Por Gabriela Calderón
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. En el verano de 2004 realizó una pasantía en el Cato Institute en la que completó el programa de entrenamiento para análisis de políticas públicas. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), Analítica (Venezuela), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.
Disparate Siglo XXI
La semana pasada el presidente Correa por fin nos dio una definición del tan cacareado Socialismo del Siglo XXI (SSXXI): “una derrota social del neoliberalismo”. Añadió que el SSXXI es un proceso en construcción y que se diferencia del socialismo de aquel del siglo XX en que no incita a lucha de clases.
Resulta inconsistente decir que no se busca provocar una lucha de las clases mientras que diariamente se lanzan ataques verbales a distintos sectores de la sociedad ecuatoriana: los pelucones, los banqueros, la prensa corrupta, entre otros. Sin embargo, hablemos de lo que significa el SSXXI según uno de sus principales exponentes:
Llama la atención lo que Dieterich considera la única forma de realizar la transición de una economía capitalista hacia una socialista del siglo XXI: “la sustitución del sistema de precio-mercado por el cálculo en valores, y el intercambio de valores iguales”. Esto significa que un producto o servicio valdrá el tiempo que se requirió para producirlo. Además, dispone que los intercambios solo se realicen por productos o servicios del mismo valor (en tiempo).
Un vaso de agua no vale lo mismo en el desierto que en la ciudad. Las distintas circunstancias pueden afectar hacia arriba o hacia abajo el precio de cualquier producto o servicio y esto se debe a que el valor es subjetivo. También es subjetivo porque cada cosa tiene un valor distinto para cada persona por razones que no necesariamente son objetivas. Dieterich descalifica a esta teoría del valor subjetivo simplemente por ser “burguesa”.
En una sociedad libre, las miles de millones de transacciones realizadas por las personas determinan de la manera más democrática posible qué productos o servicios quieren. En el sistema que propone Dieterich, un escocés y su fórmula que determina el valor de una hora de trabajo fijan en gran parte lo que costará cada producto o servicio. Es decir, se ignorarían por completo las preferencias de cada persona. ¿Es eso democratizar los precios de una economía?
Además, si le van a pagar de acuerdo a cuánto se demora en producir su servicio, pues demórese que así se hará rico con el SSXXI.
Mientras que uno de los gobiernos más socialista del siglo XXI intenta realizar estos descabellados experimentos adentro de Venezuela, en el mercado internacional no solo está de acuerdo con el sistema de precios para el intercambio de mercancías como el petróleo, sino que se aprovecha de lo que Marx llamó “precios monopolísticos” (a través de la OPEP).
Si Venezuela es el Norte del SSXXI, mejor vamos al sur, donde está Chile. En el primer quinquenio del gobierno chavista (1999-2004) la pobreza en Venezuela aumentó de 42,8% de la población a 53%, según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela. En 2004 Chávez decidió cambiar la metodología con que se medía la pobreza y, ahora misteriosamente esta muestra un descenso. El estudio independiente del Proyecto Pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello coloca la pobreza por encima del 55% de la población.
Chile, en cambio, entre 1990 y 2006 redujo la pobreza de aproximadamente 40% de su población a menos de 15%. Desde el 2003 solamente, la pobreza extrema se ha reducido por un tercio. Ahí no se habla de burguesía, del imperio, de largas noches neoliberales u otros cucos imaginarios que suelen mencionar los ideólogos de ese disparate del siglo XXI.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio de El Cato Institute:http://www.elcato.org/node/2737
Harina y conspiración
El Presidente Correa está molesto con la oposición por conspirar para elevar los precios del aceite, arroz, hortalizas, urea, gas, y ahora la harina. Dice que Álvaro Noboa, quien controla entre el 20 y 25% del mercado molinero del país, ha subido el precio de la harina para financiar su campaña. Ya arrancó el subsidio de la harina, pagándole a los molineros (incluido Noboa) la diferencia entre el precio de mercado y el precio decretado por el gobierno de $22 el quintal. Si fuese verdad que el magnate Noboa está manipulando el precio de la harina para financiar su campaña, ¿no le parece irónico que ahora el gobierno le esté financiando su campaña al pagarle la diferencia de precio?
La paranoia de este gobierno y su obsesión con las supuestas conspiraciones serían cómicas sino fueran preocupantes. Karl Popper, decía que los gobiernos totalitarios—ya sean de corte fascista o comunista—se valen de “teorías de conspiración” que consideran que todo lo que sucede en una sociedad—como la pobreza, el desempleo o la escasez—es el resultado intencionado directamente por algunos individuos o grupos poderosos. ¿Le suena familiar?
El alza de precios del trigo y otros cultivos es un fenómeno mundial, no una conspiración de la oposición. Según The Economist el trigo ha estado subiendo de precio a nivel mundial—entre 2006 y 2007 el precio a futuro del trigo casi se duplicó—y se calcula que siga subiendo durante los próximos años. Los productores tradicionales como Canadá, EE.UU. y Europa han tenido mal clima y por lo tanto la cosecha de trigo ha sufrido una baja a nivel mundial. ¿Estarán conspirando todos los molineros del mundo en contra del gobierno de Correa?
