La base de la ética liberal es muy simple: El Axioma de la No Agresión. No agresión, no significa que no podamos defendernos de agresiones o invasiones externas. No agresión significa, no agredir a otra persona o a su propiedad privada sino ha habido un ataque previo. El ilustre filósofo John Locke lo expresó así:
“[…] aquél que, en estado de sociedad [de paz], arrebate la libertad que pertenece a los miembros de dicha sociedad o estado, debe ser tenido por alguien que se propone arrebatarles todo lo demás y así considerárselo en estado de guerra.”
“Porque cuando alguien, haciendo uso de la fuerza, me pone bajo su poder sin tener derecho alguno para hacerlo, sea cual fuere su pretensión, no tengo razón para suponer que quien me arrebata mi libertad, cuando me tenga en su poder, no me quitará todo lo demás. Y, por lo tanto, es legal que yo lo trate como alguien que se ha puesto en estado de guerra conmigo, es decir, matándolo si puedo, pues a ese riesgo se expone con justicia quien introduce el estado de guerra y dentro de él es agresor.”
El acto que no vulnere el axioma de la no agresión, no puede considerarse contra la ética —aunque sí podría ser considerado inmoral. Aquellos que desafían las leyes y se enfrentan al estado y grupos de presión para servir a la sociedad y ganar un beneficio no son miserables, ni delincuentes, ni antisociales; sino héroes de la libertad que actúan bajo su propio riesgo beneficiando a toda la comunidad.
El credo libertario descansa sobre un axioma central: de que ningún hombre o grupo de hombres puede tener el derecho de agredir a la persona o a la propiedad de cualquier otro. Esto puede ser llamado el axioma de la no agresión. Agresión es definida como la iniciación del uso, o la amenaza, de violencia física contra la persona o propiedad de cualquier otro. Agresión es consecuentemente sinónimo de invasión. Si ningún hombre puede agredir a otro; si, en breve, todos tienen el derecho absoluto de ser libres de agresión, entonces esto desde ya implica que el libertario lucha firmemente por las que son generalmente conocidas como "libertades civiles": la libertad de expresión, de publicación, de asamblea, y de participar en tales crímenes sin víctimas como la pornografía, la desviación sexual y la prostitución (las cuales el libertario no considera como crímenes en absoluto, ya que él define a un crimen como la violenta invasión de la persona o propiedad de otro). Además de esto, él considera a la conscripción como esclavitud en una escala masiva. Y ya que la guerra, especialmente la guerra moderna, involucra la masacre en masa de civiles, el libertario considera a tales conflictos como asesinatos en masa y, consecuentemente, totalmente ilegítimos. Todas estas posiciones son ahora consideradas "izquierdistas", en la escala ideológica contemporánea. Por otra parte, ya que el libertario también se opone a la invasión de los derechos de propiedad privada, significa ello también que él, con la misma resolución, se opone a la interferencia gubernamental en derechos de propiedad o en la economía de libre mercado a través de controles, regulaciones, subsidios, o prohibiciones. Pues si cada individuo tiene el derecho a su propia propiedad, sin tener que sufrir una depredación agresiva, entonces él también tiene el derecho de regalar su propiedad (legado y herencia) y de intercambiarla por la propiedad de otros (libre contrato y la economía de libre mercado), sin interferencias. El libertario favorece el derecho a la propiedad privada sin restricciones, y al libre intercambio, por lo tanto, a un sistema de "capitalismo laissez-faire." En la terminología actual, nuevamente, la posición libertaria con respecto a la propiedad y la economía sería llamada "extremadamente derechista." Pero el libertario no ve ninguna inconsistencia en ser izquierdista en algunos temas y "derechista" en otros. Por el contrario, él ve a su propia posición como virtualmente la única consistente, consistente en nombre de la libertad de cada individuo. ¿Por qué cómo puede el izquierdista estar opuesto a la violencia de la guerra y al reclutamiento mientras al mismo tiempo apoya a la violencia de la imposición de impuestos y al control gubernamental? ¿Y cómo puede el derechista pregonar al son de la trompeta, su devoción a la propiedad privada y a la libre empresa mientras al mismo tiempo está favoreciendo a la guerra, al reclutamiento y a la proscripción de actividades y prácticas no invasivas que él considera inmorales? ¿Y cómo puede el derechista favorecer a un libre mercado mientras no ve nada improcedente en los vastos subsidios, distorsiones e ineficiencias improductivas que atañen al complejo militar-industrial?
Fuente: www.mises.org
Traducción: Jorge Valin www.jorgevalin.com
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