Entrevista a Carlos Alberto Montaner, periodista
Cultura: Ud. dice que España y Portugal fueron potencias excéntricas aunque aceptaron la condición de países occidentales. En su interpretación, ¿continúa la América Latina aceptando este rumbo de abandonar la excentricidad, en lo que respecta a la política?
CAM: Para poder desarrollarse y competir en Occidente, la América Latina necesita abandonar la idea de que hay algo diferente al Occidente, e incorporarse, como hicieron España y Portugal, al mundo occidental. Así como lo hace Chile, y, de alguna manera, lo que hace Holanda, Dinamarca y los demás países occidentales. Es necesario integrarse a ese mundo con gran firmeza.
Cultura: ¿Cuál es la principal explicación para el apego de la política latinoamericana a las formas antiguas?
CAM: Tiene que ver con la vieja tradición, en el Brasil, en México, y, de alguna manera, Venezuela, del apego al positivismo. En el Brasil y México fue muy fuerte, y la tradición positivista se prolongo. Lo que era una especulación filosófica se convirtió en un modelo de gobierno, y ese modelo implicaba que el Estado sería el poder director esencial en la creación de riqueza y de las condiciones para que las personas fueran felices. Eso tiene consecuencias muy graves, porque sobre esa tradición se montan casi que inmediatamente el socialismo, el fascismo o el militarismo... todas las variantes antidemocráticas que son contrarias a la esencia republicana. Hay una expresión de Alan Greenspan (economista norteamericano) que usa en sus memorias en la parte de América Latina, que es “inercia ideológica.” Eso nos lleva a repetir el mismo horror, buscando el desarrollo no como consecuencia de las acciones de las empresas privadas, sino como consecuencia de las decisiones del Estado. Eso es muy grave, porque ya sabemos a dónde conduce.
Cultura: ¿El positivismo es entonces una herencia maldita?
CAM: Su origen es francesa, pero allá no echó raíces. Comte (Auguste Comte, filósofo francés fundador del positivismo) incluso fue recluido en un manicomio en Francia. Pero, en América lo tomamos muy en serio. Sucede que las personas ni recuerdan lo que fue el positivismo. Las maneras de entender las relaciones entre la sociedad y el Estado se encuadran en esta época. Es sobre esa tradición que se montan el resto del socialismo, de izquierda o derecha, y el militarismo. Ambos son parte de una misma familia.
Cultura: Al mismo tiempo que se dice que la democracia retrocedió en América Latina, con Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia, también se dice que la evolución hacia el aprofundamiento de las democracias liberales es inevitable. ¿Con cuál de las corrientes concuerda Ud?
CAM: La democracia liberal acabará imponiéndose porque, al final, la realidad siempre acaba imponiéndose. Ahora están entrando en Venezuela, probablemente en Ecuador, y seguramente en Bolivia, gobiernos que son de ese populismo de izquierda estadista, y eso va a fracasar, como siempre fracasó.
Cultura: ¿Y puede costar muchos años?
CAM: Puede costar muchos años, puede liquidar otra generación entera.
Cultura: La visión internacional del gobierno de Lula es de modernidad, con una política económica liberal, distante de Chávez. Internamente, sin embargo, se habla de ataques a la libertad de prensa y en un aparejamiento del Estado sin precedentes. ¿Quién es el verdadero Lula?
CAM: Lula tiene un corazón populista de izquierda, pero la realidad brasileña, la estructura política brasileña basada en su Estado Federal y el juego de las fuerzas políticas del país impiden que él gobierne con su corazón, y tenga que gobernar con la cabeza de Fernando Henrique Cardoso y de otras fuerzas políticas que colocaron al Brasil en una dirección que costaría mucho trabajo cambiar sin causar grandes confrontaciones. Lo que prima en Lula, más que la moderación, es la prudencia política. Y muchas veces esa prudencia juega contra sus propias convicciones.
Cultura: ¿Podría citar un ejemplo?
CAM: Creo que a Lula le gustaría que Chávez entrase en el MERCOSUR, pero el parlamento brasileño se resiste. Aparentemente, Lula tiene una relación muy buena, en el terreno personal, con el Presidente Bush. Aún así, cuando se leen los papeles del Foro de Sao Paulo y se ve el grupo que rodea a Lula, no hay duda de que, ideológicamente él es contrario a la democracia liberal. Le gustaría que el país fuese más de izquierdas y más revolucionario, pero no puede.
Cultura: ¿La fuerza de las elites tradicionales del Brasil juega un papel importante para contener a Lula?
CAM: Si. La historia del país, el temperamento del brasileño, muestran una historia mucho más racional que la de América Latina. Es más difícil convocar a los brasileños a la locura que a los argentinos o cualquier otro pueblo de América Latina.
Cultura: Se acusa a la oposición liberal a Lula de ser ineficiente, de no haber conseguido sacar provecho de los numerosos escándalos de corrupción para sacudir al Presidente. Ya el PT acostumbraba ser implacable cuando estaba en la oposición. ¿Esa debilidad de la oposición de la izquierda es común en América Latina?
CAM: Sí, es común. El nivel de agresividad de la izquierda es infinitamente mayor que, digamos, el de la democracia liberal.
Cultura: ¿Podría arriesgarse a darnos una hipótesis del porqué de eso
CAM: Tiene que ver con los grupos sociales que conforman la izquierda: grupos que exaltan el rencor de clase y que entienden que las diferencias sociales son consecuencia de una actitud injusta de sus opositores. La reacción a eso es de una violencia que no se ve en el centro-derecha liberal, mucho más tolerante. Aparte de eso, la izquierda puede defender a dictaduras repugnantes, como la de Castro, o aliarse fácilmente a la teocracia iraní, sin encontrar ninguna contradicción.
Fuente: Fuente: http://www.cartasliberales.blogspot.com/
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