Por Gabriela Calderón
Fuente: Fundación Libertad - Panama
“Jamás podremos estar seguros de que la opinión que intentamos ahogar sea falsa, y estándolo, ahogarla no dejaría de ser un mal”. John Stuart Mill,
“Jamás podremos estar seguros de que la opinión que intentamos ahogar sea falsa, y estándolo, ahogarla no dejaría de ser un mal”. John Stuart Mill, 1859.
Washington (AIPE)- El presidente Correa dice ser un fiel creyente en la libertad de expresión. Seguramente por eso cuando el Diario La Hora lo acusó de algo que él considera falso, su primera reacción fue demandar una disculpa y amenazar con tomar acción legal en contra de ese periódico. Dice creer en la democracia, pero para tomar esa acción legal decidió invocar una ley creada durante la dictadura militar. Luego, por si le quedaba alguna duda a alguien de que el mandatario cree en la libertad de prensa, ordenó que se retirara de un foro de prensa al Sr. Palacio de El Universo y al Sr. Jijón de la televisora Ecuavisa lo insultó solapadamente: no salió de su boca, pero hizo que los estudiantes en la audiencia vocalizaran el vulgar insulto. ¿Ya se confundió?
En los últimos meses, muchos han acusado al gobierno ecuatoriano de tendencia autoritaria. En lugar de responder a las críticas, el gobierno parece querer validar esas acusaciones. Algo similar ocurrió en Egipto a principios de este año cuando el joven Kareem acusó en su blog de dictador al presidente Mubarak. Acto seguido, Mubarak enjuició a Kareem por “insultar al presidente” y las autoridades lo condenaron a un año en la cárcel por ese “delito”. ¿Acaso no se dan cuenta Mubarak y Correa que con sus actos están meramente validando las acusaciones de sus críticos? ¿No sería mejor tratar de persuadirlos en lugar de encarcelarlos o demandarlos?
En una sociedad libre, la balanza siempre debe favorecer a la libertad. Ante la duda, siempre es mejor dejar libre a un culpable que encarcelar a un inocente. De igual manera, ante la duda, siempre es mejor permitir una opinión falsa que correr el riesgo de reprimir una verdadera. Como decía J.S. Mill, nunca podríamos tener 100% la certeza de que una opinión es falsa. Ante ese dilema, ¿cuál debería ser la reacción del gobierno que preside una sociedad libre? ¿Se debería castigar o “ahogar” la opinión de La Hora a pesar de que no hay manera de comprobar sin margen de error que era falsa? Mill diría que no.
El presidente debe reconsiderar su relación con los medios. Reaccionar con intentos de silenciar a los que antes expresaron su discrepancia con la opinión suya solo lo hace quedar como intolerante, aunque seguramente no pretende dar la razón a sus críticos con sus actos.
Si el gobierno ecuatoriano cree en la libertad de expresión, debería utilizarla para persuadir al pueblo de su visión. No coartarla para silenciar a quienes discrepan, aun cuando ellos se valgan de mentiras o malos modos. Como primer mandatario debe tener la humildad de reconocer que a él le corresponde persuadir y desmentir, no amenazar. Al final del día, los argumentos sólidos tienen más peso que un puño.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez acaba de clausurar a una de las voces de oposición que quedaban en la sociedad venezolana, RCTV. En una carta dirigida a Chávez, el director general de RCTV, Marcel Granier, dijo “Un buen estadista sabe que la verdadera fuerza no reside en aplastar al adversario, ni en ocultar las verdades o silenciar a los críticos. La verdadera fuerza descansa en la conciliación, en el pluralismo y la tolerancia”.
La autora es editora de ElCato.org (www.elcato.org), Cato Institute.
Fuente: www.aipenet.com
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