agosto 30, 2007

UN CONFLICTO DE PARADIGMAS

Comprender la real naturaleza de una sociedad libre supone preguntarnos dos cuestiones básicas: ¿Qué significa actualmente ser libre, y cuál es el legítimo rol del gobierno en una sociedad libre? Reflexionando sobre estas dos preguntas fundamentales podemos proveer la solución a esta maraña política y económica en la cual se encuentra nuestra nación.


Primero retornemos a los principios básicos. Nuestros Padres Fundadores pusieron en existencia a la más inusual sociedad en la historia. Imagine: Sin impuestos a las ganancias, Seguridad Social, sistemas de salud como Medicare y Medicaid, bienestar, escolaridad obligatoria, leyes contra las drogas, control de armas, papel moneda, restricciones para viajar, o banco central. Ni incluso ningún control migratorio.


Los estadounidenses alguna vez ejercían sus ocupaciones o negocios sin licencias, permisos, o regulaciones. Eran libres de entran en acuerdos de mutuo beneficio con otros sin interferencia del gobierno. Sin impuesto a los ingresos, podían acumular riqueza ilimitadamente y decidir cómo disponerla. Su nivel de vida se elevó, especialmente en comparación con el resto del mundo.


Los estadounidenses viajaban a cualquier parte en el país y a todo el mundo sin la aprobación o supervisión del gobierno. De hecho, no tenían pasaportes.


No participaban de las guerras en Europa o Asia quitando vidas incontables de hombres estadounidenses. Sin servicio militar obligatorio, excepto para la Guerra de Secesión. Sin militarismo ni glorificación del armamento militar. Rechazando grandes ejércitos profesionales, los estadounidenses abrazaron el concepto de ciudadano-soldado: una nación de civiles quienes se entrenaran para pelear y quienes estuvieran preparados para hacerlo si Estados Unidos fuera alguna vez invadido.


Esta inusual forma de vida es lo que los estadounidenses entendieron por la palabra “libertad”. Esta es la libertad que los estadounidenses celebraron cada cuatro de Julio. Esto es lo que alguna vez significó ser estadounidense. Esto es lo que alguna vez significó ser libre.


Qué guió a los estadounidenses a finales del 1700 y a lo largo de la mayoría del 1800 era un principio primordial: la más grande amenaza a sus libertades y bienestar descansaba con su propio gobierno federal. Ellos creían que a más fuerte y más poderoso el gobierno, menor libertad para la gente y una nación débil. A la inversa, la debilidad del gobierno, da la máxima libertad a las personas y hace a una nación fuerte.


Así, ellos usaron la Constitución para dar existencia al más débil y más restringido gobierno nacional en la historia.


¿Cuál fue el resultado de este débil y restringido gobierno con pocos poderes sobre las vidas y fortunas de la ciudadanía? La más poderosa nación económica en la historia ... y la más prospera nación en la historia ... y la más caritativa nación en la historia ... y la más libre nación en la historia.


Aunque hubieron mayores y menores excepciones, ese fue el paradigma de libertad sobre el cual nuestra nación fue fundada y el cual la guió por más de un siglo.


Desafortunadamente, este ya no es el paradigma bajo el cual operan los estadounidenses ahora.


El paradigma actual


Hoy, los estadounidenses padecen bajo un sistema cuyas características son las que nuestros antepasados rechazaron. Los ingresos de la gente son ahora sometidos a ilimitados impuestos, y cuanto más gana la gente más el gobierno les quita.


El principal rol del gobierno federal es ahora cuidar a la gente con el dinero que el gobierno federal recolecta de ellos en impuestos y préstamos que toma de ellos mediante la venta de títulos gubernamentales, los cuales alientan la inflación. Semejantes programas de bienestar como la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, becas educativas, y subsidios a los negocios son ahora una parte establecida de la vida estadounidense.


El gobierno federal tiene el poder de regular el más minúsculo aspecto de las actividades económicas de la gente, incluso extendiéndose a qué crece y consume la gente en su propiedad.


Desde la primera parte del siglo 20, los estadounidenses han sufrido los estragos del irremediable papel moneda además de un banco central que ha, década tras década, gradualmente desvalorizado la moneda, permitiendo a los funcionarios del gobierno confiscar la riqueza y ahorros de la gente a través de la inflación.


Interviniendo en guerras en el extranjero es ahora una aceptada parte de la vida estadounidense, y ha resultado en la muerte o mutilación de cientos de miles de hombres y mujeres estadounidenses. Un enorme ejército permanente se ha convertido en una característica constante de la vida estadounidense — una fuerza imperial que se extiende en todo el mundo, requiriendo las siempre crecientes sumas de impuestos para financiarlo. Mientras el servicio militar ha sido voluntario desde la Guerra de Vietnam, todos saben que la conscripción obligatoria de la ciudadanía es una permanente opción en estado latente.


