mayo 30, 2007

Cuatro años de abuso del poder


Por Roberto Cachanosky


A lo largo de su mandato presidencial, Néstor Kirchner hizo un uso indebido e imprudente de la autoridad que le confiere su cargo: la lista de destrozos en la economía, la política, la imagen internacional y la concordia social interna de la Argentina es extensa.
Si tuviera que graficar de alguna manera estos cuatro años de gobierno de Néstor Kirchner, los asimilaría al de un adolescente inmaduro e irresponsable a quien el padre le prestó un poderoso auto nuevo. El adolescente, sorprendido por la confianza que le dispensó su padre, no hizo honor a ese a acto de confianza y salió con el auto a correr picadas y a cometer todo tipo de imprudencias, sin importarle los riesgos a que estaba sometiendo al resto de los automovilistas y peatones, hasta que, finalmente, terminó atropellando a una persona que cruzaba la calle y chocando a otros automóviles. El chico se sintió todopoderoso en el auto último modelo de su padre y en ningún momento tomó conciencia de la responsabilidad que tenía al conducir. Al contrario, a medida que iba cometiendo más imprudencias, sus amigos lo festejaban como si se tratara de un “vivo” y “genio” al volante.
Cuatro años atrás, Kirchner se sorprendió de llegar a la presidencia, al punto que claramente terminó entrando por la ventana trasera. Salió segundo en las elecciones de 2003, con el 22% de los votos. Pero igual logró subirse al auto que Eduardo Duhalde le prestó.
En estos cuatro años, Kirchner hizo un uso imprudente del poder que se le delegó. Manejó y sigue manejando a su antojo los fondos de los contribuyentes. Usa la Casa de Gobierno como si fuera una tribuna política para denunciar enemigos que inventa en vez de impulsar la paz y la concordia entre los argentinos. Sumergió al país en una orgía de persecución política. Ignora la división de poderes que impone el sistema republicano de gobierno. Lanzó al país a un proceso inflacionario, lo que nos retrasa más de 15 años en esta materia. Se peleó con la Iglesia, el periodismo, los militares, la oposición y Uruguay. Se entrometió en la interna política de otros países. Presiona políticamente a la justicia para que falle de acuerdo a su gusto y paladar. Intervino el INDEC para que ese organismo le ponga una buena nota en inflación. Hizo de la falta de educación un “estilo K” que se tradujo en desplantes a representantes de otros gobiernos. Humilló a la República Argentina abrazándose con un violador sistemático de los Derechos Humanos como es Fidel Castro. Salió en defensa de los terroristas que en los 70 querían tomar el poder por las armas y asesinaron no sólo a militares y policías, sino también a civiles y niños inocentes e indefensos. Es decir, implícitamente, desde su investidura presidencial, reivindicó la violencia como forma de tomar el poder.
El listado de imprudencias puede seguir, aunque con estos ejemplos creo que es suficiente para advertir el riesgo con que está manejando un cargo que le fue conferido transitoriamente.
Se podrá argumentar que, hoy en día, Kirchner tiene una alta intención de voto en comparación a sus competidores y que goza de un elevado porcentaje de buena imagen. Es posible que los datos de las desprestigiadas encuestas arrojen esos resultados, pero, aun suponiendo que esos números sean ciertos, la pregunta es: ¿y qué? ¿Acaso el uso indebido e imprudente del poder deja de ser indebido e imprudente porque una parte de la población lo aplaude? Hitler y Mussolini también tenían gente que los seguía y los aplaudía.
Kirchner acaba de afirmar que espera que en las elecciones de octubre las urnas estén repletas de buena memoria. Yo le diría que no se engolosine con los votos porque su mentor político, Duhalde, también ganaba las elecciones en la provincia de Buenos Aires y sólo pudo llegar a ser presidente, al igual que él, entrando por la ventana, por más que en su último libro se esfuerce por aparecer como el salvador de la patria al cual recurrió la dirigencia política para enfrentar la crisis de 2001-2002.
En 1983, Ricardo Alfonsín ganó las elecciones con más del 50% de los votos y también creyó que eso lo autorizaba a hacer cualquier cosa y que él era el fundador del tercer movimiento histórico. Todavía recuerdo al radical Juan Manuel Casella diciendo que el país no podía perderse de tener un presidente como Alfonsín por un prurito constitucional, dado que en ese momento no estaba permitida la reelección. Alfonsín terminó fugándose del poder con el país sumergido en la hiperinflación, a pesar de haber llegado a la presidencia con el 51% de los votos.
La ceguera del poder no es de ahora. Viene de hace rato. Incluso Juan Carlos Onganía creyó que iba a ser el Franco de la Argentina y se iba a quedar para siempre en la presidencia. Leopoldo Galtieri lanzó al país a la guerra de Malvinas y la misma gente que lo vivaba en la Plaza de Mayo, unos días después, incendiaba la misma plaza. En 1995, Carlos Menem ganó las elecciones con el 50% de los votos, prácticamente duplicó el caudal de votos de quien salió segundo, y la gente ya sabía cuál era la política menemista.
Con esto quiero decir que Kirchner no debería entusiasmarse tanto con los votos y las encuestas porque el mismo electorado que le dio el voto a Menem en 1995 puede dárselo a él ahora y volver a cambiar en cualquier momento. ¿O todavía no advirtió la volatilidad del electorado?
Lamentablemente para los argentinos, Kirchner sigue muy entretenido jugando con el poder que se le delegó, mientras el país viaja mordiendo las banquinas y zigzagueando por el camino, y no hay nada a la vista que haga suponer que se vaya a cambiar la forma de conducir. Al contrario, mientras más le festejan su forma de manejar, mayores imprudencias comete el presidente y más enfrentamientos genera en la sociedad. Piensa que, como hasta ahora zafó de una catástrofe, puede seguir manejando de la misma manera.
El abuso de poder siempre se paga caro. Y cuanto más tiempo se cometen abusos, el costo crece geométricamente para quien los comete.
El presidente reclama memoria. Muy bien. Que haga memoria y recuerde cómo han terminado todos aquellos gobernantes que creyeron que el poder era para siempre y los habilitaba a abusar de él. No vaya a ser cosa que, cuando termine de chocar el auto y causar destrozos a diestra y siniestra, se baje del automóvil y trate de inventar algún nuevo enemigo para señalarlo como responsable del caos, porque ya nadie va a creer ese cuento. ©

El intervencionismo siempre engendra corrupción.


Antonio I. Margariti


La intromisión de las autoridades políticas en la actividad económica, un campo propio y específico de las personas privadas, no puede generar más que confiscación y dádiva.
En estos días, se están sucediendo una serie de hechos que ponen al descubierto las pústulas de la corrupción enquistada en el poder.
A medida que un gobierno sucede a otro, parecie ra que sus integrantes van adquiriendo mayor soltura para idear procedimientos destinados a quedarse con suculentos fondos de las arcas públicas.
La última innovación tecnológica en materia de corrupción es el ingenioso mecanismo del fideicomiso, que en los países de origen británico se denomina “trust”, es decir, confianza.
El fideicomiso fue, inicialmente, una disposición de la última voluntad de alguien que deja su fortuna encomendada a la buena fe de otro –denominado fideicomisario- para que, en tiempo y forma determinada, la transmita a un beneficiario o la invierta del modo que se le señala.
Pues bien, a partir del año 2002, esta institución sajona comenzó a ser intensamente utilizada en nuestro país por nuestros astutos gobernantes con el objetivo de escapar al control contable y la auditoría de los organismos que entienden en materia de presupuesto público: la Contaduría General, el Tribunal de Cuentas, la sindicatura de empresas públicas y la Auditoría General de la Nación.
Modus operandi de la corrupción
La estrategia de la corrupción por medio del fideicomiso comienza por munirse de leyes que otorgan la facultad de cobrar “cargos específicos” en facturas de servicios públicos a grandes y pequeños usuarios. Otra opción es cuando se sancionan leyes que delegan plenos poderes en los políticos para que estos dispongan de partidas presupuestarias a su antojo.
Estos importes son depositados en el Banco Nación como aportes irrevocables de un fondo de fideicomiso. El fideicomiso puede tener los fines más extravagantes y exóticos, pero siempre estará a cargo de un funcionario de absoluta confianza, vinculado al poder político de turno, con el título de fideicomisario.
El paso siguiente consiste en idearse una obra pública, cuanto más faraónica mejor porque hay más cuero de donde sacar lonjas. Luego, se encomienda a una empresa particular que prepare las bases para llamar a un concurso de precios privados, no-públicos, reservándose el derecho de autorizar el importe final y de recomendar a ciertos candidatos que entiendan cuáles son las señales del juego.
Casi nunca se opta por el precio menor, sino que se toleran sobreprecios muy altos que superan ampliamente el doble del costo presupuestado por técnicos razonables y sensatos.
De ese sobreprecio alguien, oculto fuera de la trama del fideicomiso, obtendrá beneficios que le serán pagados por un sistema subterráneo, a través de cuevas financieras o mediante testaferros insolventes, cuyo destino final es tan recóndito e indescifrable como los jeroglíficos egipcios.
Como, a su vez, las empresas participantes que aceptan las reglas del juego se ven obligadas a justificar contablemente el origen de esos fondos, apelan a la adquisición de facturas pro-forma otorgadas por empresas ficticias, debidamente registradas y autorizadas por la AFIP. Dichas facturas se cotizan entre el 5% y el 10% de su importe venal.
Así armada la parodia del fideicomiso, originariamente pensado para testamentar una fortuna a favor de un heredero privilegiado, la ingeniería financiera termina poniendo suculentas sumas de dinero en los bolsillos de personajes ocultos que nunca dan la cara.
Sin embargo, si el sistema es repugnante y digno de toda reprobación, mucho más grave y peligrosa es la aceptación social de la corrupción.
Cuando la sociedad civil parece resignada a tolerar estas muestras de podredumbre y finge creer en las declaraciones de que “se trata de una coima entre privados”, la partida está perdida.
Es cierto que, así, un gran número de integrantes de esa sociedad acalla su conciencia y quedan enmudecidos frente a un espectáculo por el que no muestran interés, puesto que siguen ganando dinero, haciendo buenos negocios y gozando de la buena vida.
El intervencionismo estatal
A lord Acton debemos aquella frase de “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Ahora podríamos actualizarla diciendo que “el intervencionismo estatal siempre corrompe tajantemente”.
Para decirlo más claramente, el intervencionismo siempre engendra corrupción. ¿Por qué? Porque significa una intromisión de las autoridades políticas en un campo propio y específico de las personas privadas: la actividad económica.
La economía es naturalmente una actividad entre particulares, que se desenvuelve dentro del derecho civil y el derecho comercial, nunca dentro del derecho administrativo. Y la corrupción es, inexorablemente, el resultado de la intervención del Estado en esa actividad económica.
Desde el punto de vista de los ciudadanos afectados, el intervencionismo produce estas dos consecuencias: confiscación y dádiva.
Es confiscación porque la intervención se basa en aquellos que deben pagar un tributo, soportar cargos específicos o asumir un costo que los demás no tienen. También es dádiva porque esa confiscación se traduce en un donativo que reciben los beneficiarios de los subsidios, los contratistas que certifican obras públicas con sobreprecios y los que reciben exenciones fiscales privilegiadas.
Siempre que hay intervención estatal habrá individuos o grupos sociales que se enriquecen a costa de otros o de sociedades privadas.
Los intervencionistas argumentan, sin ofrecer pruebas en contrario, que la acción del Estado se supone ecuánime y destinada al bien común de toda la población.
En cambio, la experiencia de años y años nos demuestra que indudablemente ninguno de los burócratas, funcionarios o mandatarios electos actúa de manera similar a los integrantes de un coro angélico.
Argumentar lo contrario no es nada más que una treta de pandilleros que todavía sirva para engañar a algunos incautos.
Los partidarios de la intervención estatal o de la “presencia reguladora del Estado”, como ahora se le llama, terminan siempre haciendo escarnio de las leyes escritas y de los principios morales atribuyéndose una intención más noble y elevada que la propia justicia en la defensa de los derechos del pueblo.
El político que decide intervenir en la vida económica siempre es egoísta. Tanto cuando pretende alcanzar el poder como cuando intenta ser reelegido, transferirlo a su cónyuge o adoptar una ideología populista para enmascarar sus propios intereses.
En un sistema crecientemente intervencionista, los funcionarios involucrados advierten súbitamente que sus decisiones pueden ocasionar graves pérdidas a los empresarios o proporcionarles pingües beneficios.
Entonces, comienzan a considerar que ellos son como la encarnación de la divina providencia que puede discernir premios y castigos.
Inevitablemente, cuando conceden licencias especiales, cuando distribuyen subsidios, cuando otorgan exenciones que no tienen todos los ciudadanos y cuando adjudican licitaciones con sobreprecios, esos políticos esperan conseguir, casi de inmediato, particulares retribuciones en dinero o específicos apoyos electorales. Por eso, siempre el intervencionismo estatal engendra corrupción.
Este pernicioso fruto fue advertido por dos personalidades completamente distintas. En el orden espiritual, por el propio papa Joseph Ratzinger, en cuya primera encíclica pastoral (Benedicto XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 28) pueden leerse estas afirmaciones: “El Estado no puede darte amor. Tu familia sí, porque es una comunidad íntima de amor y de vida entre personas concretas, de tu misma carne y sangre. El amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa… Siempre habrá sufrimientos que necesiten consuelo y ayuda y… siempre habrá soledad… El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se convierte en definitiva en una instancia burocrática que no puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido necesita: una entrañable atención personal”.
Por eso, para evitar el triste destino que nos depara la corrupción si no logramos extirparla como un tumor maligno, debemos reflexionar sobre las advertencias que formuló la otra personalidad mencionada, la excepcional filósofa rusa Ayn Rand en su libro “La naturaleza del gobierno”: “Cuando vean que para producir necesitan el permiso de quienes nada producen. Cuando vean que el dinero fluye hacia quienes trafican influencias y no a los que comercian honradamente. Cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la estafa y no del trabajo. Cuando vean que las leyes los amparan a ellos, en lugar de protegerlos a ustedes. Cuando vean que la corrupción permite el éxito social y que la honestidad se convierte en un sacrificio sin sentido, entonces sabrán que su sociedad está condenada a muerte”. ©

