirimir los conflictos con violencia en las calles o a los tiros, como ya ocurriera en ocasión de la presidencia de Isabel Perón –matriz hacia la que se dirige raudamente el voluntarismo kirchnerista-.
O que no degenere hacia una represión disfrazada de seudo-legalidad, como la que se pretende con la persecución a la que se somete a una empresa y a un empresario amenazado con la cárcel por negarse a subordinar sus decisiones a los caprichos oficialistas, al más puro estilo de las dictadorzuelos populistas de los años 50 que conoció el continente desde el Caribe al cono sur. Invocándose, justamente, una ley de Isabel Perón y José López Rega...
De todas formas, si ello ocurre, a esta altura otra cosa quedará clara: aunque la responsabilidad mayor será del equipo oficial, habrá también responsabilidad de los liderazgos opositores, demasiado ocupados en elaborar los justificativos para mantener la fragmentación, en lugar de poner real empeño en crear una salida viable a esta pesadilla.
¿Una tuvo más responsabilidad que otro? Puede ser. Los ínfimos matices magnificados para justificar el fracaso son, de cualquier forma, de una dimensión banal frente a la trascendencia de la oportunidad perdida.
Ellos también debieran rezar para que no haya muertos. Si por desgracia aparecieren, no caerán sólo sobre la conciencia oficialista, sino también sobre la de quienes han preferido privilegiar su ego antes que cumplir con su obligación republicana de construir una alternativa inclusiva, tolerante, democrática y moderna para salvar la democracia argentina. Aunque en su momento levantaren discursos invocando a Dios o a la coherencia, impostando su indignación o dejando a salvo su sacrosanta “pureza ideológica”.
No han existido diferencias de “programas” o “ideologías” que hagan mérito a este fracaso. No las encontraremos si rastreamos en los discursos y documentos de sus formaciones políticas.
En el fondo, el reflejo de esta frustrada iniciativa para la opinión pública es que, ante el afán de hacer política con acuerdos perfectamente pulidos “a la europea” que se ha invocado por un lado, y la pretensión de subordinación caudillista “a lo pampa” que se ha reclamado por el otro, la que perdió fue la ciudadanía y la república, imperiosamente necesitadas de la construcción de un contrapeso de poder que termine con los latrocinios ya demasiado corrientes en el país.
Y de ese lamentable fracaso, al menos en este episodio, no puede responsabilizarse al gobierno.
Ex diputado y senador nacional.
Ex Embajador argentino ante España
ricardo.lafferriere@gmail.com
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