noviembre 07, 2007

Y ganó el peronismo nomás...





Sin variar un ápice en su composición geográfica/electoral, el peronismo renovó por cuatro años más la conducción del poder del estado, con el aval de su fiel e inacabable clientela sufraguista.

Los votos peronistas emitidos el domingo, no fueron sino una repetición calcada de su promedio histórico. Efectivamente, el fin de semana no se ganó con el "voto transversal", ni un "voto montonero", ni "progresista", ni "ortodoxo", ni ningún rebusque nominal que se le pretenda otorgar.

El del domingo fue un voto peronista en stricto sensu. El mismo voto que optó sin éxito por Italo Luder y la delincuencia sindical en 1983, el mismo que consagró a Carlos Menem en 1989 con el 45% (exactamente el mismo porcentual que acaba de sacar Cristina Kirchner), el mismo voto que en 1999 sufragó por Eduardo Duhalde (que a la sazón bajó al 38% tras diez años de desgaste en el poder) y el mismo que ahora colocó en el Sillón de Rivadavia a la segunda mujer en la historia nacional (pues anteriormente la generosidad peronista puso a "Isabelita" en tamaña investidura).

Este brevísimo repaso nos sirve como referencia, ya que algunos aspirantes a politólogos se pasaron cuatro años alegando que "el kirchnerismo no es peronismo". Si esto es cierto, sería bueno que se lo comuniquen a los millones de peronistas que consagraron al matrimonio gobernante por cuatro años más.

Además, los votantes que consagraron a Cristina como heredera dinástica del régimen, son exactamente los mismos que al unísono condecoraron también al motonauta menemista Daniel Scioli como gobernador de la Provincia Buenos Aires.

¿Qué tiene en común el matrimonio Kirchner con Scioli? Pues comparten la misma clientela electoral.

El mismísimo fundador del peronismo, Juan Perón, supo decir respecto de sus acólitos: "les pongo un caballo y me lo votan". Quien dice un caballo dice una yegua.

Otro dato recurrente y conocido, es que el peronismo pierde en todas las ciudades y ambientes con cierta base educacional (Capital Federal, La Plata, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca y otros centros urbanos) y en sentido contrario, gana por paliza en los grandes cordones del conurbano bonaerense.

Este dato es interesante, pues la empobrecida e indigente Provincia de Buenos Aires es gobernada ininterrumpidamente por el peronismo desde 1987 (hace ya 20 años). En este caso, se da una situación de "voto masoquista", pues los votantes que sostienen al peronismo bonaerense son precisamente los que más padecen las penurias acaecidas como consecuencia de las pésimas administraciones justicialistas.

En efecto, suelen ser los votantes peronistas, quienes con el sufragio masivo les renuevan a sus verdugos el mandato para que estos prosigan embruteciéndolos y empobreciéndolos.
Como vemos, el peronismo no es un problema ideológico, sino sociológico. ¿Cómo se combate este flagelo?, no con "un peronismo ortodoxo", ni con "un peronismo de Perón", "un peronismo noventista" o la clasificación que se quiera.

Se lo combate con alternativas no peronistas. ¿Como se construye tal alternativa?, eso forma parte de otro análisis que, en la epístola presente (llamada a ser necesariamente corta) no podemos desarrollar obviamente.

Pero estas observaciones precedentes vienen a cuento, puesto que semanas previas al 28 de octubre, algunos compatriotas (aunque bienintencionados), dedicaron esfuerzos a proponer combatir al peronismo gobernante con más peronismo, invitando a sufragar por los hermanos Rodríguez Sáa (otros exponentes del feudalismo, del nepotismo, del autoritarismo, del populismo y del alegre default), fundamentando dicho sufragio en una encuesta manifiestamente "trucha" que dibujaba a dicha familia feudal posicionándola en el segundo lugar en las tendencias (apenas debajo de Cristina Kirchner).

Otro gran derrotado del domingo, indudablemente fue el dirigente municipal Mauricio Macri, quien perdió en tiempo récord más del 80% de los votos que por descarte supo conseguir pocos meses atrás. En efecto, sus insistentes traiciones, especulaciones, indefiniciones y vacilaciones no ideológicas (ya que no tiene ninguna) sino políticas, lo desacreditaron en forma plena.

Lamentamos que dichos desaciertos graves hayan arrastrado también a Ricardo López Murphy (probablemente el más sensato de los competidores), quien ante la falta de apoyo y desplantes ostensibles por parte del macrismo (hasta el legislador macrista Cristian Ritondo recibió la orden de divulgar que votaría por Lavagna), condujeron a López Murphy hacia una catástrofe electoral sin precedentes.

De manera similar, otros especuladores que también quisieron despegarse de López Murphy fueron el primo de Mauricio Macri, Jorge Macri (y dale con el nepotismo) y el socio de José Luís Manzano, el "colorado" Francisco de Narváez (quienes no llevaron a López Murhpy ni en la boleta). Pero sendo dúo bonaerense, también fue sancionado y no obtuvieron siquiera el segundo lugar (a pesar de haber llevado a cabo una campaña electoral costosísima).

Aunque ideológicamente desacertada, por honestidad y valentía, fue Elisa Carrió la que se llevó todos los honores, obteniendo un digno segundo lugar constituyéndose en la principal referente de la oposición de ahora en más.

Mientras el peronismo se ensancha arrasando con todo y con todos, el radicalismo acelera su agonía, Macri prosigue destruyendo a la derecha (o lo que queda de ella), y la alternativa más visible es encarnada por una dirigente de centro-izquierda.

Este escenario objetivo no debería permitirnos ningún optimismo ni generar ningún entusiasmo. Sin embargo, el pueblo argentino, que de comprometido tiene bastante poco, suele reaccionar en función de los vaivenes económicos. Y la anestesia inflacionaria se está acabando. La misma ya cumplió su función: ganar las elecciones. Ahora, cuando el agua llegue al tanque, será una buena oportunidad para "barajar y dar de nuevo", confiando en que una nueva dirigencia tome la antorcha de la prosperidad de la que supo conseguir y disfrutar el país hasta el golpe del 4 de junio de 1943.

* Nicolas Marquez es abogado, autor de los libros "La Otra Parte de la Verdad" y "La Mentira Oficial".

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