Por Alberto Benegas Lynch (h)
Buenos Aires (AIPE)- En la prensa diaria leemos permanente diatribas contra el liberalismo clásico. A pesar del tiempo transcurrido en el que se han dado todos los argumentos habidos y por haber para la defensa de los derechos de las personas y se ha señalado y repetido hasta el cansancio la importancia de respetar las acciones pacíficas de cada uno para bien de todos. A pesar de todo esto, siguen los embates contra la sociedad abierta y se pregonan procedimientos autoritarios. Frente a cualquier problema se suele proponer que intervenga el aparato de la fuerza, es decir, la estructura gubernamental.Sin ir mas lejos, el gobierno argentino hoy arremete contra los supermercados por considerarlos responsables del aumento de precios que, en verdad, es consecuencia de la política monetaria del momento. Incluso se ha amenazado con reintroducir controles oficiales de precios como si se pudiera curar una infección rompiendo el termómetro. Largas y tediosas han sido las tristes experiencias con estas alquimias estatales impuestas por una patulea ignorante y sedienta de poder.
Por esto es siempre mejor volver a leer trabajos de peso que demuestran acabadamente los caminos fértiles de la libertad. En este sentido, destaco en esta oportunidad los muy didácticos y elocuentes artículos y ensayos de Arthur Seldon, quien acaba de morir en Londres, después de una larga y fecunda carrera de economista eminente.
Toda su vida constituye un ejemplo de integridad moral, de estudio y de perseverancia en la difusión de los principios liberales. Cuando tenía dos años murieron sus padres. Fue adoptado por un zapatero remendón y su señora, quienes le dieron cobijo y educación, lo cual fue posteriormente reforzado por una de las célebres Friendly Societies financiada privadamente antes de la aparición de aquella contradicción en términos llamada “Estado Benefactor” (como si la beneficencia pudiera realizarse recurriendo a la fuerza con recursos de otros).
El profesor Seldon estudió en la London School of Economics debido a una beca que obtuvo en un concurso. Allí coincidió con la estadía de profesores de la talla de Friedrich von Hayek, Lionel Robbins, Ronald Coase y Arnold Plant. Fue asistente de este último durante más de una década debido a que obtuvo las mejores calificaciones de su promoción en 1937.
Diez y ocho años más tarde participó en la fundación del Institute of Economic Affairs en Londres, muy apreciada como entidad apolítica dedicada al estudio y la investigación de temas vinculados a problemas sociales, económicos, filosóficos y jurídicos, para explicar los fundamentos de una sociedad libre. Fue un prominente miembro del Consejo Directivo de la Mont Pelerin Society, tribuna desde la que presentó innumerables ponencias. Una de ellas se refería, precisamente, a los peligros que encierra la manipulación monetaria por parte de las bancas centrales y su consecuencia negativa en la alteración en los precios relativos que, a su turno, deteriora salarios e ingresos en términos reales.
Muchos de los integrantes del actual elenco gobernante de la Argentina harían bien en consultar las obras de este señor del liberalismo para evitar recaídas en procesos inflacionarios que siempre perjudican especialmente a los más necesitados. Lamentablemente, en el caso que nos ocupa, muchos empresarios prebendarios que hacen negocios en los despachos oficiales se prestan a teatrales “acuerdos de precios” con el gobierno, lo cual constituye apenas una pantalla electoral que no anula las expansiones monetarias que subyacen y que llevan a cabo los burócratas de turno.
El segundero pasa rápido y la vida es corta. No es posible que se repitan los mismos conceptos y tengan lugar las mismas experiencias nefastas sin que los supuestos defensores de los derechos de la gente se anoticien de los estragos que engendran sus propias políticas. En verdad, estos dirigentes no aparecen por ósmosis, son el resultado de procesos electorales donde permanentemente se constata la necesaria preparación que se requiere para abordar temas del quehacer diario. Invito amablemente a mis lectores a que difundan el muy proficuo material del aludido Institute of Economic Affairs, lo cual será un magnífico aporte para bien de todos.
___* Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias en Argentina.
© http://www.aipenet.com/
Por esto es siempre mejor volver a leer trabajos de peso que demuestran acabadamente los caminos fértiles de la libertad. En este sentido, destaco en esta oportunidad los muy didácticos y elocuentes artículos y ensayos de Arthur Seldon, quien acaba de morir en Londres, después de una larga y fecunda carrera de economista eminente.
Toda su vida constituye un ejemplo de integridad moral, de estudio y de perseverancia en la difusión de los principios liberales. Cuando tenía dos años murieron sus padres. Fue adoptado por un zapatero remendón y su señora, quienes le dieron cobijo y educación, lo cual fue posteriormente reforzado por una de las célebres Friendly Societies financiada privadamente antes de la aparición de aquella contradicción en términos llamada “Estado Benefactor” (como si la beneficencia pudiera realizarse recurriendo a la fuerza con recursos de otros).
El profesor Seldon estudió en la London School of Economics debido a una beca que obtuvo en un concurso. Allí coincidió con la estadía de profesores de la talla de Friedrich von Hayek, Lionel Robbins, Ronald Coase y Arnold Plant. Fue asistente de este último durante más de una década debido a que obtuvo las mejores calificaciones de su promoción en 1937.
Diez y ocho años más tarde participó en la fundación del Institute of Economic Affairs en Londres, muy apreciada como entidad apolítica dedicada al estudio y la investigación de temas vinculados a problemas sociales, económicos, filosóficos y jurídicos, para explicar los fundamentos de una sociedad libre. Fue un prominente miembro del Consejo Directivo de la Mont Pelerin Society, tribuna desde la que presentó innumerables ponencias. Una de ellas se refería, precisamente, a los peligros que encierra la manipulación monetaria por parte de las bancas centrales y su consecuencia negativa en la alteración en los precios relativos que, a su turno, deteriora salarios e ingresos en términos reales.
Muchos de los integrantes del actual elenco gobernante de la Argentina harían bien en consultar las obras de este señor del liberalismo para evitar recaídas en procesos inflacionarios que siempre perjudican especialmente a los más necesitados. Lamentablemente, en el caso que nos ocupa, muchos empresarios prebendarios que hacen negocios en los despachos oficiales se prestan a teatrales “acuerdos de precios” con el gobierno, lo cual constituye apenas una pantalla electoral que no anula las expansiones monetarias que subyacen y que llevan a cabo los burócratas de turno.
El segundero pasa rápido y la vida es corta. No es posible que se repitan los mismos conceptos y tengan lugar las mismas experiencias nefastas sin que los supuestos defensores de los derechos de la gente se anoticien de los estragos que engendran sus propias políticas. En verdad, estos dirigentes no aparecen por ósmosis, son el resultado de procesos electorales donde permanentemente se constata la necesaria preparación que se requiere para abordar temas del quehacer diario. Invito amablemente a mis lectores a que difundan el muy proficuo material del aludido Institute of Economic Affairs, lo cual será un magnífico aporte para bien de todos.
___* Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias en Argentina.
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