Antonio Margariti es economista y autor del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de Rosario.

mayo 29, 2007

Época de charlatanes


Por Jorge Valín


Mientras que los charlatanes siempre han sido proscritos en la sociedad, ahora son idolatrados por todos. La llegada de las elecciones municipales y autonómicas ha hecho aflorar esta especie. En este caso no nos venden la moto, sino el piso. Parece ser que el político que no ofrece varios miles de pisos no es nadie.Por ejemplo, Jordi Hereu, alcalde de Barcelona por el PSC, nos quiere vender y alquilar a precios de saldo 12.000 viviendas, los mismos que ha prometido la alcaldable okupa Imma Mayol (ICV-EUiA). CiU, unos 10.000 y ERC quiere poner 10.000 pisos vacíos en alquiler a modo de rebajas, un 10% más baratos que los del mercado. En Madrid, Alberto Ruiz Gallardón ha superado los records y promete dilapidar 1.800 millones de euros en vivienda para generar más de 158.000 pisos, 80.000 protegidos.
El problema de la vivienda no es nuevo y el PSC lleva casi 30 años en la alcaldía de Barcelona. Si la solución es regalar pisos, ¿por qué no ha hecho antes? ¿Tiene sentido que después de 30 años su lema electoral sea "nuevas ideas"? Están repitiendo lo de siempre y harán lo de siempre.
Lo que parece ignorar el votante medio es lo que no se ve económicamente de esta charlatanería. La vivienda empieza a bajar, y no sólo en España, sino en todos los países occidentales. No ha sido ningún político quien ha conseguido tal logro. Estas medidas que nos prometen, cuyo único fin es la compra de votos, sólo consiguen teledirigir la economía a caminos que no le convienen. España, y especialmente algunos lugares concretos, están teniendo buenos datos económicos gracias al sector de la construcción. Si la administración se dedica a vender pisos a precios por debajo de mercado, esto puede contribuir a acelerar un proceso bajista con las consiguientes pérdidas empresariales, proyectos incumplidos, quiebras y despidos de las empresas que trabajan en el libre mercado, especialmente las pequeñas.
Los políticos no harán bajar los precios dejando el resto de cosas iguales. Simplemente no pueden porque eso implicaría violar un sinfín de leyes económicas. Al intentarlo, sólo añaden un problema más a la economía y a la sociedad. ¿Es razonable seguir invirtiendo en un sector en su final de ciclo? Es la locura de un inconsciente.
España ha de huir de este tipo de producción y dejar que sea el mercado quien baje los precios liberalizando el suelo y eliminando leyes absurdas que sólo encarecen más los precios como la de no construir más de 5 plantas de pisos por bloque o dejar largas extensiones de zona verde. Las zonas verdes pueden ser muy bonitas, pero es mejor dormir en un piso que no verse obligado a pernoctar en una hermosa zona verde porque no nos llega el dinero ni para una triste habitación en alguna pensión cochambrosa.
Y cuando el impulso de nuestra economía, la construcción, se desinfle y todos los trabajos relacionados con este sector se pierdan, ¿qué prometerán los charlatanes? Seguiremos sin pisos y con una economía sin rumbo. Los niveles de productividad en España son preocupantes y esbozan un futuro no muy halagüeño. Han sido los políticos quienes han creado el germen de este desastre con sus promesas cortoplacistas, compra de votos y dinero barato.
Tal vez empieza a ser hora de que miremos más allá de la superficie y pensemos en la realidad. Los charlatanes nunca han hecho prosperar a ningún país ni han contribuido al beneficio de nadie que no sean ellos mismos. Si queremos alcanzar un cierto nivel de vida y mantenerlo después tendremos que ganárnoslo por nuestros medios y no exigiendo al Estado que robe a la comunidad para vivir a costa de ella. Los charlatanes siempre han sido parásitos para la sociedad; que ahora se hayan profesionalizado, vivan de nuestros impuestos y digan que lo hacen para nuestro bien no los convierte en nuestros salvadores. Siguen siendo nuestros verdugos económicos.
Fuente: Libertad Digital www.libertaddigital.com
Fuente: Instituto Juan De Mariana www.juandemariana.com
17/05/2007 -- Libertad Digital

La noche del calentamiento global


Por Francisco Capella




Antena 3 nos ha ofrecido en la misma velada el documental Cambio Climático: El impacto en España, y la película de catástrofes Infierno: Calentamiento global (una gigantesca bola de fuego procedente del Sol llega a la atmósfera terrestre y provoca una ola de sofocante calor). Un ejemplo más de la típica tendencia periodística a la exageración apocalíptica. Los índices de audiencia mandan. Según el guionista del documental el clima se está "recalentando": las facultades de periodismo hacen estragos con el lenguaje. Ningún experto de los que han consultado tiene ninguna duda sobre lo que está sucediendo y lo que hay que hacer: algo extraño en científicos, porque un tema tan vasto y complejo da para muchas incertidumbres (quizás convenga un prudente escepticismo y actitud crítica). Se afirma poéticamente (y patéticamente) que cada cambio, por minúsculo que sea, afecta a todos los seres vivos: pero la ciencia consiste en establecer y distinguir relaciones relevantes, no vale el "todo está relacionado".
Vivíamos en el clima perfecto (qué casualidad) sin saberlo, porque todos los cambios que pueden producirse se presentan como negativos. Tal vez sea que los posibles beneficiarios de un clima más cálido prefieren callar, y que todo el que tiene algún problema o perjuicio lo achaca al cambio climático a ver si Papá Estado se lo soluciona o indemniza.
La fibra sensible se toca de forma facilona recurriendo a los niños: "I love Kyoto" pinta uno que parece saber mucho del tema para su tierna edad (¿o quizás le han dicho lo que debe pensar?). Se lanza la pregunta de si tendrán alimentos, agua, y oxígeno en el futuro: no es broma.
En España probablemente habrá más olas de calor, pero se silencia que también habrá menos olas de frío, que son bastante más peligrosas para los seres humanos. El misterio de las abejas desaparecidas es probable que se deba a un parásito, pero se relaciona con el cambio climático: por si cuela, todo es posible. Algunos osos no han hibernado este último invierno tan benigno: tiene que ser muy malo seguir activo y pudiendo alimentarse. Parece que hay aves que se ahorran alguna migración porque ya no tienen que huir del frío: espantoso. Los fenómenos más extremos (sequías, lluvias torrenciales, huracanes, tornados) son muy espectaculares y se asegura que se intensificarán, pero en este ámbito la incertidumbre científica es grande. Tal vez haya menos precipitaciones en la península (las predicciones globales son al revés, de más precipitaciones), pero no se menciona que el problema del agua es que no se economiza porque no hay derechos de propiedad, ni mercados libres, ni precios; a cambio se ofrece moralina y concienciación.
Algunas especies podrían desaparecer (hasta un enorme 30%, según algunos), pero se trata de especulaciones teóricas sin contrastación empírica (cambios climáticos precedentes no produjeron tales catástrofes ecológicas). Muchos seres vivos se ven afectados más por la invasión humana de sus hábitat que por el cambio climático. Nos asustan con los mosquitos, el paludismo y la malaria, que se dan en zonas frías y que tienen mucho más que ver con condiciones sociosanitarias. No tiene nada que ver con el cambio climático, pero aumenta el cáncer de piel y nos lo cuentan (quizás se deba a que la gente toma más el sol, pero no nos lo sugieren). James Lovelock se queda tan tranquilo prediciendo que sólo sobrevivirá el 20% de la población mundial actual (migraciones, guerras). Al menos defiende la energía nuclear, pero se nos repite la falacia de que no está resuelto el problema de los residuos radiactivos.
Se insiste especialmente en el aumento del nivel del mar, con efectos especiales que muestran cómo se inundan zonas costeras e incluso alguna ciudad marítima. Se afirma que una elevación de un centímetro implica un retroceso de las playas de un metro, y como se prevén unos 40 centímetros de elevación en los próximos cien años se teme que muchas playas desaparecerán: se ignora que el nivel del mar lleva milenios subiendo a un ritmo parecido al actual (y las playas son entes dinámicos que no han cambiado tanto), y se olvida que los seres humanos pueden proteger o regenerar las playas y proteger con diques las zonas más delicadas. La gente sigue comprando viviendas cerca del mar (ZP da ejemplo); no parece que les preocupe demasiado la posible elevación de las aguas.
Se critica que la gente derrocha recursos como si fueran ilimitados (no se habla de escasez, derechos de propiedad, precios) y se recomienda eficiencia y ahorro, cosas de sentido común que el desarrollo tecnológico y la acumulación de capital consiguen por sí solos (aunque quizás el consumo total de energía siga creciendo en contra de los deseos de algunos ecologistas, porque la gente aspira a vivir mejor y esto suele ir asociado con más consumo energético). Se proponen energías renovables, que tal vez sean las del futuro, pero que no son las del presente porque aún son muy caras y sólo subsisten por cuantiosas subvenciones estatales. Parece que no hay peor catástrofe que no hacer nada, pero quizás lo sea hacer algo equivocado.
Fuente: www.libertaddigital.com