Se calcula que la harina solo constituye un 5% de los insumos requeridos para producir un molde de pan, así que el impacto en el costo no es considerable. Subsidiar a los panaderos al costo de alrededor de $90 millones al año no cambiará la realidad de que a nivel mundial el trigo ahora cuesta más y esto lo sentiremos cuando comiencen a escucharse noticias del contrabando y la escasez de harina.
Los controles de precio, ya sean a través de la imposición de un precio oficial o a través de un subsidio a los productores, nunca han funcionado. Acerca de esto, el nazi responsable del planeamiento económico, Hermann Goering, siendo prisionero dijo a las autoridades norteamericanas que se negaban a eliminar los controles de precios: “Están intentando controlar los precios y salarios de la gente, es decir el trabajo del pueblo. Si hacen eso deberán controlar la vida de las personas. Y ningún país puede intentarlo a medias. Yo lo intenté y fracasé. Asimismo, una nación tampoco puede imponer un control absoluto. También lo intenté y también fracasé”.
Y es así que se empieza con el gas, luego la urea, después la harina, y ahora la prohibición de exportar el arroz. ¿Por qué detenerse ahí?
En lugar de aplicar arancel 0 a las importaciones de harina por el plazo de seis meses, debería definitivamente eliminarse el privilegio proteccionista del que han gozado durante décadas los molineros locales.
En una sociedad libre es normal y deseable que los precios varíen continuamente. No se trata de una malévola conspiración entre empresarios, sino del reflejo de las cambiantes preferencias de millones de consumidores. Como decía Ludwig von Mises “Un empresario obtiene ganancias por servir a los consumidores, es decir a las personas, tal cual son y no tal como deberían ser según las fantasías de algún dictador potencial”.
Este artículo fue publicado originalmente en el El Universo el 11 de septiembre de 2007.
Rafael Correa reacciona porque el Congreso ecuatoriano retoma la iniciativa en la reforma constitucional
Gabriela Calderón contra la estatización de la banca en Ecuador
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. En el verano de 2004 realizó una pasantía en el Cato Institute en la que completó el programa de entrenamiento para análisis de políticas públicas. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), Analítica (Venezuela), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.
Disparate Siglo XXI
La semana pasada el presidente Correa por fin nos dio una definición del tan cacareado Socialismo del Siglo XXI (SSXXI): “una derrota social del neoliberalismo”. Añadió que el SSXXI es un proceso en construcción y que se diferencia del socialismo de aquel del siglo XX en que no incita a lucha de clases.
Resulta inconsistente decir que no se busca provocar una lucha de las clases mientras que diariamente se lanzan ataques verbales a distintos sectores de la sociedad ecuatoriana: los pelucones, los banqueros, la prensa corrupta, entre otros. Sin embargo, hablemos de lo que significa el SSXXI según uno de sus principales exponentes:
Llama la atención lo que Dieterich considera la única forma de realizar la transición de una economía capitalista hacia una socialista del siglo XXI: “la sustitución del sistema de precio-mercado por el cálculo en valores, y el intercambio de valores iguales”. Esto significa que un producto o servicio valdrá el tiempo que se requirió para producirlo. Además, dispone que los intercambios solo se realicen por productos o servicios del mismo valor (en tiempo).
Un vaso de agua no vale lo mismo en el desierto que en la ciudad. Las distintas circunstancias pueden afectar hacia arriba o hacia abajo el precio de cualquier producto o servicio y esto se debe a que el valor es subjetivo. También es subjetivo porque cada cosa tiene un valor distinto para cada persona por razones que no necesariamente son objetivas. Dieterich descalifica a esta teoría del valor subjetivo simplemente por ser “burguesa”.
En una sociedad libre, las miles de millones de transacciones realizadas por las personas determinan de la manera más democrática posible qué productos o servicios quieren. En el sistema que propone Dieterich, un escocés y su fórmula que determina el valor de una hora de trabajo fijan en gran parte lo que costará cada producto o servicio. Es decir, se ignorarían por completo las preferencias de cada persona. ¿Es eso democratizar los precios de una economía?
Además, si le van a pagar de acuerdo a cuánto se demora en producir su servicio, pues demórese que así se hará rico con el SSXXI.
Mientras que uno de los gobiernos más socialista del siglo XXI intenta realizar estos descabellados experimentos adentro de Venezuela, en el mercado internacional no solo está de acuerdo con el sistema de precios para el intercambio de mercancías como el petróleo, sino que se aprovecha de lo que Marx llamó “precios monopolísticos” (a través de la OPEP).
Si Venezuela es el Norte del SSXXI, mejor vamos al sur, donde está Chile. En el primer quinquenio del gobierno chavista (1999-2004) la pobreza en Venezuela aumentó de 42,8% de la población a 53%, según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela. En 2004 Chávez decidió cambiar la metodología con que se medía la pobreza y, ahora misteriosamente esta muestra un descenso. El estudio independiente del Proyecto Pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello coloca la pobreza por encima del 55% de la población.
