El Liberalismo es una doctrina orientada hacia la conducta del hombre en este mundo, en el mundo material. No promete la felicidad, sólo promete la satisfacción más completa de sus necesidades materiales.
Por Ricardo Valenzuela
Desde hace años he yo expresando mi gran frustración por la capirotada ideológica que México vive en estos momentos. Es obvio y notable que México atraviesa por tiempos de cambios, el mundo entero los está viviendo. Hemos iniciado el siglo XXI abandonando la era de la economía industrial para abordar la era de la economía de la información, del conocimiento, de la computadora como la herramienta básica de nuestro desarrollo, del capital intelectual como la inversión más productiva, una era en la cual se habla, inclusive, de finanzas nucleares y dinero cibernético.
Sin embargo, a pesar de estar ya inmersos en la era de la información, jamás había yo atestiguado tanta gente desinformada, despistada, confundida y, lo más grave, tan dogmática en cuanto a la afirmación de sus ideas deformadas. Al inicio del tercer milenio el deporte favorito de profesores, intelectuales, políticos, periodistas, empresarios, profesionales, líderes, etc., es arremeter en contra del “neoliberalismo”. La receta favorita de tales filósofos, encontrar una “tercera avenida” y en cada esquina nos encontramos al nuevo Keynes tropical inventando la nueva poción del salvamento.
Recientemente tuve la oportunidad de disfrutar un programa de televisión de ese gran liberal, John Stossel, en relación a este controversial tema. Ha sido para mí una de esas raras oportunidades de ver luz ante las agresiones dementes que han cobrado forma los últimos años. En primer lugar, Stossel, refiriéndose al problema de la socialización de los servicios de salud alrededor del mundo, hace una afirmación por demás sabia: “el neoliberalismo no existe”, es un término inventado por los filósofos de banqueta enemigos del verdadero “liberalismo”. Entonces, ¿contra qué arremeten nuestros intelectuales? ¿Contra algo que no existe? ¿Contra algo imaginario? Porque ellos nunca definen al enemigo, solo arremeten contra ese ser imaginario y maligno: “el neoliberalismo”.
Ante las alabanzas al sistema socializado de salud en Canadá, Stossel nos muestra cómo los canadienses tienen que esperar hasta seis meses para un servicio médico de urgencia, un año para un dentista. El problema es tal, que ha nacido una industria de pacientes construyendo puentes hacia el servicio médico privado de los Estados Unidos. “El gobierno por tradición es inepto porque no tiene competencia”, afirma Stossel, luego pregunta ¿por qué todos los líderes de países socialistas vienen a Estados Unidos para solucionar sus problemas de salud?
Lo que nuestros amigos intelectuales llaman neoliberalismo, es lo que Adam Smith conoció como monarquía o feudalismo, es decir, el Rey y sus señores feudales repartiéndose la riqueza, las propiedades, los negocios, las concesiones, los territorios de las colonias. Cerrando los mercados a la competencia para que los señores feudales puedan seguir exprimiendo a los “súbditos” con monopolios, oligopolios, etc., es la economía de la edad media o de la época colonial en la Nueva España afinada con computadoras, jets ejecutivos, guardaespaldas y apartamentos en Park Avenue, en Nueva York. Eso sí, una gran retórica de su amor por los mercados y el combate a la pobreza.
“La emergencia del LIBERALISMO en el siglo XVII fue una reacción en contra de los monarcas y los aristócratas que vivían del trabajo productivo del pueblo”. David Boaz.
Lo que los señores intelectuales identifican como las agresiones globales del neoliberalismo, es sólo un sistema controlado e intervenido al cual los verdaderos mercados libres se están desmantelando. Es el sistema en el cual por años el Estado ha definido quiénes son ganadores y perdedores, los premiados, los desposeídos. Son los mercados aprisionados en el mismo traje por muchos años, ahora el chico (el mercado) ha crecido, ya no le queda el traje y lo está rompiendo por todos los ángulos. Son los mercados calificando el capitalismo CRONY de Japón, el capitalismo familiar de Indonesia, el capitalismo gangsteril de Rusia, el capitalismo tropical y corrupto de toda América Latina, el capitalismo del narcotráfico en Sudamérica, el capitalismo mexicano de Slim.
Los intelectuales claman que el “neoliberalismo” es cruel pues sólo toma en cuenta aspectos materiales. Bueno, yo no sé el neoliberalismo, pero el “liberalismo” es una rama de la ciencia económica que simplemente trata de resolver necesidades materiales crecientes con recursos muy escasos, en un ambiente de libertad. ES TODO, no se trata de moralizar a la sociedad o extirpar el pecado. Para eso tenemos la religión y las familias, la economía en sí es material, debe de ser material, es la satisfacción de necesidades materiales, no espirituales ni morales.
El Liberalismo es una doctrina orientada hacia la conducta del hombre en este mundo, en el mundo material. No promete la felicidad, sólo promete la satisfacción más completa de sus necesidades materiales. Los mercados en un ambiente de libertad, no hay duda, ofrecen oportunidades para todos y, en una economía competitiva, satisfactores mejores, más abundantes y a los mejores precios para las necesidades materiales del ser humano… y ganancias para los que los produzcan. El liberalismo no consuela al triste, ni divierte al aburrido.
En este ambiente de libertad y “responsabilidad”, el ser humano debe conducirse de acuerdo a sus principios, valores, su ética, sus creencias religiosas que deben de estar implícitas en sus iglesias, templos o sinagogas, pero, sobre todo, con lo que hemos aprendido en nuestros hogares. El Estado y la ciencia económica no tienen ningún campo en la formación moral de las sociedades. El ser humano se comporta en los mercados y en sociedad de acuerdo a sus valores morales y éticos ya incrustados en su interior. El mercado no moraliza ni corrompe al ser humano cuando el corazón está ya corrupto. El hombre debe ser responsable de sus corrupciones internas que construyen su exterior. El mercado no hace juicios morales, son sus participantes los que deben de aplicar esos principios.
La economía austriaca define la Paraxeología como el ofrecer al mundo el conocimiento y la información de las “consecuencias” de los diferentes tipos de acción humana. El orden, la armonía, la eficiencia de los mercados libres y voluntarios. El desorden, el conflicto, la ineficiencia de la coerción e intervencionismo. La Paraxeología sólo nos informa cómo los principios voluntarios de los mercados libres nos llevan hacia la libertad, prosperidad, armonía, eficiencia y orden; mientras que la coerción y la intervención gubernamental nos llevan al conflicto, explotación del hombre por el hombre, ineficiencia, pobreza, y caos. La Paraxeología no hace juicios éticos o morales.
Fuente: Diario de América http://www.diariodeamerica.com/
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