Un principio del liberalismo dice que “la performance de un gobierno la podemos medir simplemente con el nivel de impuestos”. Por esta razón “la ley de presupuesto” es la más importante de todas las leyes; ya que en ella se define el nivel de esclavitud y sometimiento -o de libertad- que tendrá la ciudadanía durante ese periodo.
Cuanto el ciudadano es dueño del fruto de su trabajo invierte su excedente para hacer crecer su economía; el efecto colateral –no buscado- de esta acción, es que hace crecer a la vez, la economía del país logrando mejorar la performance de todo el sistema.
Durante la gestión Kirchner el impuesto inmobiliario permaneció fijo mientras que las propiedades recuperaron su valor en dólares –por lo tanto triplicaron su valor en pesos-. Esto representó en hechos reales una reducción del Impuesto Inmobiliario del 66%. Suma que ahora esta –nuevamente- en las manos de los ciudadanos, que hacen crecer la economía al 9.2% anual y la desocupación decrece mes a mes. Esto es “la mano invisible” que describía Adam Smith; un efecto mágico que asigna recursos de la forma mas eficiente, de lo que la pudiera asignar una mente planificadora central “omnicomprensiva”.
Por esta “única” razón estoy en condiciones de afirmar que el presidente Néstor Kirchner fue el presidente más liberal de los últimos 70 años.
El Efecto contrario lo sufrimos hace 10 años durante la gestión Duhalde en la provincia de Bs. As. En la efervescencia de las grandes reformas de la década del noventa el entonces Gobernador decidió un revaluó de las propiedades inmobiliarias para llevar los ingresos provinciales de 3.600 millones a 12.000 millones. El sistema entro en quebranto y colapsaría tres años después. La corrupción desatada durante este periodo de lucha política para conquistar el poder, llevo al país al abismo.
Por esta razón estoy en condiciones de afirmar que la tragedia del 2001 tuvo un gran responsable que fue Eduardo Duhalde.
El efecto mariposa. Tanto de la Rua en 1999 como Macri en 2007 ganaron las elecciones prometiendo bajar los impuestos. Ambos, al llegar al poder, traicionaron sus promesas –no solo, no bajaron los impuestos, sino que los subieron-. De la Rua, a dos años de haber ganado las elecciones con más del 50% de los votos –y con una expectativa de crecimiento del 10%-, tuvo que huir de Casa Rosada en helicóptero –fue la gota que renvalso el vaso, llenado por Duhalde-. Macri gracias a esta traicionera medida perdió casi el 70% de los votos en tan solo dos meses; alentando la desinversión en Capital Federal, que se trasladará a zonas del país donde se respete la propiedad privada.
López Murphy por asistir a las dos traiciones, en absoluto silencio, perdió todo su capital político.
Los hombres “Pro” llegan al gobierno agazapados detrás de la figura de los liberales Juan Bautista Alberdi y Ayn Rand –que figuran en todos sus folletos- y no son mas que lobos disfrazados de corderos para asaltar la propiedad privada de los ciudadanos. “El ladrón privado es el menos peligroso de los enemigos de la propiedad” Juan B. Alberdi.
Neoliberalismo es la idea de creer que se pueden alcanzar “los beneficios de la libertad”, aumentando los impuestos. Un contrasentido.
Cristina, el cambio recién comienza
Si un secreto del éxito del liberalismo es bajar los impuestos, la otra cara del liberalismo es el orden y la seguridad jurídica que nos garantiza reglas claras de juego en el largo plazo. Tanto Néstor como Cristina Kirchner –ambos abogados- fueron formados en la cuna del Positivismo Jurídico en la Argentina. Filosofía política -que influenciado por el Iluminismo Racionalista del Siglo XVIII y XIX- creyó en la idea de poder construir un nuevo “orden jurídico” independiente del Derecho natural. Las consecuencias de estas ideas fueron el aumento constante de “tensión de civilización” que derivo en el Siglo XX en más de 180 millones de muertos en el mundo. En la Argentina, su logro más importante fue la destrucción de la Constitución de 1853.
El desorden jurídico alcanzado por esta “nueva Filosofía Política” hace que la Justicia Argentina hoy, se encuentre entre una de las peores del mundo, que induce al país a la Barbarie –inseguridad sobre la vida y sobre los bienes de las personas-.
La gran asignatura pendiente para la presidente Cristina Fernández es –en mi opinión- primero: recuperar el orden jurídico, que solo se podrá conseguir, a partir de la reimplantación de la Declaración de Derechos de la Constitución de 1853.
Y segundo lugar hacer respetar en la Constitución el principio Cristiano de “Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” es decir separar la Iglesia del Estado. Principio que no fue respetado por el Catolicismo y que tanto daño le ha hecho a la Iglesia y al Estado.
Si Cristina en su gestión, logra reestablecer “el Estado de Derecho” en la Argentina estoy en condiciones de afirmar que su nombre cerrara un ciclo de más de 70 años de desencuentros entre los Argentinos, y resurgirá la paz y el progreso para todos.
Autor: Guillermo Andreau
Fuente: Fundación Atlas 1853
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