Ayer, Todos los ojos en Venezuela estaban puestos en las encuestas, a medida que el electorado votaba un referéndum sobre 69 reformas constitucionales. De aprobarse, las enmiendas darán al presidente Hugo Chávez un poder dictatorial y formalizarán el fin de la democracia venezolana.
Un poco más al sur, en Bolivia, en dónde el aliado de Chávez, el presidente Evo Morales ha tratado de consolidar su poder de una manera similar, la democracia recibió un golpe aún más directo la semana pasada.
Al cierre de esta columna el domingo, el resultado del referendo venezolano era desconocido. De cualquier forma, es probable que el autoritarismo de Chávez y su práctica de usar el vasto poder económico del Estado para emprender represalias contra sus oponentes no se detengan pronto. Incluso se puede esperar que la represión en Venezuela aumente si se toma en cuenta que, sin duda alguna, al otrora popular Chávez le ha quedado claro que la población es cada vez más escéptica de sus decisiones y menos dispuesta a cumplirlas.
Si los venezolanos desean saber cual es el desenlace de la historia una vez que se termina la cooperación con un hombre fuerte, sólo tienen que mirar a Bolivia. A principios de este año, en la radio del país, Morales dijo que estaba recibiendo consejos de Fidel Castro sobre cómo evitar un levantamiento armado y en cambio "hacer transformaciones, revoluciones democráticas, lo que Chávez está haciendo".
Sin embargo, Morales ha encontrado una resistencia civil significativa a sus ambiciones de poder. Por eso, la semana pasada, su gobierno se movilizó para resolver el problema al emplear al ejército, la policía y a paramilitares para bloquear físicamente a los miembros electos de la oposición para que no pudieran entrar a la asamblea constituyente en Sucre y a la legislatura nacional en La Paz y, de este modo, impulsar su agenda centralizadora.
Estos eventos no recibieron mucha atención internacional, pero señalan que el gobierno ha decidido acelerar su acumulación de poder en La Paz a través del uso de la fuerza. Se ha dicho que el vice presidente de Morales, Álvaro García Linera, está a la cabeza de este proyecto y eso no son buenas noticias para la democracia. La clase media alta marxista de extracción europea tiene un historial de liderar la "lucha armada" en las comunidades indígenas que se remonta a varias décadas. Todo indica que el tigre no ha perdido su gusto por la fuerza bruta.
Actualmente, la importancia de lo que ocurra en Bolivia no es evidente para Washington, como no lo era lo que pasaba en Afganistán antes de 2001. Pero hay una razón por la cual el presidente iraní Mahmud Ahmedinejad visitó La Paz a finales de septiembre. Bolivia es importante para la estabilidad del hemisferio. En 1967, el Che Guevara reconoció que las fronteras de Bolivia con Perú, Brasil, Paraguay, Argentina y Chile le daban un enorme valor estratégico. El gobierno anticomunista que lo mató aquel año también se dio cuenta de lo mismo. Treinta años después, el potencial de desestabilización de Bolivia sigue latente.
EE.UU. también debería estar preocupado por el barril de pólvora que es la pobreza. Morales ha usado a esta miseria, y su ascendencia indígena, para obtener apoyo para su socialismo. Para que mejoren los estándares de vida de Bolivia, no obstante, se necesitan derechos de propiedad, inversión y comercio. El populismo izquierdista de Morales no sólo es un modelo improbable de crecimiento, sino que, tristemente, son los indígenas pobres lo que probablemente sufrirán más con su retrogrado experimento de colectivismo.
El presidente boliviano asumió que consolidar el poder sería un paseo. Planeaba seguir los pasos de Chávez, apretando lentamente la soga alrededor de la democracia boliviana a la vez que usaba su popularidad como escudo. El primer paso fue convocar a la elección de una asamblea constituyente. Pero la oposición lo forzó a aceptar la estipulación de que cada artículo en el nuevo documento sea ratificado por un voto mayoritario de dos tercios de la asamblea. Desafortunadamente para Morales, su partido MAS sólo obtuvo poco más de la mitad de los delegados, lo cual no es suficiente para conseguir que su versión de la constitución se apruebe sin contratiempos.
El público aún no ha visto el documento propuesto, pero entre los aspectos más discutibles figura el tema de la descentralización. Los gobernadores de seis de las nueve regiones del país están abiertamente en contra de la agenda de MAS, que busca consolidar su poder en La Paz al deprivar a los estados de la autoridad sobre sus propios ingresos.
El estado de Chuquisaca tiene una razón especial para unirse a la rebelión contra la máquina de Morales. Sus representantes de MAS en la asamblea quieren que la sede del poder ejecutivo y la legislatura vuelvan a La Paz, luego de haber estado en Sucre, la capital del estado, desde 1899. Cuando el resto de los defensores del presidente en la asamblea se negó a aceptar el tema en la agenda, surgieron masivas protestas en las calles de Sucre, que también resulta ser el lugar donde se reúne la asamblea constituyente del país. Tres personas han muerto en los enfrentamientos contra la policía y más de 100 han resultado heridas.
La semana pasada, el gobierno trasladó de forma unilateral la asamblea a una base militar en las afueras de la ciudad y recurrió a la fuerza para evitar la asistencia de los representantes de la asamblea que se oponen a ella. El quorum a favor de Morales celebró un voto y "aprobó" su versión de una nueva constitución. En la misma semana, se cerró de forma similar una reunión de la legislatura nacional en La Paz a todas las fuerzas contrarias a Morales. Entre otras cosas, se votó para incautar los ingresos provinciales de los hidrocarburos para financiar un programa de pensiones para la tercera edad. Muchos bolivianos temen ahora que se usen tácticas semejantes para conseguir que la constitución sea aprobada artículo por artículo, tal como exige la ley.
Estas agresivas tácticas son consistentes con la política de García Linera, cuyo historial incluye un episodio en el Ejército Guerrillero Tupac Katari y un período en la cárcel bajo cargos de terrorismo. La semana pasada, miembros de los Ponchos Rojos, uno de los grupos militantes favoritos de García Linera, se reunió en Sucre para amenazar a los oponentes de MAS. Un video en YouTube muestra cómo cuelgan pequeños perros de una cuerda de tender la ropa para luego cortarles el cuello. El incidente despertó recuerdos del sanguinario grupo peruano Sendero Luminoso, el cual también maltrató a perros como señal de advertencia para los que no quieran colaborar.
Ésta es pues la "democracia" de Morales y García Linera. Apenas sorprende. Su poder llegó de forma ilegítima, con dinamita y bloqueos en las carreteras que causaron la caída de dos gobiernos electos. A corto plazo, es posible que los bolivianos no tengan muchas alternativas. Pero un buen primer paso por parte de la comunidad internacional sería reconocer que la democracia ha sido derribada, aunque nadie la oyera caer.
por Mary Anastasia O'Grady
Mary Anastasia O’Grady es editora de la columna de las Américas del Wall Street Journal.
Este artículo fue publicado originalmente en el Wall Street Journal (EE.UU.) el 3 de diciembre de 2007.
Fuente: Cato Institute
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