Internet se colapsará (otra vez)


Por Daniel Rodríguez Herrera -


Hace poco, una empresa llamada Procera Networks ha asegurado que Internet está cerca del límite de su capacidad y que, por tanto, a finales de año la cosa se vendrá abajo. Las únicas posibilidades de salvación son la inversión de una cantidad absurda de dinero en infraestructuras o confiar en las fabulosas y extraordinarias aplicaciones que, casualidad de las casualidades, coinciden con los productos que ofrece la compañía.Sin embargo, aunque en este caso las razones para predecir la hecatombe sean tan tontorronas, las afirmaciones sobre el fin de Internet tienen una larga tradición desde que Bob Metcalfe hiciera la suya allá por 1995. No era un cualquiera. Había fundado 3Com, una de las empresas líderes en la fabricación de los componentes necesarios para hacer funcionar Ethernet, el sistema de redes que había creado en 1973. Puede que a muchos de ustedes eso de Ethernet les suene de algo, pero no acaben de saber a qué. Es sencillo: cuando conectan un cable de red a la clavija de red de su ordenador, no se están conectando a otra cosa que a una red Ethernet, omnipresente en casi todas las instalaciones domésticas y empresariales.
La base del invento de Metcalfe es llevar la simplicidad máxima al diseño de la red. Cuando un ordenador quiere enviar algo a otro punto de la red simplemente lo hace y espera que le llegue la confirmación de que ha llegado a su destino. Si no la recibe en un tiempo determinado, asume que el envío no tuvo éxito, seguramente porque al mismo tiempo algún otro ordenador decidió enviar otra cosa, produciéndose una interferencia, de modo que lo vuelve a intentar hasta que lo consigue.
Es simple, sí, pero también tiene un innegable aire de chapuza. ¿Cómo estar seguros de que la cosa no va a fallar cuando más la necesitas? Simplemente, no se puede. De ahí que, desde entonces, se hayan creado varios intentos de sustituir a estas redes tontas por otras más inteligentes. En 1986, IBM lo intentó con Token Ring. Era un sistema excelente, en teoría, aunque más complicado de instalar y más caro. Eso sí, ofrecía toda serie de garantías. Lleva sufriendo una muerte lenta casi desde que se inventó. Después llegó ATM, un sistema bien ingenioso que tampoco ha conseguido triunfar sobre las redes tontas.
El sistema de Ethernet triunfó porque convirtió las redes en algo carente por completo de inteligencia, que se limitan a transmitir información sin más, obligando a los extremos de la red a hacer la mayor parte del trabajo. Pensemos en las redes telefónicas, con sus sofisticadísimas centralitas y protocolos de conexión. Resulta que, en toda su complejidad y sus garantías de buen funcionamiento, sólo servían para una cosa: hablar por teléfono. A las redes tontas, en cambio, hay que enseñarles cómo funcionar, pero sirven para todo, permitiendo una explosión de creatividad en los servicios que se pueden prestar con ellas. Y, como dijo en su día el propio Metcalfe, por mucho que en teoría no debieran funcionar, en la práctica lo hacen.
Sin embargo, el creador de Ethernet perdió eventualmente la fe en las posibilidades de su propia creación, pensando que sería sustituida por redes de tipo ATM. De ahí que predijera el colapso de Internet, una red tonta que interconecta otras redes tontas. Se equivocó, pero cumplió su promesa y se comió el artículo en el que había hecho su vaticinio. Ahora, Procera Networks augura que a finales de año Internet se vendrá abajo. La especialidad de la empresa, por si no lo habían adivinado, es "aplicar inteligencia a la red". Cuán sorprendido me hallo.


15/05/2007 -Libertad Digital

La contradicción del bien común


Por Jorge Valín


Hace pocos meses un senador del Estado de Nueva York propuso una ley que pretendía prohibir a los ciudadanos escuchar música por la calle. Para el senador, cuando alguien escucha música, mira su PDA o juega con su videoconsola portátil queda abstraído del entorno, lo que puede provocar que le atropelle un coche o, aún peor, que provoque un accidente.La cuestión fue enfocada por el senador igual que se hace aquí, clamando por el civismo, la seguridad y el bien común. Para el artífice de la propuesta, Carl Kruger, la actitud incívica de llevar gadgets electrónicos "es un problema nacional". En cinco meses, según Kruger, murieron en Brooklyn tres peatones en accidente de tráfico por usar este tipo de aparatos. La solución del senador era que los iPod, BlackBerry, reproductores de MP3 y artilugios similares sólo pudieran ser utilizados por corredores, ciclistas, peatones, etc. en los parques de la ciudad. Lo que se le escapó al senador fue prohibir mirar la hora del reloj, que también puede distraer. Tal vez la razón es que no escucha música, pero sí mira la hora. Pensará usted que esta anécdota no es más que otra salida de tono de otro político extranjero, pero es que aquí ya tenemos una ley en vigor muy parecida. Esta semana, un peligrosísimo profesor de educación física en Gijón ha sido multado con 552 euros y la retirada de nueve puntos del carné de conducir por realizar la "suicida" actividad de pasear con su bicicleta mientras escuchaba música. La administración se ha defendido alegando algo muy similar a lo que dijo el senador Kruger hace unos meses.
Los amantes de la represión gubernamental y resto de socialistas celebran con cava este tipo de agresiones contra el hombre libre porque representan una victoria del bien común, pero cuando se producen desastres mucho peores cuya causa son los políticos simplemente miran en otra dirección.
Esta legislatura está marcada por la corrupción urbanística en la que han participado políticos de todos los partidos, donde hay implicados altos cargos del Gobierno. El sectarismo de organizaciones paragubernamentales como la CNMV. La unión del Gobierno, medios de comunicación y otras empresas privadas para derrocar a empresarios o una irresponsable política económica basada en el corto plazo que todos vamos a pagar. Parafraseando a nuestro amigo el senador Kruger, esto sí que "es un problema nacional".
Estos desagradables acontecimientos que provienen de la política traspasan nuestras fronteras y provocan serios daños a todo el país. Una situación económica inestable, marcada por el intervencionismo y la corrupción, es el disuasorio perfecto para todo inversor extranjero y nacional. En estas semanas la bolsa ha bajado, entre otras causas, debido a las fuertes ventas de las grandes instituciones extranjeras que están viendo a España como un país de opereta.
Esto es lo que ocurre cuando esperamos que nuestra mayor molestia, el Gobierno, solucione los problemas nacionales e instaure la felicidad por medio de la ley. El resultado es el caos. El problema de España no es el ciclista que circula con auriculares, ni los que fuman en lugares públicos ni los top manta, sino una clase política que tiene barra libre para hacer lo que quiera y se mete en nuestras vidas con cualquier excusa trasnochada. Si el ciclista de Gijón tendrá que pagar más de 500 euros por "circular mal" con su bici, ¿qué tipo de sanción ha de tener José Blanco por facilitar la corrupción urbanística, Conthe por permitir el acoso institucional a empresarios o el Gobierno por saltarse leyes europeas en su beneficio y en el de sus amigos? ¿Realmente cree que van a pagar por el daño que han ocasionado al país?

Fuentes: Libertad Digital www.libertaddigital.com
Instituto Juan De Mariana www.juandemariana.com

El poder de la prensa


Por Alberto Illán Oviedo


A finales de la década de los años sesenta del siglo XX, Jane Fonda, Tom Hayden, Susan Sontag y otras personalidades del mundillo intelectual de izquierdas de los Estados Unidos apoyaron una campaña totalmente sectaria en contra de la Guerra de Vietnam. El Gobierno norteamericano llevaba años embarcado en un escenario bélico en el que la mentira y la manipulación, pero sobre todo la falta de una estrategia clara, con una política basada en ciertos principios, corrompían una lucha que moralmente era entendible e incluso necesaria, la lucha contra el totalitarismo comunista.
Los medios de comunicación, dominados por una visión progre, liberal desde la perspectiva estadounidense, ayudaron a crear buena parte de la mitología del Vietnam, ocultando hechos como las fosas comunes donde los norvietnamitas apilaban a miles de ciudadanos asesinados por el Vietcong y retransmitiendo ciertas acciones del ejército de su país que, sin el debido contexto, sólo parecían actos de barbarie de una nación que se decía democrática pero bombardeaba con napalm a niñas inocentes, con unos aliados corruptos capaces de ejecutar en la calle y de un tiro a un supuesto traidor. Y así, mientras Jane Fonda visitaba Hanoi y desde la radio enemiga instaba a sus soldados compatriotas a abandonar la lucha, mientras Peter Arnett creaba su propia leyenda a base de contar sólo lo que le interesaba, en Vietnam del Norte nadie se atrevía a criticar la forma de llevar la guerra de Ho Chi Min, nadie instaba al pacifismo a los soldados y guerrilleros, nadie llamaba la atención por el elevado número de muertos que se producían entre sus propios compañeros en cargas suicidas y batallas perdidas de antemano.
Culpar a la prensa de la derrota norteamericana en Vietnam sería un ejercicio de cinismo por mi parte; la culpa la tuvieron una sucesión de gobiernos que no se atrevieron a ser contundentes, sino que crearon una especie de sangría que duró décadas. Sin embargo, sí se puede asegurar que los periodistas contribuyeron a este desenlace. Este ejemplo del poder de la prensa en un país con un elevado grado de libertad es interesante en dos sentidos.
Cuando existe una división de poderes, cuando existen unas instituciones que favorecen la libertad y protegen la propiedad de las personas se generan corrientes de opinión dentro de la prensa libre que pueden hacer tambalearse al Gobierno más duro, se invita al análisis y a la crítica de forma que se mejoran, al menos en teoría, las políticas que se desempeñarán en una situación similar en el futuro. La pluralidad de opiniones críticas favorece la pluralidad de soluciones. Sin embargo, la visión progresista imperante en los medios de comunicación ayudó a crear una paradoja: mientras en las encuestas la mayoría del pueblo americano era favorable a la intervención contra el comunismo, en los medios imperaba una línea editorial muy diferente, lo que obligaba a los políticos a tomar decisiones estúpidas desde la perspectiva política, presupuestaria y militar. Los medios de comunicación ocultaron información al ciudadano y es posible que si todas las versiones hubieran tenido la suficiente cobertura mediática, los gobernantes norteamericanos, tan dependientes de la reputación en los medios audiovisuales, podrían haber considerado otras opciones y los resultados desde luego hubieran sido diferentes.
Dos ejemplos recientes pueden ilustrar este comentario y demostrar que cuando una sociedad es libre la crítica al gobierno la hace más fuerte y cuando, por el contrario, el Gobierno y el Estado impiden esta libertad, la sociedad se empobrece. El papel del Gobierno de Ehud Olmert en la última guerra que ha librado Israel en el Líbano ha sido objeto de las críticas de la prensa y de los israelíes. Lo han calificado de ineficiente y peligroso para las tropas que allí intervinieron, que los objetivos fijados no se alcanzaron y que de alguna manera todo sigue igual, lo que ha obligado al primer ministro a rendir cuentas y defenderse. Esta actitud crítica, que ya se dio en otros conflictos entre Israel y los estados musulmanes circundantes, es la que ha permitido al primero ganar todas las guerras, obtener el apoyo mayoritario de su pueblo y convertir este estado en el abanderado de Occidente en Oriente Medio.
Muy diferente es la situación en la cada vez más bolivariana Venezuela donde el sátrapa Hugo Chávez ha decidido eufemísticamente no renovar la concesión a la cadena Radio Caracas Televisión (RCTV) reduciendo así la cantidad y la calidad de la información a los venezolanos, eliminando la última cadena importante que mantenía una actitud crítica al régimen, demostrando de una manera trágica y extrema que el Estado no puede tener ninguna capacidad para imponer, quitar y poner medios, controlar los contenidos o aliarse con determinados grupos de información cercanos a sus ideas, y que la democracia puede degenerar en un totalitarismo fortalecido por las urnas.
Fuente: Instituto Juan De Mariana