Chile, en cambio, entre 1990 y 2006 redujo la pobreza de aproximadamente 40% de su población a menos de 15%. Desde el 2003 solamente, la pobreza extrema se ha reducido por un tercio. Ahí no se habla de burguesía, del imperio, de largas noches neoliberales u otros cucos imaginarios que suelen mencionar los ideólogos de ese disparate del siglo XXI.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio de El Cato Institute:http://www.elcato.org/node/2737
Harina y conspiración
El Presidente Correa está molesto con la oposición por conspirar para elevar los precios del aceite, arroz, hortalizas, urea, gas, y ahora la harina. Dice que Álvaro Noboa, quien controla entre el 20 y 25% del mercado molinero del país, ha subido el precio de la harina para financiar su campaña. Ya arrancó el subsidio de la harina, pagándole a los molineros (incluido Noboa) la diferencia entre el precio de mercado y el precio decretado por el gobierno de $22 el quintal. Si fuese verdad que el magnate Noboa está manipulando el precio de la harina para financiar su campaña, ¿no le parece irónico que ahora el gobierno le esté financiando su campaña al pagarle la diferencia de precio?
La paranoia de este gobierno y su obsesión con las supuestas conspiraciones serían cómicas sino fueran preocupantes. Karl Popper, decía que los gobiernos totalitarios—ya sean de corte fascista o comunista—se valen de “teorías de conspiración” que consideran que todo lo que sucede en una sociedad—como la pobreza, el desempleo o la escasez—es el resultado intencionado directamente por algunos individuos o grupos poderosos. ¿Le suena familiar?
El alza de precios del trigo y otros cultivos es un fenómeno mundial, no una conspiración de la oposición. Según The Economist el trigo ha estado subiendo de precio a nivel mundial—entre 2006 y 2007 el precio a futuro del trigo casi se duplicó—y se calcula que siga subiendo durante los próximos años. Los productores tradicionales como Canadá, EE.UU. y Europa han tenido mal clima y por lo tanto la cosecha de trigo ha sufrido una baja a nivel mundial. ¿Estarán conspirando todos los molineros del mundo en contra del gobierno de Correa?
Se calcula que la harina solo constituye un 5% de los insumos requeridos para producir un molde de pan, así que el impacto en el costo no es considerable. Subsidiar a los panaderos al costo de alrededor de $90 millones al año no cambiará la realidad de que a nivel mundial el trigo ahora cuesta más y esto lo sentiremos cuando comiencen a escucharse noticias del contrabando y la escasez de harina.
Los controles de precio, ya sean a través de la imposición de un precio oficial o a través de un subsidio a los productores, nunca han funcionado. Acerca de esto, el nazi responsable del planeamiento económico, Hermann Goering, siendo prisionero dijo a las autoridades norteamericanas que se negaban a eliminar los controles de precios: “Están intentando controlar los precios y salarios de la gente, es decir el trabajo del pueblo. Si hacen eso deberán controlar la vida de las personas. Y ningún país puede intentarlo a medias. Yo lo intenté y fracasé. Asimismo, una nación tampoco puede imponer un control absoluto. También lo intenté y también fracasé”.
Y es así que se empieza con el gas, luego la urea, después la harina, y ahora la prohibición de exportar el arroz. ¿Por qué detenerse ahí?
En lugar de aplicar arancel 0 a las importaciones de harina por el plazo de seis meses, debería definitivamente eliminarse el privilegio proteccionista del que han gozado durante décadas los molineros locales.
En una sociedad libre es normal y deseable que los precios varíen continuamente. No se trata de una malévola conspiración entre empresarios, sino del reflejo de las cambiantes preferencias de millones de consumidores. Como decía Ludwig von Mises “Un empresario obtiene ganancias por servir a los consumidores, es decir a las personas, tal cual son y no tal como deberían ser según las fantasías de algún dictador potencial”.
Este artículo fue publicado originalmente en el El Universo el 11 de septiembre de 2007.
Rafael Correa reacciona porque el Congreso ecuatoriano retoma la iniciativa en la reforma constitucional
Gabriela Calderón contra la estatización de la banca en Ecuador
2 comentarios:
Hola! Gabriela es fantástica y es super buena persona!
tiene un blog propio que tenía linkeado en mi blog anterior, pero en el nuevo, aún no :(
porque no he tenido tiempo de actualizar todos los enlaces, pero... ahora que lo pienso, creo que tengo que poner el suyo en mi nueva lista de blogs amigos.
fíjate también en el blog de Juan Carlos Hidalgo (también del Cato), lo tengo en mi blog de Chistes y pensamientos, horrible, tampoco está actualizado en el blog de Alemania, economía, etc.
un abrazo!
Gracias Martha por tu visita, estaba extrañándote. Me gustó mucho tu post sobre Cristina Kirchner en Alemania. ¡Muy explosivo!
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