Por Jorge Valin
Lyndon Johnson fue el trigésimo sexto Presidente de los Estados Unidos entre los años 1963-1969. A Johnson, del Partido Demócrata, le tocó gobernar en un periodo donde la izquierda era especialmente fuerte y su mandato fue acorde al momento. Johnson impulsó el socialismo en América creando varios programas estatales como la Medicare (dirigido a los mayores), Medicaid (lo mismo que la anterior pero para la gente pobre), desvió dinero estatal a la educación, la rediseñó y aplicó colosales cambios como la llamado “Guerra contra la Pobreza” o la “Gran Sociedad”.
Las nuevas medidas socialistas dividieron a los americanos. Levantaron la indignación de conservadores y liberales que vieron como el Estado de Johnson iba a agredir la libertad individual de los ciudadanos así como su bolsillo. En esta época empezaron a tomar fuerza organizaciones y revistas conservadores y liberales que intentaron plantar cara al avance socialista que parecía inevitable e inminente.
Algo similar está ocurriendo en España con el actual presidente español José Luís Rodríguez Zapatero. Su política antiterrorista, su voluntad de imponer una moral de estado a los niños, fiscalizarlo todo y a todos, prohibirlo todo, su aumento voraz del intervencionismo económico, o la continua manipulación de las instituciones son algunos ejemplos. Y eso sin mencionar su expreso respaldo a países tan poco ejemplares democráticamente como Cuba, Venezuela o Bolivia.
Desde que Zapatero llegó al poder se han creado y expandido organizaciones, asociaciones, clubs, televisiones o grupos de presión de todo tipo unidos bajo las ideologías del conservadurismo o liberalismo. Muchos de ellos, a pesar de los denostados esfuerzos del gobierno para impedir que viesen la luz.
Esto no significa que la izquierda haya muerto. Ahora es muy fuerte, pero sólo en su campo más visible. Ser de izquierdas es lo fácil hoy día, la moda, la corriente. Algunos autores ya se han empezado a dar cuenta de que el socialismo se ha vuelto un gigante con pies de barro.
El socialismo lleva 30 años sin avanzar en lo más mínimo en el campo de las ideas. No es de extrañar que personajes como Hillary Clinton reclamasen “capital intelectual nuevo” viendo el déficit que sufrían. Esta misma semana en España, un diario sensacionalista de izquierdas, aunque en un tono exagerado, también se ha lamentado del auge derechista de algunos medios y grupos de presión. Y es que las “nuevas” teorías económicas socialistas no son más que un lavado de cara de las que ya existían. Sólo hacen que rizar el rizo, siempre lo solucionan todo igual: prohibiendo, multando y subiendo los impuestos. La falta de originalidad y continuos fallos históricos y teóricos sólo les han llevado a una situación barroca y esperpéntica incapaz de generar ideas nuevas. Las nuevas teorías de la izquierda se inspiran en algo tan poco científico y subjetivo como la moral, han pasado a ser puro populismo. En este sentido, el liberalismo y el conservadurismo han representado todo lo contrario.
Traducido a la política, esto no significa que éste vaya a ser el último gobierno de Zapatero ni mucho menos de los socialistas. Cuando Johnson se retiró, gobernaron los Republicanos, Richard Nixon, y siguieron una política tanto o más socialista que el propio Johnson. De no salir Zapatero en las próximas elecciones (2008), se proclamaría presidente del gobierno Mariano Rajoy. A igual que ocurrió con Nixon después de Johnson, ya sabemos que Rajoy practicaría el mismo tipo de socialismo —si no más en algunos aspectos— que Zapatero. En cierta medida, el sinsentido de Zapatero ha sabido, sin proponérselo ni quererlo, estimular a la derecha. ¿Quién iba a decir antes de Zapatero que veríamos a grupos conservadoras en las calles manifestándose?
Ahora que este sentimiento empieza a tomar cuerpo es el momento de explotarlo al máximo porque la lucha contra la tiranía del gobierno no se hace sola, necesita varias décadas como nos enseña la historia. Es el momento de acabar con el establishment, aplastar la ideología de la barbarie socialista mediante ideas y de que el ciudadano proclame abiertamente su rebeldía ante el Estado para basar el cambio en el individualismo, el capitalismo, la libertad y el antiestatismo.
Jorge Valin es colaborador de Libertad Digital y del Instituto Juan de Mariana
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