Cómo terminar con el Estado de Bienestar


Por José Carlos Rodríguez

Básicamente hay dos ideologías en el mundo: la de la libertad y la del poder, y dos actitudes personales: la responsabilidad y la servidumbre. El Estado de Bienestar es el poder y la servidumbre disfrazados, eso sí, de generosidad (con lo ajeno, claro) y ciudadanía.Esto último pasa por que cada uno exija "sus derechos", en el entendido de que esos derechos se extienden a lo que produzcan los demás. Cómo es posible que haya quien defienda el Estado Providencia hablando de ética y de moral es todo un misterio.
En cualquier caso, ni lo necesitamos, ni tenemos porqué estar atados a él para siempre. Hemos llegado, en todas las democracias, a una situación en que convertir los deseos de la gente en "derechos" ha ido tan lejos que apenas nos lo podemos permitir. Le vemos las orejas al lobo, pero los políticos, que no ven más allá de las siguientes elecciones, no quieren prestar su voz para las malas noticias.
Pero eso no quiere decir que no se pueda hacer nada desde la política. Sólo tenemos que mirar al caso de los Estados Unidos. Clinton prometió "acabar con el Estado de Bienestar tal como lo conocemos", pero seguramente jamás pensó en reformarlo muy en serio. Se vio forzado por la llamada "revolución conservadora" liderada por Newt Gingrich, que le obligó a hacer una revisión a fondo de las ayudas asistenciales. Eran tan generosas que amplios sectores se esforzaban más en entrar en la casilla correspondiente a una subvención que en ganarse la vida con su esfuerzo. Y es que el mensaje era bien claro: si usted, por ejemplo, logra quedarse embarazada y huye tanto del matrimonio como del mercado de trabajo, nosotros le aseguramos una renta. En esas condiciones, ¿quién querría salir adelante por sus propios medios? Gingrich y su "Pacto con América" querían cambiar esa situación.
Por eso forzaron al presidente a firmar Ley de la Responsabilidad Personal y la Reconciliación de las Oportunidades del Trabajo en el verano de 1996. Habría ayudas, sí, pero cada Estado podía elegir si condicionarlas a la obtención de un trabajo, o incluso de imponer un plazo máximo de cinco años viviendo del dinero de los demás. Unos pocos Estados comenzaron por llevar el sistema a la práctica, con un éxito que sólo se puede calificar de rotundo. Pronto comenzaron a seguirles otros.
En 2002, sólo seis años después de comenzado el programa, casi el 60 por ciento de las familias que vivían del dinero público pasaron a hacerlo por sus propios medios. ¿Han caído en la miseria de la que apenas les salvaban las ayudas públicas? Nada de eso. Precisamente entre las madres solteras el nivel de pobreza ha caído del 46 al 28 por ciento y, en esos seis años, pese al aumento de la población, el número de "pobres" descendió en 1,6 millones de personas.
O, simplemente, como he propuesto en otro lugar, sumemos el gasto social y dividámoslo por cada español mayor de 18 años. Con ello devolveríamos a los españoles todos los años unos 5.000 dólares, que podrían ser incluso más si excluimos a las rentas más altas. Imaginemos, además, todos los recursos destinados a gestionar esta bicoca puestos a producir riqueza en el mercado en vez de redistribuirla. ¡Lo que íbamos a ganar!
Fuente: Libertad Digital
Publicada el: 13/05/2007

mayo 27, 2007

Necesidad de crear un partido libertario

En la República Argentina o tal vez sea mejor decir ex República Argentina, no hay un sistema plural de partidos políticos. Los partidos políticos tradicionales como: Justicialista, Unión Cívica Radical, Socialista, Pro, ARI, etc, son todos partidos colectivistas en mayor o menor grado. Estos partidos actuales son como lineas internas de un gran partido "Social Estatista" no formalizado como tal, pero que existe en los hechos. Todos los partidos buscan resaltar o engrandecer el papel del gobierno. Todos juran respetar, defender y hacer cumplir la Constitución Nacional, sin embargo no lo hacen. La Constitución de 1853 es lo más alejado del colectivismo. El estatismo ha sido el factor común a todos los partidos desde 1916. El Estado argentino ha quedado totalmente desnaturalizado en su estructura actual respecto de lo intituído por la Constitución originalmente. Estas políticas estatistas en 80 años no han conseguido absolutamente nada beneficioso, han ido de fracaso en fracaso, han destruído la moneda, han saqueado la riqueza producida por los ciudadanos y las han distribuído entre quienes no producen nada, han creado una cultura de dependencia de gente respecto del Estado y en la creencia de que solamente este puede traer soluciones a problemas comunes por medio del gobierno.

El agrandamiento del Estado ha dado magnificas oportunidades para criminales, vagos y ladrones para enriquecerse a expensas de los productores, que han acomodado la legislación a sus intereses y desnaturalizado totalmente el papel del Estado. Las políticas populistas estatistas y de índole colectivista, tales como control de precios, restricciones al comercio, imposición de salarios mínimos, política prosindical y antiempresa, han sido comunes a peronistas, radicales, y militares. También ha sido el factor común en los gobiernos provinciales con partidos políticos provinciales. Todos los partidos tienen en común las ideologías socialistas de principios del siglo XX, que han fracasado rotundamente en todo el mundo, sin embargo insisten en su aplicación. Son los partidos políticos menos evolucionados y menos representativos de la ciudadanía. Carecen de programas, sin embargo abundan los slogan vacíos de contenido.

Desde 1916 , Argentina no tiene un partído defensor de la libertad en sentido amplio, es decir libertad individual, libre empresa, comercio libre, y que procure mantener al Estado en el papel que solamente el sector privado no puede ejercer, como: justicia, defensa, mantenimiento del órden interno, es decir un partido que defienda en todo su derecho la vigencia de la Constitución Nacional.
Han surgído partidos políticos organizados por gente de tendencia liberal, más bien no socialistas que liberales, pero todos han fracaso porque han tenido como meta recibir una dádiva del Estado; no han tenido ningún reparo en negociar o pasarse a otro partído tradicional a cambio de un puesto en el gobierno o de conseguir una ventaja fiscal o subsidio para sus empresas. Argentina necesita tener otra vez un partido que defienda la Constitución. Necesita tener un partido libertario, que termine con todas las triquiñuelas y vicios que mantienen los partidos polítcos tradicionales, restablezca el imperio de la ley y vuelva a poner en Estado en su lugar. Debería ser un partido que no se deje tentar por el poder, sino para limitar y poder.

Comercio dirigido por el Tío Sam

Por Carlos Ball

En Washington, los funcionarios y políticos de ambos partidos no solamente le han dado la espalda al libre comercio, sino que abiertamente distorsionan el lenguaje, intentando disfrazar lo que hacen. El idioma oficial de Washington se ha transformado en una sofisticada y moderna versión de “newspeak”, el lenguaje descrito por George Orwell en su novela “1984”, donde el ministerio de La Verdad se dedicaba a propagar la mentira.
En Washington, “libre comercio” significa ahora proteger con aranceles, cuotas y prohibiciones de importación a ciertos y determinados grupos, como agricultores y poderosos sindicatos, y también a quienes contribuyen con grandes sumas de dinero a las campañas electorales de ambos partidos.
Pero comerciar en realidad significa comprar y ofrecer en venta los mejores productos posibles, a precios que generen la mejor combinación de volumen y utilidades. Lamentablemente, para Washington el intercambio comercial es secundario a la imposición a otros países de ciertas y determinadas normas laborales, según los deseos de los sindicatos de EE.UU., y de parámetros ambientales que a menudo se basan en la propaganda de los verdes.
Ni a los políticos ni a los funcionarios les preocupa que imponer tan absurdas trabas al intercambio comercial nos obliga a todos a pagar más por lo que compramos y a tener acceso a menor variedad e inferior calidad de los bienes y servicios que adquirimos.
Esos mismos políticos y funcionarios de Washington nos repiten incansablemente lo mucho que les preocupa el hambre, las enfermedades y la pobreza de los países en desarrollo, mientras que por debajo de la mesa hacen todo lo necesario para que la gente de esos países pobres no logre exportar a Estados Unidos los productos y servicios que puedan amenazar los intereses de ciertos grupos empresariales y de sindicatos políticamente poderosos.
Claro que los latinoamericanos preferirían trabajar bajo las reglas, horarios, condiciones y modernas tecnologías que predominan en este país, como también que todos sus hijos fuesen a la escuela y a la universidad, en lugar de trabajar desde temprana edad.
Pero la realidad histórica es que las condiciones predominantes hoy en Estados Unidos se deben a que la economía creció aceleradamente y se logró acumular suficiente capital invertido para disparar la productividad de los obreros, lo cual a la vez permitió el aumento de salarios y demás beneficios que hoy disfrutan los trabajadores norteamericanos. Hace 100 años no existía en este país un Estado benefactor, regulador y controlador que impidiera que los jovencitos se quedaran recogiendo la cosecha en la granja de la familia, en lugar de asistir a clases, ni tampoco existían poderosos sindicatos que obligaran a Henry Ford a pagar 75 dólares la hora y formidables jubilaciones a los obreros que ensamblaban el Modelo T. Debido al creciente proteccionismo y dirigismo económico en Estados Unidos, la apertura comercial se ha reducido a pequeños y exageradamente complicados y detallados acuerdos binacionales, donde prevalece
la defensa de los intereses de minorías favorecidas y se da la espalda a principios fundamentales del libre comercio.
Los políticos utilizan cualquier excusa. En una carta enviada recientemente a Susan Schwab, la funcionaria encargada del comercio exterior, el congresista demócrata Charles Rangel, presidente del comité más importante de la Cámara de Representantes, Comité Medios y Arbitrios, expresó lo problemático que es firmar un acuerdo comercial con Colombia, mientras el gobierno de ese país no combata más efectivamente la criminalidad. ¿Qué tienen que ver los secuestros de las FARC y delitos de los paramilitares con que los norteamericanos puedan adquirir libremente los productos colombianos que quieran?
¿Qué pensaría el congresista Rangel si el gobierno colombiano le pregunta por qué siguen habiendo tantos más crímenes en los barrios negros y latinos de Washington, Nueva York, Chicago y Detroit?
¿Acaso sería esa una razón válida para que América Latina recorte sus importaciones de Estados Unidos?

