agosto 18, 2007

ANTES DE ENTRAR EN EL PARAISO NOS ESPERA UNA VUELTA POR EL INFIERNO


Por Roberto Cachanosky

Antes de entrar al paraíso, nos espera una vuelta por el infierno
Los muchos problemas que arrastra el actual modelo económico exigirán que el próximo presidente y su equipo asuman la tarea de reacomodar las variables distorsionadas.
Según Cristina Fernández de Kirchner, el kirchnerismo implementó un modelo de “acumulación de matriz diversificada”. De todas maneras, si de impresionar al auditorio se trata, uno podría agregar: “en base a una política global infusa y una planificación dimensional estratificada”. No tengo la más mínima idea de qué quiere decir lo que acabo de escribir, pero el lector tiene que reconocer que suena importante. Con semejantes frases, uno puede conmover a un auditorio y, además, ningún oyente se va a animar a disentir porque nadie tendrá la más mínima idea de qué se trata todo ese palabrerío. Tal vez, el modelo de “acumulación de matriz diversificada” consista en llevar y traer valijas repletas de dólares desde Venezuela en aviones alquilados con fondos públicos para que viajen funcionarios de tercer orden, o en dejar bolsas con dinero en el baño de un ministerio o, quizás, en nombrar a toda la parentela en cargos públicos con suculentos sueldos bajo el pomposo título de asesores. Posiblemente, la “matriz” les permita acumular a unos pocos gracias al contrabando de armas o pagando coimas para hacer algún gasoducto. Como puede verse, esta “acumulación de matriz diversificada” parece ser lo suficientemente flexible como para que resulte satisfactoria cualquier respuesta a la pregunta sobre qué es esa acumulación. Sin embargo, lo que más importante es que es el concepto es lo suficientemente difuso como para que nadie sepa quién acumula. De todas formas, haciendo un esfuerzo de imaginación, uno puede inferir que esta “acumulación de matriz diversificada” significa que el país no es dependiente de un solo producto o sector productivo. Si éste es el caso, sería bueno que Néstor Kirchner le explique a su esposa que, si no fuera por la soja y su alto precio internacional, la “acumulación de matriz diversificada” hoy estaría destrozada. De acuerdo a la senadora, esta “acumulación de matriz diversificada” tendría como objetivo que un sector no se desarrolle a costa de otro. Si a esto se le agrega su tan mentada propuesta de pacto social, pareciera ser que, en el futuro, todos vamos a ser felices, o, como dijo algún ministro, de la mano de Cristina entraremos al paraíso. ¿Y en virtud a qué instrumento mágico lograremos ganarnos el paraíso terrenal? Gracias al eufemismo del tipo de cambio competitivo. Es curioso cómo este gobierno que tanto detesta los 90 y los asimila a la convertibilidad, es decir, a una regla monetaria, recurre al mismo mecanismo. En definitiva, el corazón de la actual política económica es el tipo de cambio y el resto de las medidas se mueve para sostener el tipo de cambio deseado por el gobierno. Así como en los 90 el Estado se endeudaba para sostener la convertibilidad, hoy el Gobierno genera inflación, controla los precios, prohíbe las exportaciones y distorsiona los índices con tal de mantener una determinada paridad cambiaria. Si la gestión kirchnerista odia el endiosamiento del 1 a 1 de los 90, su única diferencia con lo que rechaza y hace consiste en cambiar el número: en vez de 1 a 1, prefiere el 3 a 1. Así como en los 90 me cansé de escribir sobre la inconsistencia entre el aumento del gasto público, el creciente endeudamiento estatal y la convertibilidad, hoy uno puede claramente advertir que existe una manifiesta inconsistencia entre el 3 a 1 y la estabilidad de precios, dado que la actual paridad entre el dólar y el peso sólo es sostenible con un creciente impuesto inflacionario que el Gobierno se limita a esconder detrás de índices distorsionados. Es decir, ni siquiera el 3 a 1 es sostenible en términos reales. De todas maneras, la “acumulación de matriz diversificada” no parece haber logrado su objetivo de superar a los 90, ya que el proceso de reindustrialización no ha sido tal si se considera que en 1998 el PBI de la industria manufacturera representaba el 17,2% del PBI total, en tanto que en 2006 se mantuvo en el 16,6%. ¡Es decir que devaluamos, defaulteamos y pesificamos para reindustrializar el país y terminamos con una participación sectorial de la industria en el PBI total menor que en los 90! ¿Qué condición fundamental requiere la “acumulación” para no terminar en otra memorable catástrofe? Que el Gobierno tenga un superávit fiscal equivalente al ingreso de capitales más el superávit de balance comercial. Porque bueno es recordar que, entre las propuestas de la candidata, se encuentra la de tener una superávit de balance comercial. Si ésa es la propuesta, junto con un tipo de cambio alto, el Gobierno debe comprar todos los dólares excedentes en el mercado para que el tipo de cambio no baje del nivel que requiere la “acumulación”. Por otra parte, ese superávit fiscal tiene que ser cada vez mayor en la medida que al país lleguen capitales para invertir, como pidió la candidata a presidenta por el Frente Para la Victoria. Ese superávit fiscal, que tendría que ser creciente si a los empresarios se les ocurriera invertir en la Argentina, obligaría a tener mucha disciplina fiscal, particularmente por el lado del gasto público, disciplina que hoy brilla por su ausencia dado el aumento del 50% anual del gasto corriente. Y quisiera ver si los gobernadores e intendentes “K” seguirían siéndolo si no se vieran beneficiados por el cheque que les llega desde el gobierno central. ¿Por qué complementar la “acumulación” con un pacto social? Porque intuyo que la candidata debe haber tomado debida nota, o alguien le habrá soplado que tomara nota, de la fenomenal distorsión de precios relativos que hoy impera en la Argentina y de las crecientes presiones inflacionarias que están poniendo de mal humor a amplios sectores de la sociedad. Es decir, si Cristina ganara las elecciones, heredaría de su esposo las llaves del paraíso, aunque antes tendría que pasar por el infierno de reacomodar todas las variables. En gas, por ejemplo, tiene que pensar en multiplicar por tres el precio actual y en combustibles tiene que ir multiplicando por dos. En este contexto, el pacto social supuestamente intentaría contener el descontento popular cuando haya que agregarle “azo” al apellido del ministro que intente recomponer la actual distorsión de precios relativos. Esperemos que no vuelva a tener el apellido Rodrigo. Lo cierto es que si Cristina gana las elecciones, no podrá –como ocurrió en otras épocas– señalar con el dedo acusador a sus antecesores y culparlos de todos los males heredados. Si Cristina gana las elecciones, cosa que todavía está por verse, llegará a un paraíso lleno de casos de corrupción, problemas energéticos, presión inflacionaria y, encima, tendrá la necesidad de cambiar todos los precios caprichosamente establecidos en estos cinco años. Con escándalos de corrupción saltando uno atrás de otro y el largo listado de problemas a enfrentar, lo más probable es que la primera medida que tomen sus colaboradores consista en verificar diariamente que el helicóptero siempre tenga combustible y esté listo para partir.
Fuente: ECONOMIA PARATODOS http://www.economiaparatodos.com.ar/

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