Si algo tiene la izquierda, es que sabe hacer reír. Como parodia no hay nada mejor en política. Sus argumentos no resisten la lógica, ni siquiera una pregunta medianamente razonable.
Hace dos domingos atrás José Benegas hablaba en su programa de radio, con un funcionario que decía que la gente en la provincia de Entre Rios se desmayaba por el olor que emanaba de la pastera Botnia instalada en la costa uruguaya. La izquierda ha declarado una guerra contra esta pastera, pero el periodista le preguntó si los obreros operarios usaban algún tipo de protección o máscara para respirar, y la respuesta obviamente fue no, por que es lo real. Si la planta no produce gases contaminantes u olores naúseabundos que afecten a sus empleados o a la gente que vive alrededor de la planta, muchos menos puede afectar a la población de Gualeguaychú, en Entre Ríos que está a 45 km de distancia.
La guerra declarada por los ecologístas y la izquierda tiene más prejuicio anticapitalista que preocupación por la ecología. Las acciones de los activistas no es el cuidado del medio ambiente, sino la extorsión contra una empresa multinacional. Aman el dinero sobre todas las cosas.
El hecho de Botnia tiene similitud con los ataques sufridos hace algún tiempo contra la empresa de capital estadounidense McDonald, donde un cliente denunció haber sido intoxicado por comer una hamburguesa en mal estado. En otro caso similar, una mujer denunció a la empresa alimenticia Parmalat, de capital multinacional, por haber encontrado una rata en un tarro de salsa de tomate. El hecho nunca fue probado, no hubo casos similares, pero el daño a la imágen de la empresa fue muy grande. Esta mujer no pagó por el daño causado a la empresa. Su propósito seguramente era extorsionar a la empresa Parmalat.
Es curiosa la coincidencia que: la hamburguesa contaminada, el tarro de salsa con un rata, la discriminación contra un niño en una escuela, o el mal trato recibido por un individuo en cualquier sitio; siempre sea con gente que tiene odio hacia el capitalismo.
Este monigote venezolano, funcionario del gobierno de ese país, declara ante un periodista que el socialismo es la solución para la pobreza en Venezuela. El funcionario despotrica contra el capitalismo, llamandolo salvajismo, sin embargo luce lujosos atuendos propios de una sociedad capitalista. Este no es el socialismo chino de Mao Tse Tung, ni el del dictador ruso Josefh Stalin en donde todos vestían mamelucos. Parece que existe solamente el capitalismo salvaje pero no el socialismo salvaje.
Este video se lo he sustraído a José Benegas de su blog "No me parece".
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