Carlos Ball es Periodista venezolano, director de la agencia de prensa AIPE (www.aipenet.com) y académico asociado del Cato Institute.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE) © Todos los derechos reservados. Para mayor información dirigirse a: AIPEnet

mayo 26, 2007

La libertad de prensa amenazada en Venezuela

A sólo horas del cierre previsto para el canal de telelevisión "Radio Caracas Televisión", dispuesta por Hugo Chávez, una multitudinario manifestación se congregó en las calles de Caracas para manifestar el cierre de este medio. Recientemente el Senado de los Estados Unidos , el Parlamento Europeo y la Sociedad Interamericana de Prensa han enviado exhortos al gobierno venezolano manifestando su rechazo al cierre del canal. Estos exhortos se unen a otros provenientes de diversos congresos,parlamentos y de instituciones políticas de diferentes lugares el mundo. En tanto el ex presidente Vicente Fox de México ha dicho que Venezuela se encamina rápidamente hacia la dictadura. El gobierno venezolando ha declarado que no renovará la licencia de RCTV por considerar que este se ha vuelto peligroso para Venezuela. Una manifestación organizada por seguidores de Chávez se reunió también en Caracas para demostrar las violaciones a la ley que la emisora ha cometido. Pero en una democracía hay libertad de palabra, ¿porque esta prohibición de transmitir?. RCTV no se ha vuelto peligrosa para Venezuela, sino peligrosa para el tirano Chávez. RCTV, nunca se subordinó como otros medios de difusión a los dictados de Chávez. RCTV es una amenaza para la corrupción predominante en el gobierno de ese país y que Chávez protege. Este atropello de Chávez contra la libertad de prensa, es uno más a la larga lista de atropellos contra los principios republicanos. Chávez ha fulminado la división de poderes; ha impuesto una constitutción a su gusto y conveniencia;está despilfarrando los recursos de esa nación en clientelismo, para tener a la gente sometida bajo su yugo; está comprando empresas privadas que están ansiosas por vender y fugar sus capitales al extranjero y poniendo al país a una mayor dependencia y subdesarrollo; está usando los ingresos provenientes de los elevados precios del petróleo para financiar su influencia en el continente en lugar de usar esos fondos para desarrollar la economía de su país.
La mordaza contra la prensa, junto a la persecución de la oposición, y un Congreso que es una farsa total elegido solamente por el 19% de los votantes y sin miembros opositores al régimen, no es lo mejor para ese país. La política de confrontación que Chávez a adoptado contra otros paises del continente no trae buenos augurios para Venezuela en el futuro.

El salario mínimo. Lo aumentan en EEUU

El Congreso de los Estados Unidos de mayoría demócrata ha aumentado el nivel de salario mínimo por hora elevándolo de u$s 5.15 por hora a u$s 7.25, aunque una parte importante de los republicanos en ambas cámaras del Congreso ha votado a favor de elevar el salario mínimo. El aumento es escalonado e inicialmete se elevará en u$s 0.70 este año, otros u$s 0.70 en el año 2008 y u$s 0.70 en el año 2009. El presidente George W Bush firmaría el proyecto que pondría en vigor la el proyecto con fuerza de ley. La propuesta fue votada por 280 votos a favor y 142 en contra en la Cámara de Representantes y 80 a favor contra 14 en el Senado.

Es el periodo más largo en la historia sin aumentos del salario mínimo desde que fue establecido por primera vez en 1938. Es lamentable ver que el gobierno de los Estados Unidos haya recurrido a repetir el error de renovar este instituto del salario mínimo pese a sus repetiodos fracasos. El salario mínimo no ha servido nunca para los fines de su creación, tampoco ha sido favorable a los trabajadores. Actualmente el salario por hora está muy arriba del precio indicado por la ley, ¿entonces para que establecer un salario mínimo si el mercado con la libertad de las partes contratantes ha sido capaz de elevar el precio por encima? No hay respuesta, es sólo un pretexto de los políticos para hacerle creer a la opinión pública de que están preocupados por el bienestar de los trabajadores.

El establecimiento del salario mínimo por primera vez en 1938 en los Estados Unidos, no ha servido de nada, sino lo contrario se ha vuelto en perjuicio del mismo trabajador. Las empresas demandantes de mano de obra han preferido tomar mano de obra de trabajadores no sindicalizados que ofrecen su trabajo entre el 10% y 19% debajo de los niveles acordados por los convenios colectivos entre empresarios y sindicatos. El salario mínimo puede convertir en papel mojado convenios colectivos, hace inflexible el precio de la mano de obra hacia la baja, en tiempos donde el desempleo es alto y que puede resolverse con una mínima reducción del precio de la mano de obra. Despúes de la "Gran Depresión" económica de 1929, se produjo un elevado desempleo en los Estados Unidos, en promedio 20%, pero en algunas zonas del interior llegó al 50%. El gobierno populista de entonces, conducido por Franklin D. Roosevelt quién puso en vigor la "Ley de Salario Mínimo", sólo pudo resolver el desempleo recurriendo a políticas propias de todos los gobiernos populistas, como: devaluación de la moneda y renuncia al patrón oro, contrucciónes de obras públicas faraónicas sin utilidad alguna o antieconómicas por sus bajos rendimientos producto de sus elevados costos de contrucción y los beneficios que producen, y agrandamiento del papel del gobierno es muchos aspectos. Fueron los despilfarros gubernamentales quienes bajaron el índice de desempleo, porque el mercado de trabajo tenía una limitación, no era libre; el salario mínimo era la limitación porque impedía que la demanda de trabajo (lo que las empresas demandan) se igualara con la oferta de mano de obra (cantidad de trabajadores disponibles); la demanda de trabajo era menor a la oferta por las consecuencias de un precio de mano de obra más elevado, y el resultado era que una parte considerable de los trabajadores se quede sin trabajo.
La elevasión del precio del salario mínimo es un perjuicio para los trabajadores poco calificados, aunque el gobierno pretenda beneficialos. La elevasión hará que las empresas demandantes reduzcan sus demandas de trabajo y dejen a mayor cantidad de gente sin trabajo. El salario mínimo es algo que los gobiernos deben abandonar definitivamente y no renovar su vigencia.

mayo 22, 2007

Videos prohibidos de Kirchner


Por Marcelo López Masía
Para revista Noticias.

Realizó el documental 'Serás lo que has sido' que NOTICIAS presentará. Imágenes inéditas y comprometedoras de su paso por Santa Cruz. ¿Cómo era antes el Presidente?
Llegó por primera vez a Santa Cruz en abril del 2003, cuando el resultado de la primera vuelta para las presidenciales había dado ganador a Carlos Menem y segundo a Néstor Kirchner. Marcelo López Masía (43) trabajaba en Canal 9 y Mariano Grondona lo había enviado a la provincia patagónica para conocer mejor al por entonces gobernador de apellido difícil. No tenía preconceptos ni sabía con qué se iba a encontrar. “Apenas llegué –recuerda hoy- pude hablar con todo el arco opositor, pero no me atendía nadie del oficialismo, se me escapaban todos. Yo quería preguntarles, entre otras cosas, cuántos eran y dónde estaban los millones de Santa Cruz depositados en el exterior. Nadie respondía, ni De Vido, ni Zannini, ni Alicia Kirchner, ni Waldo Farías, que era el ministro de Economía. El día antes de regresar nos enteramos que había un acto, un acto del cual sólo habían avisado a periodistas amigos. Fuimos con mi camarógrafo y allí estaban todos, pero nadie se paraba a responder. Por fin, cuando llegaba a preguntarles sobre el dinero de la provincia, uno me respondió que eran 500 millones de dólares, otro me dijo 700 y un tercero me dijo más de 1.000. Eran ministros y diputados, y ninguno sabía con exactitud cuánto era el dinero que la provincia que representaban tenía depositado en el exterior, ni tampoco dónde estaba.”Documental. Las imágenes que López Masía filmó forman parte de un documental que ya está en etapa de edición y que NOTICIAS presentará en las próximas semanas. Allí se ve el momento en que el periodista llega con su micrófono frente a Kirchner y le pregunta respetuosamente: “Gobernador, ¿podemos dialogar con usted?”. La insólita respuesta no se la dirigió a él sino a sus enfervorizados seguidores: “Compañeros, no caigan en la provocación”. Su respuesta transparentaba lo que se conocería luego sobre cómo Kirchner interpreta el rol del periodismo: una invitación al diálogo era -¿y sigue siendo?- una provocación. Lo que parecía una respuesta desmedida, una invitación a la violencia, lo fue. A continuación se ve a López Masía en el suelo, recibiendo insultos y patadas.


En Buenos Aires, mientras tanto, se conocía que Menem se bajaba de la segunda vuelta y Mariano Grondona recibía una propuesta del kirchnerismo: si no emitía el papelón de Santa Cruz, el futuro presidente iría al programa. Grondona respondió que Hora Clave pasaría una síntesis de lo sucedido y que Kirchner podría ir para responder. El informe se emitió y Kirchner nunca fue.El periodista sintió desde su regreso, que algo había cambiado para él en Canal 9. Le empezaron a encargar informes que luego no salían al aire, al mismo tiempo que la emisora de Daniel Hadad se acercaba al Gobierno. Un día del año 2006 comprendió dos cosas: que si quería seguir haciendo periodismo de investigación debía buscar otro destino laboral, y que tenía una deuda pendiente con los santacruceños que durante los tres años siguientes a su visita le seguían enviando filmaciones y documentos desconocidos sobre la actuación de Néstor Kirchner en la provincia.La otra Santa Cruz. El documental de López Masía muestra a un periodista determinado a encontrar respuestas a temas que en su momento escandalizaron a toda la Patagonia: el nombramiento de jueces adictos, el uso de fondos públicos para comprar a la prensa a través de publicidad oficial, amigos de Kirchner que se hicieron millonarios en poco tiempo, la nula política de derechos humanos en la provincia, los negocios petroleros y la contaminación ambiental, y la mafia pesquera que terminó con la vida del empresario Raúl Espinosa en el llamado caso Conarpesa, en el marco de aportes de fondos negros para la campaña presidencial.

Investigar y hallar respuestas para esos hechos, no sólo podría iluminar sobre la actuación de Kirchner previa a la presidencia, sino que ayuda a entender mejor al Kirchner presidente. El título del documental lo explica bien: “Serás lo que has sido”.
“Kirchner siempre tuvo en claro que lo primero que se necesita para manejar el poder es la domesticación de la Justicia, después aparecen los negocios y el autoritarismo. Pero primero está la protección judicial que garantiza impunidad. Siempre decía que con el referí de tu lado se ganan todos los partidos, ya que la mayoría de las veces los adversarios ni se presentan a jugar”, señala el investigador.
En ese sentido, los pasajes que muestran quiénes son los jueces que Kirchner designó para manejar la justicia provincial serían desopilantes, sino delataran con tanta claridad la tragedia de la manipulación jurídica.
Periodismo Felpudo. En los últimos años, la televisión argentina descubrió un nuevo formato, tan divertido como revelador. Recuperar viejas imágenes de protagonistas actuales para comprobar su coherencia o demostrar sus mentiras. También los programas periodísticos y la prensa en general suelen tener la saludable costumbre de revisar el pasado para comprobar, al menos, si lo que alguien dice que sucedió, en efecto sucedió.
Sin embargo, con Kirchner nada de esto funciona. Por ejemplo, las imágenes que el documental recupera sobre sus distintos encuentros con Carlos Menem, alcanzarían para demostrar la distancia entre lo que hoy dicen uno del otro y lo que decían hace pocos años atrás.