¿Cuáles son los resultados de este moderno paradigma del estado benefactor, estado guerrero? ¡El más poderoso gobierno en la historia! Un gobierno capaz de proveer bienestar a millones de estadounidenses y extranjeros por igual. Una fuerza militar potencialmente capaz de conquistar cualquier nación en el mundo. Un ejecutivo con el poder de enviar fuerzas militares a la acción a través del mundo con su propia iniciativa. Un gobierno con el poder de encarcelar a cualquiera, donde quiera, por siempre, sin cargos. ¡La “única superpotencia restante” del mundo!


Una débil y atemorizada nación


Sin embargo, ha habido un mayor resultado negativo de todo esto: Como nuestros ancestros sabían que sería el caso, este todo-poderoso gobierno federal ha producido una de las más débiles y temerosas naciones en la historia.


El estado benefactor ha producido una predisposición de casi desesperada dependencia entre los estadounidenses. Sólo pronuncie la frase “derogación de la Seguridad Social” a alguien mayor de 65 y verá exactamente a qué me refiero. Casi todo estadounidense mayor de 65 entrará en un estado de shock nervioso al escuchar la frase. “¿Cómo sobreviviré sin mi Seguro Social?” es cómo responden, ignorando el completamente obvio hecho de que los estadounidenses sobrevivieron — y prosperaron — sin un esquema socialista en los primeros 125 años de la historia de nuestra nación.


Esta predisposición a la dependencia del estado benefactor, sin embargo, no es limitado a las personas mayores. Esta domina las mentes de personas a lo largo de toda la sociedad estadounidense, transcendiendo todas las edades y clases económicas. Sólo use la palabra “derogar” en el contexto de una discusión respecto a Medicare, Medicaid, becas estudiantiles, subsidios de desempleo, control de la comida, viviendas públicas, o negocios subsidiados, y verá a qué me refiero.


A pesar de la devoción a los principios de la libertad en el desarrollo de emprendimientos que ellos ostensiblemente aprendieron en sus escuelas públicas (por ej., gubernamentales), los estadounidenses tienen terror al libre mercado. Sólo sugiérales, por ejemplo, la idea de separar la escuela del estado y entregar la educación completamente al libre mercado y verá a qué me refiero. O pregúnteles cómo se sienten respecto a un libre mercado en el consumo y venta de drogas.


El hecho es que los estadounidenses perdieron la confianza en ellos mismos y en los otros. Perdieron la fe en la libertad y el libre mercado. Y son personas aterrorizadas. Los estadounidenses están aterrorizados de perder su bienestar. Están aterrorizados de perder sus trabajos. Están aterrorizados de los extranjeros, especialmente de inmigrantes quienes pueden dejarlos fuera de competencia o “les quitan sus trabajos”. Están aterrorizados de los “terroristas”, lo cual es porqué los funcionarios federales siempre se salen con esa palabra — “terroristas” — dondequiera que ellos quieren aterrorizar a la gente en un ciego apoyo a cualquier cosa que ellos están haciendo.


De qué no están asustados, desafortunadamente, de su propio gobierno federal — su benefactor, su guardián, su proveedor. El gobierno federal ha asumido el rol de su padre — o incluso su dios. El los cuida y protege de los “chicos malos”. ¡Y dios nos libre de la persona, especialmente un estadounidense, quien se atreva a decir cosas malas sobre su padre federal o dios federal!


Militarismo y “rudeza”


El estado guerrero ha producido una perversa sensación de experimentada rudeza — una en la cual los ciudadanos expresan coraje a través de la conducta de su todo-poderoso gobierno, especialmente sus fuerzas militares. “Tenemos que invadir Irak y atrapar a Saddam — ¡no podemos ser débiles!” es un típico pregonar — uno en el cual “nosotros” es el soldado profesional quien está yendo a pelear y morir a miles de kilómetros de distancia, mientras que la ciudadanía “apoya a las tropas” alentando a generales retirados del ejército que explican por televisión la acción militar de EE.UU. en el extranjero y pegando calcomanías de “apoye a las tropas” en sus autos. Las victorias militares son celebradas por todos y reflejan nuestra rudeza colectiva como nación. El militarismo y los armamentos militares son glorificados. Y todos los que viven cerca de una base militar están aterrados porque puede cerrar.


El paradigma del estado benefactor-estado guerrero ha resultado en el más poderoso gobierno en la historia y posiblemente del todo la más dependiente, aterrorizada nación en la historia.