Kirchner y Menem abrazándose, elogiándose mutuamente hasta empalagar, haciéndose regalos, haciéndose promesas que el tiempo demostró que ninguno iba a cumplir. Todo ante las sonrisas cómplices de Cristina, Corach, De Vido, Kohan, y otros que por entonces parecían amigos.
Hasta ahora, esas grabaciones permanecieron en el olvido. Y no tanto porque alguien se haya preocupado en esconderlas (cosa que sí hicieron los kirchneristas), sino porque nadie se interesó por ir a buscarlas. Hay un mérito innegable de López Masía en su hallazgo, y también una vergüenza de quienes no fueron capaces o no quisieron (el pecado es el mismo) encontrar respuestas.
Algunos segundos de esas filmaciones fueron utilizadas por NOTICIAS para el aviso televisivo emitido el Día del Amigo del año pasado. El spot realizado en el marco de la campaña por los 30 años de esta revista fue prohibido en los canales abiertos y premiado en distintos festivales de publicidad.
Grabaciones ocultas. A López Masía le cuesta entender: “Es curioso que el presidente que más interés demostró por investigar el pasado, haya logrado que nadie lo investigue a él. Muchas veces fueron hasta Santa Cruz equipos periodísticos, pero después las notas no se publicaban.”
Si hubiera tenido interés, el periodismo habría encontrado perlas como la que descubrió este documentalista. “Hay una grabación muy reveladora, porque no es periodística y muestra cómo es Kirchner cuando está en la adversidad. Es en febrero del 2002 y aparece desequilibrado. Venía de soportar un cacerolazo en la puerta de la gobernación y estaba reunido con sus seguidores. Allí pudo entrar alguien que grabó sin ser descubierto una arenga de Kirchner instándolos a retomar el control de la ciudad. En tono violento les decía: ‘Por cada uno (de los caceroleros) que venga a buscarnos, iremos diez de nosotros a buscarlos a ellos a sus casas’, rememorando el trágico cinco por uno de Perón.”El documental dura 85 minutos. Después de verlo es posible afirmar que lo que sabíamos hasta ahora de Néstor Kirchner era apenas una pequeña parte de la verdad.
Fuente: Revista Noticias

La prensa busca proteger al presidente de Argentina



En los actuales tiempos en la que la popularidad del presidente de la República Argentina ha comenzado su declive, producto de un menor crecimiento económico, aumento en el índice de inflación, atropellos sistemáticos y repetidos contra los derechos individuales, abuso de autoridad y negocios sospechosos no esclarecidos, sus partidarios y un grupo de periodistas piden protección para el presidente, cuando se asoma el ocaso de su gobierno y califican de miserables y mal nacidos a quienes no comparten su política y metodología, o se niegan a prestarle su apoyo.

La destrucción de la institución presidencial es de exclusiva responsabilidad del señor Kirchner. Durante más de cuatro años ha gobernado a espaldas a los principios del orden constitucional, desconociendo las limitaciones y deberes que la Constitución le prescribe.

Su acción política ha sido exactamente opuesta a lo escrito en el preámbulo de la Constitución Nacional. El mismo preámbulo dice textualmente: consolidar la unión nacional, afianzar la justicia, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y nuestra posteridad...

Durante el transcurso de su gestión, el presidente de Argentina, no ha contribuido a la unión nacional de modo alguno, sino que ha intentado y conseguido dividir a la Nación, abriendo viejas heridas, reestableciendo causas fenecidas, y enfrentando a una parte de la población contra la otra.

No ha contribuido a afianzar la justicia, sino que ha buscado y consentido la venganza y el juicio por mano propia, en manos de pandillas y chusmas serviles a sus intereses, usando métodos típicos de los nazis y de los fascistas contra sus adversarios, o contra personas que tienen ideas liberales o de derechas, endilgándoles títulos ofensivos y pretendiendo incriminarlas de alguna manera, solamente por no pensar como él.

Ha destruido todos los códigos procesales. Ha extorsionado jueces que no fallan según sus intereses, y actuado y protegido a sus partidarios involucrados en los más aberrantes crímenes de terrorismo, asesinatos, secuestros de personas o extorsiones de cualquier índole y pretendido disfrazar esta parodia como defensa de los Derechos Humanos.

Para procurarse de justificaciones, se ha rodeado de abogados más cerca del crimen que de la ley, para crear jurisprudencia extraña al derecho y los principios universales del mismo, ha reducido los miembros de la Suprema Corte, de tribunales colegiados y del Consejo de la Magistratura , con la excusa de la economía y de agilizar la tarea de la justicia, pero con el propósito de facilitar su dominación o destruir al poder judicial, y eliminar a los jueces que no aceptan su prepotencia o desafíen su poder, y avanzar en todas las áreas del gobierno.

Ha perseguido y privado de su libertad a personas acusadas de crímenes que nunca han podido probar, y con la sola finalidad de influir en los resultados electorales.

Ha instruido a sus aliados en el Congreso, a negarle la juramentación a representantes elegidos legalmente por las provincias e impedirles el acceso a las cámaras legislativas, solamente porque no son su partido político, a la vez, ha puesto criminales protegidos por él, en el Congreso y el Gabinete, para protegerlos de los jueces por medio de inmunidad que gozan los funcionarios.

Ha sobornado a la prensa y usado fondos públicos para influir en los medios por medio de la propaganda, con el fin de oscurecer los negocios del gobierno, destruir los principios republicanos, y exigiendo a los medios clausurar programas para cerrar todas las vías donde pueda manifestarse la oposición.

No ha contribuido a consolidar la paz interior, sino que ha consentido el ataque físico a sus adversarios, permitiéndoles o consintiéndoles a los delincuentes destruir sus propiedades, influyendo perniciosamente en la justicia para que la acciones violentas de las pandillas sea independiente e inmune de la autoridad de los jueces y superior a ella; y obligando a sus víctimas a vivir marginadas del resto de la comunidad.

No afianza la defensa común, porque ha destruido a las fuerzas armadas y de policía, instigando persecuciones contra sus miembros, la mayoría de las veces sin fundamentos, mucho de los cuales no tienen vinculación alguna con un crimen. Ha desmantelado su equipamiento recortándole sus asignaciones financieras, y dejándolas indefensas e inservibles para el cumplimiento de su objetivo, asignándoles misiones extrañas y denigrantes a su naturaleza y finalidad, con el propósito de desmoralizarlas y desprestigiarlas, y las ha enfrentado al resto de la Nación, como si se tratase de enemigos que se deben eliminar y destruir. Para el logro de esta meta, ha nombrado como su Comandante en Jefe, a una de sus peores, infames e inmorales funcionarios.

No ha promovido el bienestar general. Porque es imposible el bienestar general en la comunidad, cuando crece la inseguridad, el saqueo, la violación de derechos ciudadanos, la desvalorización constante de la moneda que roba el producto y el ahorro de los buenos ciudadanos que se lo han ganado honradamente, u otorga consentimiento a las bandas de criminales y delincuentes que no son procesadas debidamente y gozan de su protección presidencial.

No asegura los beneficios de la libertad para nosotros ni nuestra posteridad, porque nunca en la historia argentina la libertad de los ciudadanos ha estado tanto en peligro como está ahora, por haber destruido las instituciones, acabado con la división de poderes, saquear los ahorros de los ciudadanos, e hipotecar el futuro con deudas contraídas a pagar por las próximas generaciones.

Ha manipulado los ahorros de millones de argentinos, para su vejez y los ha puesto bajo la jurisdicción del Estado, con el fin de someter a la población, hacerla dependiente de los funcionarios y manipularla con fines electorales.

Ha establecido alianzas con los más inmorales dictadores de América y de otras zonas del mundo, oponiéndose al mundo civilizado y con el propósito de extorsionar y hostilizar a otras naciones.

Un presidente que amenaza arreglar a patadas, los problemas originados fuera de la jurisdicción del gobierno, tal cual sus expresiones días atrás, después de los disturbios en la estación de ferrocarriles de Constitución, no es digna de un funcionario del más alto rango, ni constructiva de manera alguna, sino propia de un vulgar matón.

Ha usado el poder presidencial a su antojo y conveniencia. Ha mancillado el nombre de la Nación Argentina con conductas totalmente inapropiadas e indignas del presidente de una nación civilizada, y expuesto a millones de argentinos en vergüenza y humillación ante la comunidad internacional. Ha gobernado a la nación como si fuese su propiedad privada. Se ha negado a honrar los compromisos contraídos por la Nación con el extranjero y se ha negado a cancelar deudas en los tiempos y plazos establecidos, contando con fondos suficientes para cancelarlas; y haber empleado esos fondos para hacer demagogia, crear dependencia de gente respecto del gobierno, y usarla para sus intereses políticos.

Ha faltado gravemente el respeto debido a las demás naciones del mundo y a sus autoridades. Ha violado el protocolo, tratado con desdén e irrespetuosidad a altos funcionarios y personalidades, levantado acusaciones infundadas contra los estados extranjeros y calumnias contra sus autoridades.

Ha saqueado la riqueza producida por millones de argentinos honrados con impuestos confiscatorios, devaluando la moneda y posteriormente, ha distribuido como si fuese riqueza propia entre sus amigotes y partidarios, en nombre de la justicia social. Término engañoso para nombrar de otro modo a esta hipocresía, que siempre se ha llamado, robo, fraude o estafa. A cambio le devuelve insultos a quienes producen y pagan impuestos.

Ha violado repetidamente las autonomías provinciales, derrocando a los gobernadores que no se subordinan, y los ha extorsionado con el producto de los impuestos que le pertenecen a las provincias, distribuyendo los recursos a su antojo y conveniencia y negándoles el derecho a recaudar por si mismas, con el fin de someterlas. Ha enviado emisarios a las capitales de provincias, a molestar a los gobiernos de las mismas, entrometerse en los asuntos domésticos, fuera de su jurisdicción y sin competencia legal para decidir, en asuntos en que solamente las provincias tienen derecho a decidir por si mismas.

Ha intentado modificar por decreto constituciones provinciales y otras leyes, y amedrentado a los gobernadores a hacer nombramientos en sus jurisdicciones a los amigos y personas indicadas por él con el objeto de perseguirlos y controlarlos.

Ha transferido fondos públicos de la provincia de Santa Cruz al extranjero, que administra a su gusto y placer, sin rendir cuenta de los mismos y cuyo paradero se desconoce.

Ha tratado de entorpecer las sesiones del Congreso, convocando a sus miembros sin la suficiente antelación, para que los congresistas de la oposición no tengan tiempo de asimilar la información y formular preguntas, que podrían dejar al descubierto sus negocios y que probablemente no están capacitados para responderlas.

Por haber enviado a su Jefe de Gabinete a mentirles a los senadores, diciéndoles que los sobornos pagados por Skanka, son corrupción entre privados, y los hechos ocurridos después han demostrado que no es así. Que los sobornos son una defraudación fiscal, que todas las sospechas e investigaciones apuntan hacia sus colaboradores más cercanos, si no es que lo involucran directamente a él. Luego en pretexto de depurar la corrupción de su gobierno, ha removido a dos funcionarios en un acto que pretende simular transparencia; y en el decreto de remoción, ha mencionado el nombre de un fiscal que puede esclarecer los hechos de corrupción, mencionando en dicho decreto también una conversación coloquial entre el mencionado fiscal y su vicepresidente, con el objeto de apartar al fiscal que lo molesta, dejándolo fuera de jurisdicción por parcialidad, y exponerlo para que otras partes del juicio puedan recusarlo; y en definitiva bloquear y entorpecer cualquier investigación en su contra.

Para perpetuarse en el poder, pretende nominar a su esposa como candidata presidencial, sin elección interna del partido, con el propósito de gobernar en la sombra, evitar el desgaste, y cubrirse de los futuros pleitos judiciales que le esperan. Enviándola al extranjero a hacer campaña, hospedándose en lujosos hoteles, viajando en carísimos vuelos de primera clase, y luciendo carísimas ropas, sin rendir origen de los fondos para costear esos gastos.

En ninguna presentación en público, ha demostrado cordialidad y respecto a sus interlocutores. El griterío, la acusación, el insulto y el exabrupto parecen ser los únicos rasgos de su personalidad. No demuestra tener las mínimas normas de buena educación. Su comportamiento es similar a la cualquier necio inculto que vaga por las calles, totalmente alejadas e impropias del modo en que debe comportarse un presidente.

Ahora, activistas subversivos en otras épocas, derrotados en el campo de batalla por las Fuerzas Armadas, (que el Sr. Kirchner se ha empeñado en destruir) que hacen las veces de periodistas; amigos del señor Kirchner y diversos medios de prensa afines; buscan protección para el presidente, cumpliendo un papel contrario a su función de periodista: el de informar a la comunidad. Empleado prácticas de encubrir, callar, mentir, o falsear la realidad con el objeto de cubrirlo, apelando a la difamación o persecución de quienes se oponen, o por medio de los inspectores de impuestos contra quienes denuncien una felonía.

Si el señor Kirchner fuere el presidente de un país en serio como dice su eslogan, muchos de sus colaboradores, jueces y funcionarios nombrados por él, miembros de su partido que ocupan escaños en el Congreso, deberían estar encerrados en una cárcel, por los crímenes, atentados terroristas y extorsiones contra la vida de personas, en lugar de estar desempeñando una función pública.

Si fuese un país en serio, la gente respetuosa de la ley estaría segura, en vez de estar temerosa por ser gobernada por criminales que han ingresado en las diversas áreas del gobierno, casi todas ellas nombradas por el señor Kirchner. Ha liberado a criminales para que anden libres por las calles y a hecho que la población esté encerrada entre rejas.

Si fuese un país en serio, haría que Argentina honrase los compromisos adquiridos y cancele sus deudas. Procuraría establecer la ley y el orden, en vez de hostigar, sobornar y perseguir a periodistas, jueces, o líderes de la oposición.

Las personas racionales que habitan Argentina, no deben proteger a un ser tan nefasto y maniático, sediento de venganza y de poder, que muestra signos suficientes de no estar en su sano juicio, y cuyos seguidores quieren imponer un sistema de vida ajeno a las costumbres del pueblo argentino y del mundo occidental., cuyos calamitosos resultados hemos visto en los países de Europa oriental, la ex Unión Soviética, y de Asia.

Estas formas de vida autoritaria nunca han terminado bien. No han traído la felicidad para ningún pueblo de la tierra, sólo han permitido que las mafias se enriquezcan a expensas del pueblo tal como sucede en Rusia, Venezuela, Cuba, Coreo del Norte y otros tantos países. Ninguna nación de la tierra se ha hecho grande bajo el imperio de una tiranía, no existe ningún antecedente en el mundo que pueda demostrar esto. La libertad sin embargo tiene pruebas de sobra para demostrar que es el medio para conseguir la paz y el progreso.

mayo 20, 2007

Un viejo y sabio campesino chino

Cuenta una historia que un viejo y sabio campesino vivía en China con su único hijo y su hermoso caballo que un día escapó.Al enterarse su vecino se acercó y le dijo: "¡Que desgracia que hayas perdido a tu caballo!". El campesino respondió: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?" Pocos días después el caballo regresó trayendo consigo seis caballos salvajes. El vecino entusiasmado, le dijo: "¡Qué suerte que tienes ahora al tener tantos caballos!" El anciano volvió a responderle: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?"Cuando su hijo intentó montar a uno de los caballos salvajes, se cayó y se quebró una pierna. Nuevamente se acercó el vecino diciéndole: "¡Que mala suerte ha tenido tu hijo al lastimarse de esa forma!" Y el campesino respondió: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?"Una semana más tarde, llegaron los soldados del rey y se llevaron a todos los hombres de la aldea para luchar en la guerra. Y el único que se salvó de ir al frente de batalla fue el hijo del campesino.

Mailer, Hitler y el diablo




Por Carlos Fuentes

En 1962, fui declarado “extranjero indeseable” por el Departamento de Estado norteamericano, a instancias del entonces embajador de los EE.UU. en México, Thomas C. Mann (Thomas Mann el malo). El año siguiente, apareció traducida al inglés mi novela La muerte de Artemio Cruz, y mi editor neoyorquino, Roger Straus, reclamó mi presencia para el lanzamiento. Intervino el procurador general, Robert F. Kennedy, y se me concedió una visa por setenta y dos horas, limitada a la isla de Manhattan.

Recuerdo estos antecedentes porque, al llegar al aeropuerto de Idlewild (luego rebautizado John F. Kennedy) me recibió Norman Mailer, a la sazón presidente del Pen Club de los EE.UU. y factor determinante en obtener mi limitadísima visa. Lo había leído. El personaje correspondía a la obra. De mediana estatura, con vigor corporal y puños de pugilista, gran cabeza de rizos negros, mirada tan azul como inquisitiva, Mailer me subió a su convertible y me dijo: “Vamos a mi casa en Brooklyn”. “No puedo”, le respondí: mi visa me confina en Manhattan.

Aún escucho la gran carcajada de Mailer, respuesta a lo que enseguida comprobamos: nos seguía un agente tan secreto que era obvio; sombrero de ala baja cubriéndole la mirada, impermeable y zapatos de suela de goma. La mezcla perfecta de Columbo y Humphrey Bogart. Así decidimos llamarlo: “Humphrey”, y a partir de ese momento –doy fe de su profesionalismo– no dejó de ser mi sombra. Al despertar, allí estaba. Al acostarme, lo veía desde la ventana. Casas editoriales, redacciones de periódicos, discotecas: “Humphrey” siempre apostado.

Recuerdo este incidente y lo asocio a Norman Mailer porque en cierto modo ilustra la obra del gran novelista que él es. Ninguna otra literatura depende tanto de la experiencia vivida como, con todas las excepciones, la norteamericana. Primero hay que ser borracho (Poe), navegante fluvial (Twain), marinero (Melville, London), soldado y cazador (Hemingway) para luego escribir. Mailer primero vivió la Guerra Mundial en el Pacífico y a los veinticinco años, en 1948, publicó la clásica novela bélica, Los desnudos y los muertos (The Naked and the Dead), inicio de una brillante y conflictiva carrera que, por el momento, culmina con El castillo en el bosque (The castle in the forest), que Mailer publica a sus ochenta y cinco años. Entre ambas novelas –que muchos consideran de desigual valor–, crónicas de pareja excelencia. Hay novelistas que escriben muy poco y muy bueno (Juan Rulfo, William Styron). Otros, escriben algo muy bueno y algo menos bueno (Flaubert: Madame Bovary y Salambó). Otros, en fin, escriben mucho y muy bien siempre, pero con resultados mayores y menores. Balzac sería el gran ejemplo de esto último; Mailer, un botón de muestra contemporáneo.

El éxito fenomenal de Los desnudos y los muertos fue seguido del fracaso relativo de dos novelas que a mí me fascinan: Costa bárbara (Barbary Shore), de 1951, se centra en las muchas ideologías de la izquierda norteamericana (trotskistas y marxistas) en los márgenes de una sociedad apática, movida por fuerzas invisibles.

El parque de los ciervos (The deer park), de 1955, es una gran novela sobre el mito de Hollywood, que no desmerece de las obras trágicas de Scott Fitzgerald o las cómicas de Nathanael West. Destaco entre sus crónicas la espléndida Los ejércitos de la noche (The Armies of the Night), que queda como la historia más vívida de los revolucionarios sesenta, y entre sus novelas, la no menos espléndida La canción del verdugo (The executioner’s song), el gran canto al oeste americano, no al de vaqueros y pieles rojas, diligencias y John Wayne, sino el de largas carreteras al infinito, moteles y remolques. Toda una nueva geografía americana aparece en este gran libro, género de géneros, acerca de un asesino perseguido tanto por la geografía como por la justicia, tanto por la distancia del espacio como por la cercanía del tiempo. Gary Gillmore es un Raskolnikov contemporáneo, al que Mailer dota de un alma inolvidable, rumbo a la ejecución por fusilamiento.

Todo ello apuntaba, en cierta manera, a esta obra de Mailer, El castillo en el bosque, que nos obliga a volver la mirada a la novela inicial de los veinticinco años, Los desnudos y los muertos, puesto que ambas observan tanto el mal de la guerra como la guerra del mal.

En Los desnudos y los muertos los antagonistas personales son el teniente Hearne, un izquierdista escéptico, y el general Cummings, un martillo disciplinario. Mailer no olvida al combatiente de a pie, el sufrimiento de la tropa, su fatal debilitamiento y destrucción, el origen de la mayoría de los soldados: la ignorancia y la pobreza, y por ello simple carne de cañón. Sobrevive la mediocridad. Sucumbe la inteligencia crítica (Hearne) y se perpetúa el complejo industrial militar representado por Cummings. La maquinaria armada, nos dice éste, aprovecha los recursos latentes de un país, coordina el esfuerzo nacional y –esto es lo escalofriante– libra una guerra para preparar la siguiente. El ejército de hoy es apenas una revista del futuro. El modelo universal de los ejércitos es el mismo que Cummings combate en la guerra mundial y pretende apropiar para el futuro. El ejército alemán.

Que es el ejército que empleará, en la misma guerra, Adolf Hitler.

No es ésta la primera vez que el demonio aparece como personaje literario. El diablo cojuelo y juguetón, de Luis Vélez de Guevara, destapa los techos del “pastelón podrido” de Madrid y otro diablo fantasioso, el de Bulgakov en El maestro y Margarita, es una versión en falsete del Diablo de todos los diablos, el Mefistófeles de Goethe, el clásico comprador de almas a cambio de la juventud y el sexo. Y a cambio del pecado final de la víctima del Diablo: negarse a sí misma.