Irónicamente, todo esto es visto como la nueva “libertad” — la libertad de ser cuidado de y protegido por un todo-poderoso, siempre buen gobierno federal y estar hecho bueno, compasivo, corajudo, y bondadoso a través de la colectiva fuerza del estado benefactor-estado guerrero del gobierno. Sólo seamos testigos de la reacción de la gente hacia la ayuda federal recientemente dada a la víctimas del tsunami: cuanto más dinero los funcionarios estadounidenses entregaron cada día que pasaba en respuesta a la crítica extranjera de “nuestro” ser demasiado mezquino, tanto más el pueblo estadounidense se vio asimismo en una luz positiva. O considere una de las tantas razones para invadir a Irak — para “liberar” al pueblo Iraquí, reflejando nuestra colectiva bondad como estadounidenses. Nosotros somos buenos porque el gobierno es bueno con el dinero que él ha quitado de todos nosotros y proveyó a otros en la forma de estado benefactor o de estado guerrero.


¿Reforma o libertad?


Están aquellos que dicen que el estado benefactor-estado guerrero está aquí para quedarse, al que podemos también resignarnos y aceptarlo, y al que deberíamos simplemente dedicarnos a reformarlo y mejorarlo. Este triste sentimiento de resignación se aplica no sólo al estado benefactor doméstico sino también al estado guerrero extranjero.


Con respecto al estado benefactor, piense sobre cuántas veces ha leido un artículo o un estudio publicado por un grupo de libre-emprendedores que concluye con eso que se ha convertido en una clásica perogrullada: “El sistema necesita reformas”.

Con respecto al estado guerrero, piense sobre cuántos libre-emprendedores propugnan el arremetimiento a la “guerra contra el terrorismo” federal siguiendo a la multitud y la guerra en Irak sin siquiera considerar las consecuencias con respecto a la libertad del pueblo estadounidense.


A fin de conseguir una sociedad libre, es imperativo confrontar dos verdades:


Primero y principal, el paradigma político-económico bajo el cual los estadounidenses viven hoy es opuesto al paradigma político-económico bajo el cual nuestros antepasados vivieron y en el cual nuestra nación fue fundada. Esto es importante porque obviamente los opuestos no pueden ser lo mismo. O nuestros antepasados eran libres o no lo eran, y si ellos eran libres, entonces ¿cómo podemos nosotros — sus sucesores — ser libres cuando vivimos bajo principios opuestos? Las profundas palabras de Goethe vienen a la mente aquí — que nadie es más desesperanzadamente esclavizado que aquellos quienes creen falsamente que son libres.


Segundo, es imposible lograr una sociedad libre simplemente reformando el paradigma del estado benefactor-estado guerrero, aún si las reformas están envasadas en un vocabulario de libre emprendedores. (De nuevo, piense en la observación de Goethe.). Quien se ha resignado a la inevitabilidad del paradigma del estado benefactor-estado guerrero ha renunciado a la búsqueda de una sociedad libre. Por ahí no hay manera de alcanzar la genuina libertad que nuestros antepasados disfrutaron bajo un paradigma en el cual el gobierno federal tiene el omnipotente poder de cobrar impuestos a la gente, regular a la gente, cuidar de la gente, encarcelar a la gente, y enviarlos a la guerra por alguna razón cualquiera.


Una nación que ha abrazado el paradigma del estado benefactor-estado guerrero, no importa cuánto ha reformado o mejorado, será una nación sin libertad de débiles, dependientes, aterradas personas. Como nuestros antepasados muy bien entendieron, la única manera de lograr una sociedad libre y una fuerte nación es refrenar al gobierno federal y debilitarlo.


¿Puede el paradigma de libertad, mercados libres, y gobierno limitado ser restaurado en nuestra tierra? Por supuesto que puede. Después de todo, si cien años después de la fundación de nuestra nación, los estadounidenses pudieron ser persuadidos de adoptar un paradigma de socialismo, intervencionismo, e imperio, entonces ¿por qué no es posible convencer a una masa crítica de estadounidenses que viven hoy a que rechacen ese paradigma y restablecer el paradigma de nuestros antepasados? Las ideas están entre las más poderosos fuerzas en el universo, es por lo cual los gobiernos gastan tanto tiempo, energía, y recursos intentando acallarlas.


Con el fracaso manifiesto de casi todos los aspectos del paradigma estado benefactor-estado guerrero — desde la Seguridad Social a la guerra contra las drogas, desde la “guerra contra el terrorismo” a la guerra en Irak — el tiempo bien podría estar aproximándose cuando los estadounidenses empiecen a preguntarse planteos importantes como los que nuestros Padres Fundadores se hicieron: ¿Qué significa ser libre, y cuál es el legitimo rol del gobierno en una sociedad libre?


Si ese día llega, déjennos tener la esperanza de que los estadounidenses no se conformarán con reformar o mejorar el paradigma vigente de socialismo, intervencionismo, e imperio, sino que en cambio decidirán restablecer el paradigma de libertad, mercados libres, y república sobre el cual nuestra nación fue fundada.

Autor: Jacob Hornberger

Jacob Hornberger es fundador y presidente de The Future of Freedom Foundation.
Este artículo originalmente apareció en la edición Agosto 2005 de Freedom Daily.

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