Norman Mailer no pone en escena al Diablo en persona, sino a un delegado de Satanás que se ocupa –Satanás no tiene tiempo más allá de sus horas de oficina– de olfatear las almas dignas de encarnar lo demoníaco. Parto de la tesis tomista de que Satanás es un ángel. Abandonado a la naturaleza, no hubiese podido transgredir. Esto significa que, al cabo, pecar es humano, pero también es angelical cuando el ángel mismo cae, traicionado su origen divino pero confirmando su destino humano. El demonio –el ángel caído– hace uso de la libertad que Dios le dio para enfrentarse a Dios con una voluntad envenenada.

El delegado del infierno anda a la caza de candidatos. Es una ardua labor y no cabe duda de que se le escapan algunas buenas piezas. Mailer se da a la tarea improbable de rastrear los indicios del satanismo hitleriano en los orígenes familiares del Führer, su niñez, su adolescencia y su primera juventud. Cuesta arriba: conocemos la parte más diabólica –la más interesante–­ de Hitler, y Mailer está indagando la menos interesante y buscando indicios mínimos de lo que será una maldad máxima.

No paso por alto esta dificultad mayor, pero la sazono con el miedo del Diablo. Y éste es el temor de que no nazca Hitler. Astucia suprema de Mailer: guiarnos por la infancia de Adolf imaginando lo que hubiese sido el mundo sin Hitler. Establecido lo cual, el novelista puede detenerse en una teoría –suya desde Los desnudos y los muertos– del mal de la mediocridad. La madre de Hitler es prácticamente una sirvienta. Pero porta el terror del antisemitismo. ¿Serán semitas los antepasados de su marido, los de ella, todos? En la vulgar imaginación de la madre, el sexo tiene tintes semitas, porque “los judíos hacen cosas prohibidas en la cama”. Para el joven Hitler, este racismo se convierte en un terror digno de ser eliminado. Los judíos son sobrevivientes: son odiados y siguen viviendo. ¿Quién interrumpirá el terror hebreo? ¿Quién les demostrará que pueden ser eliminados para siempre? Eliminando, de paso, la sospecha de ser, uno mismo, judío…

El padre de Hitler, Aloje, es un funcionario menor de aduanas en Austria. Hombre medio sensual, tan formalista como vulgar, ostenta la disciplina, pero sin fuerza. Abandona la burocracia para dedicarse a la apicultura. La cría de abejas contiene una lección central: para producir una onza de miel, todos los trabajadores del panal –zánganos y obreros, la corte de la abeja reina, a la postre la monarca misma– deben morir. Es la visión fúnebre de la vida, y el poder debe implantarse en el joven Hitler por medios tan sutiles como vulgares. A saber:

El orgullo de hacer llorar a su madre. Los daños y castigos para los cuales el niño no tiene respuesta. El fracaso escolar. La inferioridad social. La envidia hacia los compañeros de clase ricos. La visión incestuosa del deseable y horroroso sexo de la hermana. La necesidad de ser notado. El resentimiento. El sentido de inferioridad. La misión del Diablo consiste en implementar estas deficiencias, enseñarle al discípulo del Diablo el arte del disimulo y la mentira e implantar la humillación en el cliente hasta convertirla en orgullo que sólo se satisface humillando a los demás.

Y todo esto no en la vigilia, sino pasando en el sueño las órdenes del Diablo.

Me he referido en otras oportunidades al libro del gran filósofo alemán Rüdiger Safranski El mal o el drama de la libertad, y al catálogo de pensamientos modernos previos pero aplicables al caso Hitler. Schelling: en el hombre está el poder entero del principio tenebroso y, a la vez, la fuerza entera de la luz. Hegel: la guerra es una fuerza de creación nacida del fondo de la historia. Karl Schmitt: sólo nos conocemos a nosotros mismos cuando identificamos a nuestro enemigo. Hannah Arendt: la banalidad del mal. Freud: las naciones civilizadas pueden cometer actos atroces, impensables antes de ser cometidos.

Norman Mailer culmina una de las carreras literarias más llamativas de nuestra época con una reflexión literaria, en vivo, de la traición a sí mismo que el hombre puede cometer.

Cómo atarse los cordones con una sola mano


Por Jorge Elías


Cada vez hay menos diferencia entre los gobiernos de ambas tendencias, vectores de la vida política durante dos siglos


En la Revolución Francesa no había zapatos para ambos pies. Aún no se fabricaban. El zapato derecho era igual al izquierdo. Sin diferencias entre sí. Los pies terminaban domándolos: pasaba a ser uno el derecho y el otro, el izquierdo. Con la política ocurrió algo parecido. En la asamblea nacional constituyente de Francia se sentaron a la derecha los partidarios de la monarquía absoluta y a la izquierda, los detractores del orden establecido. Hasta entonces no había corrientes de opinión identificadas de ese modo. Tenían, como los zapatos, el molde derecho y debían calzarlo en el pie izquierdo. No existían las hormas, supongo.
Dos siglos después, con un zapato para cada pie, la derecha y la izquierda sobreviven más en la forma que en el contenido. En Europa, cuna de ambas vertientes, varios motes sustituyeron los modelos primitivos. En Gran Bretaña, Francia y Alemania, entre otros países, no pocos candidatos de un polo enriquecen sus programas con el ideario del otro hasta confluir en una especie de centro en el cual resulta mínima la diferencia si gobierna uno o el otro.
En los noventa, Tony Blair, Lionel Jospin y Gerhard Schröder, así como Bill Clinton en los Estados Unidos, aplicaban la fórmula de la guitarra: se toma con la izquierda y se ejecuta con la derecha. El progresismo, rico en rostros frescos, contagiaba entusiasmo a la luz del new labour británico, la nueva socialdemocracia alemana, el nuevo socialismo francés y los nuevos demócratas norteamericanos. Todo era nuevo; todos eran nuevos. Cada uno, sin embargo, tenía un reto: calzar el pie izquierdo en el zapato derecho.
No estaban llamados a ser revolucionarios, sino reformistas. Y, para ello, debían recorrer con zapatos nuevos, y ajustados, un sendero angosto hacia la confluencia entre el dogmatismo del mercado, base de la globalización, y el rigor de los Estados, sometidos a dieta sin descuidar sus obligaciones básicas. La sociedad del conocimiento prometía superar a la sociedad posindustrial. Era el sueño de unos pocos.
En América latina, la derecha y la izquierda a la usanza europea perdieron peso desde la década del treinta. El populismo, en muchos casos, dejó poco margen para distinguir entre una vertiente y la otra. El populismo y los gobiernos de facto, así como los movimientos políticos en desmedro de los partidos tradicionales, desvirtuaron los moldes originales. A finales de los noventa, sólo Hugo Chávez se animaba a despotricar contra el Consenso de Washington y a venerar a Fidel Castro; iba a contramano de todo y de todos.


La derecha culposa


¿Era una voz oportuna u oportunista? Hubo crisis; la argentina, entre ellas. Hubo una ruptura. La economía no cambió. Ni la economía ni las reglas cambiaron, más allá de la profusión de reformas constitucionales que inauguró Chávez en los Andes. Cambió la tendencia. Y cambió el paradigma. ¿Quién iba a negarle en Brasil a un metalúrgico el derecho de ser presidente? ¿O en Bolivia a un aymara, o en Uruguay a un socialista, o en Chile a una mujer, o en Ecuador a un desconocido? Nada hubo que objetarles: ganaron las elecciones con todas las de la ley.
La izquierda, empero, no dejó de zigzaguear en la contradicción entre defender los valores democráticos y, a la vez, defender un régimen como el cubano, que, en medio siglo, cercó todas las libertades. La derecha, que nunca se jactó de serlo, no dejó de sentirse culpable, como si la mera mención de esa filiación fuera liberal o conservadora, memorara adhesiones a golpes militares o gestiones poco eficaces.
Hubo crisis y hubo ruptura, no obstante ello. Hasta México, con un presidente de signo opuesto al Partido Revolucionario Institucional (PRI) por primera vez en siete décadas, estrenó zapatos nuevos. Botas nuevas en el caso de Vicente Fox, sucedido seis años después por Felipe Calderón. ¿La derecha sucedió a la izquierda, cual excepción a la regla? La izquierda dejó de ser la izquierda desde que el Partido de la Revolución Democrática (PRD), nacido de las entrañas del PRI, se apropió de sus banderas. Y, a pesar del vano intento de Andrés Manuel López Obrador, aún no pudo izarlas tan cerca de los Estados Unidos.
La venta masiva de los bienes y los recursos de los Estados, sometidos a dieta como en Europa y los Estados Unidos, provocó el descontento de aquellos que no vieron colmadas sus expectativas. Casi todos, en realidad. No sólo por el reparto injusto, sino, también, por la corrupción masiva. En síntesis: mucha riqueza mal distribuida.
En Europa, después de la tercera vía de Blair y de la socialdemocracia de Schröder, la derecha, más cómoda con los zapatos del conservadurismo que con los zapatos del liberalismo, apoyó el pie en Alemania y en Francia, sus motores desde que insinuaron que podían fundar un club que intercambiara algo más que acero y carbón. En España, a la inversa, la izquierda de José Luis Rodríguez Zapatero sucedió a la derecha de José María Aznar y, en Italia, la izquierda de Romano Prodi sucedió a la derecha de Silvio Berlusconi. Ninguno de ellos hizo, ni propuso, revoluciones.


La izquierda vacilante


En Francia, precisamente en donde nació la división entre la derecha y la izquierda, el nuevo presidente, Nicolas Sarkozy, y su rival socialista, Ségolène Royal, dejaron entrever en sus campañas que no apuntaban con sus ofertas hacia clientelas cautivas, sino hacia la masa crítica de la mayoría de las elecciones contemporáneas: los indecisos, gente de distinta extracción social que no está sujeta, como entre la posguerra y los setenta, a la pertenencia a una clase en particular. En el léxico político afloraron los individuos, no aferrados a ideologías ni encasillados en territorios.
De ahí, la necesidad de seducirlos. Uno por uno. Esa necesidad de seducirlos, uno por uno, va más allá de los intereses del partido, antes representativo del obrero, del campesino, del terrateniente o del burgués.
Desde que el pobre comenzó a sentirse parte de la clase media, en ocasiones sólo por tener un televisor en casa, la preocupación se centró en el desarrollo individual, más que en el colectivo.
¿Qué más da, entonces, si un presidente inventa el socialismo del siglo XXI, como Chávez, o si otro recompone la relación con George W. Bush, como Sarkozy? ¿Qué más da si los cocaleros, los piqueteros, los indígenas y los sin techo juran fidelidad al Che Guevara?
En Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, desentendido de la izquierda, supo en 2003 que iba a lidiar con una sangría de capitales por la desconfianza que generaba en el exterior. Si no aplicaba una severa disciplina fiscal, más propia de la derecha que del Partido de los Trabajadores (PT), peligraban sus planes de redistribución de tierras, mejoras educativas y Hambre Cero. El pie izquierdo debía calzar en el zapato derecho.
Si tal barrio dejó de ser socialista o conservador, o tal estamento dejó de ser liberal, o tal sindicato dejó de ser comunista, ¿qué más da? El pobre, si puede, calza los zapatos del rico. Y, salvo que respete una cábala, nunca sabe si ata primero el cordón del zapato derecho o el cordón del zapato izquierdo. El desafío, en la confluencia entre la derecha y la izquierda, es atarse los cordones con una